sábado, 3 de noviembre de 2012

Amor en Desencuentro... Capitulo 8




 
Gastón noto que Pablo se fijaba en su presencia.
Había visto como interactuaba con la joven y había sentido rabia al imaginarse a Rocío en casa con un delantal y las mejillas llenas de harina y sonrosadas mientras le preparaba la cena a su esposo. Luego vio a Pablo coquetear con la joven mientras Rocío posiblemente lo esperaba en casa y quiso romperle la cara.
Si él fuera su marido, y una sensación cálida lo invadió al decir eso, jamás la dejaría sola, simplemente le demostraría lo mucho que la amaba y la respetaría por sobre todas las cosas. Pero él no era el esposo de Rocío y el verdadero lo miraba con rudeza desde la barra.
Pago su cuenta y se encamino hacia la puerta donde Candela lo intercepto.
-       Lo prohibido se vuelve tentador Gas, pero no dejes que el misterio te consuma – sin más lo beso en la mejilla y se fue. 
Gas salió al aire de la noche algo confundido y una voz lo detuvo.
-       De visita Turista??

Aunque Gastón nunca lo había escuchado reconoció esa voz.
-       No – se giro para encarar a Pablo – soy el nuevo dueño de Eudamom, Gastón Dalmau, y vine para quedarme.
Pablo pareció sorprendido.
-       Así que al final el viejo vendió las tierras. –
-       No – Gas lo miro ceñudo – Juan Cruz Falleció.
De nuevo una expresión de sorpresa en el rostro de Pablo.
-       Bueno – Pablo hizo una pausa- supongo que debo darle el pésame a la bella Eugenia.   
La sonrisa sínica de Pablo hizo que a Gastón lo recorriera un escalofrió.
-       Supongo – respondió caminando hacía su auto.
-       Piensas quedarte mucho aquí??- Pablo camino a su lado.
-       Hasta devolver a Eudamos su vieja gloria. – La carcajada de Pablo lo irrito.
-       Eso es una causa perdida – dijo el morocho entre risas.
-       Y tu quien eres pare dictaminar eso??? – Pregunto Gastón deteniéndose para encararlo.
Pablo lo miro socarronamente.
-       Pablo Martínez, el dueño de las tierras Martínez, en realidad creo que somos vecinos.
Gastón reanudo la marcha sin contestar hasta llegar a su auto.
-       Cuando quieras pasarte encantado te muestro mis tierras y a mi familia. –
Gas sintió un nudo en el estomago al escuchar eso y alzo una ceja.
-       Familia??
-       En realidad somos solo mi esposa y yo. Rocío.
La mirada de ambos hombre brillo ante la mención de la joven.

-       Rocío – repitió Gas y el nudo en su estomago creció.
-       La perla más hermosa que puedas encontrar, nadie se compara a ella – Gastón sabía muy bien eso, pero quiso golpearlo por exhibirla como si fuera un trofeo.
-        Te refieres a la mujer que estaba en el bar?? – Gas no pudo resistirse a picarlo.
Pablo pareció desconcertado por un momento y luego su ceño se frunció.
-       Mariela es solo una amiga. – dijo restándole importancia.
-       Y tu esposa sabe de tus amigas?? – Gastón sabía que jugaba con fuego pero estaba demasiado molesto con la actitud de Pablo como para importarle.
-       Mi esposa atiende sus deberes de esposa – Contesto Pablo claramente más molesto.
Gastón quiso escupirle.

-       Lo que no entiendo es… - ataco Gas de nuevo – porque teniendo una esposa tan (Increíblemente perfecta) Especial como dices estas aquí en un bar.
Cuando Pablo se disponía a contestar Gas se monto en su auto.
-       Cuidado Pablo, no sea que por andar de juerga la exquisita belleza que tienes en casa se canse de esperar.

Pablo se quedo solo en medio de la calle bastante molesto y aun más confundido cuando Gas arranco sin darle el chance de contestar.


Gastón cabalgaba recorriendo el final de sus tierras. Las montañas imponentes se alzaban ante él y el sol inclemente calentaba su piel.
 A lo lejos escucho el ruido de aguas. Él caballo alzo la cabeza hacía el sonido, su instinto no le fallaba. Reanudo la marcha y con energías renovadas se acerco al comienzo del bosque donde el tronar del rio se hacía más intenso.
Descendió del caballo y se abrió paso entre la maleza.

Al llegar a la fuente del rio, se quedo preso de una visión.
Una voz serena y dulce lo hechizo de inmediato. Se agacho en las sombras y la observo.
   Las gotas de agua perlaban su piel y el sol la hacía brillar.
Estaba sentada en una roca cual sirena y su cabello dorado se mecía cada vez que se agachaba.

Gastón estaba hipnotizado no podía moverse, jamás había visto un ser más hermoso.

El caballo negro de la joven se acerco a ella y movió sus crines salpicando agua en todas direcciones.
Rocío dio un respingón y soltó una carcajada cuando las gotas impactaron en su piel.
Ella era un ángel cuando sonreía con esos encantadores hoyuelos.

Gas recorrió su cuerpo con una mirada y una oleada de deseo lo atravesó tan fuerte que lo obligo a apartar la vista.

Ella vestía encaje, solo una diminutas bragas de encaje color azul marino y un sostén a juego.
Toda su piel dorada y expuesta parecía llamarlo a tocarla.
Era la mismísima imagen de la seducción.

Gastón lentamente retrocedió antes que la prueba física de su deseo le dificultara más el camino de regreso.

    El caballo tras el relincho y Gas se acerco a él para calmarlo antes que Rocío se diera cuenta de su presencia cuando un cuchillo brillo ante él para afincarse en su garganta.

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