sábado, 25 de febrero de 2012

Amigos Desconocidos Cap 29


Capítulo 29



Antes de que llegase al local, Candela ya se impacientaba por no verlo. No entendía como ese bruto no había ido a buscar a su amiga todavía. Así que fue a consolarla, ya que estaba segura de que la enorme sonrisa en su boca y los coqueteos con el rubio que la tenía agarrada por la cintura eran fingidos. Se aproximó a ellos y Rocio se excusó con el guapo muchacho con un pícaro guiñó. Caminó junto a Cande hacía un lugar más privado donde poder hablar.

- ¿Estás bien? ¡Y ni se te ocurra engañarme y decir que te da igual lo que Gas haga! ¡No me pienso creer que digas que fue solo sexo para ti! -protestó rabiosa Cande.
- Relájate reina que te va a salir una úlcera -comentó apartándole el pelo y colocando el brazo sobre su hombros- No pienso hacer tal cosa. Esperaba estar a solas contigo para decirte que me he dado cuenta de que estoy enamorada de Gaston -confesó Rochi serenamente.

La noticia impacto en Cande, ignorando el tono seco con el que había sido dada.

- ¡Eso es maravilloso! Hacéis una linda pareja ¿Cuando se lo vas a decir? ¿Qué tienes planeado hacer? ¿Ya son novios? -interrogó emocionada la morocha.
- He dicho que estoy enamorada de él no que él lo esté de mí -explicó aún serena.
- ¿Qué? ¡No digas tonterías! Él se muere por ti. Solo hay que verlo -espetó malhumorada por el brusco desplome del cuento de hadas.
- ¡Oh, puedo asegurarte que me desea! Pero no me ama. En fin, no es que importe. No voy a dejar de amarlo simplemente por no ser correspondida -dijo la rubia con una tranquilidad que erizó el bello a su amiga.
- ¡No puedes hablar en serio! ¿Quién te cree eso? Si lo amas ¡no te puede darte igual no ser correspondida! -gritó ceñuda Cande.
- ¡Aich! ¡No grites! Que no estoy sorda -protestó Rochi tapándose los oídos- Yo no he dicho que no quiera ser correspondida, solo soy realista, y el que yo desee algo no lo hace más real. Gas, es y siempre será parte de mi vida. Yo me encargaré de que así sea -le guiñó un ojo risueña a su amiga- Pero puedo apostar todo lo que tengo a que en estos momentos está planeando cómo decirme que no quiere que nuestro "error" -lo matizó con un gestó con los dedos formando unas comillas- estropeé nuestra amistad. Y no voy a ser yo la que le lleve la contraria -explicó indiferente.
- ¿Por qué no? -preguntó Can impaciente- Puedes confesarle lo que sientes o conquistarlo, tú sabes hacerlo mejor que nadie ¡Algo! Pero no quedarte de brazos cruzados.
- Seducirlo es fácil. Pero ¿para qué quiero sexo que solo harían ocupar el espacio de nuestra amistad? Él no me ama, y continuar con esto solo haría que fuese una más en su lista de conquistas. Muy larga, por cierto. Pero si paro ahora con esto, pueda seguir siendo algo especial para él. Se ha corrompido un poco, mucho más bien, lo que pensaba de mí. Pero no me costará hacer que vuelva a sentirse tan confiado y cómodo como antes -afirmó Rochi con resolución.
- Pero ¿Y si él no desea eso? ¿O no puede volver a verte cómo antes? -mal auguró Cande preocupada.
- ¡No pasará! Esta claro que se tiene que enterar de todo lo que le he ocultado y será una temporadita tensa pero acabará entendiendo -aseguró Rochi convencida.
Nada más pensar en la idea de contarle mucho de los secretos que aún le guardaba se estremeció de terror. Pero él debía saberlo de una vez y cada quien proseguiría su vida. Esta resuelta a que conociese a la verdadera Rochi, segura de si misma, seductora y que no se achantaba ante las vicisitudes. Y lo haría esa misma noche. 

- Entonces -le sacó Can de sus planes con más preguntas- ¿qué planeas hacer mañana cuando lo veas?
- ¡Lo veré hoy! -aseguró Rochi con una sonrisa malévola- Puedo afirmar sin miedo a equivocarme que esta de camino.
- ¿Para verte? Eso quiere decir que no puede aguantar sin verte, que.. -se emocionó Can con sus conclusiones.
- Viene -le interrumpió sin sequedad- planeando un sermón que soltarme sobre nuestra amistad y lo tarado que sería destruirla por el sexo.
- ¿Y? -no supo que más decir la insegura chica.
- ¡Odio los sermones! Así que como buena amiga que soy le voy a ahorrar saliva -bromeó guiñándole un ojo mientras sonreía con malicia.

Cande no sabía que tenía planeado su amiga pero juraba que saldría tal y como ella quería. Rezó para que tuviese razón y Gas no la correspondiera. Sería una pena que no estuviesen juntos por una mala interpretación de ella. Pero ¿cuando se había equivocado Rochi? Nunca que ella recordara. Probablemente tenía razón. Y cuando salió del rincón privado y se encontró con Gaston entrando al local nervioso y muy serio, supo que esta no sería la vez en que cambiasen las cosas y Rocio tuviese que admitir su error.

Gaston se sorprendió al comprobar que su nombre estaba en la lista de la entrada. Pero era lógico, ella decidía quien podía estar en esa lista. Pensó temeroso que quizás ella se hubiese hecho ilusiones de una relación. Se horrorizó al pensar que seguía siendo la Rochi que él conocía, vulnerable ante él, y que podía llegar a hacerle daño. Se maldijo por no haber controlado sus hormonas. Resuelto a arreglar las cosas y a rogarle perdón de rodillas si fuese necesario, la buscó con la mirada.

Llevaba un rato buscándola y no la encontraba. Sabía que aspecto tendría, el mismo que el día anterior, ya que no se había podido cambiar. Lo sintió por ella y esperó que su aspecto no fuese muy desaliñado, o que no contrastase mucho con las bellas chicas que la rodeaban. Continuó buscando a la figura de seda negra y con el pelo recogido, que creía estaría allí, pero no la encontró. En cambio su vista chocó contra unas curvas vertiginosas embutidas en un sensual y ceñido vestido aguamarina de raso. Con el pelo suelto sobre los hombros y un maquillaje exquisito y mucho más luminoso que el del día anterior, ¡se veía espectacular! Reía junto a un grupo de hombres y Gaston notó una oleada de posesión, pero no pudo hacer más que seguir mirándola.

Era tan hermosa que le dolía mirarla. Cada gesto que hacía estaba calculado para torturar a todos los hombres de su alrededor, aseguró Gas excitado. Se veía feliz, radiante... Y él se sintió como un tonto por pensar que a ella le pudiese importar algo que él no quisiese volver a meterla en su cama. Sí quería, se rectificó apresuradamente, pero no debía. Y ahora que la veía con más argumentos a la causa. Ella no necesitaba a otro baboso tras sus faldas sino un amigo que viese bajo ellas.

Gaston se maldijo por imaginársela desnuda. No le costaba, la había tenido entre sus brazos durante un día entero tal y como su madre la trajo al mundo. Pero con más curvas. Pero él era su amigo. Seguiría siéndolo y no se dejaría llevar por las hormonas. Hablaría con ella y le aseguraría que nada había cambiado entre ellos, que podía seguir contando con él para lo que quisiese y que debían olvidar ese día o recordarlo como lo que fue, ¡un día divertido que no volvería a pasar! Aunque era una pena porque estaba seguro de que no podría tener mejor sexo que el que tuvo con ella. Y eso que no fue capaz de controlarse y había sido feroz y hambriento. Si tuviese la oportunidad de deleitarse con caricias y otras uniones más... placenteras, era probable que no quisiesen salir del dormitorio. Pero no era en eso en lo que debía pensar sino en hablar con Rochi

Tras esperar a que su tensión sexual disminuyera se acercó al grupo que rodeaba a la bella rubia.Los hombres continuaron sus bromas y halagos como si fuese de lo más frecuente que desconocidos se les uniese en su acometido. Rochi le sonrió como bienvenida pero no le dijo nada ya que estaba en el extremo opuesto del grupo y un rubio, al que odió desde ese instante, la tenía agarrada posesivamente. Ella le dijo algo al oído que lo hizo sonrojarse y la soltó ¿Qué le habría dicho? No consideraba a tipos como ese fáciles de sonrojar. Había planeado sacarla de allí para hablar con ella pero estaba demasiado petrificado con la visión de esa desconocida Rocio. Ella se sentía cómoda en ese ambiente. Es más, podía jurar que controlaba a cada uno de los asistente ¡Incluso a él! No se había avergonzado o sonrojado al verlo, como él pensaba haría su amiga. Al menos, la amiga que él había conocido. Sabía que Rocio no se sonrojaba fácilmente pero esperaba que hiciese una excepción al recordar todo lo ocurrido entre ellos. Pero ella lo miraba y sonreía con la complicidad de siempre, expresando sin palabras lo mucho que le aburrían esos hombres. Sin embargo, no se marchaba. Y Gas supo que ese era su trabajo y lo hacía realmente bien. Daba igual que esos tipos le causasen verdadero fastidio, todos ellos se sentían atendidos y cautivados por ella. Gaston la admiró por ello, pero la oleada de posesión no decreció.

¿Esos aburridos playboys no dirían nada interesante en toda la noche? Quería largarse de allí y tomarse un trago, o dos.Pero tenía que hacer su trabajo, y no era tanto atender a aquello millonarios, como el de demostrarle a Gaston que si se atrevía a compadecerse de ella por lo que habían echó la noche anterior, solo haría el ¡Tarado. Pero esos estup¡dos no colaboraban en su tarea. Por suerte el fornido rubio, del que no recordaba el nombre, ya que se lo había cambiado unas diez veces cada vez que intentaba recordarlo, estaba dispuesto a ayudarla, inconsciente de su colaboración.

- ¿Qué se siente siendo la mujer más deseada y envidiada del local? ¡Y probablemente del país! -piropeó el rubio esgrimiendo una encantadora sonrisa.
- Eso dependerá de si tú me deseas o envidias -contestó coquetamente. Y sus palabras causaron el silencio esperado entre todos los asistentes. La miraban con deseo y rezaban por ser el cretino rubio al que sonreía con picardía. Rocio satisfecha por el resultado se alejó con un simple paso del atónito acompañante. Suficiente para mantenerlo a raya y no demasiado para que se sintiese ofendido. Miró al resto de hombres expresando con una simple media sonrisa que ya era suficiente, debían dejar de mirarla así y hablar de cualquier otro tema. Sabía controlar tanto sus acciones como la de los hombres a su alrededor. Nunca fallaba y se maravillaba cada vez al comprobarlo.

- Esto... -dijo el valiente que rompió el silencio obteniendo como regalo la atención de la mujer- He escuchado que en unos meses la perderemos ¡Díganos que no es cierto! -rogó con burlón pesar pero demostrando que realmente lo sentiría.
- Me temo mi querido amigo que así es- había aprendido a llamar "querido amigo" a todos los caballeros con los que trataba, así se ahorraba de aprender más nombres de los necesarios y ellos se sentían confiados- En unos meses cambiaré vuestra compañía por la de un frío ordenador. Pero al menos me libraré de las resacas -bromeó apoyando una mano sobre el hombro de uno de los hombres que mostraba mayores señales de estar ebrio.
- La echaremos de menos -dijo uno de ellos y todos lo apoyaron.
- Gracias caballeros pero no me iré de la ciudad -dijo guiñándoles un ojo- Vendré de vez en cuando para que no se me marchiten -bromeó maliciosa- Bueno -suspiró poniéndose repentinamente seria- me temo que tengo que proseguir mi camino -sonrió a cada expectante hombre ante ella y se agarró del brazo de Gaston- Los veré pronto -se despidió caminando del brazo de su amigo sin decir una palabra a este, ni siquiera mirarlo.

Gaston estaba fascinado con el control que tenía de cada palabra. Sabía que era inteligente. Siempre dejaba por los suelos con una despiadada respuesta a todo el que intentaba insultarla. Pero no esperaba esa fingida languidez y exquisita educación, que más que hacerla parecer una dama la convertía en un pecado andante.

Y ella estaba al tanto de ello. No entendía como era posible que esa misma mujer fuese a la que él defendía de todos a sus espaldas por temor a que la humillasen. No la conocía y comenzaba a hacerlo. No le gustaba pensar que era una desconocida para él, pero tenía que admitir que se maravillaba con cada descubrimiento. Había descartado de un plumazo hablar con ella. Era probable que se riese de él y le hiciese sentir como un quinceañero que no dio la talla. Al menos, así se sentía él con semejante mujer al lado.. Sería cauto y solo hablaría de lo que ella quisiese hablar. Pero con cada paso que daba sentía que retrocedía un año. Antes de que llegasen a su destino habría vuelto al útero materno. Todos la miraban con deseo y admiración y ella hacía caso omiso de ello. Gas sabía que era consciente de ese hecho. Y eso la hacía más excitante. Pero él solo era el amigo de la infancia. De repente se sintió como el lerdo de la clase. Ella era todo lo que un hombre podía desear, ¡lo que él deseaba! Pero él no era superior a ninguno de esos hombres. Todos eran millonarios de éxito y muchos de ellos apuestos. La deseaban y algún afortunado la tendría, sino esa noche, una próxima. Y ella recordaría entre risas como el tonto de su amigo se había puesto en ridículo ante ella. Era probable que lo recordara como el peor polvo de su vida. Pero no iba a dejarse caer por eso. Eran amigos. Aún era algo para ella y no debía salir corriendo ¡aunque fuese lo que más deseará!



Fin Capi...

*Mafe*

No hay comentarios:

Publicar un comentario