Cap 4
—No hables de papá en esos términos —protestó su hermana—. Aunque esté de acuerdo contigo, no está bien.
—Oh, vamos, no seas tan pacata... Primero, mamá se lleva el disgusto de la muerte de nuestro hermano y de mi novio en un accidente de tráfico; después, tiene que enfrentarse al cáncer de papá y dedicarse a cuidarlo: y ahora, cuando él se recupera, no se le ocurre nada mejor que separarse de Rocío y marcharse a vivir con una peluquera que podría ser su hija.
—No necesito que me lo recuerdes —dijo Rocío, frunciendo el ceño—. Pero, ¿qué es eso de que has conseguido el dinero? No es posible: sólo has estado fuera tres meses. – Rocío quería creer que era posible, pero a pesar de confiar plenamente en las habilidades profesionales de su hermana, dudaba que hubiera conseguido tanto dinero vendiendo coches.
—Digamos que he conseguido un empleo muy bien pagado. Y como ya he dicho, tengo suficiente para pagar las deudas de mamá y lo que se le debe a papá. – Rocío la miró con incredulidad.
—Para eso y para comprarte un deportivo y ropa de diseño, según veo... – La sonrisa de Eugenia se evaporó.
— ¿Has visto la etiqueta de mi abrigo?
—No, no he visto la etiqueta, pero cualquiera se daría cuenta de que no es un abrigo normal y corriente —declaró su hermana—. Venga, dime la verdad. ¿En qué clase de trabajo pagan tanto dinero?
— ¿Es que no has oído nada? ¿Qué importa eso? He salvado la situación... tengo dinero para acabar con todos los problemas de mamá y para devolverle su confianza en sí misma.
—Para eso haría falta un milagro —ironizó Rocío.
—Pero los milagros son posibles, hermana. Sólo hace falta trabajar mucho y tener capacidad de sacrificio.- Rocío se quedó más perpleja todavía. Su hermana era una buena trabajadora, pero nunca había demostrado ninguna capacidad de sacrificio.
—No te comprendo...
—Como he dicho antes, es complicado. Para empezar, he tenido que tomar prestada tu identidad, por así decirlo. - Rocío se quedó de piedra.
— ¿Qué? ¿Mi identidad?
Eugenia respondió con expresión desafiante a la mirada fija de su hermana,
—Tú eres la que tiene título universitario, y necesitaba uno para reunir los criterios de la instancia... pero naturalmente, también tuve que poner tu nombre: si hubiera puesto el mío y lo hubieran comprobado, habrían sabido que lo del título era mentira.
Rocío no salía de su asombro.
—Pero es un fraude...
—Llámalo como quieras —comentó con indiferencia—. Pensé que merecía la pena y decidí probar, pero luego he empezado a salir con una persona.
— ¿Estás saliendo con alguien?
Rocío lo preguntó con tanta sorpresa como alegría. La muerte de Peter, su novio, que había fallecido en el mismo accidente que su hermano, la había amargado hasta el extremo de que no había vuelto a salir con ningún hombre. Rocío comprendió perfectamente su reacción porque ella también lo quería mucho; Peter era el hijo de sus vecinos y había llegado a ser un miembro más de la familia.

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