Un
ruido la alertó. Entonces vio una sombra oscura y silenciosa que entraba por la
ventana de la habitación. Estuvo a punto de gritar, hasta que vio los rasgos de
Gastón que iluminaban con la luz de la luna.
-
Dime, ¿este juego de camas separadas es parte del plan para hacer más romántica
nuestra relación? ¿Se suponía que yo iba a trepar con una rosa entre los
dientes y una caja de chocolates?
-
Hay una altura considerable desde la ventana hasta la playa ahí abajo. ¡Te
podrías haber matado¡.
- Y
si me cayese, sería un engorro para ti. ¿Tendrías mucho que explicar?
Gastón
ni se había inmutado ante las muestras de horror que había dado ella al saber
cómo se había arriesgado. Y era un riesgo inútil, absurdo para alguien como
ella. Pero no para Gastón. Le gustaba el riesgo.
-
¡Estás loco! – dijo ella nerviosa ante lo que podría haber pasado.
-
Dar patadas a la puerta no era un buen sistema con Candela en casa. Y hubiese
asustado a los criados. No me hubiese gustado hacerte quedar mal.
-
¿Y tú no hubieses quedado mal? – preguntó ella, impresionada todavía por lo que
había hecho.
-
No, porque es la habitación de mi esposa, y estaba con cerrojo. Para los griegos
eso es una provocación.
-
¡Te podrías haber matado! ¿Y hubiera valido la pena?
Gastón
se metió en el otro lado de la cama, y le dedicó una sonrisa de satisfacción.
-
Pregúntamelo por la mañana – aclaró él, acercándose a ella.
-
¡No! – gritó Rocío con pánico -. ¡Si vas a dormir aquí, yo dormiré en otra
parte!
-
Tú no dormirás conmigo. Dormirás en el suelo.
-
¡Por supuesto que no! ¿Qué te crees que soy?
-
¿Esperas que me disculpe por lo que te he dicho hoy? – dijo él apoyándose sobre
las almohadas.
-
¿Qué?
-
Pero lo que tú te has tomado como un insulto, yo lo considero un cumplido.
Muéstrame a algún hombre casado que no quiera una esposa apasionada.
Rocío
se estremeció.
-
Me has llamado prostituta.
-
No es cierto. He dicho que me alegraba que te comportases como una de ellas en
mi cama. Aunque necesitarías unas pocas lecciones para tener el diploma
–murmuró él con provocación -. Y me muero por dártelas. ¿Qué más puedo decir en
mi defensa?
Rocío
se estremeció. Gastón la fascinaba incluso cuando estaba enfadada. Tenía un
tremendo carisma.
-
No podemos vivir juntos de este modo.
-
Acabamos de empezar – Gastón saltó de la cama, y la estrechó antes de que ella
pudiera remediarlo.
- ¡No!
– la furia de la boca de Gastón la silenció. La fuerza de sus brazos la tomó
por sorpresa. Rocío apretó los puños y le pegó. Pero inmediatamente el deseo
también se apoderó de ella.
Los
labios de él presionaron la boca de Rocío, sumergiéndola en una oleada de
excitación. La sangre galopaba en sus venas, el calor en su cuerpo iba
aumentando.
Sintió
el frío de la sábana en la espalda cuando él la apoyó de espaldas en la cama.
Lo miró con desesperación, y él fue hasta sus pechos, que tomó y acarició con
gesto posesivo. La respuesta de ella no se hizo esperar, y tampoco la pudo
ocultar.
-
Esto no es lo que quiero... – murmuró ella suavemente, tratando de vencer el
deseo que la amenazaba.
-
Pero tú me deseas...
-
¡No!
-
Sí.
Gastón
jugó con sus labios. Ella descubrió la dulzura del whisky en su boca, y la
aceptó, resignada a que la maestría de él la llevase por caminos de placer
inexplorados.
-
Me deseas... tanto como yo.
Rocío
gimió de placer cuando él se acercó con su boca a los pezones, tensando el
cuerpo de ella como un instrumento de placer.
-
Admítelo... – le exigió Gastón, hundiendo sus manos detrás de la cadera de ella
y empujándola contra él.
-
¡Sí, sí! – por fin admitió Rocío.
Había
sido un grito de derrota. Ella se había rendido al calor de su boca y sus manos
seguras, pero en su interior, ella sentía que había cedido algo más importante
aún, imprescindible para su supervivencia.

hay genial el cap me encanto subi mas y subi mas de la nove amor de desencuentro porfa
ResponderEliminarHermoso capitulo!!!
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