sábado, 18 de agosto de 2012

El hijo del Magnate Capítulo 25


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Cap 25No quiso dar más explicaciones; pero la pregunta de Gastón la llevó a preguntarse cuántos años tenía él cuando se marchó a vivir con su abuela y por qué motivo lo habría hecho. Sin embargo, decidió que no era asunto suyo. Sería mejor que mantuviera las distancias con él.
Aquella tarde no volvió al piso de Eugenia. Gastón la llevó a su ático, maravillosamente elegante, y la dejó allí porque él tenía que asistir a una reunión en la oficina. Rocío se dedicó a deambular por la casa y admirar las obras de arte antes de cambiarse de ropa y ponerse uno de los vestidos que habían comprado, de color verde. La perspectiva de cenar con su madre y tener que comportarse como si estuviera locamente enamorada de él le disgustaba mucho.
Pero, la situación resultó mucho menos problemática de lo que había imaginado. Gastón tomó el control desde el primer momento y dejó impresionada a Anna con su seguridad y su aplomo. Sólo surgió un problema, cuando Anna comentó que Eugenia se iba a casar el mismo día que ellos. Al saberlo, Rocío dio por sentado que su hermana había elegido esa fecha para que Gastón no tuviera ocasión de asistir a la boda y conocerla en persona.
—Vaya, qué coincidencia... —dijo Gastón.
—Es un verdadero desastre, porque no podemos estar en dos sitios al mismo tiempo —comentó Anna—. Además, ya me había comprometido a organizar la boca de Eugenia. Y como está embarazada, no la puedo dejar sola...
—Por supuesto que no —se apresuró a decir Rocío—. Pero no te preocupes, mamá. No nos importa que...
—Sé que no te importa —la interrumpió su madre—, pero me gustaría asistir a la boda de mis dos hijas.
—Me temo que los preparativos de la nuestra ya están demasiado avanzados para cambiar de fecha —se disculpó Gastón.
—Se me acaba de ocurrir una solución... —dijo Anna—. ¿Os importaría casaros juntos, aquí, en Gran Bretaña?
Rocío se quedó sin habla. Si Gastón conocía a Eugenia, había muchas posibilidades de que empezara a sospechar.
—Lamentablemente, no es posible —dijo él.
Gastón explicó que se iban a casar en San Petersburgo porque a su abuela, una mujer de edad muy avanzada, le hacía ilusión. Y la pobre mujer, que no había salido de Rusia en toda su vida, tampoco estaba en condiciones físicas de hacer un viaje tan largo.
Rocío pensó que Gastón se lo había inventado sobre la marcha y agradeció que fuera un hombre tan imaginativo. Además, la tristeza de Anna desapareció enseguida cuando él añadió que podían viajar a Londres al mes siguiente y organizar algún tipo de ceremonia para celebrar su boda con la familia y los amigos de Rocío. La idea le gustó casi tanto como el hombre que la había propuesto. Era evidente que Gastón se había ganado su admiración y su confianza.

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