Promesa
Agustin sacudió la
cabeza. —Está bien, así que, ¿estás con Pablo o con Gaston? Estoy confundido.
—Pablo no me habla,
así que, eso está en el limbo por ahora —dije, rebotando para reajustar mi
mochila.
Él lanzó una
bocanada de humo, y después sacó un poco de tabaco de su lengua. —Así qué,
¿Estás con Gaston?
—Somos amigos, Agustin.
—Te das cuenta de
que todo el mundo piensa que ustedes dos están teniendo algún tipo de extraña
relación de amigos-con-beneficios que no están admitiendo, ¿verdad?
—No me importa.
Pueden pensar lo que quieran.
—¿Desde cuándo? ¿Qué
pasó con la Rochi nerviosa, misteriosa y cautelosa que conozco y amo?
—Murió por el estrés
de todos los rumores y suposiciones.
—Eso es muy malo.
Voy a extrañar el señalarla y reírme de ella.
Golpeé el brazo de Agustin,
y él se rió. —Bien. Ya era hora de que dejaras de fingir —dijo.
—¿Qué quieres decir?
—Cariño, estás
hablando con alguien que vivió la mayor parte de su vida fingiendo. Te detecté
a una milla de distancia.
—¿Qué estás tratando
de decir, Agustin? ¿Que soy una lesbiana en el closet?
—No, que estás
escondiendo algo. Las chaquetas, la sofisticada y recatada chica que va a
elegantes restaurantes con Pablo … esa no eres tú. O eras una stripper de
pueblo o has estado en rehabilitación. La última, supongo yo.
Me reí fuertemente.
—¡Eres terrible para suponer!
—Entonces, ¿Cuál es
tu secreto?
—Si te lo dijera, no
sería un secreto, ¿no es así?
Sus facciones se afilaron con una sonrisa pícara. —Yo te
mostré el mío, ahora muéstrame el tuyo.
—Odio ser la
portadora de malas noticias, pero tu orientación sexual no es exactamente un
secreto, Agustin.
—¡Mierda! Y yo que
pensaba que tenía lo de misterioso gatito del sexo a mi favor —dijo, tomando
otra calada.
Me encogí antes de
hablar. —¿Tuviste una buena vida en casa, Agustin?
—Mi mamá es genial…
mi papá y yo teníamos muchos problemas que resolver, pero estamos bien ahora.
—Yo tuve a Igarzabal
por padre.
—¿Quién es ese?
Me reí. —¿Ves? No es
tan importante si no sabes quién es.
—¿Quién es él?
—Un desastre. Las
apuestas, la bebida, el mal temperamento… es hereditario en mi familia. Lali y
yo vinimos aquí para que yo pudiera empezar de nuevo, sin el estigma de ser la
hija de un borracho rehabilitado.
—¿Un apostador
rehabilitado?
—. Todo lo que el
tocaba se convertía en oro en ese entonces. Cuando cumplí trece, su suerte
cambió.
—Y te culpó a ti.
—Lali renunció a
muchas cosas para venir aquí conmigo, así yo podía escapar, pero llegué aquí y
me doy de bruces contra Gaston.
—Y cuando ves a
Gaston…
—Es demasiado
familiar.
Agustin asintió,
tirando su cigarrillo al suelo.
—Mierda, Rochi. Eso
apesta.
Entrecerré mis ojos.
—Si le dices a alguien lo que acabo de decir, llamaré a La Mafia. Conozco a
algunos de ellos, sabes.
—Mentira.
Me encogí de
hombros. —Cree lo que quieras.
Agustin me miró
suspicazmente, y después sonrió. —Eres, oficialmente, la persona más genial que
conozco.
—Eso es triste, Agustin.
Deberías salir más —dije, deteniéndome en la entrada de la cafetería.
Él levantó mi barbilla. —Todo va salir bien. Soy un firme
creyente del refrán las-cosas-pasan-por-una-razón. Llegaron aquí, Lali conoció
a Pet, tú encontraste tu camino hacia El Círculo, algo sobre ti puso el mundo
de Gaston Dalmau de cabeza. Piensa en ello —dijo, plantando un rápido beso en
mis labios.
—¡Oye, ya! —dijo
Gaston. Me agarró por la cintura, levantándome en el aire, y regresándome al
suelo detrás de él—. ¡Tú eres la última persona por la que tendría que
preocuparme sobre esa mierda, Agustin! ¡Ten cuidado! —bromeó.
Agustin se inclinó
hacia el lado de Gaston y me guiñó un ojo. —Nos vemos,.
Cuando Gaston se
giró para enfrentarme, su sonrisa se desvaneció. — ¿Por qué ese gesto?
Yo negué con la
cabeza, tratando de dejar que la adrenalina siguiera su curso. —Simplemente no
me gusta ese apodo. Tiene algunos malos recuerdos adheridos.
—¿Expresión de
cariño del aspirante a pastor bautista?
—No —refunfuñé.
Gaston golpeó su
palma. —¿Quieres que vaya a golpear a Agustin? ¿Qué le enseñe una lección? Lo
mataré.
No pude evitar
sonreír. —Si quisiera matar a Agustin, simplemente le diría que Prada quebró, y
él terminaría el trabajo por mí.
Gaston se rió,
acercándose a la puerta. —¡Vamos! ¡Estamos perdiendo el tiempo aquí!
Nos sentamos juntos
en la mesa del almuerzo molestándonos con pellizcos y codazos en las costillas.
El humor de Gaston era tan optimista como la noche en que perdí la apuesta.
Todos en la mesa lo notaron, y cuando instigó una mino-guerra de comida
conmigo, atrajo la atención de los que estaban sentados en las mesas a nuestro
alrededor.
Rodé mis ojos. —Me
siento como un animal de zoológico.
Gaston me miró por
un momento, notó esas miradas, y después se puso de pie. — ¡I CAN‟T! —gritó. Observé con asombro como el cuarto entero levantó la
cabeza de un tirón en su dirección. Gaston movió la cabeza un par de veces a un
ritmo en su cabeza.
Peter cerró los
ojos. —Oh, no.
Gaston sonrió. —Get no… sa… tis… faction —cantó—, I can‟t get no….
sat-is-fac-tion. „Cuz I‟ve tried… and I‟ve tried… and I‟ve tried… and I‟ve tried…—se subió a la mesa mientras todo el
mundo miraba—, ¡I CAN‟T GET NO!
Apuntó a los jugadores de fútbol al final de la mesa y ellos
sonrieron—, ¡I CAN‟T GET NO! —Gritaron al unísono. Todo el cuarto aplaudió al ritmo, entonces.
Gaston cantó en sus puños. — ¡When I‟m drivin‟ in my car, and a
man comes on the… ra-di-o… he‟s tellin‟ me more and
more… about some useless in-for-ma-tion! ¡Supposesd to fire my im-agin-a-tion! ¡I
CAN‟T GET NO! ¡Uh no, no, no!
Bailó junto a mí,
cantando en su micrófono imaginario.
Toda la sala estaba
cantando en armonía, — ¡HEY, HEY, HEY!
— ¡That‟s what I‟ll say! —Cantó Gaston.
Gaston movió sus
caderas, y algunos silbidos y chillidos de las chicas en la sala se
encendieron. Caminó hacia mí otra vez, cantando el coro al otro lado de la
sala, los jugadores de fútbol sus coristas.
— ¡Yo te voy a
ayudar! —Gritó una chica desde el fondo.
— …cuz I‟ve tried, and I‟ve tried, and I‟ve tried… —cantó.
— ¡I CAN‟T GET NO! ¡I CAN‟T GET NO! —Cantaron sus coristas.
Gaston se paró enfrente de mí y se inclinó. — ¡When I‟m watchin‟ my tv… and a…
man comes on and tells me… how White my shirts can be! Well he can‟t be a man, cause
he doesn‟t smoke… the same cigarettes as me! ¡I can‟t…get no! ¡Uh no, no, no!
Todo el mundo
aplaudió al ritmo y los jugadores de fútbol cantaron, — ¡HEY, HEY, HEY!
— ¡That‟s what I say! —cantó Gaston, apuntando a su audiencia
que aplaudía.
Algunos se pararon y
bailaron con él, pero la mayoría sólo observó con divertido asombro.
Saltó a la mesa de
al lado y Lali gritó y aplaudió, dándome un codazo. Yo negué con la cabeza;
había muerto y despertado en High School Musical.
Los jugadores de
fútbol estaban tarareando la base, — ¡Na, na, nanana! ¡Na, na, na! ¡Na na, nanana!
Gaston levantó su puño-microfono, — ¡When I‟m… ridin‟ „round the
world… and I‟m doin‟ this… and I‟m signin‟ that!
Se bajó de un salto,
y entonces se inclinó a través de la mesa hacia mi cara, —And I‟m tryin‟ to make some girl…. tell me, uh baby better come back, maybe next week, „cuz you see I‟m on. ¡A losin‟ streak! ¡I CAN‟T GET NO! ¡Uh no,
no, no!
El cuarto aplaudió al ritmo, el equipo de fútbol gritó su
parte, — ¡HEY, HEY, HEY!
— ¡I can‟t get no! ¡I can‟t get no! ¡Satis-faction!15 —me canturreó, sonriendo y sin aliento.
La sala entera
explotó en aplausos, e incluso algunos silbidos. Me sacudí después de que besó
mi frente, y entonces se enderezó para hacer una reverencia. Cuando volvió a su
asiento en frente de mí, se echó a reír.
—¿No están
mirándote, ahora, o sí? —Jadeó.
—Gracias. Realmente,
no hacía falta —Sonreí.
—¿rochita?
Levanté la mirada
para ver a Pablo parado al final de la mesa. Todos los ojos estaban sobre mí
una vez más.
—Tenemos que hablar
—dijo Pablo, parecía nervioso. Miré hacia Lali, Gaston, y luego a Pablo—. ¿Por
favor? —Preguntó, metiendo las manos en sus bolsillos.
Asentí con la
cabeza, siguiéndolo afuera. Pasó por las ventanas hacia la privacidad del otro
lado del edificio. —No quería atraer la atención hacia ti otra vez. Sé cuánto
odias eso.
—Entonces,
simplemente deberías haberme llamado si quieras hablar —dije.
Asintió, mirando el
suelo. —No era mi intención encontrarte en la cafetería. Vi la conmoción, y
después a ti, y me acerqué. Lo siento.
Esperé, y él habló
otra vez, —No sé qué pasó contigo y Gaston. No es asunto mío… tú y yo sólo
hemos tenido un par de citas. Estaba enojado al principio, pero entonces me di
cuenta de que no me hubiera molestado si no sintiera algo por ti.
—No dormí con él, Pablo.
Él sostuvo mi cabello Eso es a lo más romántico que llegó.
Se rió una vez. —No
creo que hayamos tenido una oportunidad justa… no contigo viviendo con Gaston.
La verdad es, Rochi, me gustas. No sé qué es, pero parece que no puedo dejar de
pensar en ti. —Sonreí y tomó mi mano, pasando sus dedos sobre mi brazalete—. Probablemente
te asusté con este ridículo regalo, pero nunca he estado en esta situación
antes. Siento como si estuviera constantemente compitiendo con Gaston por tu
atención.
—No me asustaste con
el brazalete.
Él apretó los labios. —Me gustaría que salgamos otra vez en
un par de semanas, después de que terminé tu mes con Gaston. Entonces podemos
concentrarnos en llegar a conocernos sin la distracción.
—Me parece justo.
Se inclinó hacia
abajo y cerró los ojos, presionando sus labios contra los míos. —Te llamaré
pronto.
Lo despedí con la
mano, y luego volví a la cafetería, pasando a Gaston.
Él me agarró,
empujándome a su regazo. — ¿Romper es tan difícil de hacer?
—Él quiere volver a
intentarlo cuando vuelva a mi departamento.
—Mierda, voy a tener
que pensar en otra apuesta—dijo, poniendo mi plato frente a mí.
Las dos siguientes
semanas volaron. Aparte de las clases, pasé cada momento despierta con Gaston,
y la mayoría del tiempo lo pasamos solos. Me llevó a cenar, por tragos y a
bailar, a los bolos, y fue llamado a dos peleas. Cuando no estábamos riéndonos
de nuestras tonterías, estábamos jugando a la lucha libre, o acurrucados en el
sofá con cafre, mirando una película. Él hizo un punto por ignorar a cada chica
que bateó sus pestañas, y todo el mundo hablaba del nuevo Gaston.
Mi última noche en
el apartamento, Lali y Peter estaban inexplicablemente ausentes, y Gaston
elaboró una cena especial de Última Noche. Compró vino, puso servilletas, e
incluso trajo a casa cubiertos de plata nuevos para la ocasión. Ubicó nuestros
platos en la barra del desayuno y puso su silla al otro lado para sentarse
enfrente de mí. Por primera vez, tuve la clara sensación de que estábamos en
una cita.
—Esto es muy bueno, Gas.
Me lo has estado ocultando —dije mientras masticaba la pasta de pollo que él
había preparado.
Forzó una sonrisa, y
pude ver que estaba trabajando duro para mantener la conversación ligera. —Si
te lo hubiera dicho antes, lo hubieras esperado todas las noches. —Su sonrisa
se desvaneció, y sus ojos cayeron a la mesa.
Jugué con la comida
en mi plato. —Yo también voy a extrañarte, Gas.
—Vas a seguir
viniendo, ¿verdad?
—Sabes que lo haré. Y tú estarás en Morgan, ayudándome a
estudiar, justo como hiciste antes.
—Pero no va a ser lo
mismo —suspiró—. Estarás saliendo con Pablo, vamos a estar ocupados… iremos en
direcciones diferentes.
—No va a cambiar
tanto.
Logró una sola risa.
— ¿Quién hubiera pensado en esa primera vez que nos vimos que estaríamos
sentados aquí? No podrías haberme dicho, hace tres meses, que yo estaría así de
miserable al decirle adiós a una chica.
Mi estómago se
hundió. —No quiero que seas miserable.
—Entonces no te
vayas —dijo. Su expresión era tan desesperada que la culpa formó un nudo en mi
garganta.
—No puedo mudarme
aquí, Gaston. Es una locura.
—¿Quién lo dice?
Acabo de tener las dos mejores semanas de mi vida.
—Yo también.
—¿Entonces por qué
siento como si nunca fuera a volver a verte?
Yo no tenía una
respuesta. Su mandíbula se tensó, pero no él no estaba enojado. La urgencia de
ir hacia él creció insistente, así que me paré y caminé alrededor de la barra,
sentándome en su regazo. Él no me miró, así que abracé su cuello, presionando
mi mejilla contra la suya.
—Te vas a dar cuenta
del dolor en el trasero que soy, y entonces, olvidarás todo sobre extrañarme
—dije en su oído.
Resopló una bocanada
de aire mientras frotaba mi espalda. —¿Lo prometes?
Me incliné hacia
atrás y miré en sus ojos, tocando cada lado de su cara con mis manos. Acaricié
su mandíbula con mi pulgar; su expresión era desgarradora. Cerré mis ojos y me
incliné para besar la comisura de sus labios, pero él se giró para que atrapara
más de sus labios de lo que yo había intentado.
Incluso cuando el
beso me sorprendió, no me alejé de inmediato.
Gaston mantuvo sus
labios en los míos, pero no lo llevó más lejos.
Finalmente me alejé,
jugando con una sonrisa. —Tengo un día pesado mañana. Voy a limpiar la cocina,
y después me voy a ir a la cama.
—Te ayudo —dijo él.
Lavamos los platos
en silencio, con cafre durmiendo a nuestros pies. Él secó el último plato y lo
puso en el estante, y después me llevó por el pasillo, sosteniendo mi mano un
poco demasiado apretada. La distancia desde la boca
del pasillo hasta la puerta de su habitación parecía durar el
doble de tiempo. Los dos sabíamos que el adiós estaba sólo a unas pocas horas
de distancia.
Él ni siquiera
intentó pretender no mirar esta vez mientras me cambiaba a una de sus camisetas
para dormir. Se desvistió hasta sus bóxers, y se subió debajo de las mantas,
esperándome a que lo acompañara.
Una vez que lo hice,
Gaston apagó la lámpara, y luego me acercó a él sin pedir permiso o
disculparse. Tensó sus brazos y suspiró, y yo acurruqué mi cara en su cuello.
Cerré los ojos fuertemente, tratando de saborear el momento. Sabía que iba a
desear volver a este momento cada día de mi vida, así que lo viví con todo lo
que tenía.
Él miró por la
ventana. Los árboles arrojaron una sombra a través de su rostro. Gaston apretó
sus ojos cerrados, y la sensación de hundimiento se instaló en mí. Era
agonizante verlo sufrir, sabiendo no sólo que yo era la causa de ese
sufrimiento… yo era la única que se lo podía quitar.
—¿Gas? ¿Estás bien?
—Pregunté.
Hubo una larga pausa
antes de que hablara finalmente. —Nunca he estado mejor en toda mi vida.
Presioné mi frente
contra su cuello, y él me apretó más fuerte. —Esto es tonto —dije—. Nos vamos a
ver todos los días.
—Sabes que eso no es
verdad.
El peso de la
tristeza que sentíamos los dos era aplastante, y una necesidad incontenible se
apoderó de mí para salvarnos a los dos. Levanté mi barbilla, pero dudé; lo que
estaba a punto de hacer lo cambiaría todo. Razoné que Gaston no veía la
intimidad como algo más que una forma de pasar el tiempo, y cerré mis ojos otra
vez y me tragué mis miedos. Tenía que hacer algo, sabiendo que los dos
permaneceríamos despiertos, temiendo por cada minuto que pasara hasta la
mañana.
Mi corazón latía
fuertemente cuando toqué su cuello con mis labios, y luego probé su carne en un
lento y tierno beso. Bajó la mirada con sorpresa, y entonces sus ojos se
suavizaron comprendiendo lo que yo quería.
Se inclinó hacia
abajo, presionando sus labios contra los míos con una delicada dulzura. El
calor de sus labios viajó todo su camino hasta mis pies, y lo atraje más cerca
de mí. Ahora que habíamos dado el primer paso, no tenía intención de detenerme
ahí.
Separé mis labios,
dejando que la lengua de Gaston encontrara su camino hacia la mía. —Te deseo.
adapt jmcguire

Hola soy Lucia! Que capitulo!!! INCREIBLE es la palabra mas cercana! Espero el proximo! Besos Moni ;)
ResponderEliminarLo que tanto queriamos un beso por fin
ResponderEliminarQue se quede a vivir con Gas
Me encanta la nove!
No te la puedo creer, esto si que me sorprendio, pero que genial, al fin Rochi se animo, era ella la que faltaba, pero justo el ultimo día, igual, eso lo hace más romantica, me quede impactada enserio, no me lo esperaba, pero fue INCREIBLE, me dejaste sin palabras, de más esta decir que quiero el proximo.
ResponderEliminarahhhh me encanto por fin el esperado beso k bien k rochi se aya animado espero el siguienteeeee k se fastidie pablo k no aparezca mas xfaaa k se animen los rubios a estar juntossd espero el siguiente yaaa
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