El hijo del Magnate Capítulo 52

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 Cap 52
Rocío   alzó la barbilla, desafiante.
—No iba a decir lo mismo de mí. Pero lo de Eugenia es verdad; quería ese dinero para ayudar a mi madre —declaró—. De hecho, habría cumplido su parte del contrato y se habría casado contigo si no se hubiera quedado embarazada antes.
—Será mejor que te inventes otra historia, Rocío .
— ¿Qué quieres decir con eso?
—Según has dicho tú misma, tu hermana falsificó tu firma y puso tus datos personales en la instancia; pero si los datos eran falsos, si se estaba haciendo pasar por ti... ¡jamás podría haberse
casado conmigo! —estalló—. Desde un punto de vista legal, habría sido imposible.
Rocío  no podía pensar con claridad. Las acusaciones de Gastón y la evidencia de que su hermana la había engañado, eran demasiado para Rocío. Tenía que marcharse de allí.
—Ya has dicho bastante, Gastón...
—No, sólo acabo de empezar.
—¿Y qué vas a hacer ahora? —preguntó Rocío, nerviosa.
—Sólo te puedo decir que yo no soy quien va a salir perdiendo de todo esto. Te lo advierto, Rocío ... es muy posible que os denuncie a tu hermana y a ti por fraude —afirmó.
Rocío  se frotó las manos, aterrorizada.
—Gastón... nadie intentaba engañarte. Las cosas se complicaron, eso es todo. A Eugenia le entró miedo y...
Él la miró con frialdad.
—Si no estás dispuesta a acatar los términos del contrato, me estarás engañando y no lo aceptaré. Mañana, cuando haya tomado una decisión al respecto, te lo haré saber —la amenazó.
Rocío  sintió que la sangre se le helaba en las venas.
— ¿Es verdad que Eugenia aceptó tener un hijo contigo? —se atrevió a preguntar.
—No aceptó tener un hijo conmigo, sino tener un hijo para mí —puntualizó él—. Estudia detenidamente el contrato. Y no pongas esa cara... tienes suerte de que no te eche a patadas ahora mismo. Por lo que sé hasta ahora, no eres más que una ladrona especialista en estafas.
Gastón abrió la puerta que comunicaba su suite con el dormitorio de Rocío  y Rocío se marchó con el ordenador portatil.
La puerta se cerró de golpe a sus espaldas. Caminó hasta la cama, se sentó y estudió el documento. Era un contrato muy largo, y cuando terminó de leerlo, estaba pálida y asombrada por las mentiras que su hermana Eugenia había usado para convencerla de que ocupara su lugar.
Gastón había sido absolutamente sincero con Rocío. Había pagado a Eugenia una suma asombrosa, muchísimo más de lo que jamás habría imaginado. De hecho. La malicia de su hermana llegaba hasta el extremo de que sólo había gastado una tercera parte en las deudas de Anna; el resto se lo había quedado ella. Ahora era una mujer rica a su costa. Aquello era terrible desde cualquier
punto de vista. Incluso se preguntó si Eugenia no lo habría planeado todo desde el principio para engañarla y quedarse con el dinero. Pero por muy dura que fuera esa posibilidad, la lectura del contrato la dejó aún más alterada. El documento decía claramente que Gastón no buscaba sólo una esposa para dar una alegría a su abuela, sino también un hijo. Por eso se había tomado tantas molestias. Por eso había pagado tanto dinero.