Capítulo
10
--qué
mierda es esto?! —escuché a Nicolas bramar cerca. Abrí
mis
ojos y lo
miré. Su cara estaba de un rojo brillante y lucía
criminalmente
molesto.
—¡Nicolas no tan alto vas hacer sangrar mis oídos! ¿Qué pasa? —pregunté,
sentándome.
Pero tan pronto como me moví, me di cuenta que estaba mal. Aún
estaba en
el sofá con Gaston. ¡Oh no! salté rápidamente y miré a Gaston, quien tenía su
boca colgando
abierta, luciendo completamente en shock. Está bien, necesitaba
salvar la
situación rápidamente—. ¡Maldita sea
Gaston! ¡Puaj! ¿Tenías tus manos
sobre mí? —grité, pretendiendo estremecerme en horror. Nicolas me miró, su
rostro
aún
enojado, pero parecía ligeramente confundido ahora.
—Yo…
er… no… ¿Qué? —Gaston balbuceó.
—¿Qué demonios estabas haciendo con él, Rocio? —Nicolas gruñó molesto,
apuntando
a Gaston quien se veía confundido a este punto.
—Debí haberme quedado dormida, supongo —fruncí el ceño, agitando mi cabeza
como si
estuviera confundida también.
—¿Quedarte dormida? Bueno, ¿qué estabas haciendo con él, en primer
lugar? —
pregunto,
lanzándole a Gaston otra mirada asesina, antes de volverse hacia mí.
¡Bien,
vamos, piensa! Oh lo tengo; ¡él tendrá que aceptar esto!
—Tuve un mal sueño, Nicolas —murmuré, mirando al suelo, y pretendiendo estar
alterada.
Jadeó y envolvió sus brazos a mí alrededor, instantáneamente, poniendo
su
barbilla en lo alto de mi cabeza.
—Oh mierda, Rocio. Está bien —susurró, balanceándome ligeramente.
—Estaba alterada y pensé que estabas aquí afuera, pero no estabas.
Gaston me
consoló,
eso es todo. Debimos habernos quedado dormidos —susurré,
sintiéndome
culpable de que estaba mintiendo. En verdad no estaba lista para que
supiera
aún, especialmente después de la forma en la que estaba mirando a Gaston.
—Lo siento, solo pensé… bueno, olvídalo
—Nicolas murmuró, tirando de vuelta
para
mirarme—. ¿Estás bien? —asentí, mordiendo
mi labio para tratar y aliviar algo de la
culpa que
sentía. Miró por encima hacia Gaston—. Lo siento,
hombre, salte a
conclusiones y er…
gracias por cuidar de mi hermana.
Gaston se
veía realmente incómodo y me dio una mirada; le di una expresión
suplicante,
rogándole con mis ojos que no dijera nada.
—Sí, no hay problema —se encogió de
hombros, frotando una mano a través de su
desordenado
cabello de cama.
Rápidamente
salí del agarre de Nicolas.
—Me voy a ir y me cambiaré para ir a la escuela. ¿De cualquier
manera que hora
es? —pregunté, mirando alrededor buscando mi teléfono celular. ¿Por qué
no
había
sonado la maldita alarma?
—Aún no son las seis, Rocio. Me desperté temprano —se encogió de hombros.
—Bien, entonces voy por algo de desayuno antes de darme una ducha. Er… gracias,Gaston, por anoche —dije, ruborizándome y dándole una pequeña sonrisa.
—Definitivamente fue un placer, Ángel. —me guiñó un ojo, sonriendo felizmente.
Nicolas lo
golpeó en la parte trasera de su cabeza, haciéndolo estremecerse.
—¡Hermana menor! —señaló, rodando
su ojos y pisando fuerte, dirigiéndose a la
cocina,
dejándonos a Gaston y a mí en la sala.
Una vez
Nicolas se había ido, Gaston me miró.
—No me gusta tener que mentirle a tu hermano, Ángel —susurró, frunciendo el
ceño.
—Lo sé, pero sólo un par de semanas, ¿por favor? —rogué, besándolo rápidamente
en los
labios y volviendo a correr en dirección a la cocina. Tomó mi mano y me
llevó de
nuevo hacia él, besándome otra vez, antes de que me diera una de sus
hermosas
sonrisas. Casi iba dando saltitos a la cocina porque estaba tan feliz. Nicolas
tenía una
tostada, así que hice dos cuencos de mi cereal favorito, uno para mí, uno
para
Gaston. Los lleve a la sala y le entregué una, antes de dejarme caer en el
suelo
junto al
sofá.
—Er.... gracias por esto, Ángel, pero no me gusta el Coco Pops —dijo, moviendo su
nariz
hacia el recipiente.
Le fruncí
el ceño, confundida. Siempre estaba comiendo mi cereal. Cada día tenía
un plato
de Coco Pops.
—Claro que sí, te lo comes todos los días —me miró como si hubiera perdido la
cabeza;
¿pensaba que era estúpida o algo así?
Se echó a
reír y sacudió la cabeza.
—No, no lo hago. Hago un plato cada día y pretendo comerlo, antes
de que
vengas y
me lo arrebates —dijo con una sonrisa sexy y ojos
divertidos.
—¿Por qué diablos harías un plato y pretender comerlo? ¿Te gusta
hacerme
enojar? —le pregunté, molesta.
—No, Ángel. Me gusta hacerte el desayuno —dijo simplemente.
Di un
grito ahogado ante la revelación. ¿Los hizo por mí?
—¿Los haces para mí? ¿Todos los días? —pregunté, boca abierta, sorprendida de
que había
sido tan dulce y nunca me había dado cuenta. Cada día venía y le hacia
algún
comentario desagradable acerca de él comiendo en mi casa y que dejara en
paz mi
cereal, ¿y todo este tiempo lo hacía para mí? Por Dios, ¡eso es tan
jodidamente
dulce! Se encogió de hombros como si fuera nada. Todo este tiempo
pensé que
era un idiota, ¡cuando en realidad estaba siendo amable conmigo! Nicolas
entró
entonces, así que no podía decir nada. Engullí mi desayuno y prácticamente
corrí a mi
habitación, tomé mi celular y le envié un mensaje de texto ya que no
podía
hablar con él:
“¡Gracias, eso
es muy dulce! Nunca me di cuenta de que hicieras eso. ¡Voy
a darte las
gracias
adecuadamente más adelante! X” envié. Sonreí para mis adentros y me
fui a
tomar una
ducha.
Cuando
salimos del auto de Gaston en la escuela, fuimos inundados por la usual
horda de
chicas queriendo manosear a Nicolas y Gaston. Rodé mis ojos cuando Eugenia
empujó su
camino hacia el frente y envolvió sus pequeños, sucios brazos alrededor
de la
cintura de mi novio, mirándolo con sus ojos ven a la cama.
—Eugenia, en serio necesitas alejarte —dijo Gaston con severidad, desenvolviéndose
de ella y
caminando hacia atrás.
—Gaston, nene, ¿qué tal si nos saltamos el primer período y vamos a
pasar un buen
rato? —ronroneó ella sugestivamente, frotando su mano hasta su pecho.
¡Oh, Dios
mío, estaba tan celosa que me sentía realmente enferma!
Di media
vuelta y me alejé tan rápido como pude, sólo queriendo estar lejos de
todo.
Después de un minuto pude escuchar a Mery corriendo para alcanzarme, él
me agarró
la mano tirando de mí para detenerme.
—En serio, no estoy de humor —casi gritó, dirigiéndome a ella, pero no era ella,
era a
Gaston.
—Hey, sólo quería acompañarte a clase —frunció el ceño y me miró con tristeza.
—Oh, claro... er... Lo siento. Pensé que estabas con Eugenia,
teniendo un poco de
diversión —dije
sarcásticamente, avergonzada de haberle gritado.
Negó con
la cabeza y se acercó a mí.
—No, no estoy con ella, estoy contigo —dijo dulcemente, sonriéndome, y haciendo
que mi
corazón latiera más rápido.
—Claro, sí, lo siento, sólo.... No sé.... —mi voz se apagó, ruborizándome como un
loca.
—Estás celosa —afirmó, al
parecer satisfecho de ello. Asentí con la cabeza de mala
gana, en
realidad no quería admitirlo—. Bien, he estado
esperando para que te
pusieras
celosa por los últimos doce años —dijo, sonriendo
como un loco.
Me eché a
reír.
—¿En serio? Pues aquí lo tienes entonces, finalmente ocurrió —di una patada a mis
zapatos en
las piedras; tratando de distraerme de la sensación de celos que todavía
estaba
corriendo por mis venas. Supongo que iba a tener que acostumbrarme a
que las
chicas estuvieran sobre él. Era Gaston, por el amor de Dios, las chicas
siempre lo
seguían a todas partes, pidiendo su atención.
—Recuerdas la charla que tuvimos ayer, ¿esa acerca de la confianza?
Bueno, eso
funciona
en ambos sentidos, sabes. Nunca te haré daño, pero necesitas creer eso
también —puso su dedo debajo de mi barbilla e inclinó mi cabeza hacia
arriba,
haciéndome
mirarlo.
Suspiré,
sí bien, supongo que dije eso.
—Confío en ti, sólo es difícil de ver —le contesté, sonriendo, imitando sus palabras
de ayer.
Se echó a
reír.
—Sí, bueno, lo que se dice por ahí ahora es que tengo una novia por
lo que debe
poner fin
a todo este coqueteo —dijo con
confianza, cepillando el pelo de mi cara.
—¿Les dijiste a todos que tienes una novia? —pregunté, sorprendida. Bien, wow, tal
vez era
más serio de lo que pensé sobre hacer esto funcionar.
—Sí, por supuesto. Tengo una novia. Tengo la más sexy, más bella
novia del
mundo, que
aún no me da las gracias que me prometió en un texto esta mañana
—sonrió, con su sonrisa coqueta y sentí como un millón de mariposas
revoloteaban
en mi estómago.
Me reí y
me incliné hacia delante hasta que mi boca estaba casi tocando la suya.
—Todas las cosas buenas vienen a aquellos que esperan —me burlé, guiñándole
un ojo y
alejándome.
Gimió y me
atrapó con rapidez.
—No crees que doce años sea tiempo suficiente para esperar —preguntó,
fingiendo
sorpresa, haciéndome reír.
—Hmmm, no realmente. Creo que voy hacerte esperar un poco más —le lancé un
beso al
entrar por la puerta de mi clase de Historia. Lo oí quejarse, pero cuando
miré hacia
atrás estaba sonriendo, mirándome marcharme. A propósito balanceaba
mi
trasero, tratando de lucir sexy; debió haber funcionado porque tres chicos de
mi
clase de
historia silbaron e hicieron un comentario acerca de mi sexy trasero. Puse
los ojos
en blanco. ¡Chicos!
No pude
hablar con Gaston mucho en el almuerzo, nos sentamos en la misma mesa,
pero todo
el mundo quería hablar con él.
—Así que, ¿realmente tienes una novia secreta? —preguntó Tim, uno de sus
amigos, lo
miraba como si no lo creyera en absoluto.
—Sí —confirmó Gaston, pareciendo muy
orgulloso de ello. Cada vez que me miraba,
me
ruborizaba como una loca, y estaba segura de que alguien lo iba notar.
—Ella debe ser una mujer caliente que ha domado a la bestia para
sentar cabeza —
sonrió
Rick.
Gaston se
rió, sus ojos se posaron en mí por una fracción de segundo.
—Ella es la cosa viva más sexy, hombre —dijo con confianza.
—¿En serio? ¿Es buena follando? —preguntó Rick, recogiendo su emparedado.
—Hombre, en serio, no voy a contestar eso de mi chica —dijo Gaston con una
sonrisa.
—Apuesto a que podría sacarla del agua2 —coqueteó Rochelle, pasando la mano
por su
brazo.
Se echó a
reír.
—Sabes qué, no tendrías ninguna posibilidad. Mi chica es
increíblemente hermosa,
tanto por
dentro como por fuera —Gaston se encogió
de hombros, tirando de su
brazo a
distancia, con una sonrisa. Todas las chicas en la mesa hicieron aww y ahh.
Sonreí y
trate de comer mi almuerzo. Podía sentir los ojos de Mery en mí, para que
la mirara,
ella me sonreía de oreja a oreja. Puse los ojos en blanco, riendo entre
dientes.
—No ha dormido con ella, ella no cree en el sexo antes del
matrimonio —terció
Nicolas,
sonriendo. Me tragué una risa. ¿Le había realmente creído Nicolas cuando le
dijo
eso esta
mañana? Todos jadearon y miraron a Gaston, quien estaba sonriendo como
loco.
—¡No me digas! ¿No te has acostado con ella? —preguntó Rick escéptico.
—No, no lo he hecho, pero eso en realidad no es de su incumbencia,
chicos —Gaston
sacudió su
cabeza, sonriendo—. Me tengo que ir. Tengo que hablar
con el
entrenador
acerca de la práctica —se encogió de
hombros, poniéndose de pie. La
mitad de
los chicos también se levantaron, después a seguirlo.
Tan pronto
como se marcharon, todas las chicas empezaron a planear y conspirar.
Querían
saber quién era la chica secreta, y no se detendrían ante nada para
descubrirlo,
a continuación, cada una de ellas sacó veinte dólares y los puso en el
centro de
la mesa. Las miré, confundida.
—Entonces, la próxima chica que se acueste con él, se lleva la
apuesta —dijo
Eugenia,
con una sonrisa.
Di un
grito ahogado.
—¿En serio? Acaba de decir que tiene una novia y no está
interesado, ¿y están
apostando
a quién va a dormir ahora? ¿Qué pasa si su novia es la próxima en
dormir con
él? —pregunté, sorprendida. ¡No podía creer que estas chicas
estuvieran
apostando por tener sexo con alguien! ¡Es una competición maldita sea!
—Bueno si ella pone su dinero, entonces va a ganar, pero obviamente
ella no le
esta dando
lo que él necesita. Se alejará con el tiempo. La próxima en engancharlo
gana, pero
te garantizo que no será su novia. Él no puede esperar. Sin sexo antes
del
matrimonio. ¡Sí, claro! Es de Gaston de quien estamos hablando —rodó sus
ojos
riendo. Era obvio que ella tenía muy claro que ganaría.
Entonces
tuve una idea, saque uno de veinte y lo puse en su montón.
—La próxima en engancharlo, ¿no? —pregunté, apenas siendo capaz de contener
mi
sonrisa.
—Sí ¡Claro! Como si tuvieras una oportunidad, emo —me soltó Eugenia,
desagradablemente.
—Entonces, ¿qué obtiene el ganador? —pregunté emocionada, ignorando su burla.
Contó el
dinero que había en el montón.
—Bien, hay doscientos cuarenta dólares ahora mismo, pero una vez
que la gente se
entere… bueno, no lo sé… la última
vez que hicimos esto fue por Chris. Tuvimos
seiscientos
veinte, pero Gaston es más caliente, y por su aspecto de intocable, bueno,
por ahora
de todos modos —Eugenia se rió, doblando el dinero y
poniéndoselo en
su
bolsillo, apuntando los nombres en un trozo de papel. Me reí, wow, esto iba a
ser dinero
fácil. Mery se reía como una loca.
—¿Van a entrar también? —preguntó Eugenia
a Mery y a Candela, cortésmente.
—No, yo no. No tengo ninguna oportunidad —Mery se encogió de hombros, aun
riendo.
Candela le
pasó a Eugenia su dinero.
—Estoy dentro. Quien podría decir que no a la oportunidad de ganar
todo ese
dinero y
de dormir con Gaston —dijo Candela, de
manera soñadora. tome a mis
dos amigas
por el brazo y las arrastré fuera de la sala del almuerzo hacia nuestra
siguiente
clase.
Tuve que
pasar el rato por los alrededores después de la escuela, esperando a que
Nicolas y
Gaston acabaran su entrenamiento de hockey. Me colé en la pista y me
escondí en
la parte de atrás así no sería vista. No teníamos permitido estar aquí
durante
los entrenamientos por que el entrenador decía que las chicas distraían a
los
jugadores. Amaba ver sus partidos de hockey; había algo en la forma que ellos
se
deslizaban por el hielo tan rápido y con gracia. Estaban haciendo carreras
cortas
en este
momento, patinando de una línea a otra tan rápido como podían, luego
tenían que
regatear un disco alrededor de los conos, y al final estaban tomando
turnos
para disparar a la portería, con mi hermano haciéndolo lo mejor que podía
para
mantener los discos fuera. Era un gran portero, pero sólo jugaba por
diversión.
A Gaston por otra parte, le habían ofrecido una beca de atletas completa
para una
de las mejores universidades del país. Él esperaba convertirse en
profesional
—en lo que aparentemente tenía muchas posibilidades de hacer, por
que tenía
a los reclutadores encima.
Me
encontré viéndome patinar a Gaston. Lo había observado hacer esto cientos, si
no
millones
de veces, había algo simplemente hermoso sobre él. Me quitaba la
respiración.
Estaba mirando la manera en la que sus pies se movían, la manera en
la que su
desastrado pelo marrón se revolvía cuando patinaba, la manera en la que
el hielo
se esparcía cuando paraba. Y por supuesto, me di cuenta de cuan
increíblemente
caliente estaba con ese uniforme.
Me
escabullí fuera cuando la práctica terminó y esperé en el coche de Gaston y a
Nicolas
que se
ducharan. Candela se acercó cuando estaba allí.
—Hola chica —gorgoreó,
saltando de arriba a bajo con emoción.
—Hola, ¿qué pasa contigo? No has estado inhalando esas hierbas otra
vez
¿verdad? —bromeé. Era una broma recurrente, Candela había comprado algunas
“hierbas” de un amigo suyo y las encendió en su habitación
para limpiar su aura o
algo.
Terminó siendo marihuana y se colocó, corriendo calle abajo medio desnuda
mientras
llamaba a todo el mundo por su teléfono para que vinieran a ver el
desfile.
Nunca lo superó.
—¡Ja, ja! No, solo que acabo de hablar con Ashley y me ha dicho que
la apuesta
por Gaston
llega a ¡1860 dólares! ¿Puedes creerlo? Así que, voy a intentarlo
cuando
salga del entrenamiento —dijo, saltando en
el sitio y mirando alrededor,
buscándolo.
Casi me
ahogo, ¡1860! ¿Era una broma? ¡Santa mierda! Eso significaba que más de
noventa
chicas estaban rogándole a mi novio para tener sexo, ofreciéndose en
bandeja y
yo estaba asustada de que me tocara. Quizás esto no iba a ser tan
divertido
como pensé en un principio.
Sobre unos
cinco minutos después los chicos salieron.
—Hola Gaston, wow, hueles bien —ronroneó Candela seductoramente, mientras se
inclinaba
hacia él.
Miró hacia
ella, con una expresión de horror en su rostro. Mordí mi labio, fuerte, así
no me
reiría.
—Hola, Candela. Escucha, quizás no te hayas enterado de que tengo
novia así que…
—se retiró encogiéndose de hombros.
—Eso esta bien, no me importa compartir —ronroneó Candela, poniendo una mano
sobre su
pecho para hacer que se parara delante de ella.
Parecía un
poco enfadado.
—Candela, en serio no estoy interesado, vale —movió su mano y entró en el auto,
frunciendo
el ceño.
Sonreí en
modo disculpa hacia Candela, por que parecía un poco derrotada.
—Ahí van veinte dólares que no volveré a ver —apuntó.
Reí.
—Hey, cuando gané te devolveré los veinte —le giñé un ojo, haciéndola reír
cuando me
subía al coche.
Hoy era
uno de los días que Nicolas trabajaba, así que Gaston siempre lo dejaba en el
gimnasio,
donde trabajaba de lunes a miércoles por la tarde. Luego Gaston
normalmente
me llevaba a casa.
—Mierda, hombre. Creo que he sido golpeado más veces hoy que en toda
mi vida.
¿De que
demonios se trata? Le digo a la gente que tengo novia, y toda la tarde la
gente ha estado rogándome para foll… —paró abruptamente de hablar,
mirándome
por el espejo como si hubiera dicho demasiado. Me reí. Bendícelo, ¡no
tenia ni
idea de que un centenar de chicas cachondas estaban intentando dormir
con él por
una apuesta!—. ¿Qué es tan gracioso, Ángel? —me preguntó, elevando
sus cejas
hacia mí por el espejo.
—¿Quieres saber porque tuviste atención extra hoy? —pregunté, riéndome.
—Sí —contestó, viéndose un poco aprensivo.
Nicolas se
giró para mirarme desde delante. Sonreí.
—Bueno, hay una apuesta corriendo entre las chicas para ver quien
se puede
acostar
contigo, la primera que lo consiga, gana el bote. Es bastante dinero —
declaré,
aun sonriendo. Nicolas estalló en risas, y Gaston casi desvía el coche al otro
carril por
que estaba muy sorprendido.
—¿Están haciendo qué? ¿No saben que tengo novia? —gritó, obviamente muy
enfadado.
Su indignación parecía hacer reír más a Nicolas.
Asentí.
—Sí, por eso lo están haciendo. No les gusta la idea de que estés
atado, viendo
que tú
eres tan jugador, quieren ser las próximas en dormir contigo —me encogí
de hombros
con desdén, fingiendo que no era gran cosa cuando realmente estaba
preocupada.
¿Cuánto tiempo iba a ser capaz de resistir toda esa atención?
—¿De cuanto es el bote? —preguntó Nicolas,
con diversión.
—De más de mil ochocientos dólares —reí. Gaston casi nos saca de la carretera otra
vez y la
boca de Nicolas cayó abierta. Miró hacia Gaston con los ojos llenos de orgullo—.
Sí, veinte
dólares cada una. Así que eso hace unas noventa chicas queriendo ser las
siguientes
en follar contigo, Gaston —sonreí hacia él
por el espejo. Parecía
horrorizado,
y honestamente, un poco asustado.
—¡Santa mierda, hombre! —ya sabes,
simplemente puedes elegir a una, ¡tirártela y
dividir el
dinero! —dijo Nicolas, emocionado. Gaston le dio la mirada más sucia del
mundo,
como si él hubiera sugerido que le arrancara la piel a un cachorro o algo.
Nicolas
levantó las manos disculpándose—. Estoy
bromeando. Jesús. ¡Es una broma!
—dijo rápidamente, pero podía ver por su rostro que iba
completamente en serio.
—¡Así que eso es por lo que Candela se me abalanzó fuera del auto!
¿Quién
demonios
esta con esto, Ángel? —preguntó Gaston,
sonando realmente enfadado.
—Bueno, Eugenia lo esta arreglando. Todo el equipo de porristas, la
mayoría de las
Seniors,
yo, Ashley, Nadine —contesté, nombrando a la gente que
sabía, pero Gaston
me cortó.
—¿Tú? —preguntó, con los ojos muy abiertos.
Asentí,
riéndome.
—Bueno sí, mil ochocientos dólares es mucho dinero. Eso si, solo
habían
doscientos
cuarenta cuando entré, pero aun así, me gusta jugar —bromeé, dándole
una
sonrisa sexy por el espejo.
Nicolas
parecía que iba a explotar.
—¿Tú? ¡De ninguna jodida manera! ¿Qué mierda estabas pensando? —me gritó,
haciéndome
estremecer. Odiaba ver a Nicolas enfadado.
—Nicolas, es mucho dinero simplemente pensé, ya sabes, sería
divertido. Nunca se
sabe.
Podría perder mi virginidad con el famoso Gaston —bromeé, moviendo
las cejas
hacia él.
Nicolas
comenzó a reírse, parecía aliviado; obviamente pensó que estaba bromeando.
Sonreí y
miré por la ventana; no era buena mintiendo, si me preguntaba si estaba
bromeando
tendría que decirle la verdad.
—Jesús, Rochi, ¡me asustaste! Creí que ibas en serio —rió Nicolas, golpeando el
hombro de
Gaston, orgulloso—. Mil ochocientos dólares es
asombroso, Gaston. Me
pregunto a
cuantas chicas te podrás tirar en una noche, si ellas se creen que es
para ganar
la apuesta.
Jadeé. ¡Oh
mierda! Genial Nicolas, pon eso en su cabeza, ¡estoy segura que es lo que
necesita
oír ya que su novia no quiere hacerlo!
—¡Maldición Nicolas! Tengo novia —gritó Gaston, sonando un poco desesperado.
—Sí, lo sé, pero vamos, las chicas van a estar desesperadas por
ganar, te apuesto a
que puedes
conseguir lo que sea —Nicolas sonrió,
moviendo sus cejas.
—Nicolas, para. No quiero a nadie más, estoy loco por mi chica. No
la voy a joderlo
con ella —empezó Gaston, orgulloso. Me sonrió por el espejo y mi respiración
comenzó a
disminuir mientras mi pánico descendía. Confianza. Necesitaba confiar
en él y
parar de asumir siempre lo peor.
Dejamos a
Nicolas en el gimnasio y Gaston nos llevó a casa.
—¿Apostaste veinte dólares a que serías la siguiente en dormir
conmigo? —
preguntó,
sonriendo hacia mí, engreído.
—Exactamente no, la apuesta es sobre la siguiente en cazarte —me encogí de
hombros,
riendo.
Rió y
cogió mi mano mientras conducía.
—No puedo creer que esto esté pasando. Pensé que una vez la gente
supiera que
no estaba
interesado, me dejarían en paz, ¡no que tendría más chicas detrás de mí!
De verdad
lo siento —frunció el ceño y me besó el dorso de la mano suavemente.
—No te preocupes, no es tu culpa. Supongo que toda esa cosa de la
confianza va a
ser muy
necesaria a partir de ahora, ¿eh? —bromeé, haciendo
una media sonrisa,
fingiendo
no estar preocupada por todas las chicas que querían echarse encima de
él en un
futuro inmediato.
Llegamos a
mi casa y aparcó en su entrada.
—¿Eh, quieres entrar? Podemos decirles a mis padres que estamos
juntos. Les dije
que tengo
novia y mi madre casi se muere. Te lo juro —dijo, asintiendo hacia su
casa con
expresión esperanzadora.
—Wow. ¿Todo eso de conocer a los padres ya? —bromeé, fingiendo estar
asustada—. Digo: ¿Qué si no les gusto? —pregunté, rodeando su cintura con mis
brazos y
apoyando mi cabeza en su pecho, fingiendo horror. Rió y también lo hice.
La idea de
que a los padres de Gaston no les gustara era seriamente graciosa. Ellos ya
piensan en
mí como una hija. Gaston era hijo único por que su madre tuvo algunos
problemas
cuando el nació, lo que la hizo incapaz de tener más niños, así que me
amaba y
siempre decía que Nicolas y yo éramos parte de su familia. Los amaba
también;
eran unas personas geniales, amables, divertidas y reflexivas. Exactamente
como
Gaston, aunque me tomó mucho tiempo ver más allá de su bravuconería.

Simplemente los amo!! Quiero mas pronto :)
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