lunes, 29 de julio de 2013

Lazos capitulo 8

Capitulo

Anduve el pequeño tramo de mi casa al parque. No quise que mi auto quedara en
la plaza de estacionamiento para que todos lo vean. No les tomaría mucho darse
cuenta de que Gaston estuvo estacionado ahí antes y ahora mi auto vacío estaba en
su lugar. Nadie esperaba que la hija del predicador pecara, pero seguro les
encantaría atraparme en ello. No es que esto fuese un pecado exactamente. Bueno,
mentir a mis padres lo fue, pero Gaston era primo de Pablo y… mi amigo. Estoy
bastante segura de que algunos de los lugares donde Gaston me había tocado y
besado esta tarde cayeron en la categoría de pecado, pero no me atreví a
preocuparme. En el momento en que llegué al parque me había convencido a mi
misma de nuestra inocencia.
El parque estaba desierto a excepción de una camioneta Chevy. Corro al lado del
pasajero y subo antes de que alguien pudiera llegar. Gaston se ríe de mí y los latidos
de mi corazón vuelven a su ritmo.
—Me gusta mucho cuando te pones vestidos de verano —dijo antes de arrancar el
camión y sacarlo a la calle. Miro hacia abajo al corto dobladillo en el vestido de
tirantes celeste que había elegido y un cosquilleo de anticipación me recorre todo el
cuerpo.
—No volveré por la ciudad. Ven aquí —dijo acariciando el lugar junto a él. Me
acomodo lo más cerca que puedo sin que mis piernas toquen la palanca de
cambios—. Eso no es lo suficientemente cerca. Pásate eso —dijo. Lo miro y aparta
los ojos de la carretera un momento para encontrarse con mi mirada. Mi corazón
hace un pequeño vuelo contra mi pecho. Muevo una pierna sobre la palanca de
cambios y la deslizo hasta que mi muslo está en contra del suyo. De repente me
mareo cuando su mano se posa en la palanca de cambios entre mis rodillas.
—¿Hasta que hora puedo tenerte esta noche? —preguntó rompiendo mis
pensamientos.
—Oh, um, ellos no dijeron nada pero normalmente no salgo tan tarde. Les dije que
iba a ver una película de medianoche. —El cambió de marcha, entonces descansa
su mano sobre mi muslo. Estaba empezando a entender por qué a él le gustaban
los vestidos de verano.
—Bien, tenemos tiempo para ir a la bahía —respondió.
Yo no había estado en la bahía en años. Pablo nunca quiso conducir por ese
camino. Dijo que el agua era desagradable, pero siempre pensé que era hermoso.
—Pensé que era mejor si no pasábamos el rato por aquí.
Asentí porque sabía a que se refería. El no parecía preocupado por el hecho de que
estaba haciendo cosas que no debería con la novia de su primo. Eso me recordó la
imagen que yo había tenido de Gaston los últimos años. Jugó a su favor. El sexi
rebelde que toma lo que él quería. Salvo que la imagen ya no parecía exacta. Me
había sostenido hoy sin lugar a dudas, mientras que yo lloraba y babeaba sobre él.
Había dejado de trabajar sólo para consolarme. Alguien con motivos egoístas no lo
haría. Además, si lo que estábamos haciendo significaba que tenía un corazón
negro, entonces yo también lo tenía.
—Estas frunciendo el ceño ¿Qué pasa por tu cabeza? —preguntó. Pensé en
mentirle ya que me estaba convirtiendo en una regular mentirosa, pero no podía
mentirle a él también. Esto era algo que tenia que hablar antes… mucho antes de
que nosotros fuéramos por esta dirección.
—Como se que estoy haciendo algo mal y me siento culpable, pero ninguna de
estas cosas importa lo suficiente como para hacer que me detenga.
La mano de Gaston salió de mi muslo y volvió a la caja de cambios. Estudié su mano
grande y bronceada preguntándome cómo era justo para alguien haber obtenido
todas las partes de su cuerpo perfectas. Su agarre de la palanca de cambios era tan
fuerte que el color de su piel palidecía un poco. Quise extender la mano y
calmarlo. Hacer que la tensión desapareciera, pero teníamos que hablar de esto. Él
no dijo nada más o hizo un movimiento para tocarme. Un nudo enfermo de temor
se instaló en mi estomago mientras esperaba para ver si giraba y me llevaba de
vuelta. Le había recordado lo malo que era lo que estábamos haciendo y no trataba
bien con ello. quería a Pablo y yo nunca hubiera imaginado que le haría algo
como esto a su primo. Yo no soy mucho mejor. Se suponía que debía querer a
Pablo y lo hago, pero no de la forma en que debería. Mientras el silencio se
prolongaba, esperaba que Gaston diera vuelta el camión para llevarme de regreso al
parque, pero se mantuvo en dirección a la bahía. Después de unos minutos,
cuando estoy segura de que no va a dar la vuelta, me relajo y espero. Gaston nos
lleva por un camino de tierra y a través de los arbustos y las malas hierbas puedo
ver un espacio abierto más adelante. Era completado con un muelle. Gaston dio
vuelta la camioneta y retrocedió de modo que la parte de atrás quedara frente al
agua.
—¿Dónde estamos? —pregunto.
—Es una parcela que un amigo posee. Lo compró para construir cuando salga de la
universidad —respondió y alcanzó la puerta para abrirla. Empezaba a deslizarme,
entonces podría salir por el otro lado, cuando su mano toca mi pierna haciéndome
temblar antes de mirarlo.
—Espera aquí. Voy a arreglarlo allí atrás, entonces te sujetaré y te llevaré. La hierba
es alta y puede haber serpientes en ella.
Asentí con la cabeza y lo vi saltar en la hierba. Las serpientes eran algo
preocupante, pero la idea de él llevándome causaba otras ideas en mi cabeza
manteniéndome ocupada mientras esperaba. A los pocos minutos estaba de vuelta
de pie fuera de la puerta abierta. Torció sus dedos para que vaya hacia él. Me
acerco hasta que estoy lo suficientemente cerca para que me agarre bajo piernas y
me lleve. En el momento en que me toma repentinamente me preocupo de que
pudiera ser demasiado pesada. Traté de no pensar en mi peso, pero no suelen
haber chicos que me recojan y me lleven alrededor. Por suerte mi peso no parece
ser un problema ya que me llevó alrededor del camión y me dejó dentro de la
cama con facilidad. Él había extendido varios edredones y un par de almohadas.
Un refrigerador se encontraba en el rincón más alejado. Me arrastro hasta la mitad
y me siento. Gaston se sitúa en la puerta trasera mirándome. Las sombras de la luz
de la luna protegen sus ojos por lo que no puedo estar segura de lo que está
pensando.
—¿Vienes? —le pregunto casi asustada de su respuesta.
—Sí, me deje llevar por la vista un poco —respondió.
Un escalofrió de anticipación me recorre cuando él avanza lentamente dentro de la
cama en la camioneta. De rodillas frente a mí, se acercó, tomó mi pie y lo puso en
su muslo vestido de jean. Fascinada vi como desabrochaba mi sandalia y la
colocaba al lado del refrigerador. Puso mi pie de vuelta sobre la manta y con la
misma atención lenta y cuidadosa quitó el otro zapato. Una vez que mis dos pies
estaban descalzos levanta la mirada para encontrarse con mis ojos.
Una pequeña sonrisa tira de la comisura de sus labios.
—Me gustan las uñas de color rosa —replicó mirando a mis pies. Mi tonto corazón
golpeó violentamente contra mi pecho y solté una risita nerviosa.
—Es algodón de azúcar. El color, digo. —Ni siquiera puedo hacer frases
coherentes.
—Me gusta el algodón de azúcar. Esos dedos del pie tuyos no pueden ser más
dulces sin embargo.
Su cálida mano aprieta el pie más cercano a él mientras se traslada para sentarse a
mi lado. Ninguno de nosotros habló mientras mirábamos el agua quieta.
Yo nunca había estado tan nerviosa en mi vida.
Gaston se reposicionó a mi lado y luego se apoyó en las almohadas detrás de
nosotros. Me vuelvo un poco para mirar hacia él. ¿Acaso quiere que me acueste
también? Metiendo un brazo detrás de su cabeza y extendiendo el otro a su lado
Gaston me sonríe como si pudiera leer mi mente.
—Ven aquí —dijo.
Rápidamente me deslizo y me acurruco junto a él apoyando la cabeza en su pecho.
Hay una paz en sus brazos que nunca había experimentado con Pablo. Es como
si hubiera vuelto a casa después de años de búsqueda.
—Yo quiero a Pablo, Rochi —dice Gaston silenciosamente. Sonaba como si estuviese
tratando de convencerme de esto—. En toda mi vida nunca le he envidiado nada.
Ni a su padre. Ni a su madre. Ni su dinero. Ni siquiera sus habilidades atléticas. —
Se detiene y toma una respiración entrecortada.
Mi corazón duele por él. Le aprieto la mano apoyada en su estomago en un puño
para llegar a alcanzarlo y calmarlo como a un niño.
—Hasta que un día vi del otro lado del campo de fútbol como él te tomó y te besó
en la boca. No fue su primer beso. Yo podría haber tenido sólo catorce años, pero
me di cuenta, de alguna manera había quedado fuera de un secreto. Quise plantar
mi puño en su cara y arrancarte de sus brazos. Cuando di un paso hacia él sus ojos
se encontraron con los míos y vi las súplicas silenciosas pidiendo perdón o
aceptación. No estaba seguro de eso. Lo único que sabía era que ahora eras de
Pablo. Mi mejor amigo se había ido. Lo odié y envidié por primera vez ese día. El
finalmente había ganado un premio que yo creía mío.
Cerré los ojos contra las lágrimas que amenazan con extenderse por mis mejillas.
Quería decirle que nunca me había sentido mareada cuando Pablo me daba un
beso o como la tierra no se movía por su tacto. En cambio me quede en silencio
sabiendo que no podía. A pesar de que Gaston era lo que yo quería, sabía que nunca
podría tenerlo. Estas dos últimas semanas eran todo lo que teníamos. Pablo
llegaba a casa y yo estaría con él de nuevo. No había otra opción.
Me volteo y me apoyo en mi codo hasta que estoy mirando fijamente a sus ojos
sombríos. Podía sentir su corazón latiendo rápidamente debajo de mi mano.
—Eres mi mejor amigo Gaston. Nunca me has tratado o mirado de ninguna manera,
sino como un amigo. Una vez que comencé a cambiar y todos comenzamos a tener
noción del sexo opuesto nunca pareció importarte que yo fuera una niña. A
Pablo sí. Tal vez porque no había sido mi socio en el crimen. Tal vez porque la
conexión que tuve con él no había sido la misma que tuve contigo. Pero el me veía
como una chica. Creo que en el fondo yo estaba esperando por ti, pero cuando me
besó, supe que nunca serías tú. Yo no era la ideal para ti.
Gaston alargó la mano y cubrió un lado de mi cara.
—Yo era muy consciente de que eras una chica, Rochi. Yo tenía miedo porque la
única persona en el mundo que conocía todos los secretos que alguna vez había
tenido también resultó ser la chica más hermosa que jamás había conocido. Mis
sentimientos por ti daban miedo como el infierno.
Me incliné y besé el ceño entre sus cejas.
—En este momento. Aquí mismo. Soy tuya. No de Pablo. No es él a quien yo
quiero. En este momento, al único que quiero es a ti. —Elegí mis palabras con
cuidado para que ambos entendiéramos lo que quería decir.
Me toma por la cintura y mueve su cuerpo así quedo completamente encima de él.
Bajé mi boca a la suya y suspiré mientras sus manos encuentran el borde de mi
vestido y la cálida presión de sus palmas recorre mis muslos. Esta noche me
entregaría a Gaston porque es lo que quería. Él era el chico malo de la ciudad y yo
era la hija del predicador. No se suponía que suceda de esta manera.
—Rochi, te amo. Mal, muy, muy mal. Pero te mereces algo mejor que esto.
Me inclino y lo beso una vez más antes de retirarme lo suficiente como para
susurrar:
—¡No hay nada mejor que esto, Gaston!
Con sus manos cubrió mi trasero y me deslizó para que pudiera sentir su evidente
excitación contra el calor entre mis muslos.
—Por favor, Gaston —grito sin estar segura de lo que estoy pidiendo, pero sabiendo
que necesito más.
—Agárrate de mi, bebé. Voy a ser cuidadoso contigo. —La necesidad áspera en su

voz sólo me hace desesperar más.

3 comentarios:

  1. Se que ambos se aman! Es horrible vivir en el que dirán! Y no poder estas con la persona que quieres!

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  2. Okey, que GENIAL CAPITULO jbvhbvgb! :)))) ♥

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  3. Que buen capitulo! Quiero el próximo ya!! No tardes en subir porfi!!!
    Me encanta la nove...

    Besos :)

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