martes, 26 de noviembre de 2013

Lazos capitulo 36 FINAL

capitulo
Supuse que lo que Gaston no sabía no lo lastimaría. Me senté en mi cuarto
debatiendo si ir a revisar a Pablo, por horas. Finalmente, mi conciencia fue
superior a mí y manejé hasta aquí. Enfrentar a su madre no estaba en la parte más
alta de la lista de cosas que quería hacer. Ni este año y ni jamás. Pasé frente a su
calzada y giré en la sucia ruta que llevaba abajo al hoyo.
Una vez que volví allí estacioné el auto y le mande a Pablo un mensaje
haciéndole saber que iba a visitarlo para ver como estaba. Si él quería verme lo
haría. Mientras esperaba, supuse que podría disfrutar nuestro lugar favorito de
niños una última vez.
Subirme a un árbol no era tan fácil como antes, pero en ese momento nuestra rama
favorita no era tan alta como solía ser. Sólo tomó un pequeño salto del tronco para
que pudiera subirme con seguridad a la rama que había compartido con los chicos
Dalmau durante nuestra niñez.
—Impresionante. Lo hiciste parecer fácil. —La voz de Pablo me sorprendió.
Mire hacia donde estaba para encontrarlo apoyado contra un árbol cercano
—Ya estaba aquí cuando enviaste el mensaje —respondió él con una sonrisa
divertida. Mi expresión debía de haber mostrado mi confusión.
—Oh —respondí.
—¿A qué se debe esta visita? —respondió, levantándose y caminando para pararse
a lado de mis piernas. Apenas tenía que levantar la vista para verme a los ojos.
—Quería ver como estabas. Gaston dijo que tenías una contusión.
Pablo rió e hizo saltar la piedra que estaba sosteniendo en su mano sobre el agua.
—¿Te dijo cómo conseguí esa contusión?
—Sí —le respondí, sintiéndome culpable.
—La merecía. He sido una mierda contigo toda la semana.
¿Acaba Pablo de decir una mala palabra?
—Um.
No sabía qué decir. Estaba en lo correcto, lo había sido, pero tampoco merecía que
su hermano lo golpeara por ello.
—No debería haber dejado que te dijeran todas esas cosas. Honestamente, que
Gaston me diera una paliza fue un alivio. Me había estado castigando a mi mismo
por ello. Tener a alguien que me castigara físicamente fue una liberación.
—¿Qué? —pregunté.
Pablo volteó sus ojos azules de vuelta a mí.
—Rochi, fuiste mi chica por años. Pero antes de eso éramos amigos. Los mejores
amigos. Nunca debí haber dejado que un cambio de planes hiciera que te diera la
espalda de esa forma. Tú tomaste toda la culpa por algo que no era enteramente
tuya. Era mía y de Gaston.
—¿Tuya? ¿Cómo?
—Sabía que Gaston te amaba. Veía la forma en que te miraba. También sabía que lo
amabas más que a mi. Ustedes dos tenían un vínculo secreto del que nunca fui
parte. Estaba celoso. Gaston era mi primo y tú eras la chica más linda que jamás
había visto. Te quería para mí. Así que te pedí salir a una cita. Sin siquiera
preguntarle a Gaston primero. Nunca preguntándole cómo se sentía acerca de ello.
Tú simplemente aceptaste y como magia el vínculo que ustedes compartían se
rompió. Ya nunca hablaron. No había más charlas en el techo a altas horas de la
noche ni sacarlos a ustedes dos de problemas. Gaston era mi amigo y tú mi novia.
Fue como si su amistad nunca hubiera existido. Fui egoísta e ignoré la culpa hasta
que se desvaneció. Sólo las veces que lo veía mirarte con esa expresión de dolor
necesitado volvía. Estaba mezclada con miedo. Miedo de que vieras lo que había
hecho y fueras con él. Miedo de perderte.
Me estiré hacia él y pasé mi mano por su cabello.
—Yo también te quería. Quería ser lo suficientemente buena para ti. Quería ser la
buena chica que merecías.
—Rochi, eras perfecta justamente de la forma que eras. Yo fui quien te dejó cambiar.
Me gustaba el cambio. Es una de las muchas razones por las que temía perderte.
En mi interior sabía que ese espíritu libre que tenías pelearía por liberarse. Pasó. Y
el hecho de que haya pasado con Gaston no me sorprende en lo más mínimo.
—Lo siento Pablo. Nunca quise lastimarte. Hice un lío de todo. No tendrás que
vernos a Gaston y a mí juntos. Me alejaré de sus vidas. Pueden recuperar lo que
perdieron.
Pablo se estiró hacia mí y tomó mi mano.
—No hagas eso Rochi. Él te necesita.
—No, es lo que él necesita también. Hoy casi ni me hizo caso. Sólo me habló
cuando quería demostrarle a todos los demás que debían dejarme sola.
Pablo soltó una risa triste.
—No durará mucho. Nunca ha sido capaz de ignorarte. Ni siquiera cuando sabía
que lo estaba observando. Ahora mismo, él está lidiando con muchas cosas. Y está
lidiando con ellas solo. No lo alejes.
Salté de la rama y abracé a Pablo.
—Gracias. Tu aprobación significa el mundo para mí. Pero ahora mismo te
necesita. Eres su hermano. Sólo seré un estorbo entre ustedes lidiando con todo.
Pablo levantó su brazo y giró un rizo de mi cabello entre sus dedos.
—Aun si estuve mal en tomarte sin pensar en los sentimientos de Gaston, no puedo
lograr arrepentirme. He pasado unos geniales tres años contigo, Rochi.
No supe qué decir. La había pasado bien, también, pero me arrepentía de haber
elegido al chico incorrecto. Él me dio una última sonrisa triste, luego soltó
mi cabello y se fue.

GASTON
Pablo no estaba caminando de vuelta al coche de cuatro ruedas en el que había
manejado hacia aquí. Estaba yendo directo hacia mí. Debería haber sabido que me
había sentido mirándolos. No salí de las sombras. En cambio, esperé a que me
acompañara. Lejos de la vista de Rocio. Mi cuerpo estaba tenso como la cuerda
de una guitarra. Cuando lo había abrazado no estaba seguro de si sería capaz de
contenerme de agarrarlo lejos de ella y lanzarlo al maldito río si intentaba en lo
más mínimo acercarse a su boca.
—¿Viste y oíste lo suficiente? —preguntó Pablo, poniéndose detrás de mi para
darse la vuelta y mirar a Rocio.
Ella ya no estaba observando la retirada de Pablo. En cambio, se había vuelto
hacia el agua. La brisa jugaba con su cabello rubio haciendo que mis manos
ansiaran recorrer mis dedos por el.
—Sí —respondí, odiando que él estuviera tan hipnotizado por ella como yo.
—Ahora es toda tuya hermano. Hemos encontrado nuestro cierre.
No había necesitado su bendición, pero Rocio lo había hecho.
—Desde el momento en que la sostuve fue mía. Siento haberte hecho esto, pero
nunca amaste realmente a la verdadera Rocio, yo lo hago.
Pablo asintió.
—Lo sé.
—Haré lo que haga falta para ser digno de ella. Ella es todo lo que siempre he
querido.
—No cambies por ella. Ella cometió ese error conmigo. Ella está enamorada de ti.
Justo como eres. Sólo sé tú mismo, Gaston. Sólo sé tú mismo.
Ella me amaba. Escuchar esas palabras envió un escalofrió de placer a través de mi.
Finalmente había ganado a la chica.
—Ella tenía al Sr. Perfecto y me quería en cambio. No tiene sentido —dije,
sonriéndole ampliamente a Pablo.
El rió entre dientes.
—De gustos no hay nada escrito. —Me codeo en las costillas—. Ve por ella
hombre. Está convencida de que tiene que salir de nuestras vidas para que
podamos arreglar nuestra relación. Su corazón se está rompiendo. Pude verlo en
sus ojos. Ella está lista para sacrificar su felicidad con el fin de hacer lo que piensa
que es mejor para ti. Saca a esa chica de su miseria.
Salir de mi vida. Ni en un infierno.
Le di una palmada a Pablo en la espalda y salí para aclararle a ella las cosas. Pero
primero iba a devorar eso labios llenos suyos que estaban apretados en una mueca.

ROCIO
Dos brazos me envolvieron.
—Dios, hueles tan malditamente bien. —La voz de Gaston era apagada contra mi
cuello. Su cálido aliento hizo que la piel de mis brazos se erizara.
—¿Gaston? —dije con voz ronca.
—Mmmhmmm —respondió, besando mi cuello y mordisqueando mi oreja.
Gire mi cabeza a un costado para darle mejor acceso cuando debería haber estado
tratando de detenerlo. Pero con su calidez rodeándome y sus manos subiendo por
mis costados, decidí que no me preocuparía por el momento.
—¿Qué? —logre decir mientras una de sus manos jugueteaba con la zona baja de la
tira de mi corpiño. Estaba abrumándome. No podía pensar.
—Te amo, Rochi —susurró contra mi oído y beso un camino desde mi oreja hasta mi
hombro.
—Ah —chillé.
Sus pulgares acariciaron la parte inferior de uno de mis pechos y mis rodillas
comenzaron a doblarse. Había pasado tanto tiempo desde que me había tocado.
—Tranquila, nena —murmuró, empujándome de vuelta contra su pecho mientras
se recostaba contra el árbol que tenía nuestra rama especial. Su pierna se acomodó
entre mis muslos y temblé.
—No te voy a dejar ir. Eres mía, Rochi. No puedo vivir sin ti. —Su voz era grave y
fiera mientras me sostenía cerca.
—Pero Pablo...
—Pablo está de acuerdo con esto. He hablado con él. Él y yo estamos resolviendo
las cosas. Pero, Rochi, no puedo seguir necesitándote desde lejos. Amarte y no
tenerte. Terminaría en la cárcel si alguien intentara tocarte y que Dios te perdone si
trataras de salir con alguien.
Giré en sus brazos y apoyé mis manos contra su duro pecho. Amaba su pecho.
Especialmente cuando estaba desnudo.
—Sólo te quiero a ti —dije mirándolo directamente a los ojos. Esas largas pestañas no deberían ser tan ridículamente sexis, pero lo eran.
Gaston enterró sus dos manos en mi cabello y suspiró.
—Bien, porque te quiero a ti. Ahora. Para siempre. Sólo a ti.
El pensar en un para siempre con Gaston envió cosquilleos de felicidad a través de
mi cuerpo y disparó directo a mi corazón. El temor y el miedo que había sentido
cuando Pablo dijo que deseaba casarse conmigo algún día, no tenían lugar aquí.
Porque Gaston era a quien quería. Siempre había sido Gaston.

fin

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