viernes, 27 de julio de 2012

El hijo del Magnate Capítulo 14


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 Cap 14
—Este lugar es enorme —dijo
—Lo ampliamos para abrir salas privadas. Es un sitio muy popular. Los camareros reciben la formación necesaria para ofrecer el servicio que los rusos esperan —le informó él.
Gastón aprovechó los espejos del interior del ascensor para admirar el cuerpo de Rocío desde todos los
ángulos. Aunque no fuera precisamente alta, sus curvas eran tan perfectas como deliciosamente generosas.
— ¿El club es tuyo? —preguntó Rocío, sorprendida.
—Sí. No había ningún club en Londres que estuviera a la altura de mis expectativas —respondió.
Rocío no había conocido a un hombre tan seguro de sí mismo en toda su vida. Esperaba lo mejor y no se conformaba con menos; hasta había comprado un club para cambiarlo y sentirse más cómodo en él.
Supuso que un hombre tan exigente habría encontrado inadmisible el fracaso de su primer matrimonio. Pensó que tal vez fuera ése el motivo por el que quería plantear su segundo matrimonio como un negocio, con contrato y condiciones. Pero después se acordó de que el acuerdo sólo contemplaba dos años de vida en común, al cabo de los cuales, se divorciarían.
Si quería casarse otra vez, sería por otra cosa. Y no imaginó por qué.
—Estás muy callada —dijo él cuando el ascensor se abrió.
A partir de ese instante, ya no tuvieron ocasión de hablar. En cuanto entraron en la sala de baile, Gastón se vio rodeado por una nube de mujeres entusiastas. Rocío  no había visto nada igual en su vida. La empujaron, se la llevaron por delante y la apartaron para tocarlo, coquetear abiertamente con él y hasta hacerle pasos de baile como si fueran bailarinas intentando convencer de sus habilidades a un director de escena.
Rocío  empezó a entender su seguridad. Estaba acostumbrado a ser el centro de atención. Y por su forma de actuar, supo que las habría dejado plantadas a todas, con total tranquilidad, si ése hubiera sido su deseo. Gastón la llevó hasta una mesa donde ya se encontraba  Victorio. Los siguieron dos mujeres bellísimas, que no se apartaron en ningún momento de él ni perdieron palabra de lo que decía. Parecía estar en su elemento. Y lo estaba. Para unos, Gastón Dalmau era un mujeriego; para otros, un profundo conocedor de la naturaleza femenina.
A lo largo de los años había aparecido una y otra vez en las portadas de las revistas, siempre en compañía de alguna belleza y siempre en un club de moda, un yate o cualquiera de los edificios impresionantes que poseía en Londres. Sus relaciones amorosas nunca duraban mucho, pero era tan poderoso, que las mujeres se lo rifaban de todas formas.
Gastón miró a su alrededor y se llevó la enésima sorpresa del día al ver que Rocío se había marchado y se había sentado sin más. Era la primera vez que una mujer lo trataba con tanta indiferencia, y eso que sólo faltaba una semana para que se casaran. Además, él no había organizado aquel acto público para que se mantuviera al margen. Tenía que fingir que estaba enamorada de él. Tenía que asumir el papel que le correspondía.

1 comentario:

  1. No, que buenos capitulos, ame la indiferencia de la locona de Rochi, quiero saber que va a pasar!!!

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