viernes, 16 de diciembre de 2011

QUIMICA PERFECTA CAPITULO 41

GASTON
       - Necesito que me pongas al corriente de la situación de rocio -explica mi amigo mientras estamos pasando el rato fuera del almacén-. Los chicos están haciendo apuestas paralelas, y la mayoría de ellos apuestan por ti. ¿Saben algo que yo no sé?
    Me encojo de hombros y miro a Julio, resplandeciente tras el último lavado. Si mi moto pudiera hablar, me rogaría que la salvase. Pero no estoy dispuesto a soltar información alguna sobre rocio. Por lo menos, aún no.
    Héctor se acerca a nosotros.
    - Tenemos que hablar, -dice con voz seria-. Sobre ese favor del que estuvimos hablando. La noche de Halloween, cogerás un coche de alquiler, lo llevarás al barranco e intercambiarás la mercancía. ¿Crees que podrás hacerlo?
        - No hay nada de lo que no pueda ocuparme -le aseguro con un nudo en el estómago. He mentido a rocio deliberadamente. Se le iluminó la cara cuando habló de la posibilidad de que fuéramos juntos a la universidad. No pude decirle la verdad: no solo voy a quedarme en la pandilla, sino que estoy a punto de hacer un trapicheo con drogas.
    Héctor me da una palmada en la espalda.
    - Este es mi hermano leal. Sabía que la sangre te tiraría más que el miedo. Somos hermanos, ¿no?
    - ¡Claro! -respondo para que sepa que le soy leal, a él y a la banda. No es el tráfico de drogas lo que temo, sino el final de todos mis sueños. Si doy éste paso, habré cruzado la línea. Como hizo mi padre.
    - Hola, gaston.
    Paco está a mi lado. No me he dado cuenta de que Héctor se ha marchado.
    - ¿Qué pasa?
    - Necesito tu ayuda, colega -dice Paco.
    - ¿Tú también?
    Me mira con enfado, como suele hacer cuando quiere recordarme que estoy hablando con él.
    - Vamos a dar una vuelta.
    Tres minutos más tarde estoy en el asiento del copiloto de un Camaro rojo prestado.
    - ¿Vas a decirme por qué necesitas mi ayuda o quieres mantener el suspenso? - En realidad, voy a mantener el suspenso.
   
--¿Qué querrá hacer Paco en este selecto barrio residencial de la ciudad? - Confía en mí -ruega.
    -¿Qué?
    - Los mejores amigos deben confiar el uno en el otro.
    - Ah, aquí está -anuncia Paco.
    Levanto la mirada para leer el letrero.
    - ¿Me tomas el pelo?
    - No.
    - Si vas a robar, yo me quedo en el coche.
    - No hemos venido hasta aquí para robarles a un puñado de golfistas -dice Paco con una mueca.
    - Entonces, ¿qué hacemos aquí?
    - Practicar el swing. Vamos, ayúdame.
    - Paco, estamos a mitad de octubre, a doce grados fuera.
    - Todo es cuestión de prioridad y percepción.
    - ¿De dónde has sacado ese palo? -le pregunto.
    - Del tipo que alquila las pelotas. ¿Quieres uno para practicar tu tiro?
    - No.
   
    - Entonces, puedes sentarte ahí.
        - ¿Has terminado? - pregunto una vez que ha vaciado la mitad de la cesta.
    - gaston -me dice Paco, inclinando el palo como si fuera un bastón-. ¿No crees que haya nacido para jugar al golf?
    - No -respondo, mirándole a los ojos.
    - Sé que has hablado con Héctor. Yo tampoco creo que hayas nacido para traficar con drogas.
    - ¿Por eso estamos aquí? ¿Intentas demostrarme algo?
    - Escúchame bien -insiste Paco-. Tengo las llaves del coche en el bolsillo y no iré a ninguna parte hasta que termine de golpear todas estas pelotas, así que lo mejor es que oigas lo que tengo que decirte. No soy tan inteligente como tú. No tengo muchas opciones en la vida, pero tú eres lo suficientemente listo como para ir a la universidad y convertirte en médico o en informático o algo así. Igual que yo no he nacido para jugar al golf, tú no has nacido para traficar con drogas. Deja que haga el intercambio por ti.
    - Ni loco. Aprecio que te pongas en ridículo para explicarme tu punto de vista, pero sé lo que tengo que hacer -respondo.
    - rocio está muy buena. ¿Piensa ir a la universidad? -Sé lo que pretende Paco. Por desgracia, mi mejor amigo es transparente como el cristal.
    - Sí.
    Para estar cerca de su hermana, por la que se preocupa más que por sí misma. Paco silba.
    - Seguro que va a conocer a un montón de chicos alli. Ya sabes, chicos de verdad, con sombreros de cowboy. -Me pongo tenso. No quiero pensar en eso. Ignoro a Paco hasta que regresamos al coche.
    - ¿Cuándo vas a dejar de meter las narices en mis asuntos? —le pregunto.
    - Nunca -dice entre risitas.
    - Entonces, supongo que no te importará que yo me entrometa en los tuyos. ¿Qué ocurre entre cande y tú?
    - Nos divertimos una noche. Eso es todo.
    - Eso dices tú, pero creo que ella no piensa lo mismo.
    - Sí, bueno, pero ese es su problema. -Paco enciende la radio y pone la música a todo volumen. Nunca ha salido con nadie porque le da miedo involucrarse demasiado. Ni siquiera cande conoce los abusos que ha sufrido en su casa. En serio, entiendo las razones por las que mantiene las distancias con las chicas que le importan. Porque la verdad es que, a veces, si te acercas demasiado al fuego, acabas quemándote.

No hay comentarios:

Publicar un comentario