domingo, 26 de febrero de 2012

Amigos Desconocidos Cap 52

Capítulo 52


Al fin, el chofer paró frente a una gran casa cerca de la playa. El lugar era precioso, con grandes jardines, bien cuidados. No se veía ningún vecino cercano. Pero era lógico teniendo en cuenta las dimensiones de la propiedad.

Gaston fue todo un caballero y cogió las maletas de ambos, después de que su madre lo obligase. Caminaron hasta la puerta, mientras Rocio alababa el hogar de la orgullosa mujer. Gaston estaba acostumbrado a ver a su madre rodeada de ostentosos lujos, por lo que el lugar no le resultó nada espectacular. Siempre habían tenido más dinero del que necesitaban, pero él como su padre no era de los que presumían o lo exhibían en público. Su madre sí. Vivía para ello.

La puerta principal se abrió, dejando salir a un joven con evidente prisa. Iba tan despistado mirando el reloj que casi choca con Gaston. Pero fue inevitable que una maleta cayera. Con una agradable sonrisa, la recogió del suelo y se la entregó.

- Discúlpame. Llegó tarde a una... -el joven se quedó en completo silencio al ver a la muchacha tras Gaston. Observó la cascada de dorado pelo rizado, las perfectas curvas envueltas en un ceñido vaquero y una escotada blusa, apenas tapada por un entallado abrigo a juego con unas altas botas. Subió de nuevo hasta su rostro y se perdió en su mirada. Se ahogó en el océano que veía en ellos. Y así lo hizo saber con un pequeño gemido.
- Te lo dije -susurró Gimena a la joven. Pero Gaston también lo escuchó.

No tenía que ser muy inteligente para saber que ese tipo se interesaría por ella. Todos lo hacían. Era demasiado bella para pasar desapercibida. Iba a ser una semana muy dura, pensó Gaston. Y en ese momento, decidió que la pasaría en guardia. No le gustaba nada ese clón de dios griego que tenía frente a él.

- Juan Pedro -lo llamó Gimena, acercándose a él- Estos son Gaston, mi hijo, -presentó señalando suavemente con un gesto de mano- y Rocio, una amiga de la familia.
- ¡Oh! -fue lo único que fue capaz de decir el joven, sin dejar de mirarla.

Rochi empezaba a sentirse avergonzada por el claro interés del muchacho. No pudo evitar sonrojarse al mirarlo para saludar, porque no dejaba de devorarla con la mirada. Pero su vergüenza se evaporó -en parte- al ver la cara de pura furia de Gaston ¡Estaba celoso! Adoraba el lado posesivo de ese neandertal. Era lo único que aún le daba esperanzas de que pudiese sentir algo por ella. Vio como una adolescente de hormonas revueltas, daba saltos en su cabeza de pura alegría por el hecho.

Gimena intentó cortar la tensión del lugar. Veía que su joven amiga estaba incómoda por el excesivo interés de su futuro hijastro. Y este no dejaba de babear en su presencia. Así que era mejor sacar algún tema de conversación. Cualquiera.

- Hijo, te quedarás en la única habitación libre que nos queda -informó Gimena, sacando a todos de sus pensamientos- Rocio compartirá habitación con Maria, la hermana de Peter
- ¿Qué? -espetó Gaston malhumorado.
- Lo siento, hijo. No me avisaste de que vendrías acompañado, y todas las habitaciones están ocupadas. Mery es muy buena chica, Ro y ella se llevarán muy bien. Ya lo verás -le dijo a Rochi, en un suave abrazó.
- Tranquila. No me importa compartir habitación -contestó Rocio tímidamente.

A Gaston tampoco le importaba compartir la suya. Más concretamente, su cama. Con ella. Y por la cara del italianucho, él pensaba lo mismo.

- Cierto -dijo al fin, Peter- Mery te encantará. Si necesitas cualquier cosa solo tienes que decírmelo. Puedo mostrarte el lugar. Por aquí no vas a encontrar mucha compañía. La casa está atestada de viejos magnates, amigos de mi padre. Así que si necesitas algo.... Lo que quieras. Solo dímelo.

La idea de querer mantener a ese tipo lejos de Rocio ya no le parecía atractiva ¡Quería matarlo! Era un descarado. Flirteaba con ella en sus narices ¡Con su Rochi! ¿Quién se creía que era? Rocio era suya ¡Suya! Y ningún italiano de tres al cuarto iba a quitársela.

- ¿No tenías prisa? -le recordó Gaston al que acababa de declarar como su enemigo.
- Con una belleza así en casa, no puedo irme -explicó Peter, sin dejar de mirar a Rochi- ¿Vamos, cara? -le pidió cortésmente, mientras le cedía su brazo para acompañarla hasta dentro.

¿Cara? ¿El ¡mbécil se había atrevido a llamarla cariño en italiano, coqueteándola? Eso fue demasiado para su autocontrol. Dejó caer las maletas al suelo y miró con cara de asesino al joven.

Rochi estaba disfrutando de las expresiones de Gaston. Pero decidió que era mejor dejarlo todo ahí, o alguien acabaría herido. Y por la cara de Gaston, sabía quien sería.

- Gracias, puedo sola -le dijo Rocio al joven, alejándose rápidamente, hasta llegar junto a Gaston- Mejor cojo yo mi maleta -afirmó recogiéndola del suelo- Es la segunda vez que acaba en el suelo y llevo objetos frágiles.
- Bella, déjame a mí -pidió Juan Pedro mientras arrebataba el objeto de sus manos. Aprovechando para acariciar suavemente sus nudillos.

Gaston vio el gesto y entró en cólera. Pero antes de que se le echase encima, ella lo abrazó por la cintura, impidiendo que se acercara al joven pícaro. Apoyó la cabeza sobre su hombro y disimuló, distraída, no notar lo que ocurría.

- Estoy cansada -afirmó Rocio aún abrazada a él.
- ¡Yo también! -espetó furioso. Cansado de todos los hombres que se le tiraban encima.
- Os enseñaré vuestras habitaciones, para que descanséis un poco antes de la cena -les indicó Gimena algo desconcertada por la situación.
- Con que nos indiques una habitación será suficiente -informó Gaston, abrazando a Rochi posesivamente.

Peter se dio cuenta del gesto y miró a Gimena esperando una confirmación de que eran pareja. Pero esta no parecía sorprendida por el gesto.

- Hijo, ya no sois niños. No podéis compartir la habitación -explicó Gimena- Solo hay una cama.
- Solo indícanos donde está, madre. Estamos cansados.
- Pero... -comenzó a decir Gimena sorprendida- Gaston, estará mejor con Mery, en su habitación.
- No me apetece tener que escabullirme a la habitación de una desconocida y asustarla, a horas indecentes de la madrugada, para poder ver a Rochi. No tengo quince años -protestó Gaston, dejando atónitos a todos- Enséñanos nuestra habitación.

El plural de la petición y el brazo posesivo sobre la cintura de Rocio dejó claro su relación. Ella se sonrojó hasta la raíz y solo escondió el rostro entre su espesa melena.

- ¿Vuestra...? ¿Sois...? -intentó asimilar su madre.
- Madre deja de preparar mentalmente la boda y enséñanos donde podemos descansar.

Gimena ignoró el tono seco en el que se dirigió a ella su hijo y fue a abrazar a Rocio.

- Yo sabía que estabais hechos el uno para el otro -exclamó la mujer muy sonriente- Desde que erais pequeños eras la única a la que podía mirar. 

Y a las cientos de mujeres con las que se había acostado entre tanto, pensó Rocio celosa. Pero ella no podía protestar. No eran pareja. Y ella tampoco había sido célibe, precisamente, todo ese tiempo.

- En los años que vivió conmigo no le vi ni una sola novia. Sabía que te echaba de menos. Siempre llamándote y escribiéndote -explicó Gimena orgullosa de su intuición- Habéis tardado en hacerlo oficial ¿Cuanto tiempo lleváis juntos?

Rocio estaba ahogada por la idea de que todos pensasen que eran novios. Atónita por no saber qué decir. No podía fingir que eran pareja. Pero tampoco sabía si Gaston quería fingir serlo para alejarla de Juan Pedro. Porque era evidente que solo lo había hecho para marcar territorio.

Gaston protestó y le pidió a su madre que dejase de delirar con la idea de que ellos estaban juntos. No dijo que fuesen novios. Tampoco lo negó. Se limitó a conseguir lo que quería. Tendría a Rochi a su lado.

Pensar en pasar toda una semana durmiendo solo hacía que todo el aire desapareciese de sus pulmones. La necesitaba cerca. Tenía que abrazarla mientras dormían, besarla al despertarse, contemplarla mientras se sumergía en un sueño profundo...

Fin Capi...

*Mafe*


No hay comentarios:

Publicar un comentario