viernes, 20 de septiembre de 2013

Mi Nombre Es Liberty Cap 43


Holassss chicas, FELIZ 20, a hacernos notar que estamos de fiesta ;) 
Imperdible el capitulo de hoy por fin  aparecieron dos personajes importantes, adivinen??? 


Capitulo 43

Después de cuatro años, por fin conseguí ser peluquera de pleno derecho en Salón One. Sobre todo, me dedicaba a los tintes, pues tenía mucha mano aplicando reflejos y tonalidades. 

Pedro seguía pidiendo por Poli para los cortes de pelo, pero yo le recortaba la nuca y las cejas y le hacía la manicura siempre que lo pedía. También continuamos comiendo juntos alguna que otra vez, cuando uno de los dos tenía algo que celebrar. Cuando estábamos juntos, hablábamos de todo y de cualquier cosa. Yo me enteré de muchas cosas acerca de su familia, sobre todo de sus cuatro hijos. Ramiro  era el mayor, tenía cerca de treinta años y era hijo de Joanna, su primera esposa. Los otros tres eran hijos de Ava: Jack, quien tenía veinticinco años, Joe, que era dos años menor que Jack, y Rocio, la única hija, quien todavía estudiaba en la universidad. Supe que Ramiro  se volvió reservado cuando perdió a su madre, a la edad de tres años, y que le costaba mucho confiar en los demás, y que una de sus antiguas novias había declarado que padecía fobia al compromiso. Pedro no conocía la jerga psicológica y no entendía el significado de esta expresión.

—Significa que no habla de sus sentimientos —le expliqué yo—, y que no se permite ser vulnerable. Y también que tiene miedo a sentirse atado.

Pedro pareció desconcertado.

—Eso no es tener fobia al compromiso, eso es ser un hombre.

También hablamos de sus otros hijos. Jack era un atleta y un mujeriego. Joe, un aventurero y un adicto a la información. Rocio, la menor, había insistido en estudiar en la universidad de Nueva Inglaterra, aunque Pedro le había pedido con énfasis que considerara la posibilidad de estudiar en Rice, UT e incluso en A&M, aunque no era un gran entusiasta de esta última.

Yo le contaba a Pedro las últimas novedades acerca de Aleli y a veces le explicaba cosas de mi vida amorosa. Le había confiado lo que sentía por Gastón y cómo me perseguía su imagen. Gastón  era para mí todos los vaqueros vestidos con tejanos desgastados y de caminar desenvuelto con los que me cruzaba, todos los pares de ojos verdes, todas las camionetas destartaladas y todos los días calurosos y despejados.

Pedro me indicó que quizá debería dejar de esforzarme tanto en no querer a  Gastón y aceptar que una parte de mí lo querría siempre.
—Algunas cosas no podemos cambiarlas y tenemos que aprender a vivir con
ellas —declaró Pedro
—Pero no puedes amar a una persona si no has dejado de querer a la anterior.
—¿Por qué no?
—Porque entonces la relación nueva se ve comprometida.

A Pedro pareció divertirle mi comentario y declaró que todas las relaciones estaban comprometidas de una u otra forma y que era mejor no ser demasiado escrupuloso.

Yo no estaba de acuerdo con él y sentía que tenía que dejar de querer a Gaston por completo, sólo que no sabía cómo hacerlo. Esperaba que, algún día, conocería a alguien que me atrajera tanto que pudiera asumir el riesgo de volver a amar, aunque albergaba serias dudas de que ese hombre existiera.

Sin duda, Juan a quien había conocido en una charla para padres que se celebró en el colegio de Aleli, no era ese hombre. Juan  estaba divorciado y tenía dos hijos. Era como un gran oso de peluche, con el tabello castaño y una barba también castaña y bien arreglada. Yo llevaba saliendo con él algo más de un año y disfrutaba de la confortable naturaleza de nuestra relación.

Como Juan era el propietario de una tienda de comestibles selectos, mi nevera estaba siempre llena de manjares. Aleli y yo disfrutábamos comiendo quesos belgas y franceses, etc..

Juan me gustaba mucho e hice lo posible por enamorarme de él. Resultaba evidente que era un buen padre para sus hijos y estaba convencida de que también lo sería para Aleli. Juan tenía tantas cosas buenas..., había tantas razones para que yo lo amara... Sin embargo una de las posibles frustraciones de salir con alguien es que, a veces, esa persona es estupenda y totalmente digna de ser amada, pero no hay entre vosotros la menor pasión.

Juan y yo hacíamos el amor los fines de semana que sus hijos estaban con su ex esposa y yo podía encontrar una canguro para Aleli. Por desgracia, el sexo con él era muy aburrido. Como yo no tenía orgasmos cuando él estaba dentro de mí —lo único que sentía era la leve presión interior que se nota cuando el ginecólogo te explora con un espéculo—, él empezó a utilizar los dedos para llevarme al climax. No funcionaba siempre, aunque, a veces, yo conseguía unos cuantos espasmos gratificantes y, cuando no lo lograba y empezaba a sentir la piel irritada, lo simulaba. A continuación, él me empujaba la cabeza con suavidad hacia abajo y yo lo llevaba a él al orgasmo con la boca o se colocaba encima de mí y se corría en la postura del misionero. La rutina era siempre la misma.
Yo compré un par de libros sobre sexo para intentar mejorar nuestra relación. A Juan le divirtieron mis vergonzosas peticiones de intentar un par de posturas nuevas que había aprendido en los libros y me contestó que, al fin y al cabo, todo se reducía a introducir la pestaña A en la rendija B, pero que si quería probar algo nuevo, él no presentaría ninguna objeción.

Yo me sentí abatida al descubrir que Juan tenía razón. Todo aquello resultaba
extraño y ridículo y, por mucho que lo intentara, no alcanzaba el orgasmo, ni siquiera cuando adoptábamos aquellas enrevesadas posturas tipo yoga. La única cosa nueva que Juan no quiso probar fue excitar mi sexo con la boca. Mientras se lo preguntaba, yo tartamudee y me puse colorada. Creo que aquél fue el momento más bochornoso de mi vida, aparte de cuando Juan me contestó, con tono de disculpa, que a él nunca le había gustado aquella práctica. En su opinión, resultaba antihigiénica y a él no le gustaba el sabor del sexo de las mujeres y me dijo que, si no me importaba, prefería no hacerlo. Yo le contesté que no me importaba en absoluto y que no quería que hiciera nada que no le gustara.

Continuara...

 *Mafe*

No hay comentarios:

Publicar un comentario