La casa de eugenia está siendo limpiada cuando llegamos allá, y
ella se detiene y habla con las dos mujeres que lo hacen, están en la cocina,
fregando las encimeras.una de ellas dice—: Gracias por lo del otro día. Eugenia
sacude la cabeza. —No fue nada. Mi madre… ¿la han visto? La de las cejas
oscuras menea la cabeza. —Aunque la oí. Ha estado arriba desde que llegamos. eugenia
se gira y me dice: —Preparémonos. —¿Entonces,
que hiciste? —le pregunto mientras vamos directo a su habitación, y ella me
mira sobre su hombro. —¿De qué?
—La mujer de la
cocina te dio las gracias… eugenia sacude la
mano, despidiéndome, —¿Que, Gloria? Solo la llevé a ella y a su madre al doctor
la otra tarde. —Fue
amable de tu parte —digo, y eugenia se encoge de hombros. —No es gran cosa. No
quería hacer la tarea y de verdad quería una hamburguesa con queso, así que no
es como si fuese a salir de todas formas. _Esto es clásico en eugenia. Ella
hará algo amable y luego jurará que lo hizo porque tenía algo más que hacer, y
la cosa agradable solo sucedió. Nos volvimos amigas por eso, de hecho. En el
preescolar, mi mejor amiga era lali,. Tenía miedo de ella, de que le gustaba a lali
porque significaba que podía decirme que hacer todo el tiempo, cosa que hacía. Había ido clases un
día, estremeciéndome un poco mientras esperaba que lali me encontrara, y eugeniaa
vino hacia mí y me dijo: —Perdí mi lápiz, tiene una estrellita. ¿Me ayudarías a
buscarlo? —No
—dijo lali, viniendo hacia nosotras, y eugenia ni siquiera la miró, solo me
sonrió y dijo—: ¿Por favor? Me giré, porque por supuesto que quería ayudar a eugenia
a encontrar su lápiz. Ella era bonita. Todos querían jugar con ella. .
—No —dijo lali de nuevo, muy fuerte esta vez, y me regaló una mirada de
vas—a—ser—aplastada. —Tiene que hacerlo
—dijo eugenia, y finalmente miró a lali—. La señorita lo dijo cuando le
pregunté. —No,
no lo hizo —dijo lali.—Ve a preguntarle —dijo, y lali frunció el ceño, miró
hacia nuestra maestra, que no gustaba
mucho de lali y luego dijo—: Un lápiz con una estrella en él es estúpido, como
tú. —Vamos
—me dijo eugenia, como si lali no hubiera dicho una palabra, y cuando la seguí
para buscar el lápiz, ella susurró que de hecho tenía uno de sobra, y que si yo
lo quería. Me giré, y cuando ella me lo dio, dijo: —¿Te sentaras a mi lado
durante la hora de la historia? —y justo así, no tuve que volver a hacer lo que
lali me decía. Yo era libre, y eugenia era la única que lo había hecho. Ella me
salvó. Una vez, cuando estábamos en el quinto grado, le pregunté porque había
venido hacia mí aquel día. Me miró como si estuviera loca y luego dijo—:
¡Porque lali era tan mala contigo! Y además, tenía un lápiz del qué deshacerme,
¿recuerdas? Me había girado y mirado el vestidor de eugenia, en donde sabía,
guardaba las cosas más importantes, y vi el lápiz con la estrellita sobre él
con un pequeño gato de peluche que su padre le había dado. La quise tanto
entonces, y aun tengo mi lápiz de estrellita en casa, metido en un cajón de
escritorio. —¿Y bien? —dice eugenia ahora, y la miro. A la chica que fue
agradable conmigo porque vio que necesitaba alguien que me ayudara. A la
persona que me conoce tan bien y ha sido una parte tan grande de mi vida que
salir con otras personas nunca ha parecido importante o incluso necesario. Le
sonrió y ella señala su cuello. —¿Lo ves? —No
—digo, porque ella ha cubierto el artilugio, lo ha hecho desaparecer—. Ya no
está. Y es cierto, no solo por el maquillaje, sino porque no pensaré en ello de
nuevo. Tampoco pensaré en besar a gaston otra vez. Seré una verdadera mejor
amiga de nuevo. —Bien
—dice ella, y luego se calma mientras escuchamos pisadas en el pasillo. La veo
girarse hacia la puerta, esperando, y la veo tragar mientras lo pasos se
alejan, dirigiéndose arriba. —Mejor nos vamos —dice tras un momento, y me giro.
La madre de eugenia está de pie sobre la cubierta, inspeccionando
cuidadosamente su traje, suavizando las mangas de la blusa de seda negra que
tiene puesta.---¿En dónde nos encontraremos con Papá? —¿Uhmmmm? —dice su madre,
y finalmente mira a Eugenia
—.
Oh, eugenia, te dije que no usaras ese color de sombra para ojos. Te hace lucir
cansada.
—Lo siento —dice eugenia—. ¿En dónde nos
encontraremos con Papá? —Si viene, lo veremos en la
cafería,
—¿Si viene? —Bueno,
tuve que llamar al abogado de nuevo —dice la madre—. Tu padre está retrasado
con el pago de su auxilio de infancia otra vez, no importa que te haya criado,
además del aumento de trabajo y no tenga tiempo para recordarle sus
responsabilidades. —Oh
—dice eugenia—. Yo… lo llamare para ver
si viene. —Puede que tenga que ir al trabajo, después,
porque las cosas están como locas allá, como siempre, y tengo una tonelada de
cosas que terminar antes de la reunión de la próxima semana. Llámame si él viene
y yo… bueno, te veremos
allí porque él y yo necesitamos hablar y él me evadirá, como siempre, a menos
que esté contigo —ella besa la mejilla de eugenia antes de pasar a mi lado
hacia la casa. eugenia mira al patio, con su espalda muy tensa, y sé que está
intentando no llorar. No sé cómo lo soporta.
—Mejor llamo a mi padre —dice un momento después, su voz apagada, sus
ojos no se encuentran con los míos,—Hola, soy eugenia. ¿Mi padre se encuentras
allí? Oh. ¿Dejo un número? ¿No? De acuerdo, gracias. ¿Qué? No, estoy bien.
Gracias,. ¡Y dile a mi padre que no debería hacerte trabajar los fines de
semana! ¡Adiós! Cuelga el teléfono y mueve sus dedos a lo largo del mostrador
de la cocina. —Está ocupado —dice tras un minuto—. Te apuesto cualquier cosa a
que terminaran yendo a la corte de nuevo. —Oh, eugenia —digo,
levantándome y dándole un abrazo—. Lo lamento.
—Yo también —dice ella—. Está
sucediendo que la única vez que veo a mi padre es cuando mi madre me hace ir a
la corte para que le pueda mostrar al juez que esta criando una adolescente por
sí sola y no está recibiendo ni de cerca suficiente pago para hacerlo.
—Podríamos ir a
buscarlo —digo, y ella sacude la cabeza. —Si quisiera verme, lo haría —dice—.
¿Podemos regresar a tu casa? —Claro —digo, y se cómo eugenia soporta la vida
con su madre. Cómo soporta el hecho de no ver nunca a su padre. No tiene más
opción.

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