Perdonen la demora, me tome unas cortas vacaciones, Gracias por leer y espero que hallan pasado unas felices fiestas
Capitulo 58
Ramiro desapareció
durante el resto del día, pues, de repente, se acordó de unos
recados urgentes que tenía que realizar y que lo mantendrían
ocupado un tiempo indeterminado. Yo me sentí aliviada. Necesitaba
tiempo para pensar en lo que había ocurrido y en cómo iba a actuar
a partir de aquel momento.
Después de
reflexionar sobre lo que había ocurrido con detenimiento, decidí
que los besos que nos habíamos dado Ramiro y yo respondían a un
momento transitorio de locura y que lo más probable era que él se
arrepintiera. Por lo tanto, la mejor estrategia consistía en simular
que no había pasado nada. Yo actuaría de una forma calmada,
relajada e impersonal.
Estaba tan decidida a
demostrarle a Ramiro lo poco que me había afectado todo aquello y
sorprenderlo con mi sofisticada frialdad que me sentí decepcionada
cuando, el lunes por la mañana, en lugar de él apareció Jack. Jack
explicó con voz siniestra que Ramiro no lo había avisado con
antelación, que lo había telefoneado al romper el alba y que le
había dicho que moviera el culo hasta allí porque él no podía ir.
—¿Qué es tan
importante para que no pueda venir? —preguntó Pedro con enojo.
Si Jack deseaba poco
acudir a la casa de su padre para ayudarlo, Pedro todavía deseaba
menos que lo hiciera.
—Se ha ido a Nueva
York para ver a Daniela —explicó Jack—. La llevará a cenar
después de la sesión fotográfica con Demarchelier.
—¿Y se ha ido
así, de repente? —Pedro puso mala cara y arrugó la frente—.
¿Por qué demonios hace esto? Hoy tiene una reunión con Syncrude,
la compañía petrolífera canadiense. —Pedro entornó los ojos y
adoptó una actitud peligrosa—. Será mejor que no haya cogido la
avioneta Gulfstream sin previo aviso, si no...
—No, no ha cogido
la Gulfstream.
La respuesta de Jack lo
tranquilizó.
—Estupendo, porque
la última vez ya le advertí que...
—Ha cogido la
Citation.
Pedro gruñó y cogió su
teléfono móvil y yo me llevé la bandeja del desayuno. Resultaba
ridículo, pero la noticia de que Ramiro se había ido a Nueva York
para estar con su novia me golpeó como un puñetazo en las entrañas.
Una gran ansiedad se apoderó de mí cuando pensé en Ramiro con la
guapa Daniela de figura de galgo, la del pelo negro y liso y el
importante contrato del perfume. Era lógico que hubiera ido a verla,
pues para él yo no había sido más que un impulso momentáneo, un
capricho, un error.
Los celos me atormentaban,
me angustiaban; además, sentía celos de la peor persona que podría
haber elegido para sentir celos. No me lo podía creer. «¡Estúpida!
—me regañé a mí misma con enojo—. ¡Estúpida! ¡Estúpida!»
Pero mi reprimenda no me hizo sentir mejor.
Durante el resto del
día, tomé determinaciones y me formulé promesas drásticas.
Intenté eliminar de mi mente cualquier pensamiento acerca de Ramiro
y me concentré en Gastón, el amor de mi vida, quien había
significado para mí mucho más de lo que Ramiro Ordoñez
significaría nunca. Gastón, quien era un hombre sexy,
encantador y espontáneo, a
diferencia de Ramiro, quien era un imbécil y un arrogante.
Pero pensar en Gastón
tampoco me ayudó, de modo que me concentré en avivar las llamas del
enfado de Pedro mencionando a Ramiro y la Citation a la menor
oportunidad. Esperaba que Pedro cayera sobre su hijo mayor como una
plaga de Egipto.
Para mi decepción, el
malhumor de Pedro desapareció después de que hablara con su hijo
por teléfono.
—Nuevos
acontecimientos en la relación con Daniela—declaró Pedro
complacido.
Yo no creí que fuera
posible, pero mi estado de ánimo se hundió todavía más. El
comentario de Pedro sólo podía significar una cosa, que Ramiro le
había pedido que fuera a vivir con él. Quizás incluso la había
pedido en matrimonio.
Después de trabajar todo
el día y de ayudar a Aleli a practicar los desplazamientos
estratégicos del fútbol en el jardín, me sentía exhausta. Aun
más, deprimida. Nunca encontraría a nadie. Me pasaría el resto de
la vida durmiendo sola en una cama de matrimonio hasta convertirme en
una vieja maniática que no hacía otra cosa más que regar las
plantas, cotillear acerca de los vecinos y cuidar de sus numerosos
gatos.
Me sumergí en un largo
baño que Aleli había adornado con espuma de la marca Barbie, la
cual olía a chicle. Después, me arrastré hasta la cama y permanecí
allí, tumbada y con los ojos abiertos.
Al día siguiente, me
desperté con una sensación de rabia contenida pero a punto de
estallar, como si el sueño hubiera catalizado mi depresión a un
estado de cabreo general. Pedro arqueó las cejas cuando le informé
de que no estaba de humor para estar subiendo y bajando las escaleras
todo el día y que le agradecería que concretara sus peticiones en
una sola lista. Entre los encargos que me encomendó, estaba el de
reservar una mesa para ocho personas en un restaurante nuevo.
—Un amigo mío ha
realizado una importante inversión en el restaurante y he decidido
invitar a toda la familia a cenar allí esta noche. Te sugiero que
Aleli y tú os pongáis algo elegante.
—Aleli y yo no
iremos.
—Sí que iréis.
—Pedro contó A lo» invitados con los dedos—.Vendréis vosotras
dos, Julia, Jack y su novia, Vivian y yo y Ramiro.
De modo que, a la hora de
la cena, Ramiro ya habría regresado de Nueva York. Mis entrañas se
pusieron en tensión, como si las hubieran comprimido con una plancha
de plomo.
—¿Y qué hay de
Daniela? —pregunté con voz cortante—. ¿También irá a la
cena?
—No lo sé. Será
mejor que reserves una mesa para nueve. Por si acaso.
Si Daniela asistía a la
cena, si ella y Ramiro estaban prometidos, estaba segura de que no
podría soportar aquella reunión.
—Reservaré una
mesa para siete —le indiqué a Pedro—. Aleli y yo no formamos
parte de la familia, de modo que no iremos.
—Sí que iréis
—replicó Pedro con rotundidad.
—Mañana es un día
escolar, de modo que Aleli tiene que acostarse temprano.
—Entonces
cenaremos pronto.
—Me pide demasiado
—solté yo de una forma repentina.
—¿Y para qué
demonios te pago, Valeria? —me preguntó Pedro, aunque sin desdén.
—Me paga para que
trabaje para usted, no para que salga a cenar con su familia.
Él me miró sin
parpadear.
—Esta noche pienso
hablar de trabajo durante la cena, de modo que lleva tu bloc de
notas.
Continuara...
*Mafe*
@gastochi_a_mil

No hay comentarios:
Publicar un comentario