Lazos capitulo 26

Capitulo

GASTON

Decidí terminar completamente las cosas con Eugenia. Ella no estaba llevando las

cosas bien, pero Eugenia no estaba acostumbrada a ser rechazada. Di un paso en el

claro y el familiar olor de madera quemada y la música alta me daban la

bienvenida. Escuché gritar mi nombre varias veces en saludos pero no presté

atención a quién era. No estaba aquí esta noche para socializar. Había venido por

una razón. Había otras cosas que podría haber hecho esta noche. Pero otras cosas

no incluían echarle un vistazo a Rocio. Mi mundo gira alrededor de verla. Si

supiera que ella iba a algún lugar, iría. Era el punto cuando empecé a considerar ir

a la iglesia los domingos. Sabía, por escuchar a Pablo, que Rochi canta solos la

mayoría de los domingos en la iglesia. No había escuchado su dulce voz cantando

en años.

—¿Es verdad? ¿Realmente rompiste con Eugenia?

Me volví para ver a Agustin acercándose a mí, sonriendo. Siempre había tenido

una cosa por Eugenia. Acababa de hacerle la noche.

—Sí —contesté, tomando un vaso y llenándolo con cerveza de barril.

—¿Entonces ella puede jugar libre o vas a pegarle a un chico si va tras ella?

Tomé un trago de la cerveza y reí en silencio. Yo en realidad pagaría a alguien para

sacarla de mi espalda. En el momento en que se diera cuenta que me deshice de

ella porque estaba enamorado de Rocio sus garras iban a salir. No podía dejar

que dañe a Rochi.

—Hombre, ella es un ave libre, por favor se mi invitado.

Agustin me golpeó en la espalda.

—DEMASIADO CALIENTE.

Si sólo supiera. La muchacha tenía problemas de una milla de largo. Cabeceé y

seguí bebiendo mi cerveza explorando la multitud buscando cualquier señal de

Rochi.

En el momento que dio un paso en el claro sosteniendo la mano de Pablo, mi

corazón se apresuró. Solamente verla me volvió loco. Odié ver su mano en Pablo,

pero ella no le prestaba ninguna atención. Ella buscaba en la multitud, me buscaba

a mí. Lancé mi vaso en el cubo de la basura y caminé hacia ellos. Una vez que salí

de las sombras sus ojos encontraron los míos y una sonrisa de satisfacción levantó

las esquinas de su boca. El deseo hizo que mi estómago se encogiera haciendo

difícil que no fuera bruscamente hasta Pablo y la reclamara como mía. Él no

debería tocarla.

—Pablo —le dije a mi primo, asintiendo con la cabeza antes de permitirme mirar

un poco más a Rocio.

Los vaqueros apretados que llevaba se adhirieron a sus Caderas mientras su

bronceado estómago plano jugaba a las escondidas con el dobladillo de su remera

azul pálido. Yo sabía exactamente cuan suave era su piel desnuda contra mis

dedos. Levanté mis ojos de su estómago para encontrar su mirada.

—Rochi.

Miré su bello rubor, entonces agachó su cabeza y miró a la persona que estaba de

pie al lado de ella a través de sus pestañas. Seguí su mirada y vi a quien sólo

podría ser una versión crecida de Lali. Ella me sonrió, pero yo podría ver que era

forzado. Me costó todo mi autocontrol contener una risita. Yo había atormentado a

la muchacha cuando éramos niños, pero ella era siempre tan humilde con Rochi.

—Gaston, recuerdas a Lali. Creo que una vez la esposaste a la valla de los perros y

la forzaste a cantar alto para liberarla.

La introducción de Rocio me hizo reír. No pude pararme a mí mismo esta vez.

Recuerdo haber visto la cabeza de Rocio llena de rizos rubios mirándome

alrededor del tronco de árbol cubriendo su boca mientras sus hombros se sacudían

de la risa. Yo había estado tan orgulloso por vengar su honor y hacer, al mismo

tiempo, que se riera. Encontré la mirada de Rocio deseando por millonésima vez

que las cosas hubieran sido diferentes y que ella fuera mía.

—Recuerdo eso. Tú atormentaste tanto a Lali que es un milagro que no haya

salido gritando cuando te vio esta noche.

La voz de Pablo me asustó. Olvidé que él estaba aquí. No podía pensar en mucho

más con Rocio mirándome tan dulcemente.

Tosí y volví mi atención a Lali.

—Ah, sí, pero creo que usted lo pidió. Solía decir algunas cosas bastante ásperas a

Rochi y nunca dejé que nadie se dirigiera a ella de ese modo.

Lali me lanzó una sonrisa que decía que sabía más de lo que debía. ¿Le había

dicho Rocio a su prima acerca de lo nuestro? La idea de que ella le haya dicho a

alguien acerca de nuestro verano juntos me hizo más feliz de lo que debería.

Quería que pensara acerca de eso. Quise que necesitara decírselo a alguien.

Diablos, sólo la quiero a ella.

—¿Dónde está Eugenia? —preguntó Pablo mirando sobre mi hombro como si

esperara que Eugenia se agarrara de mí en cualquier momento.

Me costó toda mi fuerza de voluntad no mirar a Rocio cuando contesté.

—Rompí con Eugenia. No importa dónde está.

Quería ver la expresión de Rocio.

—Uh, ¿de verdad? No esperaba eso. ¿No está embarazada, o si? —La acusación de

Pablo de romper con Eugenia porque la dejé embarazada ralló mis nervios.

¿Siempre había asumido lo peor de mí?

—No, sólo se terminó —contesté en un tono duro que normalmente no usaba con

él.

—¿Hay alguien más? —preguntó Pablo.

Me pregunté cómo reaccionaría si le dijera que su novia era ese alguien más. No

dudaba que lo perdería para siempre. Su brazo se envolvió alrededor de la cintura

de Rocio. Ahora mismo era difícil recordar que él era mi primo. En todo lo que

podía concentrarme era en el intenso deseo de arrancar el brazo con el que la

estaba tocando.

—¿Por qué no vamos, nos unimos al grupo y dejamos de interrogar a Gaston?

Esta vez no pude dejar de mirar a Rocio. Una sonrisa tocó sus labios antes de

darse vuelta y mirar fijamente a Pablo.

—Tienes razón bebé. Puedo interrogarlo en otro momento —contestó Pablo y me

guiñó un ojo antes de conducir a Rocio hasta el grupo.

Me quede ahí incapaz de seguirlos. Verla acurrucándose contra su costado era

doloroso. Romper con Eugenia había sido lo justo desde que la estaba usando sólo para

llevar el estrés pero ahora no había ninguna distracción para dejar de mirar a

Pablo con Rochi.

—Este no debería ser asunto mío, pero el modo en que Rocio y tú se siguen

mirando el uno al otro como si quisieran comerse va a, tarde o temprano, alertar a

tu primo. Él es una persona confiada pero no pienso que sea estúpido.

Quité mi mirada de Rocio y Pablo y di vuelta para ver a Lali todavía allí

mirándome con ceño el fruncido y las manos sobre sus Caderas.

¿Qué sabe ella?

—Tienes razón, no es asunto tuyo —contesté bruscamente y me dirigí hacia el

barril de cerveza. Necesitaba otra bebida.

ROCIO

Pablo estaba esforzándose para asegurarse de que Lali se sintiera cómoda con

todos. La presentó a sus amigos más cercanos y fue a buscarle una bebida. No me

preocupaba. De hecho me daba tiempo de mirar a Gaston sin distracciones. No tener

a Eugenia alrededor suyo era un alivio, pero también hizo casi imposible que quitara

mis ojos de él. Gaston me atrapó mirándolo y me guiñó un ojo. Mordí fuertemente

mi labio inferior para evitar reírme. Me dieron un codazo en las costillas que me

hizo jadear y me gire a mi alrededor para encontrar a la persona que me golpeó.

Lali me sonreía inocentemente.

—Estás siendo muy obvia —me dijo entre dientes con una sonrisa falsa en su

rostro.

Sin embargo entendí el significado.

—Necesito ir al auto y buscar mi teléfono. Mi mamá probablemente ya me ha

llamado diez veces hasta ahora —me anunció Lali.

—Iré contigo —contesté rápidamente, echando un vistazo a Pablo quien parecía

satisfecho de que estuviera siendo amable con mi prima.

Yo solía buscar este tipo de aprobación de su parte, pero esta vez me molestó. Si no

me gustara mi prima, la pisaría sólo para que él se cabreara.

Una vez que estábamos seguros fuera del claro y dirigiéndonos al coche, Lali dejó

de andar y se dio vuelta para fulminarme con la mirada.

—Tienes aproximadamente diez minutos para juntar a tus duendes antes de que tu

caballero con brillante armadura venga a buscarnos. Voy a ir a buscar mi teléfono y

hacer unas cuantas llamadas telefónicas.

Fruncí el ceño.

—¿A qué te refieres?

—Me refiero a que tienes que dejar de coquetear con Gaston mientras el equipo

entero de fútbol está alrededor de testigo. Es como si ustedes pensaran que son los

únicos allí. Todos tenemos ojos, sabes.

Ella se dio la vuelta y se dirigió a la parte más profunda del huerto de nueces,

hacia los coches estacionados.

—Ella tiene razón, pero es mi culpa. —La voz de Gaston debería haberme asustado,

pero no lo hizo. De alguna manera sabía que él hallaría el modo de encontrarme a

solas.

—Sí, probablemente —dije bromeando mientras me daba vuelta para encontrar su

mirada.

Gaston dio un paso hacia mí, después llevó la mano hacia su cabello y murmuró una

maldición.

—Quería dañar la mano que tenía en tu cuerpo, Rochi. Pablo, por quien debería

hacer cualquier cosa. Quería dañarlo. Si te toca de nuevo en frente mío voy a

explotar. No puedo con esto.

Eliminé el espacio que había entre nosotros y rodee su cintura con mis brazos. Lo

había hecho. Mi necesidad de estar cerca de Gaston había creado esta situación

imposible.

—Lo siento —murmuré contra su pecho deseando poder hacer que todo

desapareciera.

Él me miró y me envolvió con sus brazos, arrastrándome contra su cuerpo.

—No te disculpes. Sólo intenta que no te toque. Cuando te toca me pongo rojo de

ira. No puedo evitarlo. No quiero verlo a él o a nadie más tocarte.

Retrocedí hasta que pude mirarlo. Su mandíbula estaba apretada fuertemente.

Saber que él pensaba en Pablo con tal ferocidad me hizo sentir tan culpable. No

había querido meterme entre ellos y de todos modos lo estaba haciendo.

—¿Qué puedo hacer para que esto esté bien, Gaston? No quiero meterme entre

ustedes. Esa es la razón principal por la que estoy haciendo esto. Él es tu familia.

Gaston enredó sus dedos en mi cabello y me acarició la cabeza.

—Estando con él. Dejando que te toque, que te sostenga, Dios. Me está comiendo.

Estas evitando que Pablo me odie, pero lo único que estás haciendo es que yo lo

odie a él.

Levantó sus brazos y los sujetó lejos de mi cabeza mientras que yo daba un paso

atrás. Las lágrimas nublaron mi visión.

—¿Qué se supone que haga, Gaston? Dime. ¿Qué se supone que haga?

Abrió su boca para responder y la cerró mientras sus ojos miraban sobre mi

hombro. Un destello posesivo atravesó sus ojos como si quisiera advertir a

cualquier depredador que estuviera cerca lo que era suyo. Yo sabía sin darme

vuelta a quien le fruncía el ceño con tanta ferocidad. No miré a Pablo. No estaba

segura de qué decir.

—¿Qué está pasando? Rocio nunca le grita a la gente. ¿Qué mierda le hiciste,

Gaston?

—Es mi culpa. —La voz de Lali hizo que deshiciera mi postura derrotada y me

diera vuelta hacia ella.

—¿Qué? —Gaston y Pablo dijeron a la vez.

Lali dio un suspiro dramático y encogió sus hombros.

—Gaston coqueteaba conmigo y a Rochi no le gustó. Piensa que él no es lo

suficientemente bueno para mí o algo así. Ellos comenzaron a discutir cuando le

dijo a Gaston que me dejara sola.

No podía creer lo que había escuchado. ¿Acababa Lali de mentir tan creíblemente

por mí y Gaston?

Ella rió y mordisqueó su uña con algún tonto gesto coqueto y sonrió con

satisfacción.

—¿Qué? También podrías decirle la verdad. Tú no piensas que su primo es digno

de tu prima.

Dejé de observar la mirada tímida de mi prima y me volví la reina del drama

cuando giré para estudiar la cara de Pablo. ¿En realidad se lo había creído?

Seguramente no. Él miraba con el ceño fruncido a Gaston.

—Gaston deja a la prima de Rochi sola. Ella no es una de tus chicas de una noche. Ve y

busca alguna otra muchacha para reemplazarla. No sirve de nada dejar que Rochi se

alborote por todo esto.

Increíble.

Eché un vistazo a Gaston y su expresión me dijo que estaba demasiado furioso.

Estaba listo para matar a Pablo. Intervine entre ellos dándole la espalda a Pablo

y suplicándole a Gaston silenciosamente. Articulé las palabras "por favor" y vi como

su ira disminuía antes de que se diera la vuelta y se internara más en el huerto de

nueces.

Necesitaba asegurarme de que estaba bien pero no podía hacer eso con Pablo

parado detrás de mí esperándome para regresar juntos al campo. De nuevo a

fingir. De nuevo a ser miserable.