domingo, 12 de agosto de 2012

El hijo del Magnate Capítulo 22


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 Cap 22— ¿Por qué quieres que vayamos de compras? —preguntó Rocío.
—Bueno, tienes que probarte el vestido de novia... y he pensado que podríamos aprovechar la ocasión para comprarte un vestuario nuevo.
El comentario de Gastón la sorprendió.
— ¿Un vestuario nuevo? ¿Crees que necesito más ropa?
—Sueles llevar cosas demasiado... reveladoras.
Rocío se ruborizó y se enfadó con Gastón al mismo tiempo, aunque no podía estar más de acuerdo con él. La ropa de Eugenia, que ya era bastante atrevida, resultaba mucho más provocativa en Rocío: al fin y al cabo, tenía más caderas y más pecho. Pero no podía decirle la verdad; no podía confesarle que esa forma de vestir era cosa de su hermana.
—No me mal interpretes —continuó el—. Estás muy sexy, pero preferiría que mi esposa tenga un aspecto algo más comedido cuando estemos en público.
Treinta minutos después, Rocío tuvo que pasar por una de las experiencias más mortificantes de su vida cuando una diseñadora de ropa y sus ayudantes intentaron ajustarle el vestido de novia. Lo habían hecho con las medidas de Eugenia.
—Puede que haya engordado un poco —intentó excusarse.
La diseñadora y sus ayudantes la miraron y se quedaron en silencio. Hasta que la primera reaccionó y descargó la tensión.
—No se preocupe. Volveré a tomarle las medidas —dijo.
Roja como un tomate y sintiéndose poco menos que una vaca, Rocío permitió que le tomara las medidas. La diseñadora intentó disimular su sorpresa, pero Rocío  notó su cara de estupefacción y angustia cuando vio las cifras de la cinta métrica.
—Descuide, el vestido estará antes de la boda.
Gastón, que estaba leyendo el Financial Times en un sillón, dejó el periódico a un lado y suspiró.
—Está tardando mucho tiempo —comentó él,
—Me temo que habrá que rehacerlo —explicó la modista.
Rocío frunció el ceño, sorprendido.
— ¿Es que has adelgazado?
Rocío se mordió el labio.
—No, he engordado un poco —mintió—. Tendré que ponerme a dieta...
—De ninguna manera, Rocío —protestó Gastón— No permitiré que estropees ese cuerpo que tienes.
Rocío notó su mirada de deseo, profundamente masculina, cuando él clavó la vista en su escote. Y se puso tan colorada que casi se sorprendió por no empezar a arder como una tea.
Nerviosa y excitada, intentó romper la tensión sexual del ambiente con un comentario jocoso:
—Es que la comida me gusta mucho. Sobre todo el chocolate.
Gastón se llevó una buena sorpresa. Las mujeres no solían confesar en público que la comida les gustaba demasiado.
De vuelta en la limusina, Rocío se preguntó por qué se sentiría tan atraída por Gastón. No encontró la respuesta, pero la atracción era tan intensa que no la podía negar.

2 comentarios:

  1. AYYYYYYYYYY, AME EL CAPITULO, pobre Rochi se sentia gorda jajajajajaja, me encanto ese momento, me encanta como la trata Gaston, quiero que este a solas, quiero momentos de ellos dos:''') ah, que linda historia, espero el proximo!!!!

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