sábado, 14 de julio de 2012

Amigos Desconocidos Cap 80


Capítulo 80


Todo lo ocurrido con Candela y Victorio hizo pensar a Rochi ¿por qué se había involucrado en una relación cuando se había prometido nunca hacerlo? ¡Además estaba enamorada! ¿Es que era ¡mbécil? ¿Nunca escarmentaría? La felicidad no existía y mucho menos para ella. Eso lo había aprendido hacía muchos años. No se podía confiar en nadie y mucho menos en aquellas personas que crees amar. Esta vez no era una excepción.



Recogió su bolso y su abrigo y se dispuso a ir a trabajar. En los últimos días pasaba más horas de las necesarias en la empresa, con la excusa de querer dar una buena imagen. La realidad era que no quería volver a casa y encontrarse con Gaston. Por alguna razón, el solo verlo la hacía hervir la sangre ¿No podría amarla tanto como ella a él y así poder dejar ese maldito miedo que la consumía? ¡Oh, no, claro que no! Él volvería a hacerle daño como todos hacían cuando ella bajaba la guardia. Pero esta vez no se lo permitiría. Habían pasado muchos años y ella era mucho más madura como para dejarse vencer tan fácilmente.


- ¿No es demasiado temprano para irte? Apenas has terminado de almorzar -protestó Gaston, manteniendo un tono suave, que había aprendido en esos días a fingir.
- ¡Tengo prisa! -dijo Rochi sin más, saliendo del departamento.
- ¡Como no! -suspiró Gaston mirando la puerta cerrada por la cual había salido su novia.

Empezaba a acostumbrarse a hablarle a las paredes. Solían tener respuestas más amenas de las que ella le procesaba. Estaba evitando hablar sobre el tema porque sería como abrir la caja de Pandora. Sabía que una vez empezasen a hablar no se acabaría la discusión hasta que estuviese todo aclarado y estaba seguro de que no sería en su beneficio. No podía imaginarse que era lo que le ocurría. Era posible que se hubiese hartado de él y que lo considerase un lastre. El fin de semana anterior le había dicho claramente que no deseaba que fuese al "Ritual" porque la distraía del trabajo. Pero sabía que lo que le pasaba era que no quería verlo. Posiblemente allí, rodeada de solteros guapos y ricos, se olvidase de que tenía un compromiso.

¿Compromiso? Pero ¿tenían tal cosa? A lo mejor habría sido más prudente seguir siendo solo amigos. Al menos así no la perdería. Durante años la había tenido más cerca que a ninguna otra y él se había sentido el único en la vida de ella. Pero ahora que debería ser así, se sentía más solo que nunca. Ella no lo amaba y él tendría que aprender a asimilarlo. Pero ¡aún no! Todavía no estaba preparado para alejarse de ella. Aún tenía la esperanza de que todo cambiase y que solo fuese un malentendido. Una mala semana. O cualquier otra estup¡da razón que le diese la posibilidad de estar a su lado.

Tras recoger sus cosas decidió distraerse en el trabajo y como hacía en las últimas semanas, se marchó para la empresa de su padre para no volver hasta entrada la noche. Y como todas las noches ella aun no había llegado. Suspiró cansado y se acostó. Si ella no quería verlo, era una estup¡dez esperarla despierto. Aunque era imposible no hacerlo.

Dos horas después de haberse acostado la escuchó llegar. El traqueteo de sus tacones sobre el suelo, le decía que estaba en la cocina preparándose algo para comer antes de dormir. Su cuerpo se endureció al instante con la imagen de la esbelta rubia contoneándose por la cocina. Le encantaba observarla mientras cocinaba. Sus caderas balanceándose de un lado a otro en busca de los miles de condimentos que utilizaba normalmente, o la manera en que le caía el pelo sobre la cara y ella intentaba retirarlo con una sensual sacudida, lo hacía gemir. No soportaba tenerla tan cerca y a la vez no tenerla en absoluto. No sabía como lo haría para no abalanzarse sobre ella cuando entrase en la habitación. Cuando se cambiase y se pusiese su diminuto camisón... ¿Cómo demonios había resistido en esas semanas? Tenía que recurrir a su autocontrol. No podía...

Un gemido de placer se filtro hasta llegar a él. Recordó haber comprado el postre favorito de Rochi. Probablemente en ese momento estaría comiéndolo, saboreándolo... Su cuerpo vibró dolorosamente, se levantó de un salto de la cama y caminó hacía la cocina. Con paso pesado y mirada desenfocada de deseo, la encontró sentada en una butaca lamiendo sensualmente una cucharita como si fuese el mejor de los manjares. Su cabello caía sobre su espalda, en un revoltijo de rizos dorados y sus labios no dejaban de torturarlo, relamiéndose. Cualquier rastro de cordura desapareció en él. A una velocidad imperceptible llegó a ella, haciéndola levantarse y apretándola contra él. Era suya, ¡toda suya! Y no hablaba el hombre sino el animal posesivo en él. La deseaba, la amaba y no era capaz de apartarse de ella. Tenía que tenerla allí y en ese momento.

Rochi se quedó congelada al verlo. Era puro deseo. Y la miraba como si fuese la última botella de agua en el más caluroso desierto. Era incapaz de articular palabra. Él estaba bello como nunca. Masculino y duro. Puro músculo que se apretaba contra su débil carne, que lo aceptaba sin luchar ¡No debería ser justo que tuviese ese efecto sobre ella! ¡No era nada justo!

Él solo llevaba sus boxers y la prueba de su excitación estaba más que visible y apretada contra el vientre de ella. Y la hacía derretirse. Tragó con dificultad y se perdió en el oscuro brillo pecaminoso de los ojos de él. Prometían lujuria y pasión. Rochi no pudo más que gemir. Ese era el motivo por el que llegaba cuando él ya se había acostado, no tenía defensas contra él. Era tocarla y se convertía en gelatina en sus manos.

No hablaron, ni lo intentaron. Gaston la cogió en brazos y la condujo hasta la mesa, dejando un rastro de besos en su cuello. Rochi cerró los ojos para saborear el delicioso placer que le provocaba y se dejó caer sobre la mesa, exponiéndose por completo ante él. Gaston la devoró con la mirada y comenzó a acariciarla suavemente, conteniendo la urgencia de su cuerpo. Quería alargar más el placer. Le subió lentamente la falda, dejando su huella caliente sobre la piel de sus muslos. Masajeó el interior de estos, haciendo que ella no pudiese evitar sollozar ante la tortura. Rozaba la zona más intima de la chica pero no disminuía el palpitante deseo de esta. Ninguna caricia llegaba hasta donde ella más las quería. Quiso gemir indignada, pero se convirtió en un nuevo sollozo al notar las grandes y magistrales manos sobre sus senos. Haciendo a un lado la camisa, se hizo cargo de que también desapareciese el sostén. Ella gritó de placer al sentir los dulces labios contra el duro pezón, jugando y mordisqueándolo suavemente. Su lengua hacía la misma labor de diablo, tentándola. Cada lametón era una subida al cielo. Sus manos vagaban hambrientas por su liso vientre y sensuales caderas.

- ¡Te amo! -susurró Gaston, bajando sus besos, sustituyendo el lugar de sus manos.

Rochi era incapaz de razonar y mucho menos de descifrar lo que acababa de escuchar cuando sus besos rondaban sus caderas. Completamente desnuda ante él, gritó de placer, cuando al fin llegó a la zona que rogaba por su atención. La saboreó en su boca, haciendo que ella llegase más allá de la realidad y se topase con el puro éxtasis. Gaston continuó su deleite de besos por cada rincón del dulce y sedoso cuerpo bajo él. Rochi gimió extasiada y reclamó su boca en un exigente beso. Los boxers de él fueron desapareciendo bajo las manos ansiosas de la chica. Gaston no se pudo contener ni un segundo más y se posicionó para una penetración profunda y lenta. Llegó hasta lo más hondo de ella, en cualquier sentido posible. Se aferró a la fina cintura, embistiéndola con fuerza y más paciencia de la que ella desearía. Rochi se retorcía sobre la mesa, con deseo y frustración. Contoneaba las caderas bajo él, exigiéndole más. El contacto del tierno trasero sobre sus muslos fue demasiado para el autocontrol de Gaston y la poseyó con fiereza hasta hacerla subir de nuevo al clímax y acompañándola en él.

Una vez saciados, Gaston se dejó caer sobre el frágil cuerpo bajo él. Ella parecía una muñeca de porcelana, capaz de romperse al tocarla. Adoraba el sonrojo en sus mejillas después de hacer el amor. Y los rastros sonrojados en toda su piel, producto de la aspereza de su propia piel al restregarla con desenfreno, con habidos besos. Era la personificación de la belleza en esos momentos.

Se obligó a separarse de ella, con un gruñido de protesta hacía él mismo y la cogió en brazos. Ella no dijo ni hizo nada. Solo lo miraba con sus enormes ojos muy abiertos, pendientes a él. La sonrió cuando ella le rodeó el cuello con sus temblorosos brazos y la llevó hasta la cama.

Rochi no podía creer lo que había pasado. Nunca pensó que hacer el amor con Gaston pudiese ser mejor de lo que ya lo era. Pero esa noche supo que el amor iba creciendo y hacía que las sensaciones aumentasen a su vez.

¡Amor! Eso era lo que había entre ellos. Porque él le había confesado que la amaba. Quería gritar de felicidad, pero quiso ser razonable. En un momento como ese ella misma habría gritado cualquier cosa con tal de que no parase. Probablemente se dejó guiar por la excitación y no pensó lo que decía.

- ¡Te amo! -le susurró de nuevo Gaston, en el oído al dejarla sobre la cama y tenderse rápidamente junto a ella.

¡De acuerdo, ahora no lo había dicho en un momento de excitación! ¡La amaba! ¡Oh, sí, ella quería gritar de alegría! ¿Quién dijo que no se podía ser feliz? ¿Ella? Bueno, siempre había sido un poco estup¡da ¿Qué más daba si todo funcionase o no, que todo acabase al día siguiente? ¿Qué importaba si se acababa el mundo en ese mismo momento? Él la amaba y eso la hacía tan enormemente feliz que nada más importaba.

Gaston estaba preparado para agarrar a Rochi cuando intentase huir de él al escuchar su confesión, para besarla si intentaba discutirlo. Estaba preparado para cualquier cosa menos para lo que hizo. Todo su cuerpo se quedó rígido al notarla acurrucarse sobre su pecho ¿El infierno se había congelado? ¿Qué llevaba a la mujer que consideraba el amor un insulto, a abrazarlo después de haberle confesado el suyo?

La apretó más contra él para asegurarse de que no estaba alucinando por el éxtasis del increíble placer que había obtenido de la unión ¡Era real! La tenía allí, sobre su pecho, notando su regular respiración contra sus duros músculos.

Aún inseguro, la aferró más a él, mirando al techo, esperando que en cualquier momento lloviese fuego. O cualquier otro indicio del fin del mundo.
 
Fin Capi...
                                    *Mafe*



8 comentarios:

  1. ME ENCANTO EL CAPITULO!de todas las maneras, como Gaston el dijo que la amaba y ella penso que se lo habia imaginado y despues se lo dijo de nuevo, son hermosos, y menos mal que todo se arreglo, estaban medios alzados, ah. Quiero el proximo kljasa

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  2. lindo me justo al fin se le declaro jajaja espero el proximo

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  3. AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!!!!!... TE LA TENIAS GUARDADA MAFE!!!!... ME ENCANTO EL CAP!!... NUNCA IMAGINE QUE LE HIBA DECIR QUE LA AMABA EN ESA SITUACIÓN, PERO ESTUVO GENIAL!!!... QUE GROSA!!... ESPERO EL PRÓXIMO CAP!!! BESOTES!

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  4. APA!! Mafe... Nos Zarpamos... que genia... Ameeeeeee este capitulo... Lo juro.. Son dos dulces.. par de bolidos rubios ... Dan ganas de golpearlos y comérselos a besos jajaja

    Mas tiernos y se mueren.. I love..
    Grosa escritora... Mafe... eso ya lo sabes Un beso...

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  5. wuuaw, me quede helada..! Que buen cap..! que lindo es que èl le haya confesado q la ama..! Ahora quiero que ella de una vez le diga lo que siente..!
    Sos grosa Mafe..! Besos @Viickyv

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  6. es hermoso este cap.. esperoel proximo!!
    Grosa Mafe *_*

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  7. Tienes una nueva lectora, me lei tu nove en cuatro dias, me encanta, es preciosa XD

    Quiero el proximo :)

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