viernes, 14 de junio de 2013

Casi... capitulo 11


Capítulo 11
::Rochi::
deja caer su mochila junto a la mía y se desliza en el
escritorio a mi derecha.
—Odio la idea de que este examen final de
matemáticas va a matar nuestra amistad.
—¿Eh? —pregunto, sólo escuchando a medias.
—Repruebo, y tú vas a la universidad dejándome a mí atrás.
¿Todavía pasarás el rato conmigo cuando mi carrera alcance un punto
máximo como el asistente del gerente de Taco Delights?
—Sólo si me das taco-helados gratis. Además, creo que tú podrías
ser gerente. —No miro hacia arriba.
Estoy enviándole un mensaje a Rochi. Quiero esto enviado antes de
que el profesor de matemática, llegue y me atrape con mi
teléfono afuera.
—Los gerentes tienen que ser capaces de contar más allá de sus
dedos. Vamos hombre, te necesito al frente y centro para mi fiesta de
lástima. ¿No te importa que esté a punto de hundirme en llamas? Has
estado enviando mensajes de texto sin descanso. ¿Qué pasa? ¿Quién está
caliente?
Le echo un vistazo y me doy cuenta de que el tipo está un poco
patético hoy. Su pelo está desecho como si acabara de
rodar fuera de la cama. Además no hay mucha chispa para causar
problemas en sus ojos tampoco.
—Lo siento. Tengo un nuevo enamoramiento, y estoy haciendo que
funcione. Vas a rockear al final, no te preocupes —le digo mientras envío
el mensaje.
Asiente hacia mi teléfono.
—Ese mensaje era lo suficientemente largo para ser una novela. Y de
nuevo… ¿quién es la chica?
El Señor Madsen aún no está a la vista. El rumor volando alrededor
del salón es que la copiadora de la oficina principal se quebró. Hay una
posibilidad de que nuestro examen final podría ser reprogramado.
Durante el almuerzo.
—¿Qué piensas sobre mí teniendo una novia real para el verano?
Como a largo plazo —pregunto.
Peter ríe tan fuerte que le salen lágrimas de sus ojos, y la mitad del
salón voltea a mirar.
—Jesús, casi sonabas serio —agrega cuando me quedo en silencio.
—Hablo en serio. ¿Qué dirías si ese mensaje era para Rochi Igarzabal?
Peter se ríe aún más fuerte.
—¡Amigo! Me asustaría. Comprobaría si tuvieras un ombligo sólo en
caso de que hubieras sido cambiado por una raza alienígena. Organizaría
una intervención y te conseguiría la ayuda que necesites. Dime que estás
bromeando. Dime que tú, actuando como un completo bicho raro ayer y
usando su abrigo rosado alrededor después de que ella la perdió en el
almuerzo, no era sobre tú queriendo conectar con esa chica.
Me encojo de hombros.
—No conectar. Salir. Ella está caliente como el infierno. Incluso
dijiste eso.
—Sí… es decir caliente y hielo frío. ¿O debería concentrarme en el
hecho de que también dijiste la palabra infierno por el resto de esta
conversación? Salir con esa chica, incluso por un segundo sería un
absoluto infierno. ¿Tienes ganas de morir?
—Caliente y dulce, en realidad. Ella es diferente. No cómo todo el
mundo piensa en absoluto, me gusta. Ella me gusta, gusta. Lo juro.
—Amigo. Muéstrame tu ombligo ahora mismo.
El Señor Madsen deambula en el salón sosteniendo una pila de
pruebas engrapadas.
—Lo siento. Tuve que hacer estas en la máquina del departamento
de música. Lápices y borradores son las únicas cosas que quiero ver en sus
escritorios. Una vez que completen las primeras dos páginas, gírenlas
hacia mí y les entregaré la última parte de la prueba y una calculadora.
Señor Dalmau, cuando usted haya completado todo examen final, repórtese
con el entrenador Williams. Él tiene un hueso para que recoja sobre algo
que podría haber sido hecho a su copiadora personal, ¿por usted? —El
profesor me dispara una mirada acusadora.
Mi corazón golpea y se pega detrás de las cuencas de mis ojos.
Todavía está latiendo rápido, así que eso quiere decir que mis ojos deben
estar dejándome colgado con un latido que todo el mundo puede ver.
—Claro. Seguro —digo ahogándome, planeando ya mi escape por
las puertas laterales.
El Señor Madsen asiente como si pudiera leer mi mente.
—Me dijo que le dijera que estará esperando, sin importar cuando
tiempo le tome. Si usted no se presenta, él va a llamar a su abuela.
* * *
—¡Si yo no fuera un profesor que valoraba mi carrera, te tiraría con
un golpe tan fuerte que te podría directamente en la sala de emergencias!
—El entrenador William grita cuando entro a su salón de clases.
—Adelante —finjo, caminando lentamente hacia él—. Me
encantaría una oportunidad para ayudar a que lo despidan. Oh y es genial
verlo también.
—Explica esto. —El entrenador sacude la copia original del
contrato que copié ayer en mi cara.
Hago una mueca. Había olvidado el original en la máquina. Mierda.
Habría olvidado a un bebé gritando en esa copiadora con esa chica
disparándome guiños y llamándome novio.
Cualquiera lo habría hecho.
—Sabes que Rochi Igarzabal está fuera de límites. ¿Este es un contrato
que ustedes han salido? Jesucristo, Dalmau. ¿A qué demonios están
jugando?
Miro el contrato, preguntándome si puedo sólo agarrarlo y correr,
pero no lo hago. Estoy mucho más allá de dejar que este tipo me intimide.
En realidad estoy agradecido de que fuera el entrenador quien encontró el
contrato y no alguien más. El tipo sabe tanto como yo sobre la situación
de Rochi. Él era parte de su situación, y de la mía. Parte de no procesar al
imbécil sénior que creó su situación.
Lo nivelo con una mirada fija.
—Supongo que podría hacerle la misma pregunta, entrenador. ¿Por
qué diablos Rochi está trabajando toda las tardes para su programa de
música? Usted habla. Yo Hablaré. Tengo la sensación de que ella estando
aquí todas las tardes no tiene nada que ver con su deseo de créditos para
solicitud de la universidad.
—Ella ha estado trabajando para mí desde el primer año, a petición
de sus padres. Y realmente no trabaja, mayormente ella… ella… —Deja
escapar un largo suspiro y sacude su cabeza—. No estamos discutiendo
mis arreglos, o los de ella. Quiero saber qué crees que estás haciendo
hablándole siquiera a esa chica. Debes haber hecho al menos eso porque
ambos firmaron este documento idiota. ¿Qué pasó con tu promesa?
—¿Qué hace Rochi aquí? ¿Qué? —Insisto—. No voy a sincerarme ni
un centímetro a menos que usted lo haga primero. Durante el programa de
música, ¿Rochi Igarzabal mayormente hace qué?
—Duerme. —El entrenador echa chispas por los ojos y cruza sus
brazos—. Si ella está teniendo un buen día, ayuda o hace tarea. Si está
teniendo un mal día, le doy libre acceso para tomar una siesta detrás del
telón. En su mayoría, tiene malos días.
—Santa mierda. No está bromeando. —Dejo salir un suspiro largo y
sacudo mi cabeza.
—Por supuesto que no estoy bromeando. La chica tiene serios
problemas y sabes eso. No deberías estar considerando siquiera un
segundo lo que está escrito en estas páginas. Tu turno. Empieza a hablar.
Golpea el contrato sobre mi pecho, tan fuerte que juro que mi ritmo
cardiaco deja de latir. Agarro el papel y lo arrugo hasta que está aplastado
en una bola apretada.
—Esto… —Sostengo el contrato destruido en la cara del entrenador
Williams—, fue su idea. Es un trato hecho. Tenemos intención de pasar
por ello. Voy a ser su novio fingido durante todo el verano, y ambos
estamos deseando que llegue.
El entrenador Williams deja escapar un silbido largo y bajo.
—Santa mierda —murmura sin romper mí mirada ni una vez—. Tú
no estás bromeando, tampoco. ¿No?
Niego con mi cabeza.
Suspira.
—¿Lo sabe todo? Sobre mí… ¿y lo que pasó? Y te recuerda y… mierda.
¿Es por eso que ella está ausente hoy?
De repente se ve mucho más viejo. También es más pequeño de lo
que recuerdo. Eso, o yo sólo estoy más alto. Ha pasado mucho tiempo
desde que he estado en algún lugar cerca de este tipo.
—No lo sé. No sé lo que ella sabe o recuerda —digo—. Estoy 99 por
ciento seguro de que no me recuerda a mí o cualquier cosa que sucedió.
Me envió un mensaje antes. Está enferma. Eso es todo. Puedo dar fe de lo
terrible que se veía ayer. Dijo que tenía dolor de cabeza y un mal almuerzo.
¿Tal vez se puso peor?
—Rochi no es el tipo de saltarse las pruebas finales sin ningún motivo,
así que debes tener razón. Pero, si te metes con un solo pelo en su cabeza,
yo personalmente destruiré tu vida entera.
—Lo que sea. Eso ya se ha hecho, gracias por sus tonterías. Lo que
me recuerda, ¿no es esto sobre el tiempo que usted aguantó u me ofreció
un lugar para jugar en el equipo de hockey el año que viene? Vamos sólo a
superar esa conversación ahora, así no tiene que desperdiciar mi tiempo y
perseguirme antes del último día de clases.
Mi comentario parece hacer desaparecer la lucha del entrenador.
Descruza sus brazos y pasa una mano por la pila de escasos pelos blancos
en su cabeza calva.
—La oferta sigue en pie. Hay un lugar para ti en mi equipo, en
cualquier momento.
Soy el primero en romper nuestras miradas. Supongo que estoy
sorprendido de que todavía suena sincero con esa oferta. La misma oferta
que me ha hecho desde que dejé el equipo. Incluso después de que lo dejé
en ridículo así. Nadie ataca al entrenador Williams y sobrevive.
Miro de vuelta a sus ojos serios y gris hielo y respondo: —No tendré
a un cobarde por entrenador, y estoy muy seguro de que sigue siendo el
mismo tipo que antes. ¿Cierto?
El entrenador Williams se aleja de mí entonces. Lo cuento como una
victoria porque creo que atrapé una mueca cruzando su cara. Por lo menos
el tipo todavía tiene algo de culpa, y debería.
—Había pensado que después de todos estos años serías capaz de
entender mi posición —dice después de una pausa corta—. Mantengo mis
decisiones y las decisiones de los padres de Rochi. Nada bueno nos habría
venido exponiendo todo. Cualquier otra intervención habría herido a Rochi,
y destruido el futuro de un joven que tomó algunas decisiones realmente
malas en una noche mientras estaba borracho en una fiesta…
—No se atreva a defender a ese imbécil ante mí —grito—. Se fue
hace mucho tiempo. Probablemente esté graduado de la universidad en
este momento y viviendo la vida bien. Por lo que sospecho, Rochi sigue
cayendo a pedazos a diario por culpa de él, por tu culpa, y, por culpa de
las actitudes de mierda de sus padres gallinas. —Me paseo por la
habitación y bajo mi voz—. Al menos ofreciendo sonar el silbato y siendo
testigo en ese entonces me permitía un cierto sentido de auto-respeto.
Cómo alguno de su ustedes, perdedores, consiguen dormir en la noche
está más allá de mí.
—¿Todavía crees que el plan que tenías habría traído un mejor final
para algo de ello? —El entrenador Williams me nivela con su mirada
constante de ―tiempo de juego‖. Pero su voz temblorosa no coincide.
—¡Sí! —grito y miro hacia abajo al contrato en bola en mis manos.
Mi corazón duele de tanto golpear. Difícilmente puedo concentrarme
porque estoy repasando cómo todo se redujo la última vez que hablé con
este hombre.
La habitación se siente como si estuviera succionando bajo mis pies.
Cuando hablo de nuevo estoy tan agotado que sólo puedo mantener mi
tono en apenas más que un susurro.
—Honestamente, no sé si las cosas habrían cambiado para mejor.
Pero ninguno de ustedes le dio a mi oferta una oportunidad, así que
supongo que nunca lo sabremos. —Empujo su silla fuera de mi camino
mientras paseo por la habitación de nuevo.
—A veces diferente no es lo mejor —dice, cuando me paro delante
de él otra vez.
—¿Eso es aplicable a Rochi? Ella no se ve o actúa mejor de lo que hizo
cuando llegó por primera vez a la escuela hace tres años. Admita eso, al
menos.
—Tienes razón. Rochi parece ser la misma. Puedo decirte que el chico
que lo hizo… él es una persona mejor ahora. Él lo siente. Lo siente mucho.
Me he mantenido en contacto con sus padres.
—¿Por qué me importaría? Ese hecho lo hace peor. —Me siento en
la esquina del escritorio del escritorio del entrenador Williams—. Usted y
los padres de Rochi sacrificaron a dos personas inocentes en todo esto para
que un imbécil pudiera crecer y convertirse en una mejor persona. ¿Él
alguna vez miró a Rochi a los ojos y se disculpó? Jesús, ¿puede no ver cuán
retorcido es eso? Él debería haber hecho algo de tiempo por lo que hizo.
—Era tu palabra contra la suya. Y no habría ido a la cárcel porque
nada pasó. Nada, más allá de consumo de alcohol. Beber en lo cual tú, todo
mi equipo de hockey, y Rochi Igarzabal eran también participantes. No estaba
dispuesto a arrastrar los futuros de veinte chicos, sus planes de
universidad, y mi carrera a través del barro por algo que no podía ser
probado.
—Mierda. Usted sacrificó el honor y la honestidad para proteger la
temporada y ganar los estatales. El gigante trofeo de oro en el vestíbulo
todavía está al frente y centro. ¿Recibió un buen aumento ese año?
—No, y tampoco fui despedido. —El entrenador Williams sacude
su cabeza y pasea por longitud del escenario antes de volver a
enfrentarme—. Te sacrificaste a ti mismo, hijo. Nadie te pidió que dejaras
el equipo. El año que viene es la última oportunidad para que puedas
reparar el daño personal que creaste a causa de tu terca impulsividad. Sé
que todavía practicas. Mucho.
Me estremezco un poco en eso. Sus palabras, verdaderas, me hacen
enojar otra vez; pero ambos sabemos que todavía está hablando mierda.
No hay forma de deshacer algo del daño.
Cuando no respondo, el entrenador continúa: —Eres lo
suficientemente bueno para ganar una beca sólida. He oído que estas
aguantando muy bien en el hielo. Y tus victorias en línea están siempre en
lo alto de informes en estos días. Eres un jugador de alto perfil y con eso,
serás notado por los mejores entrenadores…
—Lo que sea, eso no es asunto tuyo. No seré comprado.
El entrenador se encoge de hombros.
—Es tu elección. Mientras tanto, tengo que pedirte que no
participes en ese contrato ridículo entre tú y Rochi.
—Este contrato va a ayudarme a pagar mi primer semestre en la
universidad en menos de lo que sus ―secuencias unidas‖ ofrece. Estoy
convencido de que va a ayudar a Rochi en grande también. Si lo manejo bien,
creo que puedo hacer que salga de su caparazón, hacer algunos amigos, ser
más feliz de lo que parece ahora, al menos. Dinero aparte, yo nunca haría
nada para lastimarla. Sólo he querido ayudar. Usted debe saber que mis
intenciones siguen siendo las mismas en lo que a ella respecta.
El entrenador asiente, su mirada es desconfiada, pero parece estar
escuchándome.
—¿Los padres de Rochi están conscientes de esto?
—Diablos no, no lo están. Ni siquiera saben mi nombre. ¿No leyó
todo el asunto?
Asiente, y me río porque estoy seguro de que el entrenador
Williams lo leyó más de una vez. Probablemente tiene esta cosa tatuada
en su trasero, en sangre.
—¿Por qué ella quiere esto?
—Rochi cree que sin una cierta apariencia de un ―verano normal‖ en
su haber, sus padres no la dejaran mudarse e ir a la universidad.
—Eso suena como a sus padres hablando, no ella.
—Nop. Es todo de ella. Ella quiere salir. Rochi debería conseguir
seguir adelante con su vida y convertirse en una mejor persona, también.
¿No le parece? —Le tiro sus palabras de vuelta en su cara—. Si puedo
darle eso, lo haré. No lo arruine. Usted le debe algo también.
—Pero, ¿qué hay de ti? No es normal en ti participar en algo tan
turbio.
—No es turbio si ella no recuerda. Si estoy ayudándola. Si ella me lo
pide a MÍ. Además, deje de ser una ―mejor persona‖ cuando arruiné todo
esa noche. ¿Cree que estoy haciendo esto sólo por ella? Quiero compensar
algo de eso. Estoy cansado de sentirme culpable. ¿Usted no?
—Jesús, hijo. Nada de lo que pasó fue tu culpa, o mía. Nada de ello.
¿Y si ella recuerda? Gaston, estás poniéndome en una posición terrible.
Tengo que decirles a sus padres.
—Es verano. Usted está fuera de servicio a partir del viernes. Esto
no tiene nada que ver con usted. Yo, saliendo con Rochi, no ocurrirá en la
propiedad escolar. Puede comprobarlo con ella en cualquier momento
mientras ejecuta sus prácticas en el complejo. Estará merodeando por la
pista y en la barra de refrigerios. Segura. Conmigo. Si ella recuerda,
entonces prometo decirle la verdad. Es simple. Deme una oportunidad de
intervenir y tratar de ayudar. Por favor. Si no se ha acordado de nada en
tres años o en la última semana estando cara a cara conmigo, entonces no
va a recordar en absoluto.
El entrenador Williams deja salir una sonora respiración larga y
cansada.
—Está bien. Estaré observando. Pero tienes que prometerme una
cosa.
—Dispare.
—Asegúrate de que la ayudas a dormir un poco durante el día.
—¿Por qué? —Mi mente es superada con la imagen de Rochi
acurrucada en su auto en Geekstuff.com, de la imagen de su rostro
ceniciento durante la entrevista y ayer después de la escuela.
—Puedes averiguarlo por tu cuenta. Metes la pata en algo, la
lastimas una vez, y se acabó. Esto queda estrictamente en el nivel de
amistad. Lo digo en serio, Dalmau. No pases por encima de la línea con ella.
Odio su tono amenazador, y odio que sepa más sobre Rochi que yo.
—Ya soy más que su amigo. Desde ayer, soy su novio. Cruzaré
cualquier línea que quiera. Puede mantener esta copia por referencia.
Tiro el contrato arrugado en su pecho tan fuerte como puedo.
Él lo atrapa sin pestañear.

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