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Cap 17
—Cuando termine contigo, adorarás el fútbol.
Rocío mantuvo su mirada.
—Ni lo sueñes.
—Y cuando te acostumbres a mí —insistió—, me adorarás tanto como todas las mujeres que he conocido.
Rocío apretó los puños.
—Me temo que hay un problema, Gastón. Resulta que yo no soy como las mujeres que has conocido.
Los ojos de Gastón brillaron.
—Basta ya, Rocío —ordenó—. ¿Tengo que recordarte por qué estás aquí? ¿Es que lo has olvidado?
Rocío parpadeó, nerviosa. Gastón había acertado sin darse cuenta: efectivamente, lo había olvidado. Estaba allí porque Eugenia había firmado un contrato con él y no tenía más remedio que seguir con la farsa y cumplirlo.
Al ver que no hablaba, él sonrió y dijo:
—Así está mejor.
Después, se inclinó sobre Rocío con intención de besarla.
Durante una fracción de segundo, Rocío se resistió al impulso de entreabrir los labios y dejarse llevar por el deseo que había destruido sus defensas y acelerado su corazón. Sin embargo, echó la cabeza hacia atrás y permitió que la probara, que la saboreara.
Al sentir la lengua de Gastón en su boca, tuvo un escalofrío y se apretó contra él instintivamente, deseando más.
—Ya podemos salir—dijo él.
Los flashes de las cámaras y las preguntas de los reporteros se sucedieron durante los segundos siguientes mientras se abrían paso entre la multitud. Gastón la llevaba de la cintura, protegidos ambos por los guardaespaldas.
Rocío contuvo la respiración hasta que entraron en la limusina y encontró la protección de las
ventanillas ahumadas. Estaba mareada; era incapaz de creer que la hubiera besado por segunda vez, que se lo hubiera permitido y que le hubiera gustado tanto.
—Me ha dado la impresión de que no disfrutas con la atención de la prensa —comentó él—. Parece que te asuste... ¿Por qué?
—Supongo que soy poco exhibicionista —respondió.
—No es lo que me pareciste cuando leí los informes sobre ti.
Rocío se había sentido segura hasta entonces porque pensaba que los informes sólo incluían cuestiones más o menos generales sobre su personalidad; pero evidentemente, se había equivocado. Gastón esperaba a una mujer como Eugenia, abierta y desinhibida.
—Bueno, todo el mundo intenta causar la mejor impresión cuando lo entrevistan para un trabajo —se excusó.
Gastón no dijo nada al respecto, pero notó que ocultaba algo y se preguntó qué podía ser.
—Tendrás que aprender a relajarte. Falta menos de una semana para que subamos a un avión y nos casemos en Rusia.
—En Rusia... —repitió Rocío con debilidad.

me encantoooooooooooo!!!
ResponderEliminarQuiero el próximo capitulooo!
me encanta la novelaaaaa subi rapido
ResponderEliminarSe pone interasante!! :)
ResponderEliminarNo, que genial, quiero otro!!!
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