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Amor por Chantaje Capítulo 21
Gastón se levantó de la
mesa de su despacho después de varias horas pensando en el pasado; eso era todo
lo que había hecho desde que se había marchado David: pensar en el pasado y en
el futuro. Había acabado haciendo una lista de los pros y los contras que
podría encontrar Rocío para decidir si seguir con él o no. Al final estaba
claro que si pensaba desde su perspectiva, lo mejor sería dejarla marchar,
permitir que tomara sus propias decisiones con total libertad.
En cualquier caso, lo que
era obvio era que tenían que hablar y que no podían seguir retrasándolo por más
tiempo.
La encontró en su antiguo
dormitorio, sentada junto a la ventana como solía hacerlo cuando era casi una
niña. Al oírlo entrar se volvió a mirarlo, parecía tranquila.
Había ido allí directamente
después de su conversación con David Bryant, se había movido como en un sueño,
necesitaba un refugio donde pensar en lo que había oído. Lo que le había
contado el abogado había cambiado por completo su perspectiva de la historia.
No le resultaba extraño que
su padre se hubiera dado cuenta de sus sentimientos por Gastón, de hecho ella
nunca había hecho nada por ocultárselos. Pero lo que había insinuado David de
que Gastón la amaba y la había amado ya entonces…
«Pregúntale si hay alguna
mujer a la que quiera», esas habían sido las palabras de Lisa el día de su
boda, y eso era exactamente lo que había hecho ella, y Gastón…
¿Sería posible que hubiera
malinterpretado su respuesta? Quizás la persona a la que se había referido
Gastón no era Lisa sino ella. Solo con plantearse tal posibilidad el corazón de
Rocío había dado un salto dentro de su pecho.
—Rocío.
Respiró hondo y lo miró en
busca de sus ojos, intentando encontrar en ellos alguna pista que le indicara
qué era lo que sentía; pero no había nada. Tendría que confiar en su intuición.
—¿Por qué te casaste
conmigo, Gastón?
Pudo ver que esa no era la
pregunta que él esperaba.
—Ya sabes por qué
—respondió de forma enigmática y girando el rostro como si no quisiera que ella
viera la expresión que había en él.
—Creía saberlo —respondió
ella con calma al tiempo que se levantaba y se colocaba enfrente de él para
poder verlo bien—. Estaba en el jardín cuando llegó David Bryant. Me contó que…
—hizo una pausa para comprobar si tenía el valor necesario, entonces pensó en
el bebé y supo que no era solo su futuro lo que estaba en juego—. ¿Es cierto
que mi padre te hizo prometer que no me dirías que me amabas hasta que tuviera
veintiún años?
Al principio creyó que no
iba a contestar y eso hizo que se le cortara la respiración. Si no era cierto
lo normal hubiera sido que lo negara inmediatamente, así que si se tomaba tanto
tiempo era porque…
—¿Es cierto, Gastón?
—insistió ella.
—Sí.
Gastón la había amado… El
alma se le llenó de satisfacción, de placer y de amor por él.
—Tu padre sabía lo que yo
sentía por ti —empezó a decirle—. Nunca habría podido ocultárselo, ya era
bastante difícil ocultártelo a ti. Me dijo que, aunque en ese momento te
hubieras encaprichado conmigo, eras demasiado joven para comprometerte en una
relación seria; y que habría sido muy injusto para ti. Antes debías vivir un
poco y aprender cosas de la vida. Él sabía que mis sentimientos no iban a
cambiar, pero le preocupaba que tú no tuvieras la oportunidad de cambiar los
tuyos. Yo estaba de acuerdo en todo, por muy difícil que me resultara cumplir
la promesa.
Hizo una pausa durante la
que la miró con los ojos chispeantes.
—A veces tenía tantas ganas
de abrazarte… —dijo agitando la cabeza—. Después murió tu padre y yo no quería
romper la promesa, pero no me quedaba otra opción. Hablé con Henry y él me
animó a seguir adelante. Me dijo que en tales circunstancias tu padre lo habría
comprendido. Solo tenías dieciocho años y eras tan inocente… —entonces sonrió
ligeramente—. La verdad es que ni siquiera creía poder confiar en mí mismo si
te tenía a mi lado; pero tenía que cumplir al menos parte de mi promesa. Por
eso…
—Por eso decidiste que
nuestro matrimonio fuera solo algo legal —Rocío completó la frase con suavidad.
—Sí. Me repetí una y otra
vez que encontraría la manera de aguantar hasta que tuvieras veintiún años.
Querías ir a la universidad y pensé que eso ayudaría a que pasara el tiempo.
Pero entonces, cuando saliste de la iglesia y me dijiste que sabías lo que
sentía… —se calló y la miró a los ojos recordando la angustia—. Y te marchaste
dejándome claro lo que opinabas de que te quisiera.
—Yo no me marché porque tú
me quisieras —protestó Rocío con voz temblorosa—. Me fui porque creí que
querías a otra… a Lisa. Eso era lo que ella insinuó y me desafió a
preguntártelo. Si por un solo momento hubiera pensado que me amabas…
—¿Qué habría pasado? —le
preguntó Gastón en un susurro.
—Pues —en un gesto
inconsciente Rocío se llevó la mano al vientre—… Pues que este sería nuestro
tercer hijo y no el primero. ¿Por qué no me lo dijiste? Seguro que sabías lo
que yo sentía por ti.
Estaba tremendamente
emocionada, pero no podía evitar sentir rabia por todos los años que habían
perdido y por todo lo que habían sufrido.
—Ya lo sabes. Se lo había
prometido a tu padre y creía que debía dejarte marchar. Aunque nunca te perdí
la pista mientras estabas en Río. Y cuando volviste…
—Me rechazaste cuando
intenté decirte que te quería —lo interrumpió ella con tristeza.
—Rochi, en ese momento me
odiaba por la forma en la que te había obligado a acostarte conmigo; me odiaba
porque yo quería mucho más de ti, no solo sexo —respondió enfadado consigo
mismo—. Yo lo quería todo de ti, de la misma manera que quería que tú aceptaras
todo de mí.
El cuerpo de Rocío se echó
a temblar al notar el contacto con el de él.
—Bésame, Gastón —le pidió
alzando el rostro hacía él—. Solo para asegurarme de que esto está ocurriendo
de verdad.
Sus labios se unieron
tiernamente, pero eso no era suficiente para Rocío. Le puso la mano en la
mejilla y lo besó más fuerte, rozándole los labios con la lengua, provocándolo
hasta que consiguió que emitiera una especie de rugido y la estrechara contra
su cuerpo, de forma que pudo notar su excitación con total claridad.
—Me sentía tan culpable
—admitió unos minutos después separándose ligeramente de ella—. Te había puesto
en una situación en la que no podías hacer otra cosa que acostarte conmigo.
—Podría haberme negado si
hubiera querido —contradijo Rocío sonriendo con picardía—. Pero en el fondo eso
era exactamente lo que yo deseaba, aunque al principio me negara a admitirlo.
La mañana después de que hiciéramos el amor por primera vez… —resopló
recordando aquel momento—… sentía que por fin mi vida estaba completa. Pero
cuando me rechazaste me acordé de Lisa.
—Lisa nunca ha significado
nada para mí. Siempre he odiado cómo te trataba y cómo se aprovechaba del amor
de tu padre.
—Pero tú a ella sí le
gustabas.
—Sí —respondió Gastón con
un gesto de asco.
Rocío sabía que si hubiera
intentado negar aquello, no habría podido confiar en él enteramente.
—Intentó seducirme incluso
mientras estaba casada con tu padre. Me imagino que al insinuar aquello el día
de la boda intentaba… no sé, me imagino que creía que así podría tenerme. Lo
que no comprendo es cómo demonios pudiste creerla.
—Pero ella vino a verte el
otro día.
—Sí, quería que aumentara
la cantidad de dinero que recibe de la herencia de tu padre, pero le dije que
estaba perdiendo el tiempo —le explicó mientras le acariciaba el cuello—. Igual
que lo estamos perdiendo ahora nosotros. No sabes las ganas que tengo de
llevarte a la cama —añadió susurrándole al oído.
—¿Ah, no? —bromeó Rocío con
sensual provocación antes de que se le escapara un gemido cuando él empezó a
acariciarle un pecho.
Mientras le besaba el
cuello con suavidad empezaron a andar hacia la puerta.
—Ahora mismo lo que más
deseo en el mundo es llevarte a nuestra cama y…
—Aquí también hay una —le
recordó ella señalando la diminuta cama de su niñez.
—No… ahí era donde dormías
cuando eras una chiquilla. Yo quiero hacer el amor a la mujer que eres ahora,
no a la niña que fuiste, aunque os quiero a las dos por igual.
Cuando llegaron al
dormitorio principal Rocío tenía los ojos llenos de lágrimas de felicidad.
Mientras parpadeaba para hacerlas desaparecer acarició la boca de Gastón, una
boca que estaba a punto de besar, quería besarlo y acariciar hasta el último
centímetro de su piel. Pero de pronto se acordó de algo:
—Entonces, si anoche no
estabas con Lisa, ¿dónde estabas?
La seriedad con que la miró
la hizo sentirse inquieta.
Puesto que David le había
traído todos los documentos que hacían que la compra del refugio fuera un hecho
consumado, podía contárselo sin temor alguno. Y eso fue lo que hizo.
Cuando terminó Rocío se
quedó en silencio mientras las lágrimas le desbordaban los ojos.
—No debería habértelo
contado —dijo abrazándola protectoramente—. Te he puesto triste y eso es lo
último que deseo en el mundo.
—No, no es eso —aseguró
Rocío con dulzura.
—¿Entonces?
—Es que… saber que harías
algo así por mí, solo para hacerme feliz… Además anoche todavía no sabías que
estaba embarazada.
—Rochi, no hay nada en el
mundo que yo no haría por ti —le dijo Gastón muy serio—. Cualquier cosa.
—Bueno, ¿ha sido cómo esperabas?
—le preguntó Gastón en voz muy baja.
Sus cuerpos desnudos
descansaban todavía entrelazados.
—No, ha sido mucho mejor
—respondió Rocío con total sinceridad—… pero, solo para estar segura…
Se acercó a besarlo
mientras él soltaba una carcajada de euforia.
—Ven aquí, mi pequeña
hechicera —le pidió estrechándola entre sus brazos—. Mi bella hechicera, mi
vida… mi amor…

me encanto ese final fue tan hermoso...
ResponderEliminarMucha suerte en tu viaje !!
suerte en el viaje y me encanto el final felicitaciones por la gran bove que publicaste :) gracias...
ResponderEliminarME ENCANTOOOOOO!!!!!.... hermoso el final!!.... Suete en tu viaje! que lo disfrutes!
ResponderEliminarme gusto mucho el final suerte en tu viaje
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