Capítulo 19
rocio? —repitió la señora, mirando entre él y
yo—. ¿Tu hija,
Rocio? —preguntó, con una sonrisa tirando de
sus labios. Mi
padre asintió con la cabeza, sin separar
sus ojos de los míos. Me sentí como un
venado atrapado en los faros de un
coche que se aproxima y lo único que puede
hacer es prepararse para el impacto.
—Bueno, es grandioso al fin conocerte.
He oído a Joaquin y Johnny hablar tanto
de ti que ya siento como si te
conociera —dijo la señora, sonriéndome con
gusto.
Traté de devolverle la sonrisa y
fingir que todo estaba bien, que no estaba a punto
de desmayarme en cualquier segundo,
que no estaba a unos cinco segundos de
tumbar la casa a gritos.
—Igualmente, Ruby —contesté en voz baja, arrastrando mis
ojos de él.
—¿Qué estás haciendo aquí, Rocio? —preguntó mi padre, levantando las
cejas y
sonriendo con una media sonrisa. El
sonido de su voz envió escalofríos por mi
columna mientras trataba
desesperadamente de no recordar mi infancia. Tenía
pesadillas con su voz, sus ojos, la
forma en que se paraba tan derecho y cómo sus
puños siempre estaban cerrados, igual
que ahora.
—Yo... yo vine con Johnny. Él está...
él esta se está cambiando —tartamudeé.
Inmediatamente me regañé mentalmente
por mi tartamudez. Sus viejas reglas
volvieron, enderézate, habla claro,
no murmures.
Ruby sonrió.
—Bueno, es genial que estés aquí. ¿Te
gustaría quedarte a cenar? Creo que vamos
a pedir comida, porque no tenemos
muchos alimentos aquí. No pensábamos
volver hasta tarde esta noche, pero
Matt ha estado enfermo toda la semana, así
que volvimos temprano —explicó Ruby mientras besaba la
cabeza del bebé con
suavidad. Ella parecía muy agradable,
demasiado buena para este imbécil
abusador.
Negué con la cabeza, incapaz de
hablar de nuevo. Me temblaban las manos, así
que las apreté juntas con fuerza,
tratando de mantener el control y no lanzarme al
suelo a llorar.
—¿Estás segura? No es molestia. Nos
encantaría que te quedaras para la cena, ¿no
es así, joaquin? —continuó, sonriéndole, completamente
ajena a lo que yo estaba
viviendo mi peor pesadilla en estos
momentos.
Él asintió con la cabeza, su mirada
viajó a lo largo de mi cuerpo, haciéndome sentir
escalofrío.
—Estoy segura, gracias —dije en voz baja, quebrándome un poco
al final.
El niño empezó a llorar de nuevo. Los
ojos de Ruby se agrandaron mientras miraba
a joaquin.
—Voy a darle un poco de medicina y a
dormirlo —dijo, levantando la cabeza hacia
la despensa, de la que sacó una botella
de medicina y una cuchara.
Mi padre anduvo un par de pasos hacia
mí y yo retrocedí contra la puerta, mi
respiración salió entrecortada. Le
eché un vistazo a mi teléfono abierto y marqué el
numero de Johnny, era la persona más
cercana, si tan sólo pudiera llamarlo y
decirle de alguna manera que bajara,
podríamos irnos.
—¿Cómo has estado, Rocio? He estado
tratando de verte por años, pero tu
hermano no me dejó —afirmó con sorna en la palabra
hermano.
¿Había estado tratando de verme y
Nicolas no me dijo? ¿Por qué diablos no iba a
decirme algo así? Conociendo a
Nicolas, probablemente pensó que me estaba
protegiendo. Miré a la madre de
Johnny en busca de ayuda, ella estaba regresando
la botella de medicina.
—He estado muy bien, gracias —contesté. Miré mi teléfono, que
todavía estaba
tratando de conectar, Johnny no
respondía. ¡Maldita sea!
—Voy a llevar a Matt a la cama y
vuelvo para hacer un poco de café o algo. —
Sugirió Ruby, sonriéndome
amablemente.
—Está bien, amor —respondió mi padre, sin apartar sus ojos
de los míos.
Tragué saliva, ¡no podía estar allí
sola con él!
—¿Puedo ir contigo? —pregunté con desesperación. Ruby me
miró un poco
sorprendida—. Me gustaría ver el cuarto de Matt,
si eso está bien —mentí con
rapidez. De ninguna forma me quedaría
aquí con él.
—No creo que eso sea una buena idea,
Rocio. Matt no está bien. Puedes ver su
habitación en otro momento —interrumpió mi padre antes de que
Ruby pudiera
contestar.
Ruby sonrió.
—Ya vuelvo. —Se dirigió fuera de la habitación con
el niño aferrado a su cuello.
Di un paso a un lado y casi salgo
corriendo de la habitación después de ella. Tan
pronto lo pasé, agarró mi muñeca,
halándome para que me detuviera, lo que casi
me hace caer. Sentí el grito tratar
de salir de mi garganta, pero me lo tragué, no
podía demostrarle cuanto poder tenía
sobre mí.
—Te ves hermosa, Rocio. Igual a tu
madre cuando tenía tu edad. Siempre has sido
un jodido durazno —ronroneó, lamiéndose los labios
mientras pasaba su mano por
mi mejilla.
Levanté mi rodilla y le di un
rodillazo tan fuerte como pude en la ingle, tirando mi
brazo de su agarre y corriendo por el
pasillo tan rápido como mis piernas pudieron
llevarme. Aunque no tenía ni idea de
a dónde debía ir. Había venido en el coche de
Johnny, así que no quería simplemente
salir corriendo de la casa sin un lugar al que
ir. En vez de eso, corrí hacia las
escaleras, pasando el pasillo hasta que me detuve
en una puerta con un anuncio de “Entre bajo su propio riesgo” colgando. Tenía que
ser la habitación de Johnny. No me
molesté en tocar, sino que entré azotando la
puerta detrás de mí y estallando en
sollozos histéricos mientras me inclinaba
contra ella.
—¡Rocio! ¿Qué demonios? —exclamó Johnny. Alcé la vista y allí
estaba, de pie
envuelto en tan sólo una toalla, con
el cuerpo mojado acabando de salir de la
ducha. Me retiré de la puerta y me
lancé hacia él, abrazándolo con fuerza,
ignorando el agua que goteaba de su
pelo sobre mí mientras sollozaba en su
cuello.
—¿Qué pasa? ¡Rocio, por amor de Dios!
¿Qué pasó? —preguntó
desesperadamente mientras frotaba las
manos por mi espalda tratando de
calmarme.
—Necesito ir a casa. ¡Necesito irme,
ahora mismo! —grité. Mis piernas apenas me
sostenían, él estaba soportando a la
mayor parte de mi peso. Probablemente lo
estaba lastimando dada la fuerza con
que me aferraba a él, pero no se quejaba.
—¿Qué pasa? —preguntó, separándome para mirarme.
—¿Johnny, por favor? —Me atraganté.
Él asintió con la cabeza y me
arrastró hasta la cama para que me sentara.
—Tengo que vestirme —dijo, ruborizándose.
Asentí con la cabeza y cerré los
ojos, tratando de imaginar a Gaston, lo necesitaba
para calmarme, no podía entrar en
crisis aquí. Lo escuché moverse vistiéndose.
Menos de un minuto más tarde, tomó mi
mano.
—Estoy listo. Vamos —dijo, tirando de mí con suavidad. Me
aferré a su mano con
fuerza mientras me conducía a través
del cuarto hasta la puerta, deteniéndose con
una mano en la perilla—. ¿Me prometes que me dirás de qué
trata todo esto más
tarde? —pidió, mirándome suplicante. Asentí
con la cabeza. Aceptaría cualquier
cosa que me pidiera con tal de que me
sacara de aquí.
Envolvió su brazo a mi alrededor,
acercándome a su lado, mientras abría la puerta
que nos llevaba rápidamente por las
escaleras. Me puse rígida cuando su madre
salió de la sala de estar.
—¡Mierda! ¿Qué están haciendo en casa?
—preguntó, sorprendido.
Ella sonrió con cierta tristeza.
—Matt no está bien. Se puso enfermo
ayer por la noche y ha estado incómodo
durante todo el día, así que vinimos
antes —explicó, abriendo los brazos para
abrazarlo.
Se apartó de mí y sentí mi aliento
entrecortado en mi garganta por estar por mi
cuenta. Él le dio un rápido abrazo.
—Te extrañé —susurró ella, dándole palmaditas en
la espalda.
Él sonrió y la besó en la mejilla.
—Yo también. Mira, mamá, tengo que
llevar a Rocio a su casa, su hermano la
necesita —mintió, pasando de nuevo su brazo
sobre mí rápidamente.
Ella sonrió con tristeza.
—¿Segura de que no puedes quedarte a
cenar, Rocio? A joaquin le gustaría pasar
algún tiempo contigo.
¿Pasar tiempo conmigo? ¿Es una maldita
broma? Negué con la cabeza.
—No puedo —susurré.
Mi padre caminaba por la esquina, así
que me encogí al lado de Johnny,
apretándome contra él con tanta
fuerza que dolía. Su brazo se apretó a mi
alrededor, aunque no sabía por qué
estaba actuando de esa manera. Realmente
era un gran hermanastro.
—Hola, joaquin —saludó Johnny, con rigidez.
—Hola, Johnny. ¿Siendo acogedor con mi
hija? —preguntó, su voz dura me hizo
estremecer.
—Me tengo que ir —susurré desesperadamente, enterrando
mis dedos en su
costado.
—Los veré más tarde —dijo Johnny volteándose y empujándome
delante de él
para colocarse entre mi padre y yo
mientras caminábamos hacia la puerta.
Prácticamente corrí hasta su auto,
mirando hacia la puerta todo el tiempo en caso
de que viniera a buscarme. Aunque
sabía que no lo haría. Necesitaba mantener su
papel frente a su esposa y Johnny,
pero eso no impedía que el pánico se elevara en
mi pecho. Johnny me miró preocupado
mientras aceleraba por las calles.
—¿Estás bien, Rocio? Te ves muy pálida
y estás temblando —dijo, tomando mi
mano.
Asentí con la cabeza. —Quiero ir a casa —escupí.
—Está bien, shh. Te llevaré a casa. —Frotó su pulgar sobre la palma de mi
mano
mientras se dirigía a mi casa. Apreté
los ojos cerrados. Realmente no había
cambiado nada, la forma en que me
miró me revolvió el estómago. ¡Oh Dios,
necesitaba a Gaston!
Después de unos diez minutos de estar
tratando de pensar en otra cosa que no
fuera mi padre, nos detuvimos en mi
entrada. Me lancé del auto y corrí hacia la
casa, rezando porque Gaston todavía
estuviera allí. Abrí la puerta y lo vi sentado en el
sofá jugando PlayStation con Nicolas.
Ambos levantaron la mirada cuando
entré. Gaston me sonrió con alegría antes de
que su rostro se ensombreciera. Se
levantó del sofá mientras corría hacia él.
—¿Qué demonios? —gritó furioso, mirando a Johnny que
venía detrás de mí.
Me lancé hacia él, sollozando. Vaya,
lo necesitaba, era lo único que me mantenía
cuerda cuando mi mundo comenzaba a
desmoronarse. Me envolvió en sus brazos
con fuerza, volteándome lejos de
Johnny, con todo el cuerpo y estresado.
—¿Qué diablos está pasando? —gritó Nicolas, dando un paso hacia
Johnny, luciendo
muy enojado.
—No lo sé. Me estaba cambiando cuando
ella simplemente se volvió como loca y
comenzó a llorar. ¡Nicolas, yo no le
hice nada! —exclamó Johnny sonando un poco
asustado.
Nicolas me agarró del brazo, tirando
de mí lejos de Gaston.
—¿Rocio, él te lastimó? —me preguntó con fiereza, señalando
acusadoramente a
Johnny.
Negué con la cabeza, tratando de
hablar. ¿Pensaban que Johnny me había hecho
daño?
—Fui a su casa. Se suponía que no
estaría ahí. —Lloré, mis piernas no soportaron
mi peso. Gaston me agarró de la
cintura antes de que cayera al suelo y me levantó
rápidamente, se sentó, tirando de mí
en su regazo, retirando el pelo de mi cara y
besándome en la mejilla.
—Shh está bien, Ángel. Todo está bien —susurró.
—¿Quién no se suponía que iba a estar
allí? Alguien tiene que decirme qué
demonios pasó. ¡AHORA MISMO! —gritó Nicolas cada vez más enojado y
furioso.
—Papá —dije con voz ronca.
Los ojos de Nicolas se ampliaron, sus
manos se cerraron en puños, su mandíbula se
mantuvo apretada. Sentí los brazos de
Gaston apretarse más a mi alrededor.
—¿Lo viste? —preguntó Nicolas, su voz sonaba
realmente amenazadora.
Asentí con la cabeza y lo vi mirar a
Johnny de nuevo, como si de alguna manera
fuera su culpa.
—¿La llevaste a tu casa y dejaste que
ese imbécil se le acercara? —gruñó Nicolas,
haciendo que Johnny se estremeciera.
—¡Yo no sabía que estaba allí! No se
suponía que estuviera allí. Llegaron temprano
a casa, mientras yo estaba en la
ducha —protestó, manteniendo sus manos en
alto
inocentemente mientras Nicolas lo
miraba como si quisiera matarlo. Si las miradas
mataran, Johnny estaría muerto ahora
mismo.
—¿Qué hizo, Ángel? —susurró Gaston, empujando mi cara
para que pudiera verlo.
Negué con la cabeza. ¿Podría
decirles? Si lo descubrían, no tenía duda de que irían
hasta allá en un futuro muy, muy
cercano y se meterían en problema.
—Dime —ordenó Gaston.
Lo abracé con fuerza, no podía mentirle.
—Él.... me agarró del brazo. Me
dijo... que me veía hermosa, como mi mamá a mi
edad, y que yo era un ma... maldito
du... durazno —susurré, apenas capaz de
articular palabra, mi voz subiendo y
bajando entre sollozos.
Los brazos de Gaston se apretaron a
mi alrededor, tan fuerte que en realidad
empezaban a dolerme las costillas.
—Gaston, me haces daño. —Me quejé, apretando mis manos en su
pelo. Sus brazos
me soltaron al instante, pero su
cuerpo estaba tan tenso que probablemente
estaba dándole una úlcera.
Nicolas agarró las llaves.
—Voy a ir. ¿Vienes Gaston? —preguntó Nicolas, caminando hacia la
puerta. ¡Oh, diablos,
no! ¡No podía permitir que se
metieran en problemas!
Gaston me levantó de su regazo y me
sentó en el sofá.
—Vigílala —le dijo a Johnny con severidad,
mientras se puso de pie para irse.
—¡No! —grité, agarrando la mano de Gaston—. ¡Nicolas, no! —supliqué.
—No voy a dejar que te haga daño otra
vez —gruñó Nicolas.
—No lo hará. No se acercará a mí. Ha
sido mi culpa, no debí ir a casa de Johnny.
No debía tomar ese riesgo. Por favor,
por favor no lo hagas. No puedo ver que se
metan en problemas. Te necesito. Los
necesito a los dos. Por favor no me dejes
sola —le supliqué. Apreté la mano de Gaston
para dar énfasis.
—Por favor —rogué halándolo cerca de mí de nuevo.
Él suspiró y miró a Nicolas.
—Ella tiene razón, Nicolas. No podemos
ir si él no hace nada primero. Se saldría con la
suya y seríamos nosotros los que nos
meteríamos en problemas —razonó Gaston.
Me relajé. Gaston estaba siendo
sensato; él siempre pensaba bien las cosas, no como
Nicolas.
—¿Qué quieres decir con “hacerle
daño de nuevo”?
—preguntó Johnny en voz baja.
Los tres lo miramos. Nicolas habló
primero.
—Nada. Creo que deberías irte, Johnny.
—Él asintió con la cabeza mirando
hacia la
puerta, señalándole que se fuera.
Johnny negó con la cabeza.
—No. Rocio, me prometió que me diría
qué era todo esto —dijo, mirándome
suplicante.
Tiene razón, le dije eso. Nicolas me
miró, dejándome tomar la decisión.
—Yo le dije eso —confirmé, asintiendo con la cabeza y
cerrando los ojos,
presionándome contra Gaston de nuevo.
¡Vaya, esto iba a ser tan duro!
La halé de nuevo a mi regazo, dejando
que se acercara a mí. Mi corazón no había
vuelto todavía a la normalidad
después de haberla visto sollozar así. Estaba tan
molesto que mis dientes se apretaban
con tanta fuerza que mi mandíbula dolía,
tratando de mantener el control.
Quería ir ahí y golpearlo hasta que no quedara
nada de él, pero ella tenía razón,
seríamos nosotros los que nos meteríamos en
problemas y ella no necesitaba más
estrés en este momento.
Nicolas le hizo un gesto a Johnny
para que se sentara en el sofá frente a nosotros y se
sentó a su lado. Ambos se veían
estresados. Rocio se acurrucó en una bola en mi
regazo, halando sus rodillas y
enterrando la cara a un lado de mi cuello. La
balanceé gentilmente mientras
escuchaba a Nicolas contándole a Johnny sobre los
abusos de cuando eran niños, cómo su
padre había tratado de atacar a Rocio y la
forma en que lo había echado de la
casa hace tres años. Dejó salir lo del abuso
sexual del que nadie sabía mucho
porque ella se negaba a hablar de eso. Todo el
tiempo Johnny simplemente se sentó
allí, jugando con sus manos. ¿Por qué no
lucía como en shock con todo esto? Si
alguien se sentara allí y me dijera que su
padre lo había abusado por años, creo
que por lo menos estaría un poco en shock,
¿no es así?
Después de más o menos diez minutos
bajé la mirada hacia Rocio para ver que
estaba dormida en mis brazos. Se veía
tan triste y vulnerable; su cara estaba
todavía roja de llorar. No dejaría
que algo la volviera a herir nunca. Agité la mano
hacia Nicolas para llamar su
atención.
—La voy a poner en su cama —susurré, incorporándome y tratando de
mantenerla
inmóvil mientras la cargó hacia su
cuarto, recostándola en su cama. Gimoteó y se
acurrucó más cerca de mí, así que me
recosté con ella por un par de minutos hasta
estuviera de nuevo en un sueño
profundo. Besé su frente y volví a la sala.
Johnny tenía la cabeza entre sus
manos. Nicolas se veía realmente enojado otra vez.
—¿Qué está mal? —pregunté, mirando entre ellos dos.
Nicolas me miró, parecía en serio
estresado y preocupado. No veía a Nicolas así muy
seguido, siempre era muy fuerte y de
hecho me hacia sentir un poco enfermo verlo
así ahora.
—Lo está haciendo de nuevo. Ha
golpeado a Johnny y su mamá algunas veces —
gruñó Nicolas, viéndose disgustado.
¡Maldición! Le dije a Nicolas que
debimos haber llamado a la policía en vez de sólo
patearlo fuera, pero insistió en que
no quería que Rocio pasara por eso. ¡Y ahora
él se lo estaba haciendo a alguien
más!
—Mi mamá estaba hablando sobre dejarlo
el año pasado. Entonces en su lugar nos
mudamos aquí. Ella dijo que era un
inicio fresco y que todos deberíamos empezar
de nuevo, pero no ayudó —dijo Johnny tristemente. Me arrodillé
a su lado y puse
mi mano sobre su hombro. Realmente no
lo conocía tan bien, era más el amigo de
Ángel que el mío, pero sabía que era
un buen chico.
—Johnny, ¿tu mamá aún quiere dejarlo? —pregunté, mirando a Nicolas, quien
parecía
listo para explotar en cualquier
minuto. Tendría que vigilarlo de cerca. Si el
momento llegaba entonces estaría ahí
a su lado, pero no podíamos precipitarnos a
nada, tenía que verse como
autodefensa.
Johnny se encogió de hombros.
—No he hablado con ella acerca de ello
desde que nos mudamos aquí, así que no
sé. Sé que esta asustada por Matt. Él
no lo ha golpeado todavía, pero tiene sólo un
año —replicó, su voz quebrándose.
Apreté su hombro solidariamente. Ese
idiota era una pieza realmente enfermiza.
Nicolas se sentó a su lado y palmeó
su espalda torpemente. Como chicos, no éramos
muy buenos en reconfortar. Ángel
sería perfecta para esto; era tan malditamente
cariñosa y amable.
—Johnny, necesitas decirle a tu madre
que él ha hecho esto antes. Podría ser el
empujón que necesita para dejarlo
antes de que le haga algo a Matt —dijo Nicolas
amablemente.
Johnny asintió, levantándose.
—Iré a casa y hablaré con ella cuando
pueda.
—Johnny, si alguna vez necesitas ayuda
llámame. Día o noche, ¿entiendes? Y si
necesitan un lugar para quedarse
algunos días, tu madre y tu hermano también, se
pueden quedar aquí —dijo Nicolas intensamente. Lo dice en
serio, Nicolas era un gran
chico y nunca dejaría que alguien
hiriera a su familia o amigos, supongo que
técnicamente Johnny era su familia
también.
—Gracias. Esperaré hasta que él no
esté allí, y entonces hablaré con ella. —Asintió,
viéndose muy triste, y un poco
asustado.
—Llámame y déjame saber como va. Y
digo en serio acerca de un lugar donde
quedarse, a mi mamá no le importará,
y ella no estará siquiera en casa por otras
dos semanas —declaró Nicolas, guiando a Johnny a
la puerta. Puso su brazo
alrededor de su hombro—. Todo va a estar bien —le aseguró Nicolas. Johnny parecía
como un pequeño niño perdido, no se
veía preparado para esto para nada, pero
supongo que había necesitado crecer
rápido como Nicolas lo hizo cuando era más
joven.
—No creo que debas decirle a Rocio
nada de esto. Realmente no necesita nada
más sobre que preocuparse, y ni
siquiera sé que es lo que va a decir mi mamá
acerca de todo esto —murmuró Johnny, frunciendo el ceño.
Asentí. Esa probablemente era una
buena idea. Si Ángel supiera de esto estaría
poniéndose toda preocupada,
preocupándose acerca de Johnny y Matt, y por todo
lo que sabíamos quizás su mamá no
quería dejarlo en primer lugar. Podíamos
decirle cuando el momento llegara.
—Sí, buena idea —estuve de acuerdo, asintiendo.
—Está bien, gracias. Nos vemos. —Sonrió tristemente y se dirigió fuera
de la casa.
Nicolas cerró la puerta y presionó su
frente contra ella.
—Gaston, necesitas darme una buena
razón de por qué no debería ir allí y cortar su
garganta —gruñó, todo su cuerpo rígido.
—Porque entonces tú estarías en la
cárcel, y Ángel no tendría a su hermano mayor
aquí para protegerla —dije rápidamente, sabiendo que Rocio
era la única cosa
que lo mantendría calmado y
contenido.
Nicolas se giró hacia mi e hizo algo
que nunca lo había visto hacer en su vida; se dejó
caer contra la puerta, tiró sus
rodillas hacia su pecho, y lloró. Sentí mis entrañas
retorcerse ante la vista de eso.
Estaba tan enojado de nuevo que necesitaba
recordarme a mi mismo exactamente la
misma razón de por qué no podía ir allí y
cortar su garganta. Me senté a un
lado de Nicolas y puse mi brazo alrededor de su
hombro mientras lloraba. No creo que
jamás haya tenido una liberación adecuada
antes.
Las cosas habían sido muy tensas
durante la última semana entre Johnny y yo.
Sabía que él sabía sobre lo que mi
padre nos había hecho, bueno, una parte de
cualquier modo. Nicolas me aseguró
que no le dijo demasiado acerca de mí porque
sabía que no querría a gente sabiendo
acerca de eso. Le había dicho a Johnny que
no quería hablar acerca de nada de
eso, lo que él respeto. Parecía pasar el rato con
Nicolas y Gaston más de lo que lo
hacía conmigo y Mery en el momento. Siempre
estaban fuera hablando en silenciosos
susurros, y pararían en cualquier momento
en que yo estuviera cerca. Me
pregunté si estarían hablando de mí, pero para ser
honesta realmente no quería saber. No
quería volver a hablar acerca del hombre
nunca más, así que si eran felices de
hablar sobre mí y dejarme fuera de ello,
entonces bien.
Cuando me desperté el viernes por la
mañana, Gaston ya estaba despierto y
vistiéndose silenciosamente.
—Oye, ¿estás haciendo la caminata de
la vergüenza? —bromeé, preguntándome
por qué se estaba escabullendo de mi
cuarto. Nunca se levantaba antes que yo.
Se rió y se puso su camiseta antes de
trepar de nuevo a la cama. Enganché mis
dedos en las presillas del pantalón,
tirándolo más cerca de mí.
—La única vergüenza que tengo es que
tengo que salir de tu cama. Felizmente me
quedaría en la cama contigo para
siempre, pero tengo algo que necesitó hacer hoy
así que me tengo que ir. —Me besó suavemente, causando los
acostumbrados
pequeños revoloteos en mi estómago que
sus besos evocaban en mí.
¿Algo que necesitaba hacer? ¿De qué
trata?
—¿Qué necesitas hacer, chico amante? —pregunté, jalándolo más cerca de mí,
deteniéndolo de que se levantara.
Sonrió y rodó en su espalda,
tirándome encima de él.
—Nada interesante. Sólo necesito hacer
algo acerca de la universidad eso es todo
—replicó, viéndose incómodo. ¿Me
estaba mintiendo? Miré a su rostro, sus ojos
estaban un poco estrechos,
definitivamente se estaba viendo incómodo acerca de
algo.
—Gaston, ¿algo está mal? —pregunté preocupada. Oh mierda, ¿está
viendo a alguien
más o algo?
Sonrió y enredó sus dedos en mi
cabello.
—Nada está mal. No preocupes a tu
linda cabecita acerca de nada. Es sólo un par
de reclutadores que quieren
encontrarse conmigo, y este era el único momento en
que podían venir —explicó, aún viéndose incómodo.
Asentí, obviamente tenía algo que
estaba tratando de mantener en secreto de mí,
me diría eventualmente. Confiaba en
él. Estaba segura de que no me engañaría,
que había sido un pensamiento
estúpido del momento. Sabía que me amaba. Me
incliné hacia adelante y lo besé,
alejándome para morder su barbilla, amaba
cuando hacia eso. Sus manos se
apretaron en mi cintura mientras su respiración
empezaba a acelerarse; sonreí y mordí
el lóbulo de su oreja.
Gimió.
—Ángel, necesito irme. No me provoques
—se quejó.
Sonreí contra su cuello y me
incorporé, haciendo pucheros, decidiendo tener algo
de diversión con él antes de que se
fuera. Suspiré dramáticamente.
—Está bien, bueno supongo que sólo
tendré que ducharme sola entonces.
Gimió de nuevo.
—Ángel, no me hagas eso, no es justo
tú sabes —gruñó, frunciendo el ceño.
No pude evitar reírme ante su
lujuriosa expresión mientras trepaba fuera.
—Bueno, diviértete con los
reclutadores. Ve e impresiónalos con tus asombrosos
talentos, chico amante —instruí, besándolo suavemente de
nuevo.
Cepilló mi cabello detrás de mi
oreja.
—Te amo. Te veré después de la
escuela.
Fruncí el ceño. ¿No va a ir a la
escuela?
—¿No vas a venir a la escuela después?
—pregunté, decepcionada que no podría
verlo mucho hoy.
Suspiró y sacudió su cabeza.
—No, sin embargo te veré después —contrarrestó, besándome de nuevo
mientras
salía de la cama.
—¿Gaston? —lo llamé justo cuando estaba apunto
de salir por la puerta. Se detuvo y
me miro, curioso—. También te amo, y buena suerte con
los reclutadores. Sólo
recuerda, ellos tendrán suerte de
tenerte, no al revés —dije honestamente.
Los reclutadores estaba tropezando
sobre si mismos por Gaston, no necesitaba
trabajar muy duro para impresionar a
la gente, sus habilidades hablaban por si
mismas. Sonrió y me guiñó antes de
dirigirse fuera por la puerta.
Me duché y salí para tomar algo de
desayuno; Nicolas estaba sentado ahí con pijamas
incluso aunque era casi tiempo de
irse.
—Hey, será mejor que te apures o
llegaremos tarde —lo regañé, frunciendo el
ceño ante el pensamiento de una
detención.
Sacudió su cabeza.
—No me estoy sintiendo bien, así que
no iré. Le pedí a Casey que te llevara porque
Gaston está con los reclutadores —dijo en voz baja.
Nicolas difícilmente se enfermaba
alguna vez. Caminé hacia él un poco preocupada, y
puse mi mano sobre su frente. No se
sentía caliente o algo.
—No creo que tengas temperatura. ¿Qué
está mal? —pregunté, preocupada.
—Me siento enfermo eso es todo. Voy a
volver a la cama. Casey estará aquí en
quince minutos —replicó, parándose y dirigiéndose al
pasillo.
—¿Quieres que te traiga algo, Nicolas?
—pregunté.
Meneó la cabeza.
—Estaré bien, Rochi. Te veo después. —Agitó la mano sobre su hombro y
desapareció dentro de su cuarto.
Casey era divertido en el camino a la
escuela, siempre me ha gustado y nunca trató
de hacer un movimiento conmigo ni una
vez, lo que era genial. Todos los chicos
parecían haber dejado de hacerme sus
comentarios desde que estoy con Gaston.
Cuando llegamos, vi a Mery, Candela y
Agus así que me dirigí hacia ellos.
—Hola —gorjeé, sonriendo.
—Hola, Rocio. ¿Dónde están Nicolas y
Gaston? —preguntó Agus, mirando sobre mi
hombro.
—Gaston se está encontrando con
algunos reclutadores universitarios —dije
orgullosamente—. Y Nicolas está enfermo —agregué, arrugando mi nariz. ¡Espero
que
no vomite en algún lugar y lo deje
para que lo limpie!
—¿Si? Johnny está enfermo también. Me
llamó esta mañana —dijo Mery, haciendo
pucheros. Aún no la invitaba a salir
como dijo que iba a hacer. No le había dicho
todavía lo que había dicho de ella,
pensé que sería mejor viniendo de él.
—¿Johnny está enfermo también? Espero
que no sea nada. —Hice una mueca ante
el pensamiento de estar enferma,
odiaba vomitar.
—Yo también. Venga, vamos a clases —sugirió Mery, uniendo su brazo a
través del
mío y tirando de mí hacia el
edificio.
La escuela pasó increíblemente lento
debido a que no había visto a Gaston a la hora
del almuerzo para mirar hacia
adelante. La mañana y la tarde sólo se difuminaron a
un largo día sin Gaston, y por encima
de todo eso empezaba a sentirme un poco
enferma también. Mi estómago se
sentía revuelto y ni siquiera pude obligarme a
comer algo para el almuerzo.
¡Genial, ahora yo me estoy
enfermando!
Traté de llamar a Nicolas para ver
cómo se estaba sintiendo, pero no hubo respuesta.
Probablemente estaba dormido o algo. Mery
me estaba llevando a casa porque los
chicos no estuvieron aquí hoy. Me
dejó en el frente y caminé dentro de la casa,
sintiéndome exhausta, todo lo que
quería hacer era irme a dormir.
Mientras caminada a través de la
puerta principal vi maletas y cajas y bolsas negras
de basura llenas de cosas y apiladas
en el vestíbulo. ¿Qué demonios es todo esto?
—¿Nicolas? —llamé.
Podía oír voces en la cocina así que
hice mi camino hacia ahí, sólo para ver a Gaston,
Nicolas, Johnny y Ruby que estaba
sosteniendo a un niño pequeño en sus brazos, él
cual asumí era mi hermano pequeño,
Matt. No lo había visto oficialmente aparte de
la parte trasera de su cabeza la
semana pasada. ¿Qué diablos están haciendo aquí?
Espera, pensé que Mery dijo que
Johnny estaba enfermo, no parecía enfermo.
—Hey. ¿Qué es todo esto? ¿Ustedes
chicos están teniendo una conferencia? —
bromeé.
Ruby me sonrió débilmente, sus ojos estaban
ligeramente rosas, como si hubiera
estado llorando. Sentí mi espalda
ponerse rígida a la vista de su cara triste.
Gaston vino y envolvió su brazo
alrededor de mi cintura.
—Ángel, tenemos algo que decirte —dijo suavemente. Tragué por el tono
de su
voz; esto iba a ser malo lo que sea
que fuere.
Nicolas dio un paso al frente.
—Él ha estado haciéndolo de nuevo, Rochi.
Lo han dejado. Dije que podían
quedarse aquí por un tiempo. Mamá
dijo que estaría bien —explicó.
Ruby empezó a llorar suavemente de nuevo.
Alcé la vista hacia Johnny. ¿Él ha
estado siendo abusado y no me lo
dijo? Pude sentirme enojarme con él. Sabía que
nos había hecho ese hombre; ¡debió
saber que podía hablar conmigo! Abrí mi
boca, a punto de gritarle, pero su
expresión me detuvo. Se veía triste, culpable, y
de hecho un poco asustado. Me alejé
de los brazos de Gaston y abracé fuertemente a
Johnny. Dios, ha estado siendo
abusado por el hombre de mis pesadillas también,
no debería estar enojada con él, no
necesitaba eso por encima de todo lo demás.
Repentinamente, todo tuvo sentido
para mí; nunca le gustaba hablar acerca de él
tampoco. Cuando le pregunté si se
llevaba bien con él, siempre se veía realmente
incómodo. Estaba tan tenso cuando
estuve en su casa la semana pasada cuando
vio a mi padre.
—Pudiste haber hablado conmigo —susurré, sintiendo las lágrimas
cayendo por mi
rostro lentamente, afligida porque
sabía exactamente por lo que había pasado y
cómo se estaba sintiendo ahora mismo.
Por lo menos yo tenía a Nicolas y a Gaston para
mirar por mí en ese entonces; pero
Johnny era el mayor, probablemente se sentía
como si fuera el que tenía que
proteger a su mamá y su hermano.
Johnny me abrazó de vuelta.
—No quería preocuparte; lo hemos
estado planeando toda la semana. Nicolas y Gaston
nos ayudaron a empacar nuestras cosas
hoy mientras él estaba en el trabajo. Está
lejos por el fin de semana. No tiene
planeado volver hasta el domingo por la
mañana.
Lo alejé y besé su mejilla.
—Todo está bien ahora. No te
preocupes, ya no puede herirte —dije severamente.
Me giré y abracé a Ruby aunque ni
siquiera la conocía; simplemente se veía como
si necesitara un abrazo ahora mismo.
El bebé en sus brazos era hermoso; se veía
justo como ella, pero con cabello
rubio.
—¿Estás bien, Rochi? —preguntó Nicolas, preocupación
coloreando su voz.
Tragué ruidosamente. De hecho me
estaba sintiendo enferma. Supongo que estaba
un poco abrumada por todo. No podía
realmente tragar todo.
—De hecho, me siento un poco extraña —admití, frotando mi mano sobre mi
cara.
—Ángel, te ves un poco pálida.
¿Quieres una bebida o algo? —preguntó Gaston,
caminando hacia mí.
¡Maldición, tenía tanto calor! Mis
labios y dedos estaban temblando; empecé a
sentirme un poco mareada.

Amo esta novela esta muy buena !!! Que lindos son los rubios !! Rochi se va a desmayar ?
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