- ¿¿Se puede
saber qué rayos estás haciendo?? – Preguntó Candela deteniéndose en el umbral
de la puerta.
Rocío emergió por debajo de un montón de ropa y se sentó
sobre sus talones.
- Mira este
lugar - prosiguió Candela recorriendo
con la mirada el armario de la rubia. -
Había ropa zapatos y accesorios desperdigados por todas
partes, un collar guindaba de la lámpara del techo y todo el lugar olía a un
denso perfume.
- ¿¿Qué paso
aquí??
- El huracán
Rocío – se burlo Rosa desde la puerta - ¿¿Les traigo algo??
- Una
limonada bien fría Rosa por fa. – pidió Candela.
- Al mejor modista de Francia. – pidió Rocío
mirando frustrada el desastre a su alrededor.
Rosa miró a Rochi y luego a Candela sin saber qué hacer con
ese último pedido. Candela le palmeo la mano y negó con la cabeza.
- Solo trae
dos Limonadas por favor.
Rosa asintió y se fue.
- ¿¿y tú
para que quieres un modista??
Rocío la miró por detrás de un vestido plateado.
- Tanta
basura de vestidos que me compra Pablo y ahora no tengo que ponerme.
- ¿¿Ponerte
para qué?? – Pregunto Candela sentándose sobre una cómoda y recogiendo las
faldas a su alrededor.
- Para la
cena de esta noche.
- ¿¿Hay una
fiesta??
- No
precisamente – contesto Rocío observando una blusa dorada que luego lanzó por
encima de su cabeza para seguir rebuscando.
- ¿¿Entonces??
Rocío se detuvo y la miró.
- Voy a
cenar con Gastón.
El grito de Candela fue épico.
- Cierra la
boca pajarraco. – la riñó Rocío - ¿¿Qué hago Candela??
Cande se bajó de la cómoda y se arrodillo frente a ella.
- Pablo sabe
sobre esto.
Rocío agachó la cabeza y negó.
- Vas a
delatarme??
Candela le alzó el rostro.
- Jamás
haría algo como eso, eres mi amiga y sé que él no es justo contigo. Pero quiero
que sepas que juegas con fuego y si todo sale mal no sé lo que Pablo sería
capaz de hacer.
Rocío asintió.
- Lo sé.
Pero es solo una cena de vecinos ¿No? – Candela negó con la cabeza.
- Sabes que
ese no es el caso, y así lo fuera Pablo no va admitirlo.
- ¿Y
entonces qué hago?
- Si lo amas
arriésgate. – la animó Candela.
- Pero yo no
lo amo – contestó Rocío mirándola.
- Entonces
no le veo el caso a arriesgar tanto.
Rocío jugó con una bufanda en sus manos.
- Estoy tan
cansada Cande, mi vida esta tan vacía y Gas… él lo revuelve todo y la hace
excitante. Me regresa a lo que era antes de que toda esta pesadilla comenzara.
- Entonces
lo estas utilizando Rocío.
Rocío pareció horrorizada.
- No, yo… No lo sé Candela, solo no puedo decirle que
no.
Candela suprimió una sonrisa, ella sabía lo que eso
significaba, o lo imaginaba. Esperaba no equivocarse pero iba a ayudarla.
- Bien,
entonces acomodemos este desastre y busquemos algo perfecto para ti.
Rocío asintió y se sumergió de nuevo en la ropa en busca
que de algo que usar.
“Espero que todo salga bien, enserio lo espero” – pensó
Cande antes de sumergirse a ayudar a su amiga.
Gastón encendió la última vela y miró el lugar. La suave
iluminación le daba al salón un aire romántico, las flores a su alrededor
perfumaban de un modo primaveral y los manteles en blanco le daban a todo un
toque elegante, a él le gustaba.
Pensó en los globos que había comprado y los descarto, eso
sería demasiado y la idea era no asustarla. Ahora solo faltaba la comida y…
¡¡La Comida!!
Gastón corrió a la cocina, se colocó el delantal blanco con
rojo a cuadros y los guantes antes de abrir la tapa del horno para sacar la muy
caliente lasaña. Un sonido a su izquierda lo hizo girarse, con una muy caliente
bandeja de comida aun en la mano, para encontrarse con la mujer más hermosa que
Gastón hubiera visto.
Él vestido color ciruela abraza su cuerpo curvilíneo hasta
dos palmas más arriba de sus rodillas, su escote estraple deja a la vista sus
hombros y cuello de una manera elegante y sensual, su cabello rubio y largo
hasta su cintura se encuentra suelto y lizo, el ligero maquillaje más cargado
de los usual y sus zapatos negro de tacón le roban al aliento a Gastón mientras
no puede hacer nada más que mirarla intentando no babear.
Él dolor en su mano le llegó de repente y Gastón se giró
para depositar la bandeja caliente en la mesa lo más rápido que pudo.
Rocío rió divertida, fue una risa cantarina, nerviosa. Sin
decir una palabra tomó la magullada mano de Gastón y la colocó bajo el grifo
del agua. Gastón siseó por el dolor. Ella rebuscó entre las repisas hasta dar
con una caja de primeros auxilios y tras colocar una pomada y un antiséptico
vendó su mano con total delicadeza.
- Espero que
la cena valga esa quemada –
Gastón miró su mano vendada y sonrió.
- Lo valdrá.
– la miró a ella y sonrió más ampliamente –
Girándose se quitó
el delantal y comenzó a rebuscar entre los gabinetes.
Rocío se explayó mirándolo. Vestía un sweater gris cuello
tortuga que se pegaba y moldeaba por completo
su muy bien formado torso, y sus pantalones negros al estilo clásico le
daban un aire tan elegante y sexy que Rocío quiso arrancárselos con los
dientes.
Ella lo miraba, él lo sabía, y eso hacía que su nerviosismo aumentara.
Todo debía ser perfecto.
Tras sacar lo que necesitaba la tomó de la mano sin decir
palabra y la arrastró hasta la sala.
Rocío contuvo el aliento. El salón era maravilloso, las
flores, las luces, el aroma y la música de fondo la hacían sentir como en una
película clásica.
Se giró y se descubrió sola.
Gastón regresó con dos platos perfectamente adornado y los
colocó con maestría en la mesa. Desapareció hacia la cocina por lo menos unas
dos veces más antes de detenerse en la puerta y sonreírle nervioso.
Ahora todo estaba en su sitio.
Gastón caminó hasta ella y le tendió una mano.
-
Bienvenida
- susurró con una voz baja y sensual que a Rocío le pareció una caricia.
Tomando su mano Rocío se rindió a él.

te odio no lo dejes hay un gran capitulo me a encantado no tardes en subir porfa
ResponderEliminarAme el cap1 pero porfavro subi pronto el proximo!!
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