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Cap 11
Un hombre enormemente alto y de hombros casi tan anchos como su altura, llamó a la puerta de la casa para anunciar que el coche la estaba esperando abajo. Eugenia se escondió para que no la viera y su hermana le preguntó su nombre, cuánto tiempo llevaba trabajando para Gastón y adónde iban. El hombre era extranjero y apenas conocía su idioma, así que no se entendieron; pero cuando ya habían subido al coche, se giró hacia el asiento de atrás y dijo:
— Victorio.
—Encantada... yo me llamo Rocío —declaró Rocío.
El vehículo se detuvo frente a un club famoso, con docenas de personas de aspecto elegante que esperaban entrar. Victorio la escoltó hasta el vestíbulo; Rocío se detuvo en recepción y se quitó el abrigo para dejarlo en el vestidor a pesar de la advertencia de su hermana.
Al ver que la recepcionista tosía, se interesó por su estado.
— ¿Se encuentra bien? —le preguntó.
—Sí, es que me he acatarrado —contestó la joven.
Rocío lo sintió mucho por ella. Cuando estudiaba en la universidad, había tenido que hacer trabajos como ése para sobrevivir, incluso estando enferma.
Encontró a Gastón en una sala privada, rodeado de sus ayudantes y de todo un equipo de seguridad; estaba viendo un partido de fútbol en una pantalla de televisión gigantesca, pero se giró inmediatamente en cuanto Victorio y Rocío entraron.
Al verla, se sorprendió un poco. Era la mujer de las fotografías, pero no parecía la misma. En persona era mucho más atractiva; de rasgos delicados y unos ojos preciosos, entre azules y verdes, profundos y misteriosos como el mar, resultaba enormemente femenina. Tenía un cabello largo y rubio y llevaba un vestido ajustado que enfatizaba su minúscula cintura y la generosidad inesperada de sus senos. En cuanto le miró el escote, se excitó. Y en ese mismo instante, todas sus dudas desaparecieron.
Por su parte, Rocío se quedó tan helada al ver a Gastón que tuvieron que empujarla para que se acercara a él. Medía poco menos de metro noventa, tenía un cuerpo perfecto y profundamente masculino y la mirada de sus ojos, de color dorado oscuro, era tan intensa que casi daba miedo. Al contemplar su cabello rubio, su nariz recta y su poderosa mandíbula, se estremeció.
—Ven, siéntate —murmuró Gastón, cuyo acento ruso aumentaba su atractivo—. Estaba viendo un partido de mi equipo.¿Te gusta el fútbol?
—No, nada de nada —admitió Rocío , sin dejar de mirarlo.
Gastón llevaba una camisa de rayas y pantalones de traje, de rayas; había dejado la chaqueta en una silla y la corbata, en la mesita. Rocío pensó que seguramente sería un hombre desordenado y con poca tolerancia hacia cualquier tipo de imposición en tal sentido.
— ¿No te gusta el fútbol? —preguntó él, extrañado con la sinceridad contundente de su respuesta.
Rocío se quitó la chaqueta, la dobló cuidadosamente y la dejó a un lado para poder sentarse.
Adoptó una posición tan rígida, en el borde del sofá y manteniendo las distancias con él, que Gastón se preguntó a qué vendría tanto nerviosismo.

me encanta la novela pero k sea mas largo los capitulosss k lindo por fin el encuentroooo
ResponderEliminarMe encanto el encuentro !!!!! Pero muy corto
ResponderEliminarAAAAAAAAA, al fin el encuentro:') me encanto, y me mata que a Rochi no le guste el estilo de su hermana y que capaz sea un tanto contraria a su hermana, quiero saber que va a pasar lkajskjhskjhs.
ResponderEliminarPor FIN! jaajajaj.. Ahora a ver como se va dando todo!! jaaj
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