Capítulo 18
la mañana siguiente, después de que
Gaston se había escabullido por mi
ventana, fui a la cocina para ver a
Nicolas, sentado ahí conversando con mi
mamá.
—Buenos días —dije alegremente.
Mamá me miró un tanto sorprendida.
—¿Por qué estás tan feliz esta mañana?
—preguntó, sonriendo.
Sonreí y reprimí una risita tonta, no
podía decirle que mi sexy novio me había dado
una muy buena razón para sonreír
antes de salir por mi ventana. Así que en vez de
eso, solo me encogí de hombros.
—¿Por qué no estarlo? —contesté, mirando a todos lados,
menos a Nicolas.
Probablemente sabía la razón exacta
para mi feliz, y satisfecha, cara—. Así que,
Nicolas, ¿hay algo que quieras
contarme? —Me burlé, sentándome al lado suyo.
Negó con la cabeza, luciendo
confundido.
—No. ¿Debería haber algo? —preguntó, levantando una ceja con
recelo.
—Tú, enamorándote de mi mejor amiga,
¿tal vez? —sugerí, golpeándolo con mi
hombro suavemente.
Se quedó sin aliento, derramó una
cucharada de cereal en el mostrador de la
cocina, se serenó rápidamente y me
sonrió con satisfacción.
—No estoy enamorado tu mejor amiga.
Ése es tu trabajo, ¿recuerdas? —dijo
sarcásticamente. No podía parar de
reírme, ponerse a la defensiva no ayudaba
mucho en su caso, si no sentía nada
por ella entonces sólo habría estado de
acuerdo o hecho algún comentario
cachondo.
—Sí, claro. Como digas, Nicolas. Te
estoy vigilando. Sólo no la lastimes —le advertí,
tomando un tazón y poniendo un poco
de cereal.
Gaston entró por la puerta, y me
imagino que si mi cara se veía como la suya,
entonces probablemente eso era por lo
que mi mamá estaba preguntándome
porque estaba tan contenta. Sonreía
de oreja a oreja.
—Buenos días —saludó, chocando los puños con
Nicolas al pasar.
—Buenos días, Gaston. ¿Desayunas? —ofreció mi mamá, levantando un poco
de pan.
Asintió, sonriendo agradecido.
—Claro, Adriana , eso sería genial. —Envolvió sus brazos alrededor de mí
por la
espalda.
—Oye, Ángel. Te extrañé la noche
anterior —me susurró.
Oí
el “aww” en voz baja de mi madre y traté de no
reír.
—Oh lo hiciste, ¿eh? —dije, golpeando su mano, mientras él
la movía hacia abajo
entre mis piernas por debajo del
mostrador.
Rió y se puso a mi lado.
—Por supuesto que lo hice. Me gustó
dormir contigo la otra noche. Tal vez tu
mamá me dejará dormir con ustedes de
ahora en adelante —dijo, mirando a mi
mamá esperanzado.
—No presiones, Gaston —replicó ella, rodando los ojos.
Él se rió.
—Oye, ¡valía la pena intentarlo! —indicó, acomodando mi cabello detrás
de mis
orejas y mirándola un poco
avergonzado.
—Siempre fuiste descarado —murmuró mi madre, sonriendo mientras
ponía tres
rebanadas de pan tostado en frente de
él.
—Estaba preguntándole a Nicolas sobre
su enamoramiento con Mery —le conté a
Gaston, queriendo cambiar el tema de
mi vida sexual y él durmiendo en mi cama.
Le había hablado a Gaston acerca de
Nicolas y Mery la noche anterior. Me dijo que no
había notado nada, pero que iba a
observarlo hoy por mí.
—No estás enamorado de una de
dieciséis años, ¿verdad Nicolas? ¿Qué clase de chico
de dieciocho años podría siquiera ver
a una de dieciséis de esa manera? —Gaston
preguntó, fingiendo un shock, usando
las palabras Nicolas de un par de semanas
atrás.
Nicolas lo miró fijamente con
advertencia.
—Ja, Ja. Ustedes dos son tan graciosos
—gruñó, negando con la cabeza mientras
se alejaba para ir a vestirse.
Cuando nos detuvimos en el
estacionamiento de la escuela, había una multitud
cerniéndose sobre el auto de Johnny.
Estaba parado ahí torpemente, lucía
realmente incómodo, mientras los
chicos le hablaban sobre su auto y las chicas le
coqueteaban descaradamente, tratando
de meterlo en la parte posterior del
mismo. Eugenia, como siempre, estaba
en el frente.
—Wow, ¡tenemos algunas zorras en esta
escuela! —susurré a Gaston. Asintió con la
cabeza, observando sin impresionarse.
—Sip.
—Quizá deberías ir a ayudarlo. Luce
muy incómodo —sugerí, mirando a Gaston
suplicante.
Suspiró y me rodó los ojos.
—¿Por qué tienes que ser tan
condenadamente agradable todo el tiempo? —
preguntó, besándome suavemente antes
de caminar en dirección al auto de
Johnny. Lo vi agitar las manos en un
gesto de “se acabó”, haciendo que la mitad de
los chicos se fueran inmediatamente.
Pasó su brazo sobre los hombros de Johnny,
mientras lo conducía lejos de la
multitud hacia la escuela, al tiempo que Johnny lo
miraba agradecido. Sonreí para mí.
Realmente tengo el novio más adorable en este
mundo.
Mery saltó sobre mí.
—¿Dónde está el trasero sexy de tu
hermano? —preguntó.
Nicolas aclaró su garganta detrás de
ella. Se volteó y le sonrió.
—Lo siento, debería haber dicho, el
trasero sexy de tu hermanastro —corrigió,
guiñándole un ojo, su semblante se
ensombreció ligeramente, pero rápidamente
puso una sonrisa de satisfacción
—Finalmente me di cuenta que no estoy
interesado, pero todavía tratas de entrar
en la familia, ¿eh?
Ella río.
—Algo así. Tal vez ya no me gusten los
rubios, o tal vez tú has perdido tu encanto
—contestó, sonriendo con satisfacción
a su vez.
Casi me ahogué en una carcajada.
Nicolas amaba ir detrás de las chicas, me di cuenta
que nunca había querido a nadie que
no podía tener antes y honestamente creo
que quería a Mery, ahora sólo porque
no estaba interesada. La arrastré a través de
las puertas y divisé a Gaston y
Johnny conversando contra sus casilleros.
—Hey —saludé, sonriendo mientras envolvía
mi brazo alrededor de la cintura de
Gaston.
—Hey, Rocio. ¿Cómo estas hoy? —preguntó Johnny educadamente.
—Excelente, ¿y tú? —pregunté tratando de no reír mientras
la mano de Gaston se
deslizaba por la parte de atrás de
mis jeans, frotando la mano por mi trasero
suavemente.
—Estoy bien —asintió con la cabeza. Mery le
sonreía seductoramente junto a mí.
—Le estaba contando a Johnny acerca
del partido de hockey sobre hielo —
intervino Gaston, apretando mi
trasero con suavidad. Le sonreí dulcemente mientras
le daba un codazo en las costillas.
¡Maldito chico pervertido! Sacó sus
manos de mis jeans riendo para sus adentros.
—Sí, voy a ir al juego del viernes.
¿Crees que pueda sentarme contigo? —preguntó
Johnny, mirándome esperanzado.
—Puedes sentarte conmigo, si quieres —ofreció Mery, lamiéndose los labios
lentamente, mientras lo miraba.
Él se sonrojó y le sonrió
tímidamente.
—Gracias. Me gustaría eso —estuvo de acuerdo en voz baja.
—Vamos entonces, vayamos a clase —sugerí, rodando mis ojos. Esos dos no
pararían hasta el final, porque por
la mirada en el rostro de Mery, no pararía hasta
que fuera suyo, y al él parecía
gustarle también. Me volteé para alejarme pero me
detuve cuando vi a Eugenia caminado
hacia mí con una expresión de odio en su
rostro. Ella prácticamente tiró un
sobre marrón en mis manos mientras me miraba
fijamente.
—Sigo pensado que hiciste trampa, pero
la gente dice que es justo que recibas el
dinero, así que aquí está, zorra emo —gruñó furiosa.
¡Caramba! ¿Acababa de darme más de
cuatro mil dólares? ¿En realidad gané el
dinero?
Mery se acercó a mí.
—Eugenia, es mejor que vuelvas al
infierno de donde saliste —bufó enojada.
Sonreí felizmente.
—Está bien Mery, no hay problema.
Gracias por esto, Eugenia —digo, agitando el
sobre con orgullo.
—Asegúrate de que no se pierda —contestó con una sonrisa de
satisfacción en su
rostro.
No tenía duda en mi mente de que ella
tenía alguna clase de plan que
probablemente me involucrase a mi
tirando el dinero por el desagüe o
prendiéndole fuego. De repente, tuve
una gran idea, que en serio podría
molestarla. Sonreí mientras me volteaba hacia Gaston. Me acerqué
a
mientras metía el dinero en la parte
delantera de sus pantalones, metiendo toda mi
mano hacia abajo también. Gaston
gruñó y me miró sorprendido
—Cuida esto por mí, novio, lo sacaré
después —susurré provocativamente,
mientras lo acercaba a mí para que me
besara. Oí a la gente aclamar y aplaudir,
chicos diciendo cosas como “oh
sí” y “lindo”. Sonreí contra sus labios y lo empuje
un poco. Alcé la vista justo para ver
a Eugenia marcharse echando chispas en la
dirección opuesta.
Me eché a reír, Gaston me agarró y me
besó de nuevo, levantándome del suelo. El
timbre sonó y las personas comenzaron
a entrar a clase. Me quedé atrás con Gaston,
sin querer romper el beso. No puedo
creer que gané ¡cuatro mil dólares! ¿Qué
demonios podía comprar con eso?
Me bajó suavemente al suelo con una
enorme sonrisa en su rostro.
—Eso fue tan gracioso, su cara estaba
para un fotografía —dijo riendo.
—Tu cara estaba para una fotografía —contesté, pellizcando su nariz
suavemente.
—Sí, bueno, no esperaba que metieras
dinero dentro de mis pantalones como si
fuera alguna clase de stripper —sonrió y negó con la cabeza,
divertido.
—Así que, ¿en qué vas a gastar tu
dinero Ángel? —preguntó, mientras quitaba el
sobre de sus jeans y me lo daba.
Me encogí de hombros sonriendo.
—No tengo idea. ¿Qué deberíamos
comprar? La mitad es tuya.
—No necesito nada, ya tengo todo lo
que podría desear, justo aquí —dijo,
agarrando con sus manos mi trasero.
—Mi trasero, ¿eso es todo lo que
quieres? —pregunté, riendo.
Sonrió.
—Técnicamente, es mi trasero ahora,
¿cierto? —se burló de mí, antes de besar mi
cuello.
—Por ahora —bromeé mientras lo empujaba. Me
abaniqué con el sobre—. Ahora
que tengo lo que quería, no estoy
segura de que haya algo en esta relación para
mí.
Rió y rodó los ojos, mientras
envolvía su brazo alrededor de mi cintura.
—Vamos, te llevaré a clase —sugirió, conduciéndonos por el
pasillo.
Le tendí el sobre a Gaston. —¿Podrías cuidar de esto por mí? No
confió en mí para
hacerlo, probablemente lo perderé —me estremecí ante la idea de perder
todo el
dinero.
Sonrió y lo tomó, doblándolo en dos y
deslizándolo dentro del bolsillo interno de
su chaqueta.
—¿Y que si lo pierdo? —preguntó.
Sonreí mientras buscábamos mi clase,
lo acerqué a mí, aplastando mi cuerpo
contra el suyo.
—Entonces tendrás que pagarme de igual
manera —respiré, dándole un besito a
sus labios y caminando a mi clase
rápidamente.
Eugenia me miró fijamente cunado pasé
y me senté al lado de Mery y Johnny, en el
asiento que me habían guardado. Para
mi suerte, el profesor también estaba
retrasado, de otra manera me habría
ganado una detención.
El mes siguiente pasó muy rápido.
Gaston seguía siendo el novio más adorable del
mundo, llevándome a citas,
comprándome flores y chocolates. Nicolas seguía siendo
sobreprotector como de costumbre,
nada iba a cambiar con eso.
Mi mamá volvió a trabajar pero estuvo
devuelta en casa dos semanas, porque tenía
que quedarse debido al lanzamiento de
un nuevo producto o algo así. Mery seguía
coqueteando con Johnny, para el
disgusto de Nicolas. Gaston me contó que había
hablado con Nicolas acerca de ella,
al parecer, él no quería salir con Mery, sólo no le
gustaba el hecho de que estuviera
detrás de alguien más, cuando solía estar detrás
de él. Se sentía un poco dejado de
lado, aparentemente. Así que, para solucionar el
problema se acostó con un par de
chicas extra y se sintió mucho mejor.
Nuestra relación con Johnny había
cambiado también. De hecho, era un amigo
muy cercano ahora; era un buen chico
y parecía aumentar su confianza cada día.
Creo que tal vez tenía algo que ver
con la influencia de Mery. Habían estado
saliendo un par de veces, y Mery me
dijo que él la había besado la anterior noche,
con lo que estaba encantada.
Realmente le gustaba, y creo que a él también le
gustaba ella, lo cual era muy dulce.
Johnny había estado yendo a ver los
partidos de hockey de los viernes con
nosotros por las últimas dos semanas,
incluso había venido a nuestra “fiesta
después del partido” por un par de horas también. Nunca hablamos de mi padre,
nunca me preguntó algo acerca de él y
no saqué el tema. De vez en cuando, lo
mencionaba de paso, cosas que tenían
que ver con su vida o casa, y cada vez me
hacía sentir enferma y un poco
nerviosa.
Hoy era domingo, iba con Johnny, a
verlo en una competencia.
Cuando paró con su auto enfrente de
mi casa, justo después del almuerzo, le di un
beso de despedida a Gaston y reí ante
sus pucheros.
—Deja de hacer pucheros Gaston. Estaré
devuelta en un par de horas —dije, riendo.
Suspiró dramáticamente.
—¿Pero por qué no puedo ir? Los
domingos son mis días —se quejó frunciendo el
ceño.
Sonreí.
—Gaston, ya te lo dijo, sólo podía
conseguir un pase de invitado. ¡Me pidió que fuera
con él! Deja de quejarte. Nos vemos
más tarde —le ordené, besándolo de nuevo
mientras me levantaba—. Te amo —juré, a la vez que agarraba mis
llaves y el
teléfono celular.
—Te amo más, Ángel —gritó mientras abría la puerta y
corría hacia el coche.
—Hey —saludó Johnny, sonriendo mientras me
subía a su brillante auto deportivo.
—Hey. ¿Ya estás mentalizado y listo
para la competencia? —pregunté, sonriendo.
Asintió con la cabeza.
—Sí, estoy un poco nervioso. El nuevo
truco que he estado practicando sigue
saliéndome mal. Voy a quedar como un
idiota si fracaso —refunfuñó, haciendo una
mueca.
—No fracasarás Johnny. Ten algo de
confianza —le respondí con firmeza.
Sonrió y rodó los ojos, conduciendo
al parque donde habían colocado
una enorme rampa de media pipa.
Johnny había estado tratando de enseñarme
algunas cosas acerca pero para ser
honesta, como la mayoría de las cosas
deportivas, me entraba por un oído y
salía por el otro. Si no estaban bailando,
entonces no estaba realmente
interesada.
Por lo general me gustaba ver a
Gaston jugar, pero eso era sólo para verlo en su sexy
uniforme.
La rampa que habían colocado era
absolutamente enorme. Me sentí un poco
enferma cuando la miré. Era tan alta,
por lo menos quince pies de altura de cada
lado.
—Umm, Johnny, ¿estás seguro acerca de
esto? —pregunté, mientras caminábamos
al stand de iniciación. Johnny
entregó nuestros pases de competidores y nos
dieron las bandas amarillas para la
muñeca y saludamos.
—Rocio, voy a estar bien, no te
preocupes —rió mientras me arrastraba hasta la
zona de patinaje donde la gente
estaba dando vueltas esperando para continuar y
practicar.
—Mierda, Johnny, ¡es tan alto! ¿Qué
pasa si te lastimas? —pregunté, tragando el
nudo en mi garganta.
—Hey, termina eso ahora mismo. Me
dijiste en el coche que tenga algo de
confianza, espero que hagas lo mismo —dijo sonriéndome, abiertamente. Vaya,
tenía confianza, ¡pero dolería caer
de allí! Nos sentamos allí viendo a los otros
dar sus vueltas. Los trucos que
estaban haciendo me dejaron alucinada,
saltos mortales, sosteniéndose de las
manos, todo en lo que pudieras pensar.
Todo el tiempo sólo me sentí cada vez
peor. Ni siquiera estaba segura de poder
verlo haciéndolo. Después de una
hora, Johnny fue llamado para ir y estar listo, y
mi corazón empezó a tratar de salir
de mi pecho.
—Oh Dios. Por favor, ten cuidado —le supliqué.
—Voy a tratar. Pero si me muero,
puedes tener mi auto —replicó, guiñándome un
ojo.
—Sólo si puedo volver a rociarlo de
rosa —bromeé, tratando de no mostrarle que
estaba aterrorizada. Se echó a reír y
se alejó rápidamente a la zona de
calentamiento por un par de minutos.
Cuando finalmente fue su turno, no
podía respirar. Lo vi subir las escaleras hasta la
cima de la plataforma y posicionarse
al final, con el consejo de inclinarse a la
espera. Me sonrió y traté de
devolverle la sonrisa, estoy bastante segura de que mi
expresión parecía más una mueca de
pesar. El silbato sonó, y se tiró. Apreté los
ojos, cerrados, escuchando el aplauso
y la alegría de la gente, pero no quería ver.
Sabía que en el momento en que
abriera mis ojos, caería y se rompería el cuello.
Después de una hora, bueno, sentí
como si fuera una hora, probablemente fuera
aproximadamente un minuto, la gente aplaudió
como loca, así que por casualidad
abrí mis ojos. Johnny estaba
caminando por las escaleras, sin huesos rotos ni
sangre. Salté de la silla y aplaudí
junto con los demás, decidiendo fingir que lo
había observado. La próxima vez
tendría que decirle que no podía venir. Sólo gasté
su boleto de repuesto cuando ni
siquiera lo vi.
Hizo un trote corto y me abrazó con
fuerza.
—¡Eso fue impresionante! —gorjeé con entusiasmo.
Se echó a reír y sacudió la cabeza.
—¿Sí? ¿Se veía bien a través de tus
parpados? —preguntó, riendo más fuerte.
Lo miré con tono de disculpa.
—¡Lo siento tanto! No podía verte,
Johnny. Me sentía tan enferma. Tenía tanto
miedo, simplemente no pude —dije disculpándome.
Negó con la cabeza.
—No te disculpes, está bien. Sin
embargo, aterricé —se jactó, sonriendo
ampliamente.
Asentí con la cabeza.
—Lo sé, escuché a la gente animada —dije un poco avergonzada. Me sentía
muy
culpable. Me trajo aquí para verlo y
darle apoyo y ni siquiera podía hacer eso.
Supongo que era una hermanastra
inútil.
Nos sentamos de nuevo y me dio un
resumen de todo lo que me había perdido y
otras cosas para ser contadas.
Johnny fue uno de los últimos en
hacerlo, así que no tuvimos que esperar
demasiado tiempo antes de que los
resultados fueran anunciados. Cuando el
hombre entró en el escenario agarré
su mano nerviosamente, rogando que haya
obtenido buenos resultados.
—Está bien, así que tuvimos algunos
trucos excelentes hoy. Los jueces quedaron
muy impresionados, así que
felicitaciones —el hombre se paró en la pequeña
plataforma—. Bien, entonces, en orden inverso.
Viniendo en el tercer lugar con un
puntaje de cuarenta y cuatro puntos de
cincuenta, es… Johnny —llamó.
Chillé y salté sobre él con
entusiasmo mientras se reía.
—¡Oh Dios, Johnny, eso es
impresionante! Estoy tan orgullosa de ti —me
entusiasme, casi llorando.
Sonrió abiertamente.
—Gracias, Rocio. Será mejor que vaya a
buscar mi trofeo —asintió hacia el
escenario. Me quedé allí animando y
aplaudiendo como una idiota, mientras subía
y conseguía su trofeo de plata.
Volvió corriendo y me abrazó girándome en un
círculo.
—Johnny, eso es tan bueno. Déjame
verlo —prácticamente lo arrebaté de sus
manos y observé el trofeo de plata
con un pequeño hombre en una patineta.
—Estoy muy contento con cuarenta y
cuatro puntos. Es mi mejor resultado —
sonrió con orgullo.
—Hey, ¿vamos comer algo para celebrar?
Yo invito —sugerí, felizmente.
—Por supuesto. Sólo tengo que
cambiarme primero; realmente no puedo salir así
—miró abajo a su camiseta rasgada,
pantalones cortos de patinador, sucias
zapatillas de deporte, haciendo una
mueca.
¿Por qué diablos iba a necesitar
cambiarse?
—Johnny, no me importa qué te pongas —dije con honestidad, mientras
comenzábamos a caminar de regreso a
su coche.
Se echó a reír.
—Rocio, estoy hecho un lío. Estas son
mis ropas de competencia. Siempre llevo la
misma cosa; son como mi ropa de la
suerte. Están todas rasgadas y sucias. Además,
estoy sudado y eso —respondió, encogiéndose de hombros.
Subimos al auto—.
Voy a hacer una parada en casa y me
cambiaré, luego podemos irnos —dijo
mientras sacaba el auto de la playa
de estacionamiento.
¡Oh, mierda! ¿Quiere que yo vaya a su
casa?
Empecé a sentirme mal. No podía ir,
no quería ver a mi padre, no podía. Cerré los
ojos, dispuesta a no enloquecer.
Gaston no estaba aquí, así que no quería tener un
ataque de pánico.
—No puedo —susurré.
Me miró, confundido.
—¿No puedes ir a cenar? —preguntó, mirándome como si estuviera
loca,
probablemente porque era mi idea, en
primer lugar.
Negué con la cabeza.
—No puedo ir a tu casa, Johnny. Por
favor, no puedo verlo —supliqué, cuando
continuó en la dirección opuesta de
mi casa.
—¿Joaquin? —preguntó, frunciendo el ceño. Asentí
con la cabeza, incapaz de
hablar a través del nudo en mi garganta.
Me temblaban las manos. Cerré los ojos y
pensé en Gaston, tratando de mantener
la calma. Pensé en el color de sus ojos, cómo
se sentía su pelo cuando pasaba mis
manos a través de él, el sonido de su voz.
—¿Estás bien? —preguntó Johnny, sonando afectado.
Asentí débilmente.
—No quiero verlo, Johnny —susurré, dándome vuelta en mi asiento
para mirarlo.
Él estaba tratando de ver el camino y
mirarme, al mismo tiempo.
—¿Por qué no? —preguntó en voz baja. Sacudí la
cabeza. No podía hablar de ello,
sobre todo no con él, era su
padrastro, por amor de Dios, vivía con él.
—Yo no, por favor —rogué con mis ojos. Suspiró y meneó
la cabeza.
—No está ahí de todos modos. Se fue el
fin de semana con mamá y Matt. No
volverán hasta tarde, esta noche —dijo.
¿No estaba allí?
—¿Estás seguro? —pregunté, mi cuerpo empezaba a
relajarse.
Asintió y sonrió para tranquilizarme.
—Positivo. Fueron el fin de semana
para ver a mis abuelos. No estarán
volviendo hasta las diez o algo así.
Lo miré para asegurarme de que no
estaba mintiendo o tratando de engañarme o
algo así. Parecía estar diciendo la
verdad. Johnny era un muy buen tipo, no me
haría algo así, no me mentiría.
—Está bien —acordé, en voz baja.
Sonrió y volvió a mirar a la
carretera.
—Por lo tanto, ¿puedo saber por qué tú
y Nicolas odian tanto a joaquin? —preguntó
con curiosidad. Cerré los ojos,
realmente no quería tener esta conversación con él,
con nadie. Incluso Mery no sabía
ningún detalle acerca de mi padre y de mi infancia.
—Johnny, no quiero hablar de ello.
Está en el pasado, prefiero que se quede ahí —
contesté, rezando para que lo dejara.
Asintió con la cabeza, viéndose un
poco decepcionado y triste.
—Está bien. Bueno, si alguna vez
necesitas hablar conmigo sobre cualquier cosa,
puedes hacerlo. Ya lo sabes, ¿verdad?
—preguntó, mientras entraba en una
calle
muy bonita. Asentí mirando por la
ventana, las casas eran enormes, con grandes
coches de lujo en las entradas. Se
puso en el camino de entraba y miré a la gran
casa azul pálido. Se veía como si mi
padre la hubiera hecho, ciertamente, por sí
mismo.
—¿Estás seguro que no está aquí? —cuestioné nerviosa, mientras me
levantaba y
caminaba hacia el lado de Johnny.
—Estoy seguro. El coche ni siquiera
está aquí —confirmó, moviendo una mano al
estacionamiento vacío. Me relajé y
seguí muy de cerca de Johnny, hasta la casa.
Apenas podía respirar. Al abrir la
puerta de entrada me apoderé de la parte de
atrás de su camiseta. Rió entre
dientes.
—Rocio, no hay nadie aquí —me aseguró, sacudiendo la cabeza
mientras envolvía
su brazo alrededor de mis hombros,
tirándome dentro de la casa. Era preciosa—.
¿Quieres un trago? —ofreció, llevándome a la cocina.
—Um, claro —miré alrededor, a todos los adornos y
muebles caros—. Podría caber
toda mi casa en tu sala de estar y
cocina —dije, sonriendo.
Se echó a reír.
—Está casa es agradable, pero es
demasiado grande para nosotros. No sé por qué
este tipo de casa tan cara.
—¿Qué hace mi padre ahora entonces? —pregunté con curiosidad, cuando me
entregó una lata de Pepsi.
—Acciones y participaciones. Es un
gran agente de bolsa o algo, realmente no lo
entiendo. Hace un montón de dinero,
sin embargo —dijo, casualmente.
Todavía estaba haciendo eso,
entonces, eso era lo que hacía cuando éramos niños.
No quería hablar más de él; estar en
su casa me estaba volviendo bastante loca.
—Por lo tanto, tú y Mery, ¿huh? —bromeé, tratando de cambiar de tema.
Se sonrojó y asintió con la cabeza.
—Es bonita —murmuró nervioso.
Sonreí al ver su sonrojo, era
realmente adorable.
—Dijo que la besaste —levanté las cejas con entusiasmo, a
la espera de más
detalles. Tenía la visión de ella del “beso perfecto”, ahora quería la suya.
Sonrió abiertamente.
—Sí, ¿dijo que le gustó? —preguntó, ruborizándose más fuerte.
¡Oh infiernos, si lo hizo!
—Sí, le gustó mucho —confirmé, meneándole las cejas.
Largó una carcajada.
—Bueno, gracias a Dios por eso —parecía tan aliviado que no podía
dejar de reír—.
Estaba pensando en invitarla a salir,
correctamente, ya sabes, siendo exclusivo.
¿Crees que iría por eso? —preguntó, mirándome con esperanza.
Sonreí al ver su cara de
preocupación.
—Claro que iría por eso —a Mery realmente le gustaba, sin duda
sería exclusiva.
Se rió y desordenó la parte de atrás
de su pelo.
—¡Increíble! Gracias, Rocio.
—Ve a cambiarte, entonces, y después
vamos a comer. Estoy muerta de hambre —
instruí, asintiendo hacia el pasillo.
—Está bien, estaré en cinco minutos.
Me encogí de hombros.
—Puedes ducharte y esas cosas si
quieres, no me importa esperar.
—¿Estás diciendo que huelo? —preguntó, riendo, mientras se abría camino
a la
sala.
—Bueno, estaba tratando de ser cortés —bromeé. Se rió y rebotó por las
escaleras.
Me senté en el mostrador de la
cocina, bebiendo felizmente mi Pepsi, jugando con
su trofeo, cuando oí la puerta
abrirse y a una mujer hablando.
—No, sólo tengo que darle un poco de
medicina y ponerlo en la cama —dijo.
Sentí mi aliento entrecortado en la
garganta.
—Bueno, no ha dejado de estar
malditamente llorando —espetó mi padre,
sonando molesto.
Salté de la silla tan rápido que casi
me caigo. Me mudé al otro lado del mostrador,
teniendo que poner algo entre
nosotros, estaba viniendo hasta aquí. Mi corazón
estaba fallando en mi pecho. No podía
respirar correctamente. Había una puerta
detrás de mí, agarré la manija,
desesperadamente buscando alejarme antes de que
él llegue. No podía verlo; no podía
dejar que me viera. Agitando la manija
rápidamente me di cuenta de que la
puerta estaba cerrada con llave. Podía sentir
las lágrimas empezar a picarme en los
ojos.
—Lo siento, JOaquion. Lo pondré en la
cama en un minuto, dormirá —dijo la mujer,
en voz baja.
—Que esté malditamente mejor, me está
dando un dolor de cabeza —gruñó
furioso.
Metí la mano en mi bolsillo,
agarrando mi celular. A quién pensaba llamar, no
sabía. Gaston y Nicolas estaban
demasiado lejos, y Johnny probablemente en la ducha.
No había nadie, sin ayuda; estaba
sola en mi horror. Me di la vuelta frente a la
puerta, esperando a que entrara. Me
sentí enferma. Oh Dios, ¿realmente iba a
vomitar?
La señora entró, llevando un niño
lloriqueando en sus brazos, acariciando su
espalda con dulzura. Sus ojos se
posaron en mí y saltó una milla, obviamente, no
sabiendo que estaba aquí.
—Hola, lo siento, no me di cuenta de
que Johnny tenía amigos —dijo,
sonriéndome con gusto. Era muy bonita,
cabello castaño y ojos grises, como mi
madre y yo. Asentí con la cabeza,
incapaz de hablar.
—¿Johnny tiene amigos aquí? —preguntó mi padre, mientras caminaba
a través de
la puerta.
Me sentí mareada, mis piernas estaban
débiles, se veía casi exactamente como él
mismo, sólo un poco mayor, un poco
menos de pelo y más gris. Sus ojos eran
duros y severos, como solían ser, no
como la foto que Johnny me mostró. No había
cambiado en absoluto.
Me miró, sus ojos rastrillando sobre
cada parte de mi cuerpo mientras me quedaba
ahí, sin poder moverme, sin poder
respirar. Me sentí como una niña de nuevo.
Estaba aterrorizada, y esta vez no
tenía a Nicolas para protegerme. El hombre que
arruinó mi infancia, la niñez de mi
hermano, estaba de pie a menos de quince
metros de mí.
—Rocio —dijo en voz baja. Sonrió y sentí
aumentar la bilis en mi garganta.

No no no no!!!!! Que mal! Por favor subí el próximo ya!!!!!!!!!!!!!!!!!
ResponderEliminarQuiero mas!
Besos :)