domingo, 17 de marzo de 2013

Jugando al amor, capitulo 9


un par de semanas, un ataque de pánico, y una visita a mi
terapeuta más tarde, y he tenido problemas con mi manuscrito
nuevamente. Por lo general, cuando yo estoy en medio de la
redacción, mi cerebro vaga en Fantasilandia sin el más mínimo aviso, aún
si me encuentro en la laptop o no. Hoy en día, tuve que forzar a mi
imaginación entrar en acción. Y eso nunca funcionó.
Con el libro marcado y mi ansiedad de inmersión, buceé sobre si podía
“contarlo como un escrito” y preocuparme de qué diablos iba a hacer si no
podía escribir uno, me decidí a hacer lo que mejor sabía: empujarlo dentro
de esa trampa de acero dentro de mí, así no podía pensar en ello, y me
permitía centrarme en otra cosa.
Ahora que el festival estaba en curso, tomé turnos extras en
el bar y salí con Lali cada vez que me lo preguntó. En mi última visita a
mi terapeuta, él me alentó a probar la cena familia de nuevo, lo cual hice
sin ataques de pánico. ¡Gané! Yo iba mucho al gimnasio y evitaba las
sonrisas seductoras provenientes de Nicolas, el entrenador personal.
Para alivio de Lali, Brenda desapareció de la vida de Gaston tan rápido
como había entrado. No es que me gustaría saberlo, a menos que Lali me
dijera que cómo yo no lo había visto desde aquella mañana en la calle
. El trabajo lo mantenía ocupado, algo que ocurría con una de sus
creaciones, y también tenía este gran evento planeado para su club, Fire,
al final del Festival. Fue entonces cuando descubrí que Peter fue el
arquitecto de Gaston, así que cuando éste se encontraba ocupado, Peter
también lo estaba. Las pocas veces que se suponía íbamos a reunirnos un
rato para ver a un comediante, para beber o para una cena familiar,
Gaston había cancelado, lo que me demostró que estaba equivocada: él
realmente trabajaba por su dinero.
Empecé a ver su ausencia como algo bueno. Me sentí más relajada de lo
que había estado en semanas y Lali y yo nos habíamos acercado. Ella
había confesado todo el fiasco de Peter… después de haber estado
enamorada de él desde que era una niña, Lali había sacado finalmente
coraje para hacer algo al respecto, después de que Peter noqueara al
imbécil de quien había dispuesto para obtener información sobre Gaston.
Se dirigió a su apartamento y casi se arrojó sobre él. Y debido a que Peter
era su tipo y Lali era hermosa, él había aceptado su oferta. Eso fue antes
de que estuvieran casi desnudos completamente y de espaldas debajo de
él. Peter se echó para atrás, explicando que no podía hacerle eso a Gaston
o a ella, y que Gaston nunca se lo perdonaría y él nunca se perdonaría a sí
mismo.
Al darse cuenta de que él pensaba que era sólo una especie de aventura de
una noche, Lali se fue, tranquilamente cuidando un corazón roto y un ego
magullado. Nunca se hubiera adivinado que esas cosas pasaron entre
ellos. Lali estaba súper fresca a su alrededor. Ella dijo que no quería que
las cosas cambiaran y lo trató muy duro. Pero a veces algo suave, algo
“más” entraba en su expresión cuando lo miraba. Cuando pensaba en ello,
hubo algo “más” sobre la forma en que Peter la miraba. La cosa es, que no
pude averiguar si lo de él era sólo lujuria después de ella, o si sus
sentimientos avanzaron un poco más. Tenía curiosidad como el infierno,
pero también sabía que no era de mi incumbencia, así que estaba
manteniendo mi nariz fuera de ello.
Después de abrir mi correspondencia, Lali había tratado de hablar
conmigo otra vez acerca de mi familia, de mi pasado. Yo me cerraba.
El Dr. Pritchard dijo que tomaría tiempo. Por ahora, no podía dejarlo ir, y
no importaba lo que el buen doctor dijera, que todavía no estaba segura de
dejarlo ir.
—¿Bloqueo de escritor de nuevo?
Me giré en mi asiento para encontrarme parada a Lali en mi puerta
agitando un sobre de manija A4 hacia mí. Hice una mueca y cerré mi
portátil.
—Sólo debo conseguir que la impriman en una camiseta.
—Va a pasar.
Mi única respuesta fue un gruñido.
—De todos modos, odio preguntar pero… —¿qué paso?
Agito mi sobre de nuevo.
—Gaston se detuvo anoche cuando tú estabas trabajando y dejó estos
documentos. Acaba de llamar para preguntarme si podía llevarlos a su
oficina porque los necesita para su reunión en dos horas, pero tengo una
clase.
Mi estomago se volcó.
—¿Y quieres que yo se los lleve a él? —Los ojos de Lali estaban todos
grandes y adorables.
—¿Por favor? —rogó.
Mierda, joder, mierda, joder. Gruñendo me puse de pie y tomé el sobre de
ella.
—¿Dónde esta su oficina?
Ella me dio la dirección y descubrí que era por el muelle, lo que significa
que necesitaba tomar un taxi para llegar allí con tiempo de sobra, ya que
tenía que ducharme antes de irme.
—Realmente aprecio esto, Rochi. —Ella sonrió y comenzó a retroceder—.
Tengo que correr. Nos vemos mas tarde. —Y luego ella se había ido.
Y yo estaba ligada a Gaston. Maldita sea. Tratando de ignorar las alas
batiendo en mi estómago, resoplé, murmurando en voz baja mientras me
duchaba y vestía. Me puse un par de pantalones vaqueros, un suéter
delgado, ya que estaba haciendo demasiado calor afuera, y llevando una
chaqueta.
Me quedé mirando mi reflejo en el espejo. Muy poco maquillaje, el pelo
trenzado en un moño desordenado. El suéter era lindo y mostraba un poco
de escote, pero mis pantalones vaqueros viejos y descoloridos. Claro, me
pregunté qué pensará de mí Gaston físicamente, sin embargo yo no iba a
dejar que me cambiara. Nunca me vestí para impresionar a nadie más que
a mí misma, y desde luego no para que a un hombre le gustaban las largas
piernas de mujer, senos pequeños, y un rubio cabello.
El trayecto en taxi pareció una eternidad,
 Encontré la oficina de Gaston en
el mismo edificio igual que la Oficina de un arquitecto, un contador y un
dentista.
La recepcionista rubia no era lo que yo había esperado en absoluto. Ella
era de la edad de Silvia, pero llevaba por lo menos veinte kilos más
, y estaba radiante hacia mí con una gran sonrisa amistosa. Su
tarjeta de identificación, decía: “Morag.” Yo había estado preparada para
alguien alta, delgada y hermosa que se burlara de mis jeans y tratara de
que me sacaran del edifico. ¿Estaba yo en la oficina?
—¿Puedo ayudarte? —Morag siguió sonriendo hacia mí.
—Uh… —Miré a mi alrededor, en busca de una señal de que ésta era la
oficina de Gaston—. ¿Estoy buscando a Gaston Dalmau.
—¿Tiene una cita?
Bueno, por lo que era su oficina. Me acerqué a la recepcionista y agité el
sobre.
—Él dejó estos documentos en casa de su hermana —mi compañera de
cuarto y um, le pidió a ella traerlos. Ella no podía, así que le dije que lo
haría.
Si fuera posible, la sonrisa de Morag se hizo más amplia.
—Oh, que amable de tu parte, querida. ¿Puedo tomar tu nombre?
—Rochi Igarzabal.
—Un segundo. —Ella tomó el teléfono sobre su escritorio y no tuvo que
esperar mucho tiempo—. Tengo a Rochi Igarzabal aquí con unos documentos
para usted, Sr. Dalmau. —Ella hizo un “mmm hmm” ruido—. Voy
hacer eso. —Colgó y me sonrió—. Te voy a enseñar la oficina de Sr.
Dalmau, Rocio.
Apreté los dientes.
—Es Rochi.
—Mmm Hmm.
Era bastante molesto que se reusara a llamarme otra cosa que Rocio,
¿Realmente tenían que tener a otras personas abordo? Seguí a la alegre
recepcionista, de mediana edad, por un pasillo estrecho hasta que
llegamos a una oficina en la esquina. Golpeó la puerta, una profunda voz
contestando con un:
—¡Pase!
Me estremecí ante esa voz y me pregunté por un instante si lo perdí estás
dos últimas semanas.
—Rocio, para usted. Señor —anunció Morag mientras abría la puerta.
Deambuló más allá de ella y escuché la puerta cerrarse detrás de mí
cuando nos dejó solos.
La oficina era más grande de lo que esperaba con una gran ventana
mirando al muelle. Era muy masculina con una enorme biblioteca de
nogal y un escritorio, sillón de cuero, sofá de cuero negro y robustos
estantes sosteniendo las carpetas y ediciones de tapa dura. Unos
archivadores metálicos fueron almacenados en la esquina. En la pared,
sobre el sofá había una enorme pintura de Venecia, y en las estanterías
más de una fotografía enmarcada de él con Lali, Peter y con la familia de
Lali. En la esquina detrás de mí había una cinta de correr y un banco de
pesas.
Gaston estaba sentado en su escritorio, con las piernas estiradas hacia
afuera, delante de él, mientras me miraba. Sentí esa patada en mi
intestino otra vez a la vista de él y el familiar cosquilleo entre mis piernas.
Jesús, fue aún más caliente de lo que recordaba.
Joder, mierda, joder, mierda.
—Oye. —Saludé con una mano a él. Abridor de ingenio, Rochi, muy agudo.
Gaston me sonrió y me quedé helada cuando sus ojos pasaron lentamente
sobre mí, tomándose su tiempo. Tragué saliva, mi corazón llevándolo a
otra velocidad, él no me había mirado así desde la noche en el bar con
Daniela.
—Es bueno verte, Rocio. —Se sentía como siempre.
Haciendo caso omiso de la oleada de placer que esas palabras producían,
me adelanté y le tendí el sobre.
—Lali dijo que necesitabas esto pronto. —Él asintió con la cabeza, sin
dejar de mirar hacia mí mientras tomaba los documentos.
—Agradezco los trajeras. ¿Cuánto te debo por el taxi?
—Nada. —Negué con la cabeza—. No fue un problema. Sólo estaba
golpeando mi cabeza con mi escritorio de todos modos.
—¿Bloqueo de escritor?
—El cemento del escritor.
Él sonríe.
—¿Así de mal?
—Muy malo.
Con una sonrisa de simpatía se puso de pie, nuestros cuerpos tocándose a
distancia. Sentí el aliento chorreando encima de mí, con mi cabeza hacia
atrás para mirarlo a los ojos.
—Lo siento, tuve que cancelarte esas últimas veces.
Lo hizo sonar como si me hubiera cancelado una cita. Me reí, confundida.
—De acuerdo.
—Me detuve anoche pero no estabas allí.
—Estaba trabajando. Turnos extras. —Tomé un paso atrás esperando
tener menor proximidad con él, más rápido se podría reducir el calor en mi
sangre.
Pensé que lo vi sonreír mientras se giraba y colocaba los documentos en
su escritorio.
—La última vez que nos vimos creo que dije algo que te envió corriendo por
las colinas. ¿O tal vez fue alguien que estaba conmigo?
Arrogante imbécil. Solté una carcajada.
—¿Brenda?
Su sonrisa era engreída ahora cuando me devolvió la mirada.
—¿Estabas celosa?
¿Estábamos realmente teniendo esta conversación? No lo había visto en
dos semanas y, y… ¡pff! Sonriendo con asombro a su egoísmo, crucé los
brazos sobre mi pecho.
—Tú sabes, es un milagro que lograra meterse en la habitación, lo que con
su gigantesco culo de ego ocupa todo el espacio.
Gaston se rió
—Bueno, saliste corriendo por algo, Rocio.
—Uno: deja de llamarme Rocio. Es. Rochi. Y dos: Tú acababas de
soltar que yo era de alguna manera “Familia” sólo después de mí hace
unas pocas semanas. —Frunció el ceño mientras procesaba esto y se
recostó contra el escritorio nuevamente, cruzando los brazos sobre su
amplio pecho pensando sobre eso.
—¿Lo hice?
—Lo hiciste.
De repente, sus ojos buscaban mi rostro y estaban llenos de todo tipo de
preguntas.
—Lali me habló de tu familia. Lo siento.
Mis músculos se cerraron, el calor que sentía era como si hubiera
arruinado el aire acondicionado. ¿Qué podía decir? No quería la gran
oferta de él, y tampoco quería que me Psicoanalizara.
—Fue hace mucho tiempo.
—No me di cuenta que había insinuado eso. Acerca de la familia. Pero las
cosas están empezando a tener sentido. La cena a Silvia… estás huyendo
—No —le solté, dando tres pasos hacia él. —Gaston, no —mi voz calló
mientras yo trataba de calmar las ganas de morderlo como un animal
herido—. Yo no hablo acerca de ello.
Cuando él me observó no podía dejar de preguntarme en qué estaba
pensando. ¿Pensaba que estaba loca? ¿Patética? ¿Me importaba? Y él se
limitó a asentir.
—Lo entiendo. No tenemos que…
Alivio se apodera de mí y di un paso atrás pero Gaston se movió hacia mí y
casi me tocó otra vez.
—Estaba pensando en tener un Picnic este sábado si está
bonito, para hacer las paces con Lali por no haber estado mucho
últimamente. Yo sé que extraña a Peter también. ¿Quieres venir?
—¿Eso depende? —Encontré mi camino de regreso en un
intento de sentirme menos fuera de balance—. ¿Vas a insinuar que estoy
celosa del sándwich que vas a comer?
Él se echó a reír, una risa de cuerpo completo que hacía cosas dulces en
mi interior.
—Me lo merezco. —Él merodeaba cerca, así que tuve que retroceder—.
¿Pero me vas a perdonar y venir? ¿Cómo amigos? —Sin embargo había
algo deliberadamente sarcástico acerca de la forma en que dijo “amigos”.
Le miré con suspicacia.
—Gaston…
—Sólo amigos. —Bajó la mirada a mi boca y se le oscureció—. Te lo dije.
Puedo fingir si tú puedes fingir.
—Yo no estoy fingiendo. —¿Esa fue mi voz entrecortada y caliente?
Gaston sólo me sonrió como si no me creyera.
—Tú sabes que realmente estas poniendo presión sobre mis habilidades de
actuación.
—¿Habilidades de actuación?
—Pretender, Rocio. —Dio un paso adelante, sus ojos estrechándose con
intención—. Nunca he sido muy bueno en eso.
Oh mi Dios, él va a besarme. Yo estaba de pie en su oficina en pantalones
vaqueros con el pelo de mierda y me iba a besar.
—Sr. Dalmau, el Sr. Rosings y Sra. Morrison están aquí para verle. —
La voz de Morag hizo eco en la oficina desde el intercomunicador y Gaston
se tensó. Una mezcla de alivio y decepción me inundó y di un paso atrás
insegura, volviéndome hacia la puerta.
—Voy a dejarte seguir.
—Rocio
Me di la vuelta, mis ojos buscando cualquier lugar, pero dentro suyo.
—¿Si?
—¿El día de campo? ¿Estarás allí?
La sangre seguía susurrando en mis oídos y mi cuerpo estaba colgado,
todavía apretado con anticipación para su beso, pero empujé a un lado
todo eso, recordando quién era y lo mucho que me asustó.
Levanté la barbilla y le miré a los ojos. —Como compañera de cuarto de tu
hermanita, si, voy a estar allí
—¿No como mi amiga? —Bromeó.
—No somos amigos, Gaston. —Arrastré la puerta de su oficina abierta—.
No. No lo somos.
No tuve que dar la vuelta para ver su expresión. Lo sentí en sus palabras.
Apresurándome por el pasillo, apenas logré escapar rápido de Morag antes
de zambullirme en el ascensor que me llevaría lejos de él. ¿Qué había
pasado? ¿Dónde tenia la platónica, Gaston fue “amistoso
¿Pensé que no era su tipo? Pensé que estaba a salvo.
No. No es así. Esas palabras hicieron eco en mi cabeza mientras salía del
edificio de oficinas y al aire fresco. No fueron sus palabras. Era el tono en
el que habían sido envueltas. Y esas palabras habían sido envueltas en un
montón de intención sexual.
Mierda.                                                                           adaptacion

3 comentarios: