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Amor por Chantaje Capítulo 7
ROCÍO estaba profundamente
dormida, inmersa en el más maravilloso sueño:
—Mmm —se deslizó
lánguidamente acariciando la nuca de Gastón, sintiendo su piel y enterrando
después los dedos en su pelo.
—Sabes que esto es muy
peligroso, ¿verdad? —la advertía él mientras aproximaba su cuerpo al de ella.
—Me gusta el peligro…
especialmente si ese peligro eres tú.
Era una delicia ver cómo la
miraba con aquellos intensos ojos verdes, sentir la armonía que reinaba entre
ellos… pero sobre todo el deseo y la excitación que ninguno de los dos se
esforzaba en ocultar. Ella esperaba sus besos con los labios entreabiertos y
después se dejaba conquistar por el éxtasis que le proporcionaban.
—¡Gastón! —aquello no era
un juego sino la búsqueda de dos seres ansiosos que unían hasta el último
centímetro de piel intentando estar lo más cerca posible. Él paseaba las manos
por la espalda desnuda y por los lugares más íntimos del cuerpo de Rocío, que
respondía con gemidos de placer. Cada beso y cada caricia la acercaba un poco
más al clímax que sabía la esperaba, pero al mismo tiempo una terrible
sensación de miedo también se iba apoderando de ella con igual fuerza.
—¡No! —gritó angustiada por
el pavor a perder aquello que tanto estaba disfrutando, por perder a Gastón y
su amor.
Su propio grito la sacó de
golpe del sueño y, durante unos segundos, no sabía qué estaba pasando ni dónde
se encontraba hasta que se incorporó, encendió la lamparita de noche y se dio
cuenta de que estaba en la cama de su niñez. Pero ni siquiera eso pudo deshacer
el nudo que tenía en la garganta y que apenas le permitía respirar. Todo había
sido un sueño, pero un sueño muy real en el que Gastón… en el que ellos…
—¿Qué ocurre, Rocío? Te he
oído gritar.
Era Gastón, que acababa de
entrar alarmado en su dormitorio.
—Nada, no pasa nada —negó
ella sin poder ocultar la tensión. De ningún modo podría desvelarle el
contenido de su sueño.
—Pero acabas de gritar
—insistió él al tiempo que se acercaba a la cama. Seguía completamente vestido,
aunque se había desabrochado algunos botones de la camisa, lo que dejaba ver su
pecho ligeramente cubierto de vello.
Rocío no podía apartar la
mirada de él, era incapaz de olvidar que en el sueño ella había estado
acariciando aquella piel, se había tumbado completamente desnuda junto a él.
Sintió un tremendo escalofrío de placer.
¿Qué le estaba pasando?
Hacía años que no tenía un sueño así; probablemente desde la adolescencia,
cuando solía dormir en aquella misma cama. Quizás era la influencia del
dormitorio y de la casa entera porque, desde luego ya no deseaba compartir ese
tipo de cosas con Gastón.
—A lo mejor deberíamos
llamar al médico —sugirió él sentándose en la cama—. Antes te encontrabas mal y
ahora estás temblando.
Rocío era consciente de
cómo sus fuerzas comenzaban a flaquear.
—No me pasa nada. Aparte
del hecho de que me están chantajeando para que me acueste con alguien a quien
no amo, solo para que él pueda tener el hijo que quiere. Pero —añadió con una
mezcla de sarcasmo y tristeza—, no creo que le quieras contar eso al médico.
Además se te da muy bien no decirle a la gente las cosas que deberían saber.
—¿Qué quieres decir con
eso?
—Intenta deducirlo tú solo
—lo desafió con valentía y, cuando vio que seguía mirándola con el ceño
fruncido, le dio más pistas—: No sé por qué no creo que le hayas dicho a Lisa
cuáles eran tus planes conmigo.
Respiró hondo antes de
recordarle que también se le había olvidado contarle a ella por qué iba a
casarse con ella estando enamorado de su madrastra, pero Gastón la interrumpió
antes de que pudiera hacerlo.
—No, no lo he hecho, ni sé
por qué debería hacerlo.
¿Cómo podía tener la
desfachatez de decir algo así?
—¿Por qué? —repitió Rocío
estupefacta pero sin el valor suficiente para desvelar lo que realmente estaba
pensando—. Sabes que se va a enterar, Miranda se lo contará nada más verla.
Descubrió sorprendida que
estaba conteniendo la respiración en espera de que le dijera que Lisa ya no
significaba nada para él. ¿De verdad era tan estúpida?
—Nuestro matrimonio y
nuestros planes no tienen nada que ver con Lisa.
—¿Y no te importa lo que
ella piense al respecto?
—Mi deseo de tener un hijo
con los genes de tu padre no tiene por qué afectar a Lisa en absoluto.
—¿Tampoco a tu relación con
ella? —Rocío no podía hacer otra cosa que seguir insistiendo.
—Escucha, sé lo que opinas
de tu madrastra, Rochi, pero ahora eres una mujer adulta. Mi relación con ella,
como tú dices, es la que es y no se puede cambiar; y lo que siento hacia ella
tampoco ha cambiado —le explicó con la mayor suavidad posible.
Gastón observó cómo los
ojos de Rocío se llenaban de angustia. Sabía lo desgraciada que su madrastra la
había hecho sentir y, como acababa de decirle, a él le gustaba tan poco Lisa
como cuando John se casó con ella. Para él no era más que una mujer
superficial, egoísta y manipuladora; pero eso no alteraba el hecho de que, como
beneficiaria del testamento del señor Atkins, Gastón tenía la responsabilidad de
que recibiera los ingresos anuales a los que tenía derecho. No obstante, era
obvio que Rocío no estaba dispuesta a aceptar tal cosa.
—Gastón, creo que te odio…
No, sé que te odio —afirmó ella al darse cuenta con profundo pesar del poder
que seguía teniendo aquel hombre para hacerle daño. Después de cuatro años
pensando que lo había olvidado y que su amor por él había muerto igual que su
confianza y su respeto.
—Puedes odiarme todo lo que
quieras —contestó él mientras ella se había levantado de la cama y se
encontraba al lado de la ventana dándole la espalda—. Pero aun así vas a tener
un hijo mío —añadió con frialdad y, antes de que pudiera recibir ninguna
respuesta, dio media vuelta y salió del dormitorio cerrando la puerta tras él.
Rocío se volvió a mirar y
no la sorprendió comprobar que estaba temblando de los pies a la cabeza; pero
esa vez no era de miedo sino de rabia. ¿Cómo se atrevía a decirle que quería
que le diera un hijo justo después de haber admitido que había otra mujer en su
vida? Y no una mujer cualquiera, sino su madrastra, ni más ni menos.
Rocío no pudo volver a
quedarse dormida. Echó un vistazo al reloj mientras pensaba que Gastón debía de
haberla oído llorar desde su habitación. No entendía por qué había tenido aquel
sueño, ni por qué la había hecho sentir tan desgraciada el descubrimiento de
que seguía queriendo a Lisa.
Cualquiera habría dicho que
eso significaba que seguía enamorada de Gastón, pero no era así y ella lo
sabía. ¡Por supuesto que no! Ojalá pudiera estar en Río, donde se había sentido
tan segura sin pensar en él.
Una vocecita dentro de su
cabeza la hizo reconocer que estaba mintiéndose a sí misma.
«Está bien, quizás pienso
en él de vez en cuando».
Pero enseguida la vocecita
volvió a protestar.
«De acuerdo, a veces
también sueño con él», tuvo que admitir para sus adentros. Pero aquello no eran
sueños sino pesadillas. Y eso no quería decir que siguiera amándolo.
—Tienes media hora para
desayunar antes de que nos vayamos a Londres —anunció Gastón en cuanto la vio
aparecer en el comedor a la mañana siguiente.
Al oír aquello Rocío se
apresuró a pensar que quizás hubiera cambiado de opinión sobre su trato a raíz
de la conversación que habían tenido en su dormitorio. Seguramente la llevaba a
Londres para que pudiera tomar el primer avión a Río. Ojalá fuera así.
—Yo nunca desayuno. Subiré
a hacer la maleta.
—¿La maleta? —preguntó él
sorprendido—. Rochi, solo vamos a ver al abogado. No vamos a pasar allí la
noche. Aunque no estaría mal que te pusieras algo más formal —añadió echando un
vistazo a la indumentaria algo desgastada que llevaba puesta.
—Si no te gusta la ropa que
llevo… —espetó ella a la defensiva, pero no pudo terminar de hablar.
—¿…Puedo comprarte otra?
Eso era exactamente lo que estaba pensando y es lo que voy a hacer en cuanto
hayamos acabado con David. No dudo que confías en mí como yo en ti, pero se me
ha ocurrido que si poníamos nuestro acuerdo legalmente por escrito, te
sentirías más segura. ¿Qué es eso de que no desayunas?
La rapidez con la que había
cambiado de tema la había dejado tan confundida que no sabía qué responder.
Además se había distraído en cuanto había oído que quería poner aquel acuerdo
por escrito… ¿Acuerdo? No, más bien debía decir chantaje.
—No me extraña que estés
tan delgada. Anda, toma un poco de esto —dijo sirviéndole cereales en un
tazón—. Con fruta y chocolate —le dijo sonriendo—. Eran tus preferidos.
—Eso era cuando tenía trece
años —le recordó Rocío, pero él no estaba haciéndole el menor caso.
—No nos vamos a ir hasta
que te lo hayas comido.
—¿Por qué? ¿Tienes miedo de
que la gente piense que estás matándome de hambre además de chantajeándome?
—preguntó provocadoramente.
—¿Chantajeándote? —no pudo
decir nada más al respecto porque en ese momento sonó el teléfono—. Debe de ser
la llamada de negocios que estaba esperando. Voy a contestar desde el despacho.
Cuando se hubo marchado
Rocío se quedó mirando el tazón de cereales dispuesta a no probarlos siquiera,
pero mientras pensaba en los niños de Brasil empezó a comer de forma distraída
y, cuando quiso darse cuenta, tuvo que admitir que estaban gustándole, aunque
apartó el cuenco sin terminar el contenido.
El despacho del abogado
estaba en el mismo edificio en el que había estado la empresa de su padre y que
ahora, obviamente, pertenecía a Gastón.
Una enorme nostalgia
invadió a Rocío al recordar todas las veces que había estado allí con su padre.
Todavía lo echaba mucho de menos, no con el indescriptible dolor de los
primeros meses, sino con una tristeza que había llegado a ser parte inherente
de su carácter.
—Llevo siglos pensando en
cambiar las oficinas de edificio —le dijo Gastón mientras se dirigían hacia el
ascensor—. Todavía tengo la sensación de que en cualquier momento va a aparecer
tu padre. Sigo echándolo de menos, me imagino que siempre lo haré.
Lo que acababa de decir era tan parecido a lo que ella estaba pensando
que Rocío no podía hablar por miedo a delatar sus emociones; lo único que podía
hacer era mirar hacia otro lado para que él no viera lo que tan claramente
reflejaba su rostro. ¿Cómo podía hablar así de su padre y al mismo tiempo
traicionarlo enamorándose de su esposa?

me encanto el capi no tardes en subir el proximo pasense por gastochi nunca muere
ResponderEliminarhay me encanto el cap hay porfa subi hermoso desastre hoy no no aguanto un dia mas
ResponderEliminarsin leerla ame esa nove
Eliminarno soy yo la que sube esa nove, pero no te preocupes que le paso tu reclamo la que lo hace jajaja
Eliminarme encnata!! espero mas!
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