sábado, 27 de octubre de 2012

Un Hombre para Mi... Capitulo 12







Cuando estaban a un día de distancia de Trenton, Gastón empezó a preguntarse si estaba preparado para volver a hablar con su padre. Si llegaba cabalgando a Trenton seguro que tendría lugar un enfrentamiento. Por eso estuvo mucho rato pensando si debería enviar a las mujeres al pueblo con Will o acompañarlos.
Si no iba con ellos, tendría que explicar por qué, y fue eso lo que al final le decidió. Además, tres meses fuera de casa eran tiempo suficiente, más que suficiente, para que Nicolas se hubiese calmado. Ahora podrían discutir la cuestión del matrimonio con tranquilidad, de  modo racional, sin que ninguno de los dos perdiera los estribos... Bueno, eso esperaba.
Un día más y Nicolas sabría que había vuelto al condado. Y él averiguaría si su padre iba a mostrarse razonable respecto a sus sueños ambiciosos de fundar el mayor imperio ganadero de la zona, a costa de Gastón.
Las mujeres estaban instaladas en otro hotel y pronto cenarían. Gastón salió para ir a alguna cantina ya que todavía no tenía apetito. El sol se había puesto, o cuando menos los últimos tintes rojos desaparecerían del cielo en cuestión de minutos. Se acercaba una tormenta pero, con un poco de suerte, ya habría escampado por la mañana. No quería ninguna demora llegados a ese punto.
Casi no vio a Rocío, que estaba de pie entre las sombras del porche observando cómo las nubes de lluvia se acercaban del oeste. Se volvió para ver quién estaba detrás de ella y se giró de nuevo sin hacerle caso. Le irritó un segundo que le hiciera así el vacío y, después, soltó un suspiro mental de alivio ya que en realidad no le apetecía hablar con ella.
¿Es mi tía... buena gente? preguntó Rocío.
Gastón se detuvo en lo alto de los peldaños del porche y se inclinó el sombrero hacia atrás. Había nerviosismo en esa pregunta. Si hubiese sido tan brusca como en sus comentarios habituales, habría fingido no oírla y se habría ido. Además, lo que le preguntaba le pareció extraño, si se tenía en cuenta que Gimena era pariente de ella, no suyo.
¿Qué clase de pregunta es ésa?
Bueno, mi padre tenía muchos defectos y ella es su hermana contestó Rocío.
¿Su padre no era buena gente?
Es cuestión de opinión, y de a quién le pregunte. Eugenia le diría que era la mejor persona del mundo.
Se volvió un poco, pero no para mirarlo, sino para poder verlo de reojo. Gastón tuvo la impresión de que estaba dispuesta a ignorarlo de nuevo.
¿Y usted no?
No era malo ni nada de eso. Sí, supongo que era buena persona en un sentido general. Pero la pregunta era sobre mi tía le recordó.
¿No se han comunicado con ella desde que se traslado al Oeste?
No, y apenas la recuerdo de antes de que se fuera contestó Rocío mientras sacudía la cabeza.
Bueno, pues es encantadora. No se me ocurre una sola persona que la conozca y no la aprecie.
¿De veras?
Parecía una niña asustada pidiendo que la tranquilizaran un poco. A pesar de toda la antipatía que le tenía, y era mucha, no pudo evitar sonreír y decirle lo que necesitaba oír.
Sí, de veras. Es bondadosa, generosa en extremo. Sería capaz de dar hasta lo que no tiene si creyera que alguien lo necesitaba. Y no me sorprendería que estuviera tan nerviosa por conocerlas como usted por conocerla a ella. Nunca tuvo niños. Aunque ya no puede decirse que usted sea una niña...
Le vino a la cabeza una imagen de aquel seductor cuerpo femenino saliendo de su habitación la pasada noche. No, sin duda no era una niña.
¿Y su marido? quiso saber Rocío. Recuerdo que mi padre mencionó una vez que se había mudado al Oeste justo después de casarse.
 Gastón sintió un momento de inquietud porque no le gustaba dar malas noticias. Y no podía evitar asombrarse de que la falta de comunicación de la familia Laton fuera tal que la muchacha no se hubiera enterado aún de eso.
Gimena y su hermano deberían de haberse mantenido cuando menos en contacto a lo largo de los años. Desde luego, desde que conocía a Gimena, ésta jamás había mencionado tener familia en ninguna parte. Tampoco es que eso fuera raro porque mucha gente iba al Oeste precisamente para olvidar lo que dejaba atrás.
Para quitarse el tema de encima, quizá fue un poco más directo de lo necesario.
Su tío murió el año pasado. Su tía lleva el rancho sola desde entonces.
Dios mío, no tenía ni idea.
¿No lo conocía? aventura Gastón al ver que la joven no se entristecía.
No, no recuerdo haberlo visto nunca. Una vez lo mencionaron. Se interrumpió, con el ceño fruncido mientras trataba de recordar. Creo que fue mi madre quién lo dijo, que Gimena se había casado con Frank Dunn para poder irse de Haverhill. Recuerdo haber pensado entonces que debía de tener muchos deseos de ver más mundo.
«O muchos deseos de alejarse de su pequeño rincón del mundo», pensó Gastón.
Podría muy bien haber habido un distanciamiento entre los dos hermanos. Eso explicaría por qué ninguno de ellos se había mantenido en contacto con el otro. Pero seguían siendo familia, y la única que les quedaba, puesto que Gimena se había convertido ahora en tutora de sus hijas.
Bueno, tendrá mucho tiempo para preguntarle al respecto indicó Gastón. Mañana por la noche estaremos en Trenton, y a última hora del día siguiente, en el rancho.
Cuando se le ocurrió que estaba teniendo una conversación normal con la solterona, se sonrojó un poco. Pero como ya había oscurecido por completo, y aunque todavía podía verla porque sus ojos se habían adaptado a la oscuridad, no la distinguía con claridad, de modo que era fácil olvidar que era la hermana cascarrabias con una imaginación muy viva.
La lluvia llegó poco después, con un chaparrón que llenó el porche de una neblina que apremio a los dos ocupantes a entrar.
«En fin, despídete de encontrar una cantina agradable esta noche», pensó Gastón.
En la reducida y bien iluminada recepción, tuvo el tiempo suficiente para ver cómo Rocío se ajustaba las gafas sobre la nariz y se marchaba haciendo aspavientos sin decir otra palabra. Se acabó la normalidad. Se había impuesto su grosería. Ni siquiera le dio las buenas noches.


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario