Capítulo 12
Rocio abandonó la sala y entró en sus dominios, que ese día estaba vacío, la zona VIP. Rió sin parar recordando la cara de Victorio. Pero tuvo que reconocer que estaba guapísimo con esa camisa de seda negra que se ajustaba a sus duros músculos. La semana había mejorado increíblemente rápido, se dijo Rocio sonriendo ante las posibilidades que le deparaban la noche.
Victorio fue capaz de caminar, aunque no supo exactamente cómo consiguió tal hazaña, y persiguió al diablo encarnado en cuerpo de mujer que lo traía loco. Abrió la puerta por la que ella había entrado unos minutos antes y se la encontró. Ella estaba sentada en un semicírculo acolchado, hundida en almohadones e inclinada por completo. Apoyándose sobre un codo lo miraba con una sonrisa traviesa. Él se limitó a observarla desde la puerta, boquiabierto, admirándola. Ella pudo ver sin dificultad el brillo de deseo en los ojos de él y decidió que era el momento perfecto para ser muy mala chica.
- ¡Estoy agotada! Me has hecho trabajar mucho -dijo Rochi pero él no le contestó- ¿Crees que haya algo que puedas hacer? -preguntó fingiendo desinterés.
- Doy muy buenos masajes -contestó Victorio acercándose lentamente, como una pantera al acecho- ¡Quítate esa cosa y te lo demuestro! -bufó ansioso.
- La ventaja de "esta cosa" es que no es necesario que me la quite para que me des un masaje. Tiene la espalda descubierta -explicó ella tranquila.
- No es en la espalda en donde quiero hacerte el masaje -informó él casi sin voz por la excitación.
Rochi lo miro como si no hubiese dicho nada que pudiese incitar a desatar su lívido y sonrió mostrándole que ella tenía el poder, la seguridad de poder controlarse y de manejarlo a su antojo. Victorio quiso decirle lo bella que le parecía. Quiso decirle lo sensual que la encontraba. Quiso decirle lo mucho que le atraía. Quiso decirle lo perversa que era. Quiso decirle muchas cosas... pero no dijo nada. Sin darse apenas cuenta, se había tirado sobre ella, cogiéndola por la cintura apretándola más contra su duro cuerpo e invadiendo su boca sin compasión.
Ambos tendidos disfrutaban del beso que cada vez era menos violento y más sensual. Él se separó un segundo para respirar y ella dibujo el interior de los labios de él con la punta de la lengua, provocando un escalofrío de excitación en él. Rocio se separó y sonrió orgullosa de que el cuerpo de él respondiese con tanta complicidad al de ella. Vico no aguantó esos segundos sin la boca de ella sobre la suya y arremetió contra ella de nuevo. Pero una voz lo sacó del éxtasis en el que se encontraba.
- ¡Jefa!... -se interrumpió Nico al verlos- ¡Perdón!
- No pasa nada - dijo Rocio quitándose a Victorio de encima con dificultad, porque él no quería separarse ni un milímetro, y levantándose- ¿Qué ha pasado? ¡Y no me digas jefa! -ordenó irritada- Te he dicho mil veces que no lo soy. Es Rama al que tenéis que dar las explicaciones.
- ¡Ya! Como si alguien lo hiciese. Pero esto te compete a ti. Un chico esta afuera dice que conoce al Señor D'alessandro y que necesita hablar con él un momento.
- Si esta en la lista déjalo pasar -dijo Rocio sin dar importancia al problema.
- No está. Lo he comprobado. Y dice que avise al Señor. Dijo su nombre y apellido sin que yo se lo dijese, por lo que imagino que lo conoce de verdad -explicó Nico.
- Vico -le llamó Rocio para que se hiciese responsable de lo que ocurría- Creo que deberías ver de quién se trata.
- Déjalo entrar y que disfrute de la fiesta, me da igual. No pienso moverme de aquí -informó contundente Vico.
- No pidió entrar. Solo dijo que quería hablar con usted -aclaró Nico con frialdad.
- ¡Vico no seas cabezota y ve a ver qué pasa! -ordenó Rocio como si tratase con un niño desobediente.
- Vas a ser una novia muy mandona -dijo Victorio frunciendo el ceño.
- ¿Es una propuesta? -bromeó Rochi con una sonrisa pícara.
- ¡Es un hecho! -afirmó Vico levantándose.
Victorio siguió a Nico maldiciendo entre dientes, mientras Rocio se soltaba en carcajadas. No quería ir a ver a quién diablos estuviese dando el coñazo en la puerta. Lo que quería era estar con Rochi y proseguir donde lo había dejado. Cuando dijo que era bella y sensual se quedó corto. Y decir que era perversa fue una total insensatez. Era la encarnación de todo mal. Y como le gustaba...
Rocio no pudo evitar la curiosidad y los siguió hasta la puerta. Al llegar no pudo ver al chico que estaba esperando porque esos dos robustos hombres lo tapaban. Aunque pudo distinguir una figura igual de atlética. Aunque pudo distinguir la voz sin problemas.
-Oye ¿qué haces aquí? ¿No me dijiste que tenías negocios que atender? -acusó Gaston con evidentemente enfadado
En cuanto escuchó que se trataba de su amigo se giró de inmediato quedando de espalda a ellos. Nadie se había percatado de su presencia pero ella fue incapaz de moverse por no llamar la atención.
- Y es lo que hago. Es aquí donde he reunido a todos los socios de la empresa de mi padre. Bueno, ahora mía -rectificó Vico frunciendo el ceño- No quise comer frente a los pobres. Sé que te mueres por entrar acá y si te decía iba a sonar cruel, porque no podía invitarte aunque quisiese. Lo organicé para presentarme frente a todos. Y aparecer con un compañero de facultad no provoca mucho respeto -explicó apoyándose contra el marco de la puerta.
Gaston pudo ver lo que había frente a él, al apartarse Victorio, la figura de una diosa. Llevaba el pelo recogido y él odiaba que las mujeres no lo llevasen suelto. Pero con ella haría una excepción. Con una cintura como esa y una caderas que incitaban al pecado, por no hablar de su espalda desnuda... Podría soltarle el cabello él mismo, pensó ansioso, y que cayese sobre su pecho desnudo, que en esos momentos subían y bajaban con tempestuoso ritmo ¡Era perfecta! Pero no podía ponerse así por una chica a la que ni siquiera le había visto la cara, tan solo su espalda. Era absurdo ¿Entonces por qué todo su cuerpo estaba tan tenso?, se preguntó Gaston maldiciendo el descontrol de sus hormonas. Al menos, tenía una cosa clara, esa noche no soñaría con Rocio. Porque estaba más que seguro de que esa sensual mujer acapararía sus sueños durante muchas noches.
- Gas ¡Gas! -le gritó Victorio sacándole de sus pensamientos, zarandeándolo suavemente.
- ¿Qué? -consiguió reaccionar Gaston.
- Pues que tengo que entrar en la fiesta -explicó Victorio mirando al interior en dirección a la mirada atenta de Gaston. Se alarmó por unos segundos. Estaba claro que Gaston nunca había visto a Rochi así y Victorio no tenía la menor intención de que eso cambiara. Se dio cuenta de que la cara de bobo de Gaston era producto de la excitación, no de que la hubiese reconocido. Y eso hizo más sólida su idea de que nunca la vería tan arreglada. Gaston había estado ciego durante mucho tiempo y ni siquiera se había percatado de la belleza que todos veían pero no causaría el mismo efecto si la veía así- Me esperan -continuó explicando Victorio- Mañana nos vemos ¿vale?
Pero Gaston no le respondió, ni siquiera lo escuchaba. El cuerpo que gritaba por su atención, había comenzado a contonearse, entrando al local. Cada movimiento era sensual y arrebatadoramente perfecto. Hasta que se perdió tras las cortinas de la entrada. Su corazón sintió el abandono y quiso llorar ¿Qué demonios le pasaba? No podía seguir así. Primero comienza a tener pensamientos inapropiados con su mejor amiga y ahora... Sería capaz de dar hasta el último suspiro por una desconocida a la que ni siquiera había visto la cara. Pero su cuerpo le decía que estaba hecha para él, la reconoció al instante. Cada fibra de su piel se sintió cómoda con esa presencia. Algo le decía que estaban hechos para unirse y complementarse ¡Que absurdo!, pensó Gaston, la única que le hacía sentirse en casa, en la que encontraba un hogar en su abrazo, era Rochi. Ella era esa persona especial que nunca querrías perder y no pensaba que pudiese pasar lo mismo en el ámbito sexual. No creía que existiese una sola mujer con la que tuvieses todo lo necesario para seguir su existencia, sin mirar a ninguna otra ¿Podía existir?
Gaston se estaba frustrando cada vez más. Había pasado de tener a cuantas mujeres quería a pensar en imposibles. Se despidió de Victorio con un gesto confuso y se marchó en busca de Daniela. Ya estaba harto de mujeres que no podía tener ¿Quería tenerlas? ¿A Rocio y a esa desconocida? No, claro que no, se regañó furioso mientras golpeaba el suelo con cada paso. Daniela era todo lo que un hombre podía desear. La poseería esa noche y todas las que tuviese necesidad y el resto del tiempo tenía a sus amigos, con los que se divertía ¡Y Rochi! se recordó Gaston, parándose en seco. A ella siempre la tendría. Ella era su familia y no tenía nada que ver con aquello
Fin Capi...
*Mafe*

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