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Cap 35
Ines subió con ellos a la limusina y los acompañó a la iglesia donde se iba a celebrar la ceremonia religiosa. Ines quería saberlo todo de Rocío, así que Gastón tuvo que servirle de intérprete. Le preguntó si sabía cocinar, si sabía coser, si sabía bordar y si sabía tejer. Rocío respondió que sabía cocinar, y tejer, pero no bordar. Y fue sincera, pero como Gastón no había estado con ninguna mujer que tuviera esas habilidades, pensó que había mentido para impresionar a su abuela. Sin embargo, no tardó en salir de su error. Ines quiso saber más sobre su capacidad con las agujas de tejer y la conversación derivó hacia aspectos técnicos que Rocío no habría sabido si no hubiera dicho la verdad.
—Es una joven encantadora, Gastón. Has elegido bien —le dijo Ines al cabo de un rato—. Y también es muy guapa... Si dedicas tanto tiempo a tu matrimonio como el que dedicas a tus negocios, seréis muy felices y estaréis juntos durante muchos años.
Aún sorprendido por el consejo de su abuela sobre cómo encarar el matrimonio, Gastón las acompañó a las dos al interior de la iglesia, que ya estaba llena de invitados.
Al ver a tanta gente, Rocío tuvo miedo de cometer algún error en público y se puso más nerviosa. Seguía preocupada con lo del informe que la joven morena le había enviado. Le parecía extraño que Eugenia no le hubiera dicho nada; era como si estuviera deseando que las cosas le salieran mal.
El sacerdote bendijo los anillos de la pareja y les dio unas velas que debían sostener. A continuación, pidió a Gastón y Rocío que se tomaran de la mano y siguió adelante con el rito, que alcanzó su punto culminante cuando les pusieron unas coronas de flores, bebieron de una copa de
vino y recibieron la bendición final.
—Ahora sí que me siento casado —murmuró Gastón cuando salían de la iglesia.
—Bueno, tú ya tenías experiencia al respecto —dijo Rocío—. Habías pasado una vez por todo esto...
—Te equivocas. Mi primer matrimonio sólo tuvo una ceremonia civil. Nuestra boda ha sido muy diferente; no olvidaré nunca este día... pero todavía tenemos que soportar la recepción —añadió, desesperado.
Rocío lo miró con humor.
— ¿Es que te molesta? Creí que te gustaban los actos públicos...
Tras subir a la limusina, él comentó:
—No es que me disgusten, Rocío. Es que quiero quedarme a solas contigo y demostrarte cuánto te deseo.

APA APA andamos medio quenchis jajaja. Me encanta las nervios de rochi, son lo mas jajaja.
ResponderEliminarque se vallan directo a la habitación! ajajaj..
ResponderEliminarMuy buen cap!
APAAA!!.. Como se viene!!!..
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