sábado, 1 de septiembre de 2012

El hijo del Magnate Capítulo 32


Para leer el capítulo hacé click en leer más...

Cap 32
—Espero que me perdones por decir que, en este momento, la idea de convertirme en tu esposa no me agrada demasiado.
—Ni yo pretendo que te agrade —declaró él, enfadado—. Soy lo que soy y no voy a cambiar.
—Vaya, gracias por la información —se burló Rocío—. Ahora sé que ni siquiera tienes la inteligencia necesaria para aprender de tus errores.
Gastón la miró con incredulidad y se quedó en silencio. Era obvio que su comentario le había hecho daño.
Rocío se sintió muy culpable.
—Lo siento, Gastón, discúlpame. Ese comentario ha sido muy injusto. No he debido de...
— ¿Y desde cuándo es justa una mujer? —preguntó Gastón, dolido.
—Está bien... ¿quieres una respuesta? Te la daré.
Gastón esperó a que hablara.
—Ese hombre es mi padre. Te he dicho la verdad, aunque jamás habría imaginado que alguien nos pudiera tomar por una pareja... Digamos que mi relación con él se enfrió bastante cuando se separó de mi madre. Y como te puedes imaginar, el reencuentro ha sido muy emotivo para mí.
— ¿Por qué?
— ¿Cómo que por qué?
—No entiendo que el divorcio de tus padres te haya afectado tanto. Eres una mujer adulta. Lo que tus padres hagan es problema suyo, no tuyo.
—Sí, sé que tienes razón; pero mi familia estuvo siempre tan unida... Además, todo pasó de repente —respondió, intentando mantener el aplomo—. Un día, mi padre nos dijo que se había enamorado de otra mujer y que se iba a divorciar de mi madre. Poco después se marchó a vivir con ella y...
Al ver que los ojos de Rocío se llenaban de lágrimas, Gastón se acercó y la abrazó con cariño.
— ¿Qué estás haciendo? —preguntó Rocío.
—Supongo que darte un poco de afecto, de calor humano. La verdad es que no estoy muy acostumbrado a estas cosas... me temo que no es un campo en el que tenga demasiada experiencia —le confesó, inseguro.
—Mi madre es tan infeliz, Gastón... y yo no puedo ayudarla —murmuró.—Bueno, conocerá a otro hombre y volverá a ser la que era —dijo él, intentando animarla.
Al bajar la mirada, vio la parte superior de sus senos por el cuello del albornoz y se excitó sin poder evitarlo.
—Pero está enamorada de mi padre. No es tan sencillo...
—No es tan sencillo porque te empeñas en verlo complicado —alegó, mientras le acariciaba el cuello con delicadeza—. Ti takaya nezhnaya *... Eres tan suave, Rocío...
Rocío sabía que debía apartarse de él si quería mantener una distancia emocional, pero el deseo que sentía por Gastón era demasiado fuerte. Sus pezones se endurecieron de inmediato y enviaron un mensaje eléctrico a la zona que estaba entre sus muslos, ya húmeda. Era una sensación desesperante y exquisita a la vez.

1 comentario: