Chicas!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! Perdón por no subir!!! Estuve 3 dias sin compu porque me fui de vacaciones a la casa de mis tios y no pude escribir. Igual valió la pena, pase tres dias increibles, pude disfrutar de mi primita hermosa de 7 meses!!!! La palabra HERMOSA le queda chica de tan linda que es!!!! Se pasa hablando!! Cosas que nadie entiende claro jaja, a veces se le escapa un pa pa pa pa pa y mi abuela ya re emocionada ¡Dice papá, dice papá! jajaja. Les dejo una fotito de la hermosura de mi prima para que me comprendan jajaja. Ahora si, lo que más les importa a ustedes jaja. Les subo este cap ahora porque ya lo tenía adaptado, de UNV no tengo ninguno adelantado y me lleva más tiempo porque soy yo la que los escribe jajaj. Ahora me voy a pensar en el cap 22 y tratar de escribir algo descente porque ando con lack of inspiration!! como digo yo jaja

Capitulo 7:
- Rochi no vallas, ¡Tenés que descansar! – Eran la cinco de la tarde. En media hora ingresabas al trabajo. Gastón se oponía totalmente.
- ¡Gastón ya descansé toda la tarde!, En serio voy a estar bien. Solo tengo que atender pedidos. No es mucho esfuerzo, eh. – Discutías, mientras te peinabas frente al espejo.
- ¡Igual!, ¿No entendés la frase menos actividad? – Que te tratara de tonta te ponía los pelos de punta.
- ¡Si entiendo!, Y como es así, voy y lo hago. – Buscabas en la habitación tu celular.
- Me cansé, ¿Sabés qué?, hace lo que quieras. No sirve de nada intentar cuidarte. – Cerró con fuerza la puerta del baño. Vos te sorprendiste por su actitud. Entendiste que se había enojado en serio.
No dijiste nada más, terminaste de juntar las pocas cosas que tenías en su casa, y saliste de allí. Tampoco te despediste. Estabas molesta, pero también sentías un poco de culpa. Él intentaba todo, y vos eras una rebelde. Nunca ibas a la par de las reglas.
Antes de ir a la cafetería, volviste a la casa de Euge para cambiarte. Cuándo llegaste, no había nadie. Solo una nota en la mesa escrita por tu hermana, que te avisaba que había comida en la heladera. No le diste mucha importancia, porque no ibas a comer. Así que caminaste por el pasillo hasta llegar a tu habitación. Allí, elegiste un conjunto de ropa cómodo y fresco, y te vestiste. Cinco minutos después, estabas saliendo rumbo a tu trabajo.
Una vez que llegaste, saludaste a tus compañeros, y fuiste a buscar al interior del lugar tu uniforme. Atendiste, y repartiste pedidos sin ningún problema. Más tarde, Cesar dejó que te tomaras un descanso, aunque sea para beber algo, ya que hacia demasiado calor. Él te estaba reemplazando por unos minutos.
- ¿Vas para allá? – Cesar, te esperaba en la puerta. Habían terminado su día laboral.
- Si, como siempre. ¿Vos también? – Lo miraste extrañada. Nunca se iba caminado.
- Si, mi auto está en el mecánico.
- Ah, claro. Un bajón seguro para vos. – Reíste, y el sonrió.
- No me molesta, si tengo buena compañía. – Y veías para que lado iba la situación.
- ¿Yo? – Levantaste tu ceja izquierda – No lo creas, no soy tan buena compañía como aparento.
- ¿En serio? – Cruzaron la calle – A mi me parecés increíble. – Sonreíste avergonzada.
- ¿Querés ir a tomar algo?
- Me encantaría, pero mi hermana me espera para cenar. Perdón, Ce – Hiciste una mueca de pena.
- Está bien, lo dejamos para otro día.
Continuaron caminando, y hablando de temas cotidianos, hasta que sus caminos se separaron. Él dobló para el otro lado, y respiraste tranquila. Te parecía un buen chico, y era simpático, pero sabías que no te quería como amiga. Una vez, te lo había hecho saber, pero obviamente no estabas dispuesta. Y ahí había quedado el tema. Pero por lo visto, hay algo que todavía lo incentiva a continuar.-Él no sabía tu historia en totalidad.-
- ¡Euge, llegué! – Gritaste, luego de dejar las llaves en la mesa.
- ¡Nena, al fin aparecés! – Te dió un beso. – Y ahora, ¿Qué hiciste?
- ¿Por qué lo decís?
- Gastón.
- ¿Otra vez hablaron? – Asintió - ¡Ustedes dos me van a volver loca! – Ya sabía todo. Lo veías en su mirada.
- Mirá, esta vez tiene razón Gastón. Es grave lo que podría haber pasado Rocío. Tenés que tomar conciencia, que no solo vos estás involucrada en esta situación.
- ¡Lo sé, Lo sé!, Y vos también sabés que odio que me cuiden, y mucho más, que me digan lo que tengo que hacer. – Ibas renegando por toda la casa. Eugenia te seguía.
- Ya no podés ser esa nena rebelde. Tenés que madurar un poco, y saber que hay cosas que hay que hacerlas así, y no hay vuelta. Es por tu bien, Rochi
- Soy esto Eugenia, y no elegí lo que estoy viviendo, pero aún así lo acepto. Esa es mi diferencia.
- Está la comida. – Se limitó a contestarte. No quería hacerte llorar.
Te lavaste las manos, y mojaste un poco tu cara, luego de haberte puesto el pijama. Fuiste a la cocina, y ella te esperaba con tu plato favorito. Tallarines, con salsa.
Buscaste un vaso con agua, y comenzaste a comer. Solo contestabas sus preguntas con un si o un no. No tenías ganas de hablar, ni tampoco humor.
Cuándo acabaste, levantaste tu plato y lo lavaste. Volviste a llenar el vaso, y lo llevaste a la sala. Allí, te sentaste cruzando tus piernas sobre el sillón, y buscaste algo que te agradara en la televisión.
Unos minutos más tarde, te levantaste para atender el teléfono, pero tu hermana ya lo había hecho. Te vió parada en el marco de la cocina, y te lo pasó.
- ¿Cómo estás? – Gastón, y no estaba enojado, como creías.
- Bien, recién acabo de cenar. Vos, ¿Más tranquilo?
- Sí, perdón si me saqué un poco esta tarde. Pero sabés que me molesta.
- Mirá, Ti. Yo soy así, siempre fui una chica muy rebelde, y como que todavía no me hago la idea de todo lo que pasa. Me cuesta saber, que tengo que ser responsable, y no por mí, por ellos dos.
Pero se me hace muy difícil. Perdón a vos, porque sé que te hago sacar canas verdes. – Él rió, a vos se te caían las lágrimas.
- Sé que es difícil, mi amor. Sé que sos chica, y que esto es nuevo para los dos. Y bueno, yo mucho no colaboro. Tengo mis rayes también. Y también sé, que te hago sentir mal. Por eso te llamé, porque no quiero que estés triste. Y dejá de llorar. – Él presentía todo de vos. Te conocía como nadie.
- Te quiero abrazar Ti. – Parecías una nena que buscaba su peluche.
- ¿Y si voy?, ¿Tu hermana no me va a tirar los platos por la cabeza no?
- ¡Ni en sueños!, Últimamente ustedes dos están demasiado complotados.
- Y bueno, ya era hora de que nos uniéramos un poco. Espérame, que ahí voy.
Llevaste el teléfono a su lugar, y fuiste a buscar una campera a tu cuarto. Ibas a esperar a Gastón en el frente de la casa.
Te sentaste contra la pared, y te envolviste con el abrigo. Mientras esperabas, te dedicaste a mirar las estrellas e inventar cosas raras, para pasar el tiempo. Siempre hacías lo mismo.
Tu hermana notó tu ausencia en la casa, y salió a buscarte. Cuándo te vió allí afuera te miró extrañada. No entendía que hacías ahí, y con semejante viento. Le explicaste, y sonrió mordiéndose el labio.
Unos minutos más tarde, viste como tu novio se acercaba tras doblar en una de las esquinas. Te observaba y te sonría con una sonrisa amplia. -Esas que tanto te gustan de él.-
- ¿Qué hacés acá loca?
- ¿Y vos que pensás que hago? – Preguntaste con obviedad.
- ¿Muriéndote de frío? – Arrugó su frente, y largó una carcajada.
- ¡Vos te vas a morir de frío nene! – Atinaste a pararte e irte a adentro – Por lo menos un hola, ¿No?
- Hay vení, vení Ro. – Te tironeo del brazo, y te dejó a escasos centímetros de su cuerpo. – Hola, mi amor. – Y esa mirada que te podía completamente - ¿Ahí te gusto más?
- Si – Sonreíste dulcemente – Vos venís a darme algo me parece.
- ¿Si?, A ver recordame que no me acuerdo. – Le encantaba provocarte.
Y en pocos segundos, lo tenías envuelto en tus brazos. Él hizo lo mismo, y también te acarició la espalda con delicadeza. Sabía que eso te brindaba tranquilidad.
- Ya te lo dije por teléfono, pero te lo repito, yo no quiero que estés mal Rochi. Sabés que contás conmigo siempre.
- Lo sé, y agradezco tenerte conmigo. Perdón, por ser tan… no sé, así.
- Ningún perdón por nada, ¿Dónde estaría la gracia sino tuvieras esa locura que me encanta?. Sos perfecta así, con todos tus defectos incluidos.
- Te quiero demasiado, Ti.
- Te amo rayadita. – Reíste por su apodo, e instantáneamente secaste esas gotas traviesas que habían aparecido en tus mejillas.
Te colgaste de él, y lo besaste. Gastón se dejó llevar, y te siguió la corriente. Se besaban con amor, y con pasión. Para ustedes no existía un mañana.
- ¿Café? – Y Eugenia siempre aparecía – No, mejor, no. ¡Ustedes del frío ni enterados! – Ambos rieron por su comentario.
- ¡En el momento justo caés, eh!. Sos de terror hermanita. – Gastón te observaba con diversión – Ya vas a ver cuándo venga Nicolás. – Te fulminó con la mirada.
- ¡Nicolás no es nada mío!
- No claro, solo de noche. – Irónica al cien por cien.
- No sigas Rocío, dormís en el patio esta noche. Conste que te avisé. – Le sacaste la lengua. Para todo esto, Gastón las miraba con un partido de tenis, y no podía evitar reírse. Eran demasiado cómicas sus peleas.
Luego de un cruce de palabras más, ingresaron los tres. Eugenia, sirvió café, y vos buscaste en la alacena galletitas para comer.
- ¿No las vas a dejar nunca no?
- Y obvio que no, son mis preferidas. – Y sacaste una del paquete para saborearla con gusto.
- Gordita, Gordita – Y largó una carcajada.
- ¡Qué! – Levantaste tu hombro – Ahora somos tres.
- En eso coincido con caniche, ahora tiene que comer más. ¡Así que ojo con decirle vos algo! – La advertencia fue con seña, y todo. – ¿Me escuchaste Consi? – Vos observabas la situación atenta, y contenías tu risa.
- ¡Si mi sargento! – Llevó su mano junto a la frente, cual saludo de los militares.
- ¡Sos un tarado! – Euge rió, mientras mordía su labio inferior.
- Bueno, bueno la boca Buldog. – Tomabas venganza del apodo anteriormente usado por ella.
Risa generalizada, y fin de esa pelea sin sentido. Comenzaron a hablar de otro tema totalmente diferente. Te interesaba mucho, y no parabas de hablar. Claramente, habías regresado y con más pilas que nunca. Cinco minutos después, tu celular interrumpió tu discurso. Bufaste, tu hermana y tu novio, respiraron con alivio.
- ¡Amigui! – Candela y su efusividad – ¿Cómo andas?
- Bien, tengo unas cositas que contarte.
- Entonces nos viene perfecto mi invitación. – Escuchaste un ruido impresionante del otro lado del teléfono.
- ¿Estás bien Cande?
- Si – Reía a más no poder – Me acabo de enredar con el cable del teléfono y tiré todo.
- ¡Qué chica!, ¿Qué invitación me ibas a proponer?
- En una hora nos juntamos con las chicas en casa, si querés vení ahora así hablamos tranquilas.
- Creo que no va a poder ser – Contestaste desilusionada.
- ¿Por qué?
- Estoy con Gas en la casa de mi hermana. Y…
- ¡Hay pero que te deje un poco ese chico!, No me deja verte nunca. – Indignada era poco.
- Es que si quiero voy, pero se va a enojar.
- ¡Somos tus amigas!
- Pasa que tuve una complicación con el embarazo, nada grave – Aclaraste por las dudas – Pero él se asustó, y ahora está más cuida.
- Decile que yo te cuido. No te voy a dejar hacer nada arriesgado, ni siquiera beber una gota alcohol, en serio.
- Quédate tranquila, que no voy a tomar. Bueno, veo que hago. Cualquier cosa me aparezco por allá.
- Dale, pero sabés que te espero.
ayy que bueno que volviste!
ResponderEliminarla novela esta re buena... espero el proximo!!
si es hermosa la bebé *-*
ResponderEliminarhermosa la baby!!! che va a ser modelo mira como se rie para la camara!!!
ResponderEliminarSigue escribiendo me encantan tus novelas
ResponderEliminar