sábado, 25 de febrero de 2012

Amigos Desconocidos Cap 40



Capitulo 40


Con un movimiento casi imperceptible, comenzaron a acercarse buscando el contacto con el otro. Las ganas de besar y acariciar al objeto de deseo, era superior a cualquier lógica. No importaban los reproches que cada uno tuviese sobre el otro. Si eran justificados o no. La naturaleza del desprecio de cada quien por el otro. Lo único importante era la urgencia de sus cuerpos por unirse. Ambos parecían aceptarlo e intentar calmar el fuego entre ellos.

El contacto era inminente. Sus labios casi se rozaban cuando un pequeño quejido los sacó de su ensimismamiento. Se miraron algo aturdidos y volvieron a escuchar el mismo ruido. Esta vez lo distinguieron como un ladrido. Rochi se agachó y cogió en brazos a su pequeño perrito, dándole gracias en silencio por su interrupción. No debía dejarse llevar. Tenía que controlar aquello o sería su perdición. Él no perdía nada con ese acuerdo, pero ella podía perderlo todo. Lo amaba y sabía lo mucho que podría sufrir si dejaba que él la utilizase como estaba claro que pensaba hacer.

Se recordó que el objetivo del trato era hacer que se rehiciese un lazo de cariño entre ambos. La cercanía y el tiempo juntos a la fuerza tendría que hacerlo. Le recordaría a Gaston lo bien que estaban juntos, y haría que él desease volver a ser su amigo. Tenía claro que eso era lo que quería lograr. Sabía que al principio tendría que luchar contra la lujuria, de ambos. Pero tenía clara su meta. Lo hacía todo para recuperar a su amigo.

Gaston quiso jugar a fútbol con esa pequeña bola de pelo cuando los interrumpió. Estaba tan cerca de tenerla de nuevo... Pero era posible que aún fuese pronto, se dijo entre suspiros de frustración. Pero temía que si esperaba ella cambiase de opinión. No podía aplazarlo mucho. Esa no sería la noche, el ambiente era demasiado tosco y ella se veía cansada de verdad. Decidió que lo retrasaría hasta el día siguiente. Pero no podía aparecerse y reclamar su parte del trato, tenía que ser algo más sutil. 

Recordó que al día siguiente los chicos habían quedado en casa de Agustin para hacer una barbacoa. Él no había aceptado ir porque se aburría en presencia de ellos. Sin Rocio o Victorio la compañía del resto era insoportablemente aburrida. Cumpliría su parte del trato y haría aparición pública con ella, para volver a hacer cosas juntos.

Maldijo a la mascota al ver que se llevaba su ansiado beso. Se quedo embelesado al verla sonreír y cuidar tan dulcemente al pequeño animal. Cuando lo soltó de nuevo para que este corretease por toda la sala, reaccionó.

- Mañana -consiguió decir Gas saliendo sus fantasías- he quedado con los chicos en casa de mi primo. Puedes venir y así acallas los rumores.
- ¿Cuales son los rumores? -preguntó curiosa.
- Unos dicen que te me declaraste y yo te rechacé -contuvo un gruñido al verla reírse.
- Veamos si adivino ¿Esa gran deducción fue de la mundialmente conocida por su intelecto, Daki? -se burló Rochi riendo.
- Y la mayoría de las chicas. Los chicos creen que... -no continuó y la devoró con la mirada.
- ¿Qué? -quiso saber Rocio impaciente. Sabía que lo chicos la consideraban como una especia de estrella televisiva desde que dejó de ocultarse. Tenía curiosidad por saber que habrían pensado.
- Que te buscaste amigos o un novio más cool y te hartaste de mí -confesó furioso por la idea.
- Siempre los he tenido y nunca le he dado la espalda a nadie -afirmó ella seria.
- ¿Vendrás entonces? -le pidió Gaston sorprendido por la ansiedad que le provocaba el que pudiese negarse.
- Claro. Dime hora y allí estaré -anunció muy sonriente, despejando todos sus temores.
- Vendré a recogerte sobre las diez. Abrígate la casa de Agustin no es como la mansión de Vico. Es probable que la carne se nos congele en vez de hacerse -bromeó irritado al recodarla en la fiesta de su amigo. No conseguía quitarse la imagen de su perfecto cuerpo envuelto en esa prenda minúscula, y a todos los hombres babeando por ella.
- ¿Victorio no irá? -vio como Gaston se encogió de hombros- Lo llamaré para que venga. Avisa de que cuenten con dos más. Es incapaz de separarse de Cande más de cinco minutos.
- Sí -aprobó Gas con una mueca- Creo que ya lo atraparon.
- Pobre de mi Can. Es ella la que está secuestrada -bromeó risueña, provocando un sentimiento de ternura en Gaston- No puede ni venirse de compras conmigo sin que él la llame cada dos segundos para ver que está bien, preguntarle si le echa de menos o para recordarle lo mucho que la ama ¡Dios! ¡Es agobiante! Por suerte ella tiene más paciencia que yo. No mucha, pero más que yo.
- Por suerte para ti no tienes que aguantar a ningún hombre pendiente de tu bienestar -replicó irritado

¿Si no quería sus atenciones para que había aceptado el trato? Se supone que lo que deseaba de él era que la consintiese, y ahora decía que no soportaba que estuviesen pendientes de ella. Sabía que la antigua Rocio no soportaba a las parejas empalagosas. Pero esa no era ella, se dijo furioso. Su amiga nunca había existido. Seguramente estaría haciendo de nuevo un papel y lo que quería era que él la buscase y diese cuanto quisiese sin parecer que lo pedía ella. Si quería que fingiese que sus atenciones le salían de puro deseo de complacerla, lo haría. A cambio se encargaría de que ella lo complaciese a él después.

Rocio se recriminó por haber hablado de ese tema. Era verdad que no soportaba que los hombres o mujeres agobiasen tanto a sus parejas. Pero si deseaba volver a tener cerca suya a su amigo no era la manera diciéndole que no soportaba que estuviesen pendientes de ella. Sabía que en el estado en el que estaba su relación lo último que obtendría de él es exceso de atenciones. Era mejor que aceptase la cita y cambiase rápido de conversación.

El ambiente era muy tenso y Gaston vio como se le escapa un lánguido bostezo a ella. Así que se acercó a la puerta lentamente haciendo clara su intención de irse. Rochi la aceptó y sonrió como despedida. Esperó a que él dijese algo para dar por concluida la visita.

- Nos vemos mañana. Vendré a por ti, no te retrases -le sugirió Gaston con una tímida sonrisa. No quería irse. Sabía que tenía que hacerlo pero no lo deseaba.
- Yo nunca me retraso. Estaré más que lista cuando llegues -le informo ella desbastándolo con una sonrisa- Además, tengo que levantarme temprano, tengo algunas cosas que hacer.
- Bien. Entonces... -la partida era inminente y a Gaston no le quedó de otra que despedirse- Adiós. Hasta mañana.
-Adiós -repitió Rocio a la puerta vacía, triste y sorprendida por lo rápido que se había marchado.

Caminó aprisa por los pasillos deseando golpear algo. Había conseguido lo que quería ¿no? Ella había aceptado meterse en su cama de nuevo. No tenía que impacientarse. La tendría al día siguiente. Podía aguantar un día.

No, no podía aguantar, afirmó mientras corría de nuevo al departamento de Rocio. Llamó desesperadamente como si hiciese años que no la veía. Cada segundo que tardaba en abrir le parecían horas ¿Cómo podía tardar tanto en abrir esa mal'dita puerta? Apoyado en el marco y frotándose impaciente la nuca, esperó que abriese.

A Rochi le sorprendió escuchar de nuevo que llamasen a su puerta. No podía ser él ¿Se habría dejado algo? No recordaba que trajese nada. Miró a su alrededor pero no vio nada. A todas prisa abrió la puerta y se lo encontró frente a ella. No parecía el déspota que la miraba por encima del hombro ni tampoco el extraño que tanto la desconcertaba por sus conductas impredecibles. Se veía ansioso, inseguro y algo vulnerable. Era el Gaston que ella conocía. Y no pudo más que sonreír.

Gaston intento tragar el nudo que se formó en su garganta cuando la volvió a ver tan despampanante como para no cansarse de mirarla nunca. Se recordó que tenía que decir algo y respiró hondo.

- Según el trato tengo derecho a un beso por día -le recordó Gas con una sonrisa devastadora.
- ¡Oh! -susurró ella parpadeando algo confundida. Notaba como el corazón se le aceleraba. Y el que él quisiese besarla, no ayudaba en nada a que sus emociones se relajasen.

Gaston observó maravillado la perfección de su rostro. Su sonrosada boca entreabierta y sus enorme ojos abiertos como platos por la sorpresa. Era la imagen más tierna que nunca había tenido de ella ¿Cómo podía ser tan sexy y tierna a la vez?

Rocio exigió a las mariposas de su estómago que se estuviesen quietas e intentó enlazar varias palabras en una frase coherente.

- Yo... ¡ahm! Pues... -no consiguió su objetivo de decir algo comprensible.

Gaston sonrió con seductora malicia y la rodeó por la cintura mientras que su otra mano se hundía en su cabello, cubriéndole la nuca. Se acercó a su rostro sin dejar de mirarle los labios, con la misma sonrisa, seguro de su poder devastador. Rozó con su nariz la mejilla de ella, preparándola para el contacto, creando una intimidad excitante y sensual. Se retraso unos segundos en dar el beso, para después devorarla con hambrienta pasión.

Ella tenía claro que era incapaz de pensar y con cada suave toque de su lengua lo tenía aún más claro. Disfrutó ese bendito beso hasta su odiado final. Por unos segundos fue incapaz de abrir los ojos y volver a la realidad. Nadie en su vida la había besado así. Nada podía compararse a lo que sentía cuando él la tocaba. Cualquier encuentro de cualquier tipo que pudiese haber tenido antes, se convertía en un chiste comparado con el cosquilleo que dejaba cada huella sobre su piel, la facilidad con la que le hacía estremecerse, el paraíso que encontraba en su contacto y el arrebatador deseo por repetir cada sensación obtenida de cada caricia. 

Verla allí frente a él, con los labios hinchados del beso, las mejillas sonrosadas y sus preciosos ojos cerrados como si aún saborease el beso, era demasiado para su autocontrol. Se exigió salir rápido de allí, porque sabía que sino no lo haría nunca. Le dio un fugaz beso en los labios como despedida y con un simple "adiós" se marchó de nuevo.

Ese beso impidió que Rocio volviese a recuperar la cordura cuando estaba apunto de conseguirlo. Respiró hondo y se tranquilizó para solo poder encontrarse con un pasillo vacío, cuando al fin abrió los ojos. Cerró la puerta y se apoyó en ella. El amor le hacía patéticamente vulnerable. Pero que rico se sentía.

Fin Capi...


*Mafe*

No hay comentarios:

Publicar un comentario