sábado, 27 de abril de 2013

tormenta de hielo capitulo 3


Capítulo 3

por sólo un momento, Gaston lucía como si le hubiera dado un golpe bajo.
Su expresión fue tan inexplicable y tan breve que Rocio asumió que debió
haberlo imaginado. Todavía se sentía torpe y un poco enferma, sin
embargo, cuando dejó su dormitorio y cojeó hasta la cocina.
No podía creer que había sido lo suficientemente estúpida para besar a Gaston,
después de todo lo que había sucedido. Debía de ser algún tipo de masoquista en
secreto, sólo pidiendo más dolor.
Hizo su mejor esfuerzo para sacudirse el sentimiento. No había escapatoria, al
menos por esta noche, y de alguna manera tenía que hacerlo a través de las
próximas doce horas.
La hoguera que Gaston había construido en la chimenea de doble cara estaba
ardiendo amablemente, calentando tanto la cocina como la sala de estar. Se levantó
en frente de él durante un minuto, calentándose y escuchando el chisporroteo
acogedor del sonido.
—Creo que deberíamos encontrar algo para la cena —dijo Gaston, al entrar en la
cocina para reunirse con ella. Lucía perfectamente normal, tranquilo, de hecho en
control.
Rocio deseaba desesperadamente que estuviera tan controlada como él estaba
siempre.
—Sí —acordó—. No puedo creer que ya sea tan tarde. La estufa debería trabajar ya
que hay gas. Sólo podemos encender los quemadores manualmente. Estoy segura
de que hay sopa conservada en la despensa.
Ambos fueron a investigar la grande y bien surtida despensa, y Rocio entregó a
Gaston un par de latas costosas de carne y sopa de verduras.
—¿Puedes hacer que funcione? Nos preparé unos sándwiches también.
Lo siguió a la cocina con una barra de pan crujiente, y, mientras él trabajaba en los
quemadores, ella abrió el refrigerador.
La cocina de su madre estaba siempre abastecida de comida. Iba casi todos los días
al supermercado y nunca compraba nada barato o en oferta. Nunca había utilizado
un cupón en su vida. Así que el fiambre, queso y condimentos que Rocio reunió
eran tan gourmet como era posible encontrar en el condado rural.
Fue sólo después de que Rocio había comenzado a vivir por su propia cuenta que
entendió lo costoso que tales artículos podrían ser
—Está aún frío en el refrigerador —dijo, llevando su botín a la gran mesa de la
cocina. Estaba prácticamente sólo haciendo conversación—. Esperemos que la
energía regrese antes de que mi mamá pierda toda esta comida.
—Podríamos sólo moverla al exterior. —La voz de Gaston fue ligera y seca, y su
atención estaba centrada en revolver la olla de sopa.
Sintiendo la necesidad de un refuerzo extra, se acercó a la barra y se sirvió una copa
de una botella abierta de vino tinto.
—¿Quieres una cerveza? —preguntó por encima del hombro.
—Lo que sea que tengas allí está bien.
Le sirvió vino también y luego llevó las copas y la botella sobre la mesa.
Hizo sándwiches rápidamente. Ya que la sopa no estaba lo suficientemente caliente
aún, ella mató el tiempo comprobando en su teléfono inteligente el correo
electrónico y el pronóstico del tiempo.
—Dicen que se supone que va a parar alrededor de la medianoche y luego entrará
en calor en la mañana, así que con suerte no debería estar mal por mucho tiempo.
—Bien.
Se sentía incómoda y extrañamente tímida, y odiaba sentirse de esa manera, así que
se mantuvo examinando el correo electrónico y escribió mensajes de texto a un par
de amigos, mientras Gaston llevó la sopa a la mesa en dos grandes tazones.
—¿Está pasando algo? —él preguntó, señalando con la cabeza hacia su teléfono.
Ella sacudió la cabeza.
—Sólo mirando el correo electrónico del trabajo.
Colocó lejos el teléfono mientras comían. Su madre le había enseñado sus modales,
y acababa de ser simplemente grosera. Era una red de seguridad de todas formas, y
preferiría más ser lo suficientemente fuerte como para atravesar esta comida sin una
seguridad artificial.
—¿Cómo va tu trabajo? —preguntó antes de tomar un bocado de su sándwich.
Era una pregunta perfectamente inocua. El tipo de pregunta informal que
cualquiera siendo amable podría hacer. Ella y Gaston no eran informales, sin
embargo, y no eran inocuos tampoco.
No eran nada.
Se forzó por bajar el oleaje de resentimiento defensivo y obligarse a responder.
—Está bien.
—Tu mamá dijo que conseguiste otro ascenso este año.
Sí, lo obtuve. —Tomó lentamente un sorbo de vino, sobre todo por hacer una
pausa y reunir sus pensamientos. No había razón para que fuera un problema, pero
le molestaba que su madre hubiera estado hablando con Gaston acerca de su
trabajo—. Mi filosofía es siempre llegar a tiempo y hacer mi trabajo sin causar
problemas, si probablemente lo estás haciendo mejor que la mayoría de la gente y
ellos eventualmente te ascenderán.
—¿No crees que eres buena en lo que haces?
—Oh, seguro. Creo que hago un trabajo decente. Pero yo no soy un gurú del
marketing ni nada.
Sus ojos, en el resplandor de la luz del fuego, se centraron en
ella de verdad, sin mirar justo por delante de ella como lo había estado haciendo
desde que habían entrado a la cocina.
—¿Lo disfrutas?
—Seguro. Es como cualquier otro trabajo. A veces es bueno y a veces te vuelve
loco.
—Solías desear manejar una florería en la cuidad.
Bajó la cuchara que acababa de levantar a su boca y lo miró fijamente.
—¿Hablas en serio?
—¿No es eso lo querías hacer? Dijiste que querías estar rodeada de flores.
—¡Tenía doce años!
—Dijiste algo similar cuando eras mayor. —Se encogió de hombros—. Pensé que
era en serio.
Tragó saliva duro. No podía creer que Gaston recordará tal absurdo y fortuito
detalle y le molestaba demasiado.
—Los niños son serios acerca de un montón de cosas tontas. Esta comunidad
nunca podría apoyar una florería.
—Muchas personas mueren y se casan y tienen aniversarios en este condado y
quieren algo que flores de supermercados. Con tu experiencia en marketing, estoy
seguro de que podrías…
—¿Quisieras parar? —le interrumpió, sonando más aguda de lo que había
previsto—. Ya tengo un buen trabajo.
—¿Te gusta vivir ahi?
Levantó un hombro en un medio gesto de desdén.
—Seguro. Simplemente es algo a lo cual uno se termina acostumbrando.
—Todavía vienes mucho por aquí de visita. ¿Lo extrañas?
Sabía demasiado sobre su vida, y él estaba haciendo demasiadas preguntas. No era
asunto suyo si echaba de menos su ciudad natal, lo cual hacía, o si sería más feliz
haciendo algo diferente.
—¿Por qué soy la única que consigue ser interrogada? ¿Qué hay sobre ti? ¿No
querías hacer muebles cuando eras más joven?
Le preguntó en un tono que implicaba que era un recuerdo muy vago, pero sabía
muy bien que había sido su sueño desde años.
Él la miró sin levantar la voz.
—Hago muebles.
—Como extra, tal vez. Pero no puedes tener mucho tiempo extra con todos tus
negocios.
Sólo se encogió de hombros, como lo había hecho ella antes.
—¿Te gusta lo que haces?
—Soy bueno en eso, y la gente necesita un contratista confiable.
—Ya lo sé, pero no es lo que pregunté. ¿No preferirías sólo hacer carpintería?
Había terminado su sándwich, pero aun así miró hacia abajo a su plato vacío.
Finalmente, otra vez levantó sus ojos a ella.
—Todos crecemos.
Lo entendió. Lo entendió perfectamente. Había pasado por la misma experiencia.
En el mundo real, no siempre haces lo que te hace más feliz. Haces lo que debes
hacer. Te ajustas. Lo superas.
Había sostenido su mirada durante mucho tiempo, y sintió sus mejillas calentarse,
mientras miraba hacia abajo confundida y aturdida,
Terminó su sopa sin hablar.
Cuando habían lavado los platos, recogió una linterna y dijo:
—Supongo que encontraré algo para leer. O algo.
Gaston asintió.
—Voy a comprobar fuera y asegurarme de que todo está bien con la casa.
Estaba oscuro como boca de lobo afuera y sonaba horrible, pero no objetó. Era un
hombre maduro. Si él quería salir en este tiempo y ser idiota, para él estaba
permitido.
Fue al baño y entonces decidió que también podría prepararse para ir a la cama. Se
cambió a un par de apropiadas pijamas de lana, la más cálida que tenía, y colocó la
sudadera sobre ellas. Encontró un libro, se sirvió otra copa de vino tinto y
consiguió un paquete de hielo para su tobillo. Estaba tirada en el gran sofá delante
del fuego cuando Gaston volvió.
El hielo estaba desprendiéndose en pequeños chasquidos mientras se movía.
—¿Cómo está todo?
—Se ve bien. Han perdido algunas ramas, pero ninguna de los árboles. Y el techo
se sostiene bien.
—Bien.
Ya que había traído la botella y una copa vacía a la sala de estar, él se sirvió el
último trago de la botella.
Ella estaba tratando de entretenerse con su libro, pero no podía concentrarse y
dejar de mirar por encima de él, sus ojos lo buscaban.
Estaba tan deliciosamente masculino como siempre, la sombra de su barba era
incluso más oscura y su piel enrojecida ligeramente por el viento y frío. Pero
también parecía incómodo en sus botas y pantalones vaqueros.
—Puedes chequear en la antigua habitación de Nicolas por algo para cambiarte por
esta noche, si lo deseas. Todavía tiene toneladas de sudaderas y esas cosas allá
arriba. Puedes encontrar algo que te quede. Podrías estar más cómodo.
Vaciló un poco. Luego asintió.
No estaba haciendo nada más que concentrarse en el libro cuando él regresó unos
diez minutos más tarde.
Llevaba un viejo par de pantalones de ejercicios negros, sólo ligeramente demasiado
cortos, y una sudadera gris que combinaba con la ropa que ella estaba usando,
también del equipo de fútbol americano de su escuela, pero con el logo de un año
diferente.
—No te rías —dijo, capturando su escrutinio—. No sabía que Nicolas fuera tan
pequeño de estatura.
Ella se río, encontrando el pequeño tic en la comisura de su boca irresistible.
—No le digas o lastimarás sus pobres sentimientos.
Nicolas no era particularmente bajo, era diez centímetros más alto que ella, pero él era
cinco centímetros más bajo que Gaston.
Gaston parecía diferente de lo normal. Más relajado. Menos reservado. Así como
sexy.
Le dio un giro doloroso en su estómago.
Él se sentó en un extremo del sofá y puso sus pies en su regazo. Cuando le dio una
mirada de cuestionamiento, sólo dijo:
—Deberías mantener el tobillo elevado.
Esto sonaba bastante razonable, y apenas podía alejarlo a una de las dos sillas de
respaldo, las cuales no eran muy cómodas para sentarse por mucho tiempo, o el
asiento de la ventana, que estaba mucho más lejos de la chimenea.
Él encontró un libro también, así que ambos leyeron un rato en la luz de la hoguera
y la linterna. Gaston de vez en cuando se levantaba para devolver la bolsa de hielo al
congelador, atender la hoguera, o conseguir otra bolsa de hielo para su tobillo.
Después de un par de horas, Rocio tuvo que dejar su libro, ya que estaba
demasiado soñolienta para concentrarse en las palabras.
Estaba congelándose, a pesar del fuego. La temperatura debía estar bajando aún
más en la casa.
Se levantó para ir al baño y encontrar sábanas de franela y una manta gruesa.
Estaba en su camino cuando se apoyó en su tobillo malo nuevamente. Se fue abajo,
desgarrando su tobillo aún más en el proceso.
Maldijo y se mordió su labio tratando de sofocar los quejidos involuntarios de
dolor.
Le tomó un minuto recuperar el aliento y luego otro minuto para volver a ponerse
en pie. Estaba en medio de la sala, y no había nada excepto la pared para levantarse.
Estaba finalmente arriba y arrastrando los pies de nuevo a la sala de estar con los
brazos llenos de sabanas y mantas, sus dientes castañeando de frío y su tobillo
palpitando brutalmente, cuando Gaston apareció frente a ella.
Era la última persona que quería ver.
Con una mirada impaciente, él se movió rápidamente para poner un brazo a su
alrededor para apoyar parte de su peso.
También tomó las mantas de sus manos.
—¿Qué pasó?
—Nada. —Tenía frío, dolor y frustración, y ahora estaba avergonzada—. Sólo me
caí. Estoy bien.
—¿Por qué diablos no me llamaste para pedir ayuda? —exigió en tono
malhumorado como había sido esa tarde.
—Porque no necesitaba ayuda. —Apretó las palabras a través de una mandíbula
cerrada y lo miró resentida. Debería haber sabido que no podía permanecer sin ser
detestable durante mucho tiempo.
—Necesitabas mi ayuda. Ahora apenas puedes caminar y estás helada.
Trató desesperadamente de mantener sus dientes sin castañear, pero no podía
hacerlo.
—Nunca he visto a nadie tan terco como tú.
—¿Has mirado en un espejo? —replicó, con lo que ella pensaba que era una
impresionante agudeza.
—Si yo tuviera un esguince de tobillo, condenadamente bien dejaría que alguien
me ayudara.
—No lo harías. Te esconderías hasta mejorarte. No tienes derecho a reprocharme a
mí ser terca. ¿Recuerdas cuando tenías quince años? No le permitiste a la iglesia
ayudar a tu mamá cuando su sótano estaba inundado. Insististe en hacer todo tú
mismo. Construiste toda tu maldita casa por ti mismo, aunque Nicolas trató de
ayudar casi todos los fines de semana. No has aceptado ningún regalo o gesto de
caridad en los últimos quince años. ¿Cómo te atreves a intentar decirme que soy
demasiado terca?
Estaba sintiéndose molesto y ruborizado mientras ella arremetió, pero al menos él
también estaba siendo proactivo. La había llevado de espaldas al sofá, le ayudó a
extender la sábana de franela en el sofá y la cubrió con una manta cuando se había
sentado y luego se estiró.
Ahora sólo caminaba fuera de la habitación, dejándola tan sorprendida que ella no
podía incluso sentirse enojada.
Nunca había sabido de alguien que se saliera tan groseramente en mitad de una
discusión.
Regresó casi inmediatamente con una bolsa de hielo fresca. Trató de ponerlo en su
tobillo, pero ella se sacudió lejos tan pronto como podía.
—Está demasiado fría. —Estaba acurrucada bajo la manta, tratando de quitar su
indefenso temblor. El fuego ayudaba, pero no lo suficientemente rápido.
—Lo necesitas —dijo suavemente—. O el tobillo se te hinchará aún más.
Sabía que él tenía razón, así que no discutió nada más, pero la bolsa de hielo hizo
que su cuerpo tuviera incluso más frío.
La miró fijamente por un largo rato, y ella no entendía la mirada en sus ojos. Luego
le hizo un gesto con su mano.
—¿Podrías recorrerte un poco?
Hizo lo que le dijo, aunque no tenía ni idea de por qué él lo estaba pidiendo.
Se dio cuenta muy pronto cuando se sentó en el sofá a su lado. Antes de que se
diera cuenta de lo que estaba pasando, él los había reorganizado a ambos por lo que
la tenía en sus brazos, apoyada contra su pecho.
Era un error. Estaba totalmente equivocado. Ella estaba tan fría, sin embargo, el
cuerpo de él era deliciosamente caliente. Realmente le gustaba cómo se sentía al ser
sostenida por él.
Se habían sentado así durante horas un verano, hablando, viendo la televisión, sólo
estando juntos.
Él estaba reorganizando la manta sobre ambos, y la tensión era tan palpable que
Rocio pensó que podría ahogarse en ella. En un intento de romperla, suavemente,
dijo:
—Esto es sólo una forma disimulada de compartir mi manta, ya que eres
demasiado perezoso para conseguir la tuya.
Se río, suave y bajo. Amaba cómo sonaba y cómo se sentía.
—Culpable.
Se acurrucó contra él y pronto dejó temblar.
Ambos estaban mirando el fuego cuando Gaston volvió a la conversación anterior.
—Las cosas que tu llamas terquedad en mí no son realmente así. Es autosuficiencia.
Es importante para mí. Y es una cosa diferente.
—¿Por qué es tan importante ser autosuficiente? —Era una pregunta genuina, ya
que su anterior ira había desaparecido casi por completo.
Él no respondió.
Ella giró un poco su cuerpo para mirarlo. Su cara estaba apenas a unos cuantos
centímetros.
—¿Gaston?
—No sé —admitió, sonando incómodo y sin mirarla a los ojos—. Una manera de
demostrar mi valía, supongo.
—Demostrar lo que vales, ¿por qué?
Él no respondió directamente esta vez. En cambio, dijo en un tono diferente:
—Sabes cómo era para mi mamá. Este es un pueblo pequeño, y las personas son...
prejuiciosas.
—Las personas son prejuiciosas en las ciudades también. Simplemente no están en
tu cara bastante tiempo. —Ella exhaló—. Conozco gente que juzgó a tu mamá. Mi
abuelo lo hizo, y fue... terrible sobre ella. Pero no todo el mundo aquí lo hace. Y
nunca nadie te ha juzgado.
—¿No lo han hecho?
Su cuerpo se sentía más tenso de lo que había estado antes. Sabía que él estaba
sintiendo algo profundamente y su corazón sufría por él.
—¿Quién te juzga? Siempre has sido muy popular en la escuela, y todo el mundo
en el pueblo piensa que caminas sobre el agua ahora.
—Tuve un largo camino que escalar. —Las palabras eran suaves, sin inflexiones, no
amargas, sólo resignadas.
—Gaston —dijo, sintiéndose extrañamente urgente y emocional. Se giró por lo que
ella estaba frente a él, y también prácticamente acostada encima de él. Quería ver su
rostro, sin embargo—. ¿Quién te juzga? ¿De quiénes estás hablando? Nunca lo
hicimos. Mi mamá, Nicolas o yo. Te juro que nunca lo hicimos.
—Sé que no. —Sus ojos eran de algún modo extraños, suaves y urgentes a la vez.
—Todos pensamos que eras... pensábamos que eras genial. —Su voz tembló al
final, ya que el tiempo pasado era tan aplastante.
Aún todavía pensaba que era genial, el mejor hombre que ella conocía aparte de
Nicolas, no la había tratado tan desalmadamente hace ocho años.
Todavía no lo entendía. Simplemente no parecía encajar.
—Ya lo Sabía. No tienes ni idea de lo que significaba para mí. —Sus brazos estaban
todavía a su alrededor y uno de ellos la apretaba deliciosamente. La otra mano se
deslizó hacia abajo de su espina dorsal hasta que presionó contra la parte baja de su
espalda.
Parecía que se estaban abrazando, y Rocio quería sentir aún más.
Su mente era una maraña aturdida, se las arregló para recuperar el hilo de su
conversación anterior.
—Así que si es tan importante para ti ser autosuficiente, ¿por qué llamas a mi
autosuficiencia terquedad? ¿Por qué no puedo ser autosuficiente también? —Su voz
estaba extrañamente ronca en las últimas palabras, y no fue porque quisiera llorar.
Levantó la mano que había estado acariciando su espalda y ahuecó su mejilla con él
en su lugar.
—Porque estoy aquí —murmuró—. Porque estoy aquí, y quiero ayudarte.
Sus labios se separaron inconscientemente en la ternura de las palabras, y tal vez él
lo tomó como una invitación.
Dirigió su cabeza hacia abajo, hasta que sus labios se encontraron. No era exigente
o intrusivo, sólo suave y casi necesitado.
No pudo evitar responder con sentimiento y la sensación hinchó dentro de ella con
el roce de sus labios.
Ella se movió lo suficiente para llevar una mano que pudiera acariciar su rostro,
amaba la textura de su barba contra el toque su palma.
Él profundizó el beso lentamente, deslizando su lengua a lo largo del contorno de
sus labios y deslizando una mano abajo para frotar la parte baja de la espalda y
luego bajar a la parte inferior.
Se movió con gusto, abriendo su boca para sentirlo más profundamente y frotando
sus pechos contra su pecho.
—Rocio —dijo con voz ronca, cuando finalmente se apartó lejos, pero sólo para
presionar suaves besos en las comisuras de su boca—. Rocio ¿cómo está tu tobillo?
La risa la golpeó tan de repente que se rió sin poder hacer nada contra su boca.
Sonrió en un último beso breve con sus brazos apretados alrededor de ella.
—A pesar de como sonó, no fue mi intención cambiar de tema. Sólo quería decir
que no quiero que hagas nada que te lastime el tobillo.
—Mi tobillo está muy involucrado en este proceso.
Con un resoplido de diversión, él los giró a ambos para que ella estuviera de
espaldas y él estuviera encima de ella.
—Bien. —Se inclinó hacia abajo en otro beso.
Rocio se movió por debajo de él cuando su abrazo se intensificó, y, cuando había
liberado una de sus piernas, se envolvió alrededor de su cadera, necesitando sentir
su cuerpo duro contra el dolor delicioso entre sus piernas.
Le escuchó hacer un ruido áspero bajo en su garganta, y él se separó de su boca para
enterrar su cara en el hueco de su cuello.
—Rocio —murmuró, pronunciando el pulso palpitante en su garganta—. Rocio,
si vas a parar, por favor házmelo saber ahora.
Su cabeza giraba y su cuerpo palpitaba y Gaston era lo único en el mundo que ella
quería.
Sabía que estaba mal. Era una tontería. Lo haría todo mucho más difícil.
En el momento, no podía evitar la tentación.
Se ajustó hasta que encontró la protuberancia en su ingle y se frotó contra ella
descaradamente.
—No voy a detenerme.

7 comentarios:

  1. Noooooo!!! No lo podes dejar ahi!!!
    Quiero el proximo yaaaaaaa!!! No tardes en subirlo! Si podes subilo hoooooooy!!! Lo quiero, lo quiero, lo quierooooooooooooooo!!!!!
    Me encanta la nove!!

    Besos :)

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  2. sip xf subi rapido el siguiente cap x fa hoy mismo si uedes

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  3. subi el proximo ya!!! por favor subilo hoy!!!

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  4. Ahh pero sos una h.... no lo podes dejar ahi!!!... espero pronto el proximo cap!!..

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  5. Por dioooooooooos, era necesario cortarlo ahi?? mndcjbujvh ♥

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  6. no lo puedes dejar asi sube rapidooooo

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