PRÓLOGO
Incluso con el sudor de su frente y la falta de aliento,
no parecía enferma. Su piel no tenía el
resplandor rosado al que estaba acostumbrado, y sus ojos
no eran tan brillantes, pero ella
todavía era hermosa. La mujer más bella que había visto.
Su mano se deslizó fuera de la sábana, mientras movía un
dedo. Mis ojos se perdieron en su
fragilidad, en sus uñas amarillas, por su brazo delgado,
su hombro huesudo, estableciéndose
finalmente en sus ojos. Ella estaba mirando hacia mí, sus
párpados dos rendijas, sólo lo
suficiente para hacerme saber que sabía que yo estaba
allí. Eso es lo que me gustaba de ella.
Cuando me miraba, ella realmente me veía. No veía más allá
de mí a otras docenas de cosas
que tenía que hacer con su día, o se desconectaba de mis
historias estúpidas. Ella las
escuchaba y eso la hacia muy feliz. Todos los demás
parecían asentir sin escuchar, pero no
ella. Nunca ella.
—Gaston— dijo, con la voz ronca. Se aclaró la garganta, y
la comisura de su boca se convirtió
en una sonrisa. —Ven aquí, nene. Está bien. Ven aquí
Papá puso unos dedos en la base de mi cuello y me empujó
hacia adelante mientras
escuchábamos a la enfermera. Papá la llamaba Becky. Ella
llegó a la casa por primera vez
hace unos días. Sus palabras eran suaves, y sus ojos un poco
agradables, pero a mi no me
gustaba Becky. No podía explicarlo, pero su ser, ahí
presente, daba miedo. Sabía que ella
podría haber estado allí para ayudar, pero no era una
buena idea, a pesar de que papá
estuviera bien con ella.
Un leve empujón de mi padre me empujó hacia adelante
varios pasos, lo suficientemente
cerca como para que mamá pudiera tocarme. Ella estiró sus
largos y elegantes dedos y rozó
mi brazo.
—Está bien, Gaston— susurró. —Mami te quiere decir algo.
Metí mi dedo en mi boca, y empujé alrededor en mis encías,
inquieto. Ella asintió con la
cabeza haciendo su sonrisa mas grande, así que me aseguro
de hacer grandes movimientos
con la cabeza mientras me adelantaba hacia su rostro.
Ella usó lo que quedaba de su fuerza para deslizarse más
cerca de mí, y luego se tomó un
respiro. —Lo que voy a preguntarte va ser muy duro, hijo.
Sé que puedes hacerlo, porque
ahora eres un niño grande
Asentí de nuevo, reflejando su sonrisa, aunque yo no lo
quisiera. Sonreír cuando se veía tan
cansada e incómoda no se sentía bien, pero verme valiente
la hacía feliz. Así que era valiente.
—Gaston, necesito que escuches lo que te voy a decir, y
aún más importante, necesito que lo
recuerdes. Esto va a ser muy duro. He estado tratando de
recordar cosas de cuando yo tenía
tres años, y yo. . . — Ella se fue apagando, por un rato
el dolor fue demasiado grande.
— ¿El dolor se vuelve inmanejable,?—djo Becky, empujando
una aguja dentro de la
intravenosa de mamá.
Después de unos momentos, mami se relajó. Volvió tomar el
aliento, y lo intentó de nuevo.
— ¿Puedes hacer eso por mami? ¿Puedes recordar lo que te
voy a decir? —Asentí con la
cabeza otra vez, y ella llevó una mano a mi mejilla. Su
piel no estaba muy caliente, y ella sólo
podía mantener su mano en su lugar durante unos segundos
antes de que se debilitara y se
cayera en la cama. —En primer lugar, está bien estar
triste. Está bien sentir las cosas.
Recuerda eso. En segundo lugar, sé un niño durante todo el
tiempo que puedas. Juega
juegos, Gaston. Sé tonto —sus ojos iban apagándose. —Y tú
y tus hermanos cuídense entre sí,
y a su padre. Aun cuando seas grande y te hayas ido, es
importante que vuelvas a casa. ¿De
acuerdo?
Mi cabeza se balanceaba arriba y abajo, desesperado por
complacerla.
—Uno de estos días vas a enamorarte, hijo. No te conformes
con cualquier persona. Elige a la
chica que no viene fácil, por la que tienes que luchar, y
después, nunca dejes de luchar.
Nunca…—Ella respiró profundo. — dejes de luchar por lo que
quieres. Y nunca…—sus cejas
se retraían— olvides que mami te ama. Incluso si no puedes
verme. —una lágrima cayó por
su mejilla— Siempre, siempre te
amaré
Ella tomó un aliento entrecortado, y luego tosió.
—Está bien—dijo Becky, metiéndose una cosa de aspecto
gracioso en sus oídos y
sosteniendo el otro extremo sobre el pecho de mamá. — Es
hora de descansar
—No hay tiempo—susurró mamá.
Becky miró a mi padre. —Nos estamos acercando, Sr. Dalmau.
Probablemente debería traer
al resto de los chicos aquí para despedirse
Los labios de mi padre se fruncieron en una línea dura, y
él negó con la cabeza.
—No estoy listo—dijo con la voz ahogada.
—Usted nunca estará listo a perder a su esposa. Pero no
querrá que la deje ir sin que los
chicos le den su adiós
Papá lo pensó por un minuto, se limpió la nariz con la
manga, y luego asintió con la cabeza. Él
salió de la habitación como si estuviera loco.
Vi a mamá tratando de respirar, y vi a Becky verificar los
números en la caja al lado de ella.
Toqué la muñeca de mamá. Los ojos de Becky parecían saber
algo que yo no, y eso hizo que
mi estómago se sintiera enfermo.
—Tú sabes, Gaston— dijo Becky, inclinándose para que
pudiera verle a los ojos, —la medicina
que le estoy dando a tu mamá le hará dormir, pero a pesar
de que este durmiendo, todavía
podrá oírte. Todavía puedes decirle a mami que la amas y
que vas a extrañarla. Ella
escuchara todo lo que digas.
Miré a mamá pero rápidamente negué con la cabeza.
— No quiero perderla
Becky puso su mano, suave y cálida, en mi hombro, al igual
que mami solía hacer cuando yo
estaba molesto.
—Tu mamá quiere estar aquí con ustedes. De verdad lo
quiere. Pero Jesús la quiere con él en
estos momentos.
Fruncí el ceño.
— Yo la necesito más que Jesús.
Becky sonrió, y luego besó la parte superior de mi pelo.
Papá llamó a la puerta. Mis hermanos le rodearon en el
pasillo, y Becky me llevó de la mano a
unirme con ellos.
Los ojos de Trenton no dejaron la cama de mamá, Taylor y
Tyler miraban a todos lados
menos a la cama. De alguna manera, me hacia sentir mejor
que todos parecieran estar tan
asustados como yo.
Thomas se quedó a mi lado, un poco por delante, como la
vez que me protegió cuando
estábamos jugando en el patio delantero y los vecinos
iniciaron una pelea con Tyler.
—Ella no se ve bien— dijo Thomas.
Papá se aclaró la garganta.
—Mamá ha estado muy enferma durante mucho tiempo, niños, y
es el momento para ella. . .
es el momento de que ella. . . —Se calló.
Becky ofreció una pequeña sonrisa simpática.
—Su madre no ha estado comiendo ni bebiendo. Su cuerpo se
esta dejando ir. Esto va a ser
muy difícil, pero es un buen momento para decirle a tu
madre que la aman y que la van a
echar de menos, y que esta bien que ella ya se vaya. Ella
necesita saber que esta bien hacerlo
Mis hermanos asintieron al unísono. Todos menos yo. No
estaba bien. Yo no quería que ella
se vaya. No me importaba si Jesús la quería o no. Ella era
mi mami. ÉL podría tomar a una
vieja mami. Una que no tenga niños pequeños que cuidar.
Traté de recordar todo lo que ella
me dijo. Traté de guardarlo todo en mi cabeza: Jugar,
visitar a papá, lucha por lo que amo.
Esa última cosa me molestaba. Yo amaba a mami pero no
sabia como luchar por ella.
Becky se inclinó al oído de mi padre. Negó con la cabeza
y, a continuación, hizo una seña a
mis hermanos.
—Está bien, muchachos. Vamos a decirle adiós y después
tienes que llevar a tus hermanos a
la cama, Thomas. Ellos no necesitan estar aquí para el
resto.
—Sí, señor— dijo Thomas. Sabía que estaba fingiendo una
cara valiente. Sus ojos estaban tan
tristes como los míos. Thomas habló con ella por un
tiempo, y luego Taylor, y Tyler le
susurraron cosas en cada una de sus orejas.
Trenton lloró y la abrazó durante mucho tiempo. Todo el
mundo le dijo que estaba bien que
ella nos dejara. Todos menos yo. Mamá no dijo nada, esta
vez.
Thomas tomó mi mano para llevarme fuera del dormitorio.
Caminé hacia atrás hasta que
estábamos en la sala. Traté de fingir que ella solo estaba
a punto de dormir, pero mi cabeza
daba vueltas. Thomas me alzo en brazos y me llevó por las
escaleras. Sus pies subieron más
rápido cuando los lamentos de mi padre llegaban atreves de
las paredes.
— ¿Qué te ha dicho?—preguntó Thomas, abriendo el grifo de
la bañera.
No le respondí. Le oí preguntar, y me acordé lo que ella
me había dicho, pero mis lágrimas no
me dejaban y mi boca tampoco.
Thomas me sacó la camisa sucia por encima de la cabeza, y
luego mis pantalones cortos y
ropa interior del trencito Thomas.
—Es hora de entrar en la bañera, bubby— Él me levantó del
suelo y me sentó en el agua
cálida, empapando el trapo, y apretando por encima de mi
cabeza. Me quede quieto sin
parpadear. Ni siquiera traté de sacar el agua de mi cara a
pesar de lo mucho que odio eso.
—Ayer, mamá me dijo que cuidara de ti, de los gemelos y de
papá— Thomas cruzó las
manos sobre el borde de la bañera y apoyó la barbilla en
él, mirándome. —Así que eso es lo
que voy a hacer, Gas, ¿de acuerdo? Voy a cuidar de ti. Así
que no te preocupes. Vamos a
extrañar a mamá juntos, pero no te asustes. Voy a
asegurarme de que todo este bien. Lo
prometo. "
Yo quería asentir o abrazarlo, pero nada funcionó. A pesar
de que debería haber estado
luchando por ella, estaba arriba, en una tina llena de
agua, inmóvil como una estatua. Ya la
estaba decepcionando. Le prometí en silencio en mi cabeza,
que haría todo lo que ella me
había dicho tan pronto como mi cuerpo volviera a
funcionar. Cuando la tristeza se marchaba
yo siempre volvería a jugar, volvería a luchar. Aunque
ahora fuera mucho más difícil.
CAPITULO PRIMERO
Pajarita
Malditos buitres. Pueden pasarse horas. Días. Noches,
también. Mirando a través de ti
escogiendo que partes te arrancarán primero, cuál será la
parte más dulce, cuál la más tierna
o simplemente cuál será la más conveniente.
Lo que no saben, lo que nunca han anticipado, es que la
presa sólo está fingiendo. Son los
buitres los que son fáciles. Justo cuando piensan que todo
lo que tienen que hacer es ser
pacientes y sentarse a esperar a que tú expires, ahí es
donde los atrapas. Allí es cuando sacas
a relucir el arma secreta: una falta de respeto al status
quo y una negativa a ceder al orden
de las cosas.
Ahí es cuando los sorprendes con lo mucho que te importan.
Un oponente en el Círculo, algún imbécil cualquiera
tratando de exponer tu debilidad con
insultos, una mujer que intenta atarte; lo consiguen
siempre
Había sido muy cuidadoso desde una edad muy joven para
vivir mi vida de esta manera.
Estos pendejos con su corazón sangrando que iban por ahí
dando su alma a cada Banshee
caza fortunas que les sonreía lo tenían todo mal. Pero de
alguna manera yo era el que
nadaba contra la corriente. Yo era un hombre distinto. Su
manera de hacer las cosas era la
más difícil, si me lo preguntan. Dejando la emoción en la
puerta, y sustituyéndola por
entumecimiento o ira -que es mucho más fácil controlar-
era simple. Dejarte sentir
vulnerable. Tantas veces como he tratado de explicar este
error a mis hermanos, mis primos,
o mis amigos, los encontré escépticos. Fueron casi tantas
veces como las que yo los había
visto llorando o perdiendo el sueño por una perra estúpida
en un par de jodidos tacones que
nunca dio una mierda por ellos de todos modos, no podía
entenderlo. Las mujeres que valían
ese tipo de angustia no dejarían que te enamores de ellas
tan fácilmente. No se inclinarían
sobre su sofá, ni te permitirían entrar a su habitación en
la primera cita, ni siquiera en la
décima.
Mis teorías fueron ignoradas porque esa no era la forma en
que pasan las cosas. Atracción,
sexo, enamoramiento, amor, y luego la angustia. Ese el
orden lógico que la sociedad le ha
dado. Y, siempre era así.
Pero no para mí. De ninguna maldita manera.
Decidí hace mucho tiempo que alimentaría a los buitres
hasta que una paloma llegará. Una
paloma. El tipo de alma que no daña a nadie; que solo
camina alrededor preocupándose de
sus propias cosas, tratando de pasar por la vida sin tener
que llevarse a todos los demás con
ella con sus cosas y sus hábitos egoístas. Valiente. Una
comunicadora. Inteligente.
Hermosa. De voz suave. Una criatura que deja huella de por
vida. Inalcanzable hasta que
tenga una razón para confiar en ti.
Mientras estaba con la puerta abierta de mi apartamento,
agitando la última parte de la
ceniza de mi cigarrillo, la chica con el cárdigan rosa
ensangrentado del Círculo vino a mi
memoria. Sin pensarlo, la llame Pajarita. En el momento
fue solo un apodo estúpido para
hacerla sentir aún más incómoda de lo que ya estaba. Tenía
la cara manchada de carmesí,
con los ojos muy abiertos, exteriormente parecía inocente,
pero me di cuenta de que era
sólo por la ropa. Empujé su recuerdo lejos a medida que
miraba fijamente a la sala de estar.
Eugenia estaba en mi sofá, viendo la televisión. Parecía
aburrida, y me pregunté por qué
todavía estaba en mi apartamento. Por lo general ella
tomaba su basura y se iba antes de
que la echara.
La puerta se quejó cuando la empujé un poco más. Me aclaré
la garganta y recogí mi mochila
por las correas.
—Eugenia. Me voy.
Ella se incorporó y se estiró, y luego se apoderó de la
cadena de su bolso excesivamente
grande. No me podía imaginar que tuviera suficientes
pertenencias como para llenarla.
Eugenia se colgó los eslabones de plata por encima del
hombro, y luego se puso sus tacones
aguja, paseándose por la puerta.
—Envíame un mensaje si estás aburrido— dijo ella secamente
sin mirar en mi dirección. Se
puso las gafas de sol de gran tamaño, y luego bajó las
escaleras, no le molesto mi despido en
absoluto. Su indiferencia era exactamente por lo que Eugenia
era una de mis pocas visitantes
frecuentes. No lloraba por el compromiso, o hacia
berrinches. Ella aceptaba nuestro arreglo
por lo que era, y luego se iba a continuar con su día.
Mi Harley brillaba bajo el sol de otoño por la mañana.
Esperé a que Eugenia se alejara de mi
apartamento, y luego baje corriendo por las escaleras,
cerrando la cremallera de mi
chaqueta.
La clase de humanidades del Dr. Rueser era en media hora,
pero no le importaba si yo
llegaba tarde. Así que si a él no le molestaba,
simplemente no le encontraba el punto a
matarme por llegar temprano a clases.
— ¡Espera!— Dijo una voz detrás de mí.
Peter se paró en la
puerta de nuestro apartamento, sin camisa intentando mantener el
equilibrio sobre un pie mientras se ponía un calcetín en
el otro.
—Yo quería preguntarte anoche. ¿Qué le dijiste a Marek? Te
inclinaste hacia su oído y le
dijiste algo. Parecía que se había tragado la lengua
—Le di las gracias por tomarse unos días fuera de la
ciudad, porque su madre era una gata
salvaje— Peter me miró, dudoso—Amigo, no lo hiciste.
—No. He oído de Cami que tiene un menor en posesión del
condado de Jones
Él negó con la cabeza y, luego señalo hacia el sofá.
— ¿Dejaste a Eugenia pasar la noche esta vez?
— No. Sabes que no
—Entonces ella solo se acercó a conseguir un poco de sexo
esta mañana antes de clase, ¿eh?
Esa es una manera interesante de empezar el día
— ¿Crees que es eso?
— Alguien más tiene sus sobras— Peter se encogió de
hombros. —Es Eugenia. Quién sabe.
Escucha, tengo que llevar a Lali al campus. ¿Quieres que
te lleve?
—Nos vemos más tarde—, le dije, resbalando sobre mis
Oakley. —Puedo llevar a La, si
quieres. — la cara de Peter se retorció—oh. . . no.
Divertido por su reacción, me monté en la Harley y
arranque el motor. Aunque tenía la mala
costumbre de seducir a los amigas de su novia, había una
línea que no cruzaría. Lali era
suya, y una vez que se interesado en una chica, ella
estaba fuera de mi radar, para no ser
considerado de nuevo. Él lo sabía. Solo le gustaba darme
mierda.
Me encontré a Adam detrás de Sig Tau. El maneja el
Círculo. Después del pago inicial de la
primera noche, le dejé coger la rentabilidad del día
siguiente y le di una parte por sus
molestias. Él mantuvo la cubierta, y yo me quedé con las
ganancias. Nuestra relación era
estrictamente profesional, y los dos preferimos mantenerlo
así. Mientras siguiera
pagándome, permanecería fuera de su vista, y siempre y
cuando no quisiera ganarse unas
patadas en el culo, él se alejaba de la mía.
Me abrí paso por el campus hacia la cafetería. Justo antes
de llegar a las puertas metálicas
dobles, Mery y Candela se pusieron delante de mí.
—Hey, Gas—, dijo Mery, de pie con una postura perfecta.
Perfectamente bronceada, pechos
de silicona bien dotados asomaban de su camiseta rosa.
Esos irresistibles, montículos de
rebote eran los que me rogaban que la follara a ella en
primer lugar, pero una vez fue
suficiente. Su voz me recordaba al sonido que sale al
desinflar un globo, y Agustin la
folló la noche después que yo.
—Hola
Pellizqué mi cigarrillo y lo tiré a la basura antes de
caminar rápidamente por delante de ella a
través de las puertas. No es que yo estaba dispuesto a
lanzarme sobre el buffet de verduras,
carne seca y frutas maduras. Jesús. Su voz hacia que los
perros aúllen y los niños se
asomaban a ver qué personaje de dibujos animados había
cobrado vida.
Independientemente de mi despido, las niñas me siguieron.
—peter—. Asentí. Estaba sentado con Lali, riendo con la
gente a su alrededor. La pajarita
de la pelea se sentó frente a él, hurgando en su comida
con un tenedor de plástico. Mi voz
pareció despertarle curiosidad. Podía sentir sus ojos
grandes siguiéndome hasta el final de la
mesa donde deje mi bandeja.
Oí la risita de Mery, obligándome a frenar la irritación
hirviendo dentro de mí. Cuando me
senté, ella uso mi rodilla como silla. Algunos de los
chicos del equipo de fútbol sentados en
nuestra mesa me miraron con asombro, como si ser seguido
por dos bobas fuera una
aspiración imposible para ellos.
Mery deslizó su mano debajo de la mesa y luego apretó los
dedos en el muslo mientras se
abría camino hasta la entrepierna de mis pantalones
vaqueros. Abrí mis piernas un poco más,
esperando a que llegara a su destino
Justo antes de sentir sus manos sobre mí, los fuertes
murmullos de Lali viajaron por la
mesa.
—Creo que acabo de vomitar un poco en mi boca.
Mery volvió, todo su cuerpo rígido.
—Escuche eso, zorra.
Un tozo de pan pasó cerca la cara de Mery y rebotó en el
suelo. Peter y yo intercambiamos
miradas y luego corrí mi rodilla.
El culo de Mery rebotó en el azulejo de la cafetería. Lo
admito, me agrado un poco escuchar el
sonido de su piel chocar contra la cerámica.
Ella no se quejó mucho antes de alejarse. Peter parecía
apreciar mi gesto, y eso era
suficiente para mí. Mi tolerancia para las chicas como Mery
sólo duraba poco tiempo. Yo tenía
una regla: el respeto. Para mí, mi familia y para mis
amigos. Demonios, incluso algunos de
mis enemigos merecían respeto. No veo una razón para
asociarme más de lo necesario con
las personas que no entendían esa lección de vida. Puede
sonar hipócrita para las mujeres
que han pasado por la puerta de mi apartamento, pero si
ellas se trataran con respeto, yo
también se los habría dado.
Le guiñó un ojo a Lali, que parecía satisfecha, asiento
con la cabeza a Peter, y luego
tomó otro bocado de lo que estaba en mi plato.
—Buen trabajo anoche, Dalmau— dijo Chris, agitando un
crouton sobre la mesa.
—Cállate, idiota de mierda— dijo Brasil, en su típica voz
baja. —Adam nunca te dejara entrar
de nuevo si se entera lo que estas hablando.
—Oh. Sí —dijo, encogiéndose de hombros.
Llevé a mi bandeja a la basura, y luego volví a mi asiento
con el ceño fruncido.
—Y no me llames así
— ¿Qué? ¿perro Dalmau?
—Sí
— ¿Por qué no? Pensé que ese era tu nombre en el Círculo.
Algo así como tu nombre de
stripper
Mis ojos se apuntaron a Jenks.
— ¿Por qué no te callas y le das a ese hoyo en tu cara la
oportunidad de sanar?
Nunca me gusto ese pequeño gusano.
—Claro que sí, Gaston. Todo lo que tenías que hacer era
decirlo. —Se rió nerviosamente antes
de recoger su basura y salir.
En poco tiempo, la mayor parte del comedor estaba vacío.
Miré hacia abajo para ver a
Peter y Lali todavía dando vueltas, hablando con su amiga.
Ella tenía el pelo largo y
ondulado, y su piel todavía estaba bronceada de las
vacaciones de verano. No tenía las tetas
más grandes que había visto, pero sus ojos. . . eran de un
color raro. Familiar de alguna
manera.
No había manera de que la conociera de antes, pero había
algo en su cara que me recordaba
algo que no podía reconocer.
Me puse de pie y caminé hacia ella. Tenía el pelo de una
estrella del porno, y el rostro de un
ángel. Sus ojos almendrados y de una belleza única. Fue
entonces cuando lo vi: detrás de la
belleza y la inocencia falsa había algo más, algo frío y
calculador. Incluso mientras sonreía,
podía ver el pecado tan profundamente que ningún cárdigan
podría esconderlo. Esos ojos
flotaban sobre su diminuta nariz y rasgos suaves. Para
cualquier otra persona, ella era pura e
ingenua, pero esta chica estaba ocultando algo. Lo sabía
solo porque el mismo pecado había
habitado en mí toda mi vida. La diferencia fue que ella lo
llevaba muy dentro de ella., y yo
dejaba el mio fuera de la jaula regularmente.
Miré a peter hasta que el sintió que lo estaba observando.
Cuando me miró, asentí en
dirección a la pajarita.
¿Quién es? Gesticulé con los labios.
Peter sólo respondió con un gesto confuso.
Ella. Señale de nuevo, silenciosamente.
En la boca de Peter se presentó la sonrisa imbécil que
siempre hacía cuando estaba a
punto de hacer algo para molestarme.
— ¿Qué?—, preguntó Peter, mucho más fuerte de lo
necesario.
Me di cuenta de la chica sabía que estábamos hablando de
ella, porque mantuvo la cabeza
baja, fingiendo no escuchar.
Después de pasar sesenta segundos en la presencia de Rochi
Igarzabal, distinguí dos cosas:
que ella no hablaba mucho, y que cuando lo hacía, era una
especie de perra. Pero no sé. . .
como que me gustaba eso de ella. Ponía una pared para
mantener alejados a los imbéciles
como yo, pero eso solo me volvía mas determinado.
Ella puso los ojos en mí por tercera o cuarta vez. La
estaba molestando y eso me parecía
bastante divertido. Las chicas no solían tratarme con odio
puro, incluso cuando les estaba
mostrando la puerta.
Cuando incluso mis mejores sonrisas no funcionaban, me
volvía a un nivel superior.
— ¿Tienes un tic?
— ¿Qué?— Preguntó.
— Un tic. Tus ojos no dejan de moverse —Si ella me hubiera
matado con su mirada, me
estaría desangrado en el suelo. Yo no podía dejar de reír.
Ella era una cerebrito y ruda como
el infierno. Me gustaba más cada segundo.
Me incliné más cerca de su cara.
—Esos son unos ojos increíbles. ¿De qué color son? ¿miel?
Ella inmediatamente bajó la cabeza, dejando que su pelo
cubriera su rostro. Punto para mí.
La había hecho sentir incomoda, lo cual significaba que
estábamos llegando a algún lado.
Lali inmediatamente saltó, advirtiéndome que debía
mantenerme al margen. No podía
culparla. Había visto la interminable fila de chicas
entrar y salir de la vivienda. Yo no quería
molestar a Lali, pero no parecía enfadada. Más bien
divertida.
—Tú no eres su tipo— dijo Lali.
Mi boca se abrió, jugando a su juego.
— ¡Soy el tipo de todo el mundo!
La pajarita se asomó por encima de mí y sonrió. Una
sensación cálida - probablemente sólo
era la loca urgencia de tirarme a esa chica en mi sofá- se
apoderó de mí. Ella era diferente, y
era refrescante.
— ¡Ah! Una sonrisa— dije. Llamarla simplemente una
sonrisa, como si no fuera la cosa más
hermosa que jamás había visto, parecía mal, pero yo no
estaba dispuesto a joder mi juego
cuando justo comenzaba a avanzar. —No soy un jodido
bastardo, después de todo. Fue un
placer conocerte, pajarita.
Me puse de pie, rodeé la mesa y me acerque al oído de Lali.
— Ayúdame aquí, ¿Quieres? Voy a comportarme, lo juro”.
Llegaron a mi cara pedazos de papas fritas
—Aleja tus labios de la oreja de mi chica, Gaston!- Dijo Peter.
Me aparté, sosteniendo las manos hacia arriba para
resaltar la expresión más inocente que
mi cara que podía manejar.
Caminé hacia atrás unos pasos hacia la puerta, notando un
pequeño grupo de chicas. Abrí la
puerta, y ellas pasaron como una manada de búfalos antes
de que pudiera salirme.
Había pasado mucho tiempo desde que había tenido un reto.
Lo extraño era que no iba a
intentar joderla. Me molestaba que ella pudiera pensar que
era un pedazo de mierda, pero
más aun me molesta que me importara. De cualquier manera,
por primera vez en mucho
tiempo, alguien era impredecible. Pajarita era todo lo
contrario de las chicas que había
conocido aquí, y yo tenía que saber por qué.
La clase de Chaney estaba llena. Subí los escalones hacia
a mi lugar de a dos a la vez, y luego
me metí entre las piernas desnudas que rodeaban mi asiento.
—Señoritas— .Asentí con la cabeza.
Ellos murmuraron y suspiraron en armonía.
Buitres. A La mitad de ellas me las tire en mi primer año
y la otra mitad había estado en mi
sofá justo antes de las vacaciones de otoño. Excepto la
chica en el extremo. Sophia esbozó
una sonrisa torcida. Parecía que su cara se había
incendiado y que alguien había intentado
apagarlo con un tenedor. Ella había estado con algunos de
mis hermanos de fraternidad.
Conociendo cuáles eran sus antecedentes y su falta de
preocupación por la seguridad, lo
mejor es considerarla un riesgo innecesario, incluso
aunque fuera habitualmente cuidadoso.
Se inclinó hacia delante sobre sus codos para hacer un
mejor contacto con los ojos. Sentí el
impulso de temblar de indignación, pero me resistí. No. Ni siquiera cerca de valer la pena.
La morena delante de mí, se dio la vuelta y bateó sus
pestañas.
—Hey, Gaston. He oído que hay una fiesta de citas pronto
en Sig Tau ".
—No— dije sin pausa.
Su labio inferior formó un puchero.
—Pero. . . cuando me hablaste de eso, pensé que capaz
querrías ir
Me reí una vez.
—Estaba quejándome de ello. No era lo mismo.
La rubia junto a mí se inclinó hacia delante.
—Todo el mundo sabe que Gaston Dalmau no va a las fiestas
de citas. Estas ladrando al árbol
Equivocado
— ¿Ah, sí? Bueno, nadie te ha preguntado — dijo Chrissy
con el ceño fruncido.
Las chicas se quedaron argumentando un poco, y me di
cuenta de que Rochi se apresuraba a
entrar. Ella prácticamente se arrojó en una mesa de
primera fila justo antes de que sonara la
campana.
Antes de tomarme un segundo para pregúntame el porqué,
tomé mi cuaderno, metí la pluma
en mi boca, y luego baje corriendo las escaleras, y me
deslicé en la mesa a su lado.
La mirada en el rostro de Rochi superó lo divertido, y por
una razón que no podía explicar -
que causó la adrenalina de correr por mi cuerpo- el tipo
que solía disfrutar antes de una
pelea.
—Bueno. Puedes tomar notas para mí
Ella estaba totalmente disgustada, y eso sólo me complacía
más. La mayoría de las chicas me
aburrían como una ostra, pero esta chica era intrigante.
Entretenida, incluso. No la había
perturbado, al menos no de una manera positiva. Mi sola
presencia parecía darle ganas de
vomitar, y encontraba eso extrañamente adorable.
El deseo se apoderó de mí para saber si era realmente odio
lo que sentía por mí, o si ella solo
era difícil. Me acerqué un poco.
—Lo siento. . . ¿te he ofendido de alguna manera?
Sus ojos se suavizaron mientras que negó con la cabeza. No
me odiaba. Ella sólo quería
odiarme. Yo estaba muy por delante de ella. Si quería
jugar, yo podría jugar.
—Entonces, ¿Cuál es su problema?
Parecía avergonzada de decir lo que iba a decir.
—No voy a dormir contigo. Deberías darte por vencido,
ahora.
Ah, sí. Esto iba a ser divertido.
—No te estaba pidiendo que duermas conmigo. . . ¿o si?
—Dejé que mis ojos apuntaran
hacia el techo, como si tuviera que pensar en ello. —¿Por
qué no vienes con Lali esta
noche?
Los labios de Rochi fruncieron, como si hubiera olido algo
podrido.
—Ni siquiera voy a coquetear contigo, lo juro.
—Lo pensaré
Intenté no sonreír demasiado y delatarme. Ella no iba a
darse la vuelta como los buitres
anteriores. Miré detrás de mí, y estaban todos mirando a
la parte trasera de la cabeza de
Rochi. Lo sabían tan bien como yo lo hacia. Rochi era
diferente, y yo iba a tener que trabajar
para esta. Por una vez.
Tres garabatos de tatuajes potenciales, y dos docenas de
cajas en 3D más tarde, la clase
terminó. Me deslicé por los pasillos antes de que alguien
pudiera detenerme. Hice un buen
tiempo, pero Rochi de algún modo había acabado en el
exterior, a unos veinte metros por
delante de mí.
Que mierda. Ella estaba tratando de evitarme. Apreté el
paso hasta que estuve a su lado.
— ¿Ya lo has pensado?
— ¡Gaston!— dijo una chica, jugando con su cabello. Rochi
siguió su camino, y yo me quede
escuchando el irritante balbuceo de la chica.
—Lo siento, uh. . .
— Heather
—Lo siento, Heather. . .yo. . . Me tengo que ir.
Ella envolvió sus brazos alrededor de mí. Palmeé su
espalda, me encogí de hombros hasta
salir de su alcance y seguí caminando, preguntándome quién
era ella.
Antes de que pudiera averiguar quién era Heather, las
piernas bronceadas de Rochi
aparecieron en mi vista. Puse un Marlboro en mi boca y me
fui corriendo a su lado.
— ¿De que estábamos hablando? Ah, sí. . . tú estabas
pensando.
— ¿De qué estás hablando?
— ¿Has pensado en venir?
— Si digo que sí, ¿vas a dejar de seguirme?
Fingí reflexionar sobre ello y luego asentí.
—Sí.
—Entonces allí estaré.
Mentira. Ella no era tan fácil.
— ¿Cuándo?
— Esta noche
Me quedé a medio camino. Ella estaba tramando algo. No
había previsto que se volviera a la
ofensiva.
—Genial— dije, jugando al sorprendido. —Hasta entonces, Pajarita.
Se alejó sin mirar atrás, ni un poco afectada por la conversación.
Desapareció detrás de otros
estudiantes que se dirigían a sus clases.
La gorra de béisbol blanca de Peter apareció a la vista.
Él no tenía ninguna prisa por llegar
a nuestra clase de computación. Mis cejas se juntaron
entre sí. Odiaba esa clase. ¿Quién no
sabe cómo funciona una puta computadora?
Me uní a Peter y Lali, mientras se entremezclaban con el
flujo de estudiantes en el
pasillo principal. Ella sonreía y lo veía ladrándome con
estrellas en los ojos. Lali era un
buitre. Ella estaba buena, sí, pero también podía mantener
una conversación sin decir “o
sea” después de cada palabra, y era bastante graciosa a
veces. Lo que más me gustaba de
ella era que no quiso ir al apartamento por varias semanas
después de su primera cita con, e
incluso después que ellos vieron una película acurrucados
en el apartamento, ella regresó a
su dormitorio.
Tenía la sensación de que el período de prueba antes de
que Peter pueda acostarse con
ella estaba a punto de terminar.
—Hola, La— dije, asintiendo con la cabeza.
— ¿Cómo te va, Gas?—Preguntó. Ella me saludó con una
sonrisa amable, pero sus ojos
estaban de vuelta en Peter.
Él fue uno de los afortunados. Las chicas como ella no
aparecen muy a menudo.
— Por aquí estoy yo— dijo Lali, haciendo un gesto hacia su
dormitorio en la esquina. Ella
envolvió sus brazos alrededor del cuello de Peter y lo
besó. Él agarró su camiseta a cada
lado y la acercó más antes de dejarla ir.
Lali saludó por última vez a los dos, y luego se unió a su
amigo Vico en la entrada
principal.
— Te estas enamorando de ella, ¿no es así?— le pregunté a Peter
dándole un puñetazo en
el brazo. Él me empujó.
—No es asunto tuyo, idiota.
— ¿Tiene una hermana?
— Es hija única. Deja a sus amigas tranquilas, también, Gaston.
Lo digo en serio.
Las últimas palabras de Peter eran innecesarias. Sus ojos
eran un cartel de sus emociones y
pensamientos la mayor parte del tiempo, y él estaba
claramente serio, tal vez incluso un
poco desesperado. Él no se estaba enamorando de ella.
Estaba enamorado.
— ¿Te refieres a Rochi?
Me frunció el ceño.
—Me refiero a cualquiera de sus amigas. Incluso Vico. Sólo
mantente alejado.
— ¡Primo!— le digo, colgando mi brazo alrededor de su
cuello. — ¡¿Estás enamorado?! ¡ Me
estas haciendo querer llorar!
—Cállate—se quejó Peter —Prométeme que te quedarás lejos
de sus amigas.
Sonreí.
—No te prometo nada JM

sii ya me acuerdo leii la otraa me encantaa seguliaa porfa!!!
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