Pablo
—Adelante. —dije,
escuchando un golpe en la puerta.
Gaston entró y se quedó
inmóvil en la puerta. —Vaya.
Sonreí y miré mi
vestido. Era una falda corta, era sin duda más atrevido de lo que había llevado
en el pasado. El material era delgado y negro. Pablo estaría en esa fiesta y yo
tenía toda la intención de que me notara.
—Te ves increíble.
—dijo mientras yo me ponía mis zapatillas.
Le di un gesto de
aprobación a su camisa blanca y pantalones vaqueros.
—Tú también te ves
bien.
Sus mangas estaban
enrolladas por encima de los codos, dejando al descubierto los intrincados tatuajes
en sus antebrazos. Me di cuenta de que su brazalete favorito de cuero negro
estaba alrededor de su muñeca cuando metió las manos en los bolsillos.
Lali y Peter nos
esperaban en la sala.
—Pablo se va a mear
a sí mismo cuando te vea. —Lali rió mientras Peter dirigía el camino al coche.
Gaston abrió la
puerta y me deslicé en el asiento trasero del Charger de Peter. A pesar de que
ambos habíamos ocupado ese asiento en innumerables ocasiones, de pronto fue
incomodo estar sentada a su lado.
Los autos se
alineaban en la calle, algunos incluso estaban estacionados sobre el césped. La
Casa estaba a reventar y la gente aún seguía llegando caminando por la calle
desde los dormitorios. Peter se estacionó sobre el césped en la parte
posterior, Lali y yo seguimos a los chicos al interior.
Gaston me trajo un
vaso de plástico rojo lleno de cerveza y luego se inclinó para susurrar en mi
oído. —No tomes nada de nadie que no sea Pet o yo. No quiero que nadie agregue
algo en tu bebida.
Puse los ojos en
blanco. —Nadie va a poner nada en mi bebida, Gaston.
—Sólo no aceptes
nada que no venga de mí, ¿De acuerdo?, Pajarita.
—No había escuchado
eso antes. —dije sarcásticamente, tomando un trajo.
Una hora y media pasó y Pablo aún seguía sin aparecer.
Lali y Peter
bailaban una canción lenta en la sala cuando Gaston tiró de mi mano. — ¿Quieres
bailar?
—No gracias. —dije.
Su cara se
ensombreció.
Toqué su hombro.
—Estoy cansada, Gas.
Puso su mano sobre
la mía y comenzó a hablar, pero cuando miré más allá de él, vi que Pablo estaba
caminando hacia nosotros.
Gaston se dio cuenta
de mi expresión y volteó.
— ¡Hola, Rochi!
¡Viniste! —Sonrió Pablo.
—Sí, hemos estado
aquí desde una hora o algo así. —le dije, retirando mi mano del agarre de
Gaston.
— ¡Te ves increíble!
—Gritó sobre la música.
— ¡Gracias! —Le
sonreí, lanzándole una mirada a Gaston. Sus labios estaban juntos y una línea
se había formado entre sus cejas.
Pablo asintió con la
cabeza hacia la sala y sonrió.
— ¿Quieres bailar?
Arrugué mi nariz y
sacudí la cabeza. —No, estoy un poco cansada.
Entonces, Pablo miró
a Gaston. —Pensé que no vendrías.
—Cambié de opinión.
—dijo Gaston, irritado por tener que dar explicaciones.
—Ya veo. —dijo Pablo,
mirándome a mí—. ¿Quieres ir a tomar un poco de aire fresco?
Asentí con la cabeza
y luego seguí a Pablo por las escaleras. Él se detuvo, tomando mi mano mientras
subíamos al segundo piso. Cuando llegamos a la parte superior, él abrió un par
de puertas francesas hacia el balcón.
— ¿Tienes frío?
—Preguntó.
—Sólo un poco. —le
dije, sonriendo cuando vi que él se quitó la chaqueta y cubrió mis hombros—.
Gracias.
— ¿Estás aquí con
Gaston?
—Viajamos juntos.
La cara de Pablo se
extendió en una amplia sonrisa y luego miró hacia el césped. Un grupo de chicas
estaban agrupadas, con los brazos alrededor de ellas para combatir contra el
frío. Papel crepe y latas de cerveza estaban sobre
la hierba, junto a ellas botellas de licor vacías.
Pablo meneó la
cabeza. —Este lugar estará destruido por la mañana. El equipo de limpieza va a
estar ocupado.
— ¿Tienen un equipo
de limpieza?
—Sí. —sonrió—. Los
llamamos estudiantes de primer año.
—Pobre Pet.
—Él no está en el
equipo. Él obtiene un pase porque es primo de Gaston y él no vive en la Casa.
— ¿Tú vives en la
Casa?
Pablo asintió con la
cabeza. —Los últimos dos años. Necesito conseguir un apartamento, de todos
modos. Necesito un lugar más tranquilo para estudiar.
—Déjame adivinar…
¿estás matriculándote en Negocios?
—Biología, con
especialidad en Anatomía. Me falta sólo un año más después espero asistir a
Harvard
.
— ¿Ya sabes si has
sido aceptado?
—Mi papá fue a
Harvard. Quiero decir, no estoy seguro, pero él es un ex alumno generoso si
sabes a lo que me refiero. Tengo calificaciones perfectas,.
— ¿Tu padre es
médico?
Pablo lo confirmó
con una sonrisa afable.
—Es cirujano
ortopedista.
—Impresionante.
— ¿Y tú? —Preguntó.
—Aún no he decido.
—La típica respuesta
de un estudiante de primer año.
Suspiré de manera dramática. —Supongo que he arruinado las
posibilidades de ser excepcional.
—Oh, no tienes que
preocuparte por eso. Captaste mi atención desde el primer día de clase. ¿Qué
estás haciendo en cálculo para tercer año como estudiante de primer año?
Sonreí y torcí el
pelo alrededor de mi dedo. —Las matemáticas son fácil para mí. Tomé las clases
en la escuela secundaria y dos cursos de verano—Eso sí es impresionante. —dijo.
Nos quedamos de pie
en el balcón durante una hora, hablando de todo, desde los restaurantes locales
hasta cómo me hice tan buena amiga con Gaston.
—Yo no lo
mencionaría, pero los dos parecen ser el tema de conversación.
—Genial. —murmuré.
—Es raro para
Gaston. Él no crea amistades con las mujeres. Él tiende a ser el enemigo la
mayoría del tiempo.
—Oh, yo no lo sé. He
visto unas cuantas que tienen pérdida de memoria a corto plazo o son demasiado
indulgentes cuando se relaciona a él.
Pablo se echó a
reír. —La gente simplemente no entiende su relación. Tienes que admitir que es
un poco ambigua.
— ¿Estás
preguntándome si me acuesto con él?
Él sonrió. —No
estarías aquí con él si lo hicieras. Lo conozco desde que tenía catorce años y
soy muy consciente de la forma en que opera. Tengo curiosidad sobre su amistad,
sin embargo.
—Eso es lo que es.
—me encogí de hombros—. Salimos, comemos, vemos T.V., estudiamos y discutimos.
Eso es todo.
Pablo rió en voz
alta, sacudiendo la cabeza ante mi honestidad. —He oído que eres la única
persona con el derecho de poner a Gaston en su lugar. Eso es un título honorífico.
—Como sea. Él no es
tan malo como todo el mundo le hace ser.
El cielo se puso
morado y después rosa cuando el sol se abrió paso por encima del horizonte. Pablo
miró su reloj, mirando por encima de la barandilla a la pequeña multitud en el
césped. —Parece que la fiesta ha terminado.
—Será mejor que
encuentre a Pet y La.
— ¿Te importaría si
te llevo a casa? —Preguntó.
Traté de controlar mi emoción. —No, en absoluto. Se lo dejaré
saber a Lali —Entré por la puerta y después me encogí antes de darme la
vuelta—. ¿Sabes dónde vive Gaston?
Pablo levantó sus
gruesas cejas. —Sí, ¿por qué?
—Ahí es donde me
estoy quedando. —le dije, preparándome para su reacción.
— ¿Te estás quedando
con Gaston?
—De hecho, perdí una
apuesta, así que estaré allí por un mes.
— ¿Un mes?
—Es una larga
historia. —me encogí de hombros tímidamente.
— ¿Pero ustedes sólo
son amigos?
—Sí.
—Entonces te llevaré
a casa de Gaston. —sonrió.
Troté por las
escaleras para buscar a Lali y pasé junto a un Gaston sombrío, que parecía estar
molesto con la chica borracha que hablaba con él. Él me siguió hasta la sala
mientras yo tiraba del vestido de Lali.
—Si quieren pueden
adelantarse. Pablo ofreció llevarme a casa.
— ¿Qué? —dijo Lali
con el entusiasmo en sus ojos.
— ¿Qué?
—preguntó Gaston, enojado.
— ¿Hay algún
problema? —Le preguntó Lali.
Él miró a Lali y
luego me llevó hasta la esquina, su mandíbula revoloteando bajo su piel. —Ni
siquiera lo conoces.
Saqué mi brazo de su
agarre. —Esto no es de tu incumbencia, Gaston.
—Al demonio si no lo
es. No dejaré que viajes a casa con un completo extraño. ¿Y si trata
aprovecharse de ti?
— ¡Bien! ¡Él
es lindo!
La expresión de
Gaston cambió de la sorpresa a la ira, y me preparé para lo que podría decir
después. — ¿Pablo, Pajarita? ¿En serio? Pablo, —repitió con
desdén—. ¿Qué clase de nombre es ese, de todos modos?
Me crucé de brazos.
—Ya está bien, Gas. Estás comportándote como un idiota.
Se inclinó,
aparentemente nervioso. —Lo mataré si te toca.
—Me gusta.
—le dije, haciendo énfasis en cada palabra.
Él pareció sorprendido por mi confesión y luego su expresión
se volvió severa. —Está bien. Si terminas debajo de él en el asiento trasero de
su coche, después no vengas llorando conmigo.
Mi boca se abrió,
ofendida y furiosa al instante.
—No te preocupes, no
lo haré. —le dije, alejándome de él.
Gaston me agarró del
brazo y suspiró, mirándome sobre su hombro. —No quise decir eso, Pajarita. Si
él te lastima, si tan sólo te hace sentir incómoda, sólo házmelo saber.
La ira se desvaneció
y dejé caer mis hombros. —Sé que no lo quisiste. Pero tienes que ponerle un alto
a este gran exceso de sobre protección de hermano mayor que tienes.
Gaston se echó a
reír. —No estoy jugando el papel del hermano mayor, Pajarita. Nada de eso.
Pablo apareció en la
esquina y se metió las manos en el interior de los bolsillos, ofreciéndome su
codo. — ¿Todo listo?
Gaston apretó la
mandíbula y di un paso hacia el otro lado de Pablo para distraerlo de la
expresión de Gaston. —Sí, vámonos. —Tomé el brazo de Pablo y caminé con él unos
poco pasos antes de volverme para decirle adiós a Gaston, pero él estaba
taladrando con la mirada la parte posterior de la cabeza de Pablo. Sus ojos se
deslizaron hacia mí y sus rasgos se suavizaron.
—Ya basta.
—dije a través de mis dientes, siguiendo a Pablo entre la multitud hacia su
coche.
—Es ese plateado.
—Los faros de su coche parpadearon dos veces cuando él presionó la llave
inalámbrica.
Él abrió la puerta
del pasajero y reí.
— ¿Conduces un
Porsche?
—Ella no sólo es un
Porsche. Ella es un Porsche 911 GT3. Hay una diferencia.
—Déjame adivinar,
¿Es el amor de tu vida? —Le dije, citando la declaración de Gaston acerca de su
motocicleta.
—No, es sólo un
coche. El amor de mi vida será una mujer con mi apellido.
Me permití una
pequeña sonrisa, tratando de no parecer excesivamente afectada por su
declaración. Él tomó mi mano para ayudarme a entrar en el coche y cuando él se
sentó al volante, apoyó la cabeza en contra de su asiento y me sonrió.
— ¿Qué harás esta
noche?
— ¿Esta noche? —Le pregunté.
—Ya es de mañana. Y
quiero invitarte a cenar antes de que alguien se me adelante.
Una sonrisa se
extendió en mi cara. —No tengo ningún plan.
— ¿Te recogeré a las
seis?
—Está bien. —dije,
mirándolo tomar mis dedos entre los suyos.
Pablo me llevó
directamente a casa de Gaston, manteniéndose al límite de velocidad y mi mano
en la suya. Se puso detrás de la Harley, y al igual que antes, me abrió la
puerta. Una vez que llegamos a la puerta, él se inclinó para besar mi mejilla.
—Descansa un poco.
Nos vemos esta noche. —me susurró al oído.
—Adiós. —sonreí,
girando el pomo. Cuando la empuje, la puerta cedió y me lanzó hacia adelante.
Gaston me agarró del
brazo antes de caer. —Tranquila.
Me volví para ver a Pablo
mirándonos con una expresión incómoda. Se inclinó para mirar en el apartamento.
— ¿Ninguna joven humillada, varada, que tenga que darle un aventón a casa?
Gaston miró a Pablo.
—No empieces conmigo.
Pablo sonrió y guiñó
un ojo. —Siempre estoy dándole problemas. No tengo la oportunidad de hacerlo a
menudo desde que él se dio cuenta que es más fácil si consigue que ellas
lleguen aquí en sus propios autos.
—Supongo que eso sí
simplifica las cosas. —dije, bromeando.
—No es gracioso, Pajarita.
— ¿Pajarita?
—Es uh… Es sólo un
apodo, ni siquiera sé de dónde lo sacó. —le dije. Esa fue la primera vez que me
sentí incómoda con el nombre que Gaston me había concedido en la noche que nos
conocimos.
—Tendrás que contármelo
cuando lo averigües. Suena como una buena historia. —sonrió Pablo—. Buenas
noches, Rochi.
— ¿Quieres decir
buenos días? —dije, viéndolo trotar por las escaleras.
—Eso también. —gritó
con una sonrisa dulce.
Gaston cerró la puerta y tuve retirar mi cabeza antes de que
me golpeara con ella. — ¿Qué? —pregunté.
Gaston sacudió la
cabeza y se dirigió a su dormitorio. Yo le seguí y luego salté sobre un pie
para retirar uno de mis tacones. —Él es bueno, Gas.
Suspiró y se acercó
a mí. —Te vas a lastimar. —dijo, enganchando su brazo alrededor de mi cintura
con una mano y quitando mis zapatillas con la otra. Los arrojó en el armario y
luego se quitó la camisa, caminando hacia la cama.
Abrí la cremallera
de mi vestido y lo deslicé por mis caderas, pateándolo hacia la esquina. Tiré
una camiseta sobre mi cabeza, después desabroché el sujetador, retirándolo a través
de la manga de mi camisa. Cuando acomodé mi pelo en un moño en la parte
superior de mi cabeza, me di cuenta de que él me miraba.
—Estoy segura que no
hay nada que no hayas visto antes. —le dije, poniendo los ojos en blanco. Me
deslicé bajo las sábanas y me recosté en contra de mi almohada. Él se
desabrochó el cinturón y tiró de sus pantalones hacia abajo, quitándoselos.
Esperé mientras él
permanecía en silencio por un momento. Yo estaba de espaldas a él, así que me
preguntaba qué estaba haciendo, de pie al lado de la cama en silencio. La cama
cóncavo cuando finalmente se arrastró sobre el colchón junto a mí y me puse
rígida cuando su mano se posó en mi cadera.
—No fui a una pelea
esta noche. —dijo—. Bauer llamó. Pero no fui.
— ¿Por qué?
—dije, volviéndome hacia él.
—Quería asegurarme
de que llegaras a casa.
Arrugué la nariz.
—No hace falta que me cuides.
Él trazó la longitud
de mi brazo con su dedo, enviando escalofríos por mi columna vertebral. —Lo sé.
Creo que todavía me siento mal por la otra noche.
—Te dije que no me
importaba.
Se sostuvo sobre su
codo, el ceño fruncido dudosamente en su cara. — ¿Es por eso que dormiste en el
sillón? ¿Por qué no te importaba?
—No podía conciliar
el sueño después de que… tus amigas se fueron.
—Dormiste demasiado
bien en el sillón. ¿Por qué no sólo dormiste conmigo?
— ¿Quieres decir
junto a un hombre que todavía olía como un par de moscas de bar que acababa de
enviar a casa? ¡No lo sé! ¡Qué egoísta de mi parte!
Gaston hizo una
mueca. —Te dije que lo siento.
—Y yo te dije que no me importaba. Buenas noches. —le dije,
volviéndome hacia el otro lado.
Unos instantes de
silencio pasaron. Él deslizó la mano en la parte superior de mi almohada,
colocando su mano sobre la mía. Acarició las delicadas partes de piel entre los
dedos y luego apretó los labios contra mi pelo. —Estuve tan preocupado de que
no me dirigieras la palabra de nuevo… creo que es peor que seas indiferente.
Mis ojos se
cerraron. — ¿Qué quieres de mí, Gaston? No quieres que esté molesta por lo que
hiciste, pero quieres que me importe. Le dijiste a Lali que no quieres nada
conmigo, pero te enojas cuando yo digo lo mismo, tanto que sales como alma que
lleva el diablo y consigues emborracharte ridículamente. No haces ningún
sentido.
— ¿Es por eso que le
dijiste esas cosas a Lali? ¿Por qué le dije que no saldría contigo?
Apreté los dientes.
Él acababa de insinuar que yo estaba jugando con él. Formulé la respuesta más
directa que pude pensar. —No, quise decir lo que dije. Sólo que no lo decía
como un insulto.
Gaston suspiró. —Yo
sólo lo dije porque, —rascó su corto cabello, nervioso—, no quiero arruinar las
cosas, Pajarita. Ni siquiera sé cómo hacer para merecerte. Estaba tratando de
comprenderlo en mi cabeza.
—Como sea. Tengo que
dormir un poco. Tengo una cita esta noche.
— ¿Con Pablo?
—preguntó, la ira filtrándose a Gasés de su tono.
—Sí. ¿Puedo ir a
dormir?
—Por supuesto,
—dijo, empujándose a sí mismo fuera de la cama y luego cerrando la puerta
detrás de él. El sillón reclinable chirrió bajo su peso y las voces ahogadas de
la televisión llenaban el pasillo. Me obligué a cerrar los ojos y traté de
calmarme lo suficiente como para quedarme dormida, aunque sólo fuera por unas
horas. adaptacion jmcguire

me encanta la novela pero veo k vas a ser mala y m vas a meter a pablo en el medioooo y no kierooo k esteese en el medio de los rubios no seas malaaa xfaaa
ResponderEliminarQue tonta que es Rochi, osea Gaston esta re enamorado de ella y la tonta no hace nada, todavia le dice a él que les gusta Pablo, hay que tener tan poco ceso, en resumen, me enoje con Rochi jajajajaja. Quiero más, me vuelvo loca!!!
ResponderEliminarhttp://barbzforever.blogspot.com.es/ SEGUIRME PLIS !
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