jueves, 30 de enero de 2014

Walking Disaster, capitulo uno

PRÓLOGO
Incluso con el sudor de su frente y la falta de aliento, no parecía enferma. Su piel no tenía el
resplandor rosado al que estaba acostumbrado, y sus ojos no eran tan brillantes, pero ella
todavía era hermosa. La mujer más bella que había visto.
Su mano se deslizó fuera de la sábana, mientras movía un dedo. Mis ojos se perdieron en su
fragilidad, en sus uñas amarillas, por su brazo delgado, su hombro huesudo, estableciéndose
finalmente en sus ojos. Ella estaba mirando hacia mí, sus párpados dos rendijas, sólo lo
suficiente para hacerme saber que sabía que yo estaba allí. Eso es lo que me gustaba de ella.
Cuando me miraba, ella realmente me veía. No veía más allá de mí a otras docenas de cosas
que tenía que hacer con su día, o se desconectaba de mis historias estúpidas. Ella las
escuchaba y eso la hacia muy feliz. Todos los demás parecían asentir sin escuchar, pero no
ella. Nunca ella.
—Gaston— dijo, con la voz ronca. Se aclaró la garganta, y la comisura de su boca se convirtió
en una sonrisa. —Ven aquí, nene. Está bien. Ven aquí
Papá puso unos dedos en la base de mi cuello y me empujó hacia adelante mientras
escuchábamos a la enfermera. Papá la llamaba Becky. Ella llegó a la casa por primera vez
hace unos días. Sus palabras eran suaves, y sus ojos un poco agradables, pero a mi no me
gustaba Becky. No podía explicarlo, pero su ser, ahí presente, daba miedo. Sabía que ella
podría haber estado allí para ayudar, pero no era una buena idea, a pesar de que papá
estuviera bien con ella.
Un leve empujón de mi padre me empujó hacia adelante varios pasos, lo suficientemente
cerca como para que mamá pudiera tocarme. Ella estiró sus largos y elegantes dedos y rozó
mi brazo.
—Está bien, Gaston— susurró. —Mami te quiere decir algo.
Metí mi dedo en mi boca, y empujé alrededor en mis encías, inquieto. Ella asintió con la
cabeza haciendo su sonrisa mas grande, así que me aseguro de hacer grandes movimientos
con la cabeza mientras me adelantaba hacia su rostro.
Ella usó lo que quedaba de su fuerza para deslizarse más cerca de mí, y luego se tomó un
respiro. —Lo que voy a preguntarte va ser muy duro, hijo. Sé que puedes hacerlo, porque
ahora eres un niño grande
Asentí de nuevo, reflejando su sonrisa, aunque yo no lo quisiera. Sonreír cuando se veía tan
cansada e incómoda no se sentía bien, pero verme valiente la hacía feliz. Así que era valiente.
—Gaston, necesito que escuches lo que te voy a decir, y aún más importante, necesito que lo
recuerdes. Esto va a ser muy duro. He estado tratando de recordar cosas de cuando yo tenía
tres años, y yo. . . — Ella se fue apagando, por un rato el dolor fue demasiado grande.
— ¿El dolor se vuelve inmanejable,?—djo Becky, empujando una aguja dentro de la
intravenosa de mamá.
Después de unos momentos, mami se relajó. Volvió tomar el aliento, y lo intentó de nuevo.
— ¿Puedes hacer eso por mami? ¿Puedes recordar lo que te voy a decir? —Asentí con la
cabeza otra vez, y ella llevó una mano a mi mejilla. Su piel no estaba muy caliente, y ella sólo
podía mantener su mano en su lugar durante unos segundos antes de que se debilitara y se
cayera en la cama. —En primer lugar, está bien estar triste. Está bien sentir las cosas.
Recuerda eso. En segundo lugar, sé un niño durante todo el tiempo que puedas. Juega
juegos, Gaston. Sé tonto —sus ojos iban apagándose. —Y tú y tus hermanos cuídense entre sí,
y a su padre. Aun cuando seas grande y te hayas ido, es importante que vuelvas a casa. ¿De
acuerdo?
Mi cabeza se balanceaba arriba y abajo, desesperado por complacerla.
—Uno de estos días vas a enamorarte, hijo. No te conformes con cualquier persona. Elige a la
chica que no viene fácil, por la que tienes que luchar, y después, nunca dejes de luchar.
Nunca…—Ella respiró profundo. — dejes de luchar por lo que quieres. Y nunca…—sus cejas
se retraían— olvides que mami te ama. Incluso si no puedes verme. —una lágrima cayó por
su mejilla— Siempre, siempre te amaré
Ella tomó un aliento entrecortado, y luego tosió.
—Está bien—dijo Becky, metiéndose una cosa de aspecto gracioso en sus oídos y
sosteniendo el otro extremo sobre el pecho de mamá. — Es hora de descansar
—No hay tiempo—susurró mamá.
Becky miró a mi padre. —Nos estamos acercando, Sr. Dalmau. Probablemente debería traer
al resto de los chicos aquí para despedirse
Los labios de mi padre se fruncieron en una línea dura, y él negó con la cabeza.
—No estoy listo—dijo con la voz ahogada.
—Usted nunca estará listo a perder a su esposa. Pero no querrá que la deje ir sin que los
chicos le den su adiós
Papá lo pensó por un minuto, se limpió la nariz con la manga, y luego asintió con la cabeza. Él
salió de la habitación como si estuviera loco.
Vi a mamá tratando de respirar, y vi a Becky verificar los números en la caja al lado de ella.
Toqué la muñeca de mamá. Los ojos de Becky parecían saber algo que yo no, y eso hizo que
mi estómago se sintiera enfermo.
—Tú sabes, Gaston— dijo Becky, inclinándose para que pudiera verle a los ojos, —la medicina
que le estoy dando a tu mamá le hará dormir, pero a pesar de que este durmiendo, todavía
podrá oírte. Todavía puedes decirle a mami que la amas y que vas a extrañarla. Ella
escuchara todo lo que digas.
Miré a mamá pero rápidamente negué con la cabeza.
— No quiero perderla
Becky puso su mano, suave y cálida, en mi hombro, al igual que mami solía hacer cuando yo
estaba molesto.
—Tu mamá quiere estar aquí con ustedes. De verdad lo quiere. Pero Jesús la quiere con él en
estos momentos.
Fruncí el ceño.
— Yo la necesito más que Jesús.
Becky sonrió, y luego besó la parte superior de mi pelo.
Papá llamó a la puerta. Mis hermanos le rodearon en el pasillo, y Becky me llevó de la mano a
unirme con ellos.
Los ojos de Trenton no dejaron la cama de mamá, Taylor y Tyler miraban a todos lados
menos a la cama. De alguna manera, me hacia sentir mejor que todos parecieran estar tan
asustados como yo.
Thomas se quedó a mi lado, un poco por delante, como la vez que me protegió cuando
estábamos jugando en el patio delantero y los vecinos iniciaron una pelea con Tyler.
—Ella no se ve bien— dijo Thomas.
Papá se aclaró la garganta.
—Mamá ha estado muy enferma durante mucho tiempo, niños, y es el momento para ella. . .
es el momento de que ella. . . —Se calló.
Becky ofreció una pequeña sonrisa simpática.
—Su madre no ha estado comiendo ni bebiendo. Su cuerpo se esta dejando ir. Esto va a ser
muy difícil, pero es un buen momento para decirle a tu madre que la aman y que la van a
echar de menos, y que esta bien que ella ya se vaya. Ella necesita saber que esta bien hacerlo
Mis hermanos asintieron al unísono. Todos menos yo. No estaba bien. Yo no quería que ella
se vaya. No me importaba si Jesús la quería o no. Ella era mi mami. ÉL podría tomar a una
vieja mami. Una que no tenga niños pequeños que cuidar. Traté de recordar todo lo que ella
me dijo. Traté de guardarlo todo en mi cabeza: Jugar, visitar a papá, lucha por lo que amo.
Esa última cosa me molestaba. Yo amaba a mami pero no sabia como luchar por ella.
Becky se inclinó al oído de mi padre. Negó con la cabeza y, a continuación, hizo una seña a
mis hermanos.
—Está bien, muchachos. Vamos a decirle adiós y después tienes que llevar a tus hermanos a
la cama, Thomas. Ellos no necesitan estar aquí para el resto.
—Sí, señor— dijo Thomas. Sabía que estaba fingiendo una cara valiente. Sus ojos estaban tan
tristes como los míos. Thomas habló con ella por un tiempo, y luego Taylor, y Tyler le
susurraron cosas en cada una de sus orejas.
Trenton lloró y la abrazó durante mucho tiempo. Todo el mundo le dijo que estaba bien que
ella nos dejara. Todos menos yo. Mamá no dijo nada, esta vez.
Thomas tomó mi mano para llevarme fuera del dormitorio. Caminé hacia atrás hasta que
estábamos en la sala. Traté de fingir que ella solo estaba a punto de dormir, pero mi cabeza
daba vueltas. Thomas me alzo en brazos y me llevó por las escaleras. Sus pies subieron más
rápido cuando los lamentos de mi padre llegaban atreves de las paredes.
— ¿Qué te ha dicho?—preguntó Thomas, abriendo el grifo de la bañera.
No le respondí. Le oí preguntar, y me acordé lo que ella me había dicho, pero mis lágrimas no
me dejaban y mi boca tampoco.
Thomas me sacó la camisa sucia por encima de la cabeza, y luego mis pantalones cortos y
ropa interior del trencito Thomas.
—Es hora de entrar en la bañera, bubby— Él me levantó del suelo y me sentó en el agua
cálida, empapando el trapo, y apretando por encima de mi cabeza. Me quede quieto sin
parpadear. Ni siquiera traté de sacar el agua de mi cara a pesar de lo mucho que odio eso.
—Ayer, mamá me dijo que cuidara de ti, de los gemelos y de papá— Thomas cruzó las
manos sobre el borde de la bañera y apoyó la barbilla en él, mirándome. —Así que eso es lo
que voy a hacer, Gas, ¿de acuerdo? Voy a cuidar de ti. Así que no te preocupes. Vamos a
extrañar a mamá juntos, pero no te asustes. Voy a asegurarme de que todo este bien. Lo
prometo. "
Yo quería asentir o abrazarlo, pero nada funcionó. A pesar de que debería haber estado
luchando por ella, estaba arriba, en una tina llena de agua, inmóvil como una estatua. Ya la
estaba decepcionando. Le prometí en silencio en mi cabeza, que haría todo lo que ella me
había dicho tan pronto como mi cuerpo volviera a funcionar. Cuando la tristeza se marchaba
yo siempre volvería a jugar, volvería a luchar. Aunque ahora fuera mucho más difícil.
CAPITULO PRIMERO
Pajarita
Malditos buitres. Pueden pasarse horas. Días. Noches, también. Mirando a través de ti
escogiendo que partes te arrancarán primero, cuál será la parte más dulce, cuál la más tierna
o simplemente cuál será la más conveniente.
Lo que no saben, lo que nunca han anticipado, es que la presa sólo está fingiendo. Son los
buitres los que son fáciles. Justo cuando piensan que todo lo que tienen que hacer es ser
pacientes y sentarse a esperar a que tú expires, ahí es donde los atrapas. Allí es cuando sacas
a relucir el arma secreta: una falta de respeto al status quo y una negativa a ceder al orden
de las cosas.
Ahí es cuando los sorprendes con lo mucho que te importan.
Un oponente en el Círculo, algún imbécil cualquiera tratando de exponer tu debilidad con
insultos, una mujer que intenta atarte; lo consiguen siempre
Había sido muy cuidadoso desde una edad muy joven para vivir mi vida de esta manera.
Estos pendejos con su corazón sangrando que iban por ahí dando su alma a cada Banshee
caza fortunas que les sonreía lo tenían todo mal. Pero de alguna manera yo era el que
nadaba contra la corriente. Yo era un hombre distinto. Su manera de hacer las cosas era la
más difícil, si me lo preguntan. Dejando la emoción en la puerta, y sustituyéndola por
entumecimiento o ira -que es mucho más fácil controlar- era simple. Dejarte sentir
vulnerable. Tantas veces como he tratado de explicar este error a mis hermanos, mis primos,
o mis amigos, los encontré escépticos. Fueron casi tantas veces como las que yo los había
visto llorando o perdiendo el sueño por una perra estúpida en un par de jodidos tacones que
nunca dio una mierda por ellos de todos modos, no podía entenderlo. Las mujeres que valían
ese tipo de angustia no dejarían que te enamores de ellas tan fácilmente. No se inclinarían
sobre su sofá, ni te permitirían entrar a su habitación en la primera cita, ni siquiera en la
décima.
Mis teorías fueron ignoradas porque esa no era la forma en que pasan las cosas. Atracción,
sexo, enamoramiento, amor, y luego la angustia. Ese el orden lógico que la sociedad le ha
dado. Y, siempre era así.
Pero no para mí. De ninguna maldita manera.
Decidí hace mucho tiempo que alimentaría a los buitres hasta que una paloma llegará. Una
paloma. El tipo de alma que no daña a nadie; que solo camina alrededor preocupándose de
sus propias cosas, tratando de pasar por la vida sin tener que llevarse a todos los demás con
ella con sus cosas y sus hábitos egoístas. Valiente. Una comunicadora. Inteligente.
Hermosa. De voz suave. Una criatura que deja huella de por vida. Inalcanzable hasta que
tenga una razón para confiar en ti.
Mientras estaba con la puerta abierta de mi apartamento, agitando la última parte de la
ceniza de mi cigarrillo, la chica con el cárdigan rosa ensangrentado del Círculo vino a mi
memoria. Sin pensarlo, la llame Pajarita. En el momento fue solo un apodo estúpido para
hacerla sentir aún más incómoda de lo que ya estaba. Tenía la cara manchada de carmesí,
con los ojos muy abiertos, exteriormente parecía inocente, pero me di cuenta de que era
sólo por la ropa. Empujé su recuerdo lejos a medida que miraba fijamente a la sala de estar.
Eugenia estaba en mi sofá, viendo la televisión. Parecía aburrida, y me pregunté por qué
todavía estaba en mi apartamento. Por lo general ella tomaba su basura y se iba antes de
que la echara.
La puerta se quejó cuando la empujé un poco más. Me aclaré la garganta y recogí mi mochila
por las correas.
—Eugenia. Me voy.
Ella se incorporó y se estiró, y luego se apoderó de la cadena de su bolso excesivamente
grande. No me podía imaginar que tuviera suficientes pertenencias como para llenarla.
Eugenia se colgó los eslabones de plata por encima del hombro, y luego se puso sus tacones
aguja, paseándose por la puerta.
—Envíame un mensaje si estás aburrido— dijo ella secamente sin mirar en mi dirección. Se
puso las gafas de sol de gran tamaño, y luego bajó las escaleras, no le molesto mi despido en
absoluto. Su indiferencia era exactamente por lo que Eugenia era una de mis pocas visitantes
frecuentes. No lloraba por el compromiso, o hacia berrinches. Ella aceptaba nuestro arreglo
por lo que era, y luego se iba a continuar con su día.
Mi Harley brillaba bajo el sol de otoño por la mañana. Esperé a que Eugenia se alejara de mi
apartamento, y luego baje corriendo por las escaleras, cerrando la cremallera de mi
chaqueta.
La clase de humanidades del Dr. Rueser era en media hora, pero no le importaba si yo
llegaba tarde. Así que si a él no le molestaba, simplemente no le encontraba el punto a
matarme por llegar temprano a clases.
— ¡Espera!— Dijo una voz detrás de mí.
Peter  se paró en la puerta de nuestro apartamento, sin camisa intentando mantener el
equilibrio sobre un pie mientras se ponía un calcetín en el otro.
—Yo quería preguntarte anoche. ¿Qué le dijiste a Marek? Te inclinaste hacia su oído y le
dijiste algo. Parecía que se había tragado la lengua
—Le di las gracias por tomarse unos días fuera de la ciudad, porque su madre era una gata
salvaje— Peter me miró, dudoso—Amigo, no lo hiciste.
—No. He oído de Cami que tiene un menor en posesión del condado de Jones
Él negó con la cabeza y, luego señalo hacia el sofá.
— ¿Dejaste a Eugenia pasar la noche esta vez?
— No. Sabes que no
—Entonces ella solo se acercó a conseguir un poco de sexo esta mañana antes de clase, ¿eh?
Esa es una manera interesante de empezar el día
— ¿Crees que es eso?
— Alguien más tiene sus sobras— Peter se encogió de hombros. —Es Eugenia. Quién sabe.
Escucha, tengo que llevar a Lali al campus. ¿Quieres que te lleve?
—Nos vemos más tarde—, le dije, resbalando sobre mis Oakley. —Puedo llevar a La, si
quieres. — la cara de Peter se retorció—oh. . . no.
Divertido por su reacción, me monté en la Harley y arranque el motor. Aunque tenía la mala
costumbre de seducir a los amigas de su novia, había una línea que no cruzaría. Lali era
suya, y una vez que se interesado en una chica, ella estaba fuera de mi radar, para no ser
considerado de nuevo. Él lo sabía. Solo le gustaba darme mierda.
Me encontré a Adam detrás de Sig Tau. El maneja el Círculo. Después del pago inicial de la
primera noche, le dejé coger la rentabilidad del día siguiente y le di una parte por sus
molestias. Él mantuvo la cubierta, y yo me quedé con las ganancias. Nuestra relación era
estrictamente profesional, y los dos preferimos mantenerlo así. Mientras siguiera
pagándome, permanecería fuera de su vista, y siempre y cuando no quisiera ganarse unas
patadas en el culo, él se alejaba de la mía.
Me abrí paso por el campus hacia la cafetería. Justo antes de llegar a las puertas metálicas
dobles, Mery y Candela se pusieron delante de mí.
—Hey, Gas—, dijo Mery, de pie con una postura perfecta. Perfectamente bronceada, pechos
de silicona bien dotados asomaban de su camiseta rosa. Esos irresistibles, montículos de
rebote eran los que me rogaban que la follara a ella en primer lugar, pero una vez fue
suficiente. Su voz me recordaba al sonido que sale al desinflar un globo, y Agustin la
folló la noche después que yo.
—Hola
Pellizqué mi cigarrillo y lo tiré a la basura antes de caminar rápidamente por delante de ella a
través de las puertas. No es que yo estaba dispuesto a lanzarme sobre el buffet de verduras,
carne seca y frutas maduras. Jesús. Su voz hacia que los perros aúllen y los niños se
asomaban a ver qué personaje de dibujos animados había cobrado vida.
Independientemente de mi despido, las niñas me siguieron.
—peter—. Asentí. Estaba sentado con Lali, riendo con la gente a su alrededor. La pajarita
de la pelea se sentó frente a él, hurgando en su comida con un tenedor de plástico. Mi voz
pareció despertarle curiosidad. Podía sentir sus ojos grandes siguiéndome hasta el final de la
mesa donde deje mi bandeja.
Oí la risita de Mery, obligándome a frenar la irritación hirviendo dentro de mí. Cuando me
senté, ella uso mi rodilla como silla. Algunos de los chicos del equipo de fútbol sentados en
nuestra mesa me miraron con asombro, como si ser seguido por dos bobas fuera una
aspiración imposible para ellos.
Mery deslizó su mano debajo de la mesa y luego apretó los dedos en el muslo mientras se
abría camino hasta la entrepierna de mis pantalones vaqueros. Abrí mis piernas un poco más,
esperando a que llegara a su destino
Justo antes de sentir sus manos sobre mí, los fuertes murmullos de Lali viajaron por la
mesa.
—Creo que acabo de vomitar un poco en mi boca.
Mery volvió, todo su cuerpo rígido.
—Escuche eso, zorra.
Un tozo de pan pasó cerca la cara de Mery y rebotó en el suelo. Peter y yo intercambiamos
miradas y luego corrí mi rodilla.
El culo de Mery rebotó en el azulejo de la cafetería. Lo admito, me agrado un poco escuchar el
sonido de su piel chocar contra la cerámica.
Ella no se quejó mucho antes de alejarse. Peter parecía apreciar mi gesto, y eso era
suficiente para mí. Mi tolerancia para las chicas como Mery sólo duraba poco tiempo. Yo tenía
una regla: el respeto. Para mí, mi familia y para mis amigos. Demonios, incluso algunos de
mis enemigos merecían respeto. No veo una razón para asociarme más de lo necesario con
las personas que no entendían esa lección de vida. Puede sonar hipócrita para las mujeres
que han pasado por la puerta de mi apartamento, pero si ellas se trataran con respeto, yo
también se los habría dado.
Le guiñó un ojo a Lali, que parecía satisfecha, asiento con la cabeza a Peter, y luego
tomó otro bocado de lo que estaba en mi plato.
—Buen trabajo anoche, Dalmau— dijo Chris, agitando un crouton sobre la mesa.
—Cállate, idiota de mierda— dijo Brasil, en su típica voz baja. —Adam nunca te dejara entrar
de nuevo si se entera lo que estas hablando.
—Oh. Sí —dijo, encogiéndose de hombros.
Llevé a mi bandeja a la basura, y luego volví a mi asiento con el ceño fruncido.
—Y no me llames así
— ¿Qué? ¿perro Dalmau?
—Sí
— ¿Por qué no? Pensé que ese era tu nombre en el Círculo. Algo así como tu nombre de
stripper
Mis ojos se apuntaron a Jenks.
— ¿Por qué no te callas y le das a ese hoyo en tu cara la oportunidad de sanar?
Nunca me gusto ese pequeño gusano.
—Claro que sí, Gaston. Todo lo que tenías que hacer era decirlo. —Se rió nerviosamente antes
de recoger su basura y salir.
En poco tiempo, la mayor parte del comedor estaba vacío. Miré hacia abajo para ver a
Peter y Lali todavía dando vueltas, hablando con su amiga. Ella tenía el pelo largo y
ondulado, y su piel todavía estaba bronceada de las vacaciones de verano. No tenía las tetas
más grandes que había visto, pero sus ojos. . . eran de un color raro. Familiar de alguna
manera.
No había manera de que la conociera de antes, pero había algo en su cara que me recordaba
algo que no podía reconocer.
Me puse de pie y caminé hacia ella. Tenía el pelo de una estrella del porno, y el rostro de un
ángel. Sus ojos almendrados y de una belleza única. Fue entonces cuando lo vi: detrás de la
belleza y la inocencia falsa había algo más, algo frío y calculador. Incluso mientras sonreía,
podía ver el pecado tan profundamente que ningún cárdigan podría esconderlo. Esos ojos
flotaban sobre su diminuta nariz y rasgos suaves. Para cualquier otra persona, ella era pura e
ingenua, pero esta chica estaba ocultando algo. Lo sabía solo porque el mismo pecado había
habitado en mí toda mi vida. La diferencia fue que ella lo llevaba muy dentro de ella., y yo
dejaba el mio fuera de la jaula regularmente.
Miré a peter hasta que el sintió que lo estaba observando. Cuando me miró, asentí en
dirección a la pajarita.
¿Quién es? Gesticulé con los labios.
Peter sólo respondió con un gesto confuso.
Ella. Señale de nuevo, silenciosamente.
En la boca de Peter se presentó la sonrisa imbécil que siempre hacía cuando estaba a
punto de hacer algo para molestarme.
— ¿Qué?—, preguntó Peter, mucho más fuerte de lo necesario.
Me di cuenta de la chica sabía que estábamos hablando de ella, porque mantuvo la cabeza
baja, fingiendo no escuchar.
Después de pasar sesenta segundos en la presencia de Rochi Igarzabal, distinguí dos cosas:
que ella no hablaba mucho, y que cuando lo hacía, era una especie de perra. Pero no sé. . .
como que me gustaba eso de ella. Ponía una pared para mantener alejados a los imbéciles
como yo, pero eso solo me volvía mas determinado.
Ella puso los ojos en mí por tercera o cuarta vez. La estaba molestando y eso me parecía
bastante divertido. Las chicas no solían tratarme con odio puro, incluso cuando les estaba
mostrando la puerta.
Cuando incluso mis mejores sonrisas no funcionaban, me volvía a un nivel superior.
— ¿Tienes un tic?
— ¿Qué?— Preguntó.
— Un tic. Tus ojos no dejan de moverse —Si ella me hubiera matado con su mirada, me
estaría desangrado en el suelo. Yo no podía dejar de reír. Ella era una cerebrito y ruda como
el infierno. Me gustaba más cada segundo.
Me incliné más cerca de su cara.
—Esos son unos ojos increíbles. ¿De qué color son? ¿miel?
Ella inmediatamente bajó la cabeza, dejando que su pelo cubriera su rostro. Punto para mí.
La había hecho sentir incomoda, lo cual significaba que estábamos llegando a algún lado.
Lali inmediatamente saltó, advirtiéndome que debía mantenerme al margen. No podía
culparla. Había visto la interminable fila de chicas entrar y salir de la vivienda. Yo no quería
molestar a Lali, pero no parecía enfadada. Más bien divertida.
—Tú no eres su tipo— dijo Lali.
Mi boca se abrió, jugando a su juego.
— ¡Soy el tipo de todo el mundo!
La pajarita se asomó por encima de mí y sonrió. Una sensación cálida - probablemente sólo
era la loca urgencia de tirarme a esa chica en mi sofá- se apoderó de mí. Ella era diferente, y
era refrescante.
— ¡Ah! Una sonrisa— dije. Llamarla simplemente una sonrisa, como si no fuera la cosa más
hermosa que jamás había visto, parecía mal, pero yo no estaba dispuesto a joder mi juego
cuando justo comenzaba a avanzar. —No soy un jodido bastardo, después de todo. Fue un
placer conocerte, pajarita.
Me puse de pie, rodeé la mesa y me acerque al oído de Lali.
— Ayúdame aquí, ¿Quieres? Voy a comportarme, lo juro”.
Llegaron a mi cara pedazos de papas fritas
—Aleja tus labios de la oreja de mi chica, Gaston!- Dijo Peter.
Me aparté, sosteniendo las manos hacia arriba para resaltar la expresión más inocente que
mi cara que podía manejar.
Caminé hacia atrás unos pasos hacia la puerta, notando un pequeño grupo de chicas. Abrí la
puerta, y ellas pasaron como una manada de búfalos antes de que pudiera salirme.
Había pasado mucho tiempo desde que había tenido un reto. Lo extraño era que no iba a
intentar joderla. Me molestaba que ella pudiera pensar que era un pedazo de mierda, pero
más aun me molesta que me importara. De cualquier manera, por primera vez en mucho
tiempo, alguien era impredecible. Pajarita era todo lo contrario de las chicas que había
conocido aquí, y yo tenía que saber por qué.
La clase de Chaney estaba llena. Subí los escalones hacia a mi lugar de a dos a la vez, y luego
me metí entre las piernas desnudas que rodeaban mi asiento.
—Señoritas— .Asentí con la cabeza.
Ellos murmuraron y suspiraron en armonía.
Buitres. A La mitad de ellas me las tire en mi primer año y la otra mitad había estado en mi
sofá justo antes de las vacaciones de otoño. Excepto la chica en el extremo. Sophia esbozó
una sonrisa torcida. Parecía que su cara se había incendiado y que alguien había intentado
apagarlo con un tenedor. Ella había estado con algunos de mis hermanos de fraternidad.
Conociendo cuáles eran sus antecedentes y su falta de preocupación por la seguridad, lo
mejor es considerarla un riesgo innecesario, incluso aunque fuera habitualmente cuidadoso.
Se inclinó hacia delante sobre sus codos para hacer un mejor contacto con los ojos. Sentí el
impulso de temblar de indignación, pero me resistí. No. Ni siquiera cerca de valer la pena.
La morena delante de mí, se dio la vuelta y bateó sus pestañas.
—Hey, Gaston. He oído que hay una fiesta de citas pronto en Sig Tau ".
—No— dije sin pausa.
Su labio inferior formó un puchero.
—Pero. . . cuando me hablaste de eso, pensé que capaz querrías ir
Me reí una vez.
—Estaba quejándome de ello. No era lo mismo.
La rubia junto a mí se inclinó hacia delante.
—Todo el mundo sabe que Gaston Dalmau no va a las fiestas de citas. Estas ladrando al árbol
Equivocado
— ¿Ah, sí? Bueno, nadie te ha preguntado — dijo Chrissy con el ceño fruncido.
Las chicas se quedaron argumentando un poco, y me di cuenta de que Rochi se apresuraba a
entrar. Ella prácticamente se arrojó en una mesa de primera fila justo antes de que sonara la
campana.
Antes de tomarme un segundo para pregúntame el porqué, tomé mi cuaderno, metí la pluma
en mi boca, y luego baje corriendo las escaleras, y me deslicé en la mesa a su lado.
La mirada en el rostro de Rochi superó lo divertido, y por una razón que no podía explicar -
que causó la adrenalina de correr por mi cuerpo- el tipo que solía disfrutar antes de una
pelea.
—Bueno. Puedes tomar notas para mí
Ella estaba totalmente disgustada, y eso sólo me complacía más. La mayoría de las chicas me
aburrían como una ostra, pero esta chica era intrigante. Entretenida, incluso. No la había
perturbado, al menos no de una manera positiva. Mi sola presencia parecía darle ganas de
vomitar, y encontraba eso extrañamente adorable.
El deseo se apoderó de mí para saber si era realmente odio lo que sentía por mí, o si ella solo
era difícil. Me acerqué un poco.
—Lo siento. . . ¿te he ofendido de alguna manera?
Sus ojos se suavizaron mientras que negó con la cabeza. No me odiaba. Ella sólo quería
odiarme. Yo estaba muy por delante de ella. Si quería jugar, yo podría jugar.
—Entonces, ¿Cuál es su problema?
Parecía avergonzada de decir lo que iba a decir.
—No voy a dormir contigo. Deberías darte por vencido, ahora.
Ah, sí. Esto iba a ser divertido.
—No te estaba pidiendo que duermas conmigo. . . ¿o si? —Dejé que mis ojos apuntaran
hacia el techo, como si tuviera que pensar en ello. —¿Por qué no vienes con Lali esta
noche?
Los labios de Rochi fruncieron, como si hubiera olido algo podrido.
—Ni siquiera voy a coquetear contigo, lo juro.
—Lo pensaré
Intenté no sonreír demasiado y delatarme. Ella no iba a darse la vuelta como los buitres
anteriores. Miré detrás de mí, y estaban todos mirando a la parte trasera de la cabeza de
Rochi. Lo sabían tan bien como yo lo hacia. Rochi era diferente, y yo iba a tener que trabajar
para esta. Por una vez.
Tres garabatos de tatuajes potenciales, y dos docenas de cajas en 3D más tarde, la clase
terminó. Me deslicé por los pasillos antes de que alguien pudiera detenerme. Hice un buen
tiempo, pero Rochi de algún modo había acabado en el exterior, a unos veinte metros por
delante de mí.
Que mierda. Ella estaba tratando de evitarme. Apreté el paso hasta que estuve a su lado.
— ¿Ya lo has pensado?
— ¡Gaston!— dijo una chica, jugando con su cabello. Rochi siguió su camino, y yo me quede
escuchando el irritante balbuceo de la chica.
—Lo siento, uh. . .
— Heather
—Lo siento, Heather. . .yo. . . Me tengo que ir.
Ella envolvió sus brazos alrededor de mí. Palmeé su espalda, me encogí de hombros hasta
salir de su alcance y seguí caminando, preguntándome quién era ella.
Antes de que pudiera averiguar quién era Heather, las piernas bronceadas de Rochi
aparecieron en mi vista. Puse un Marlboro en mi boca y me fui corriendo a su lado.
— ¿De que estábamos hablando? Ah, sí. . . tú estabas pensando.
— ¿De qué estás hablando?
— ¿Has pensado en venir?
— Si digo que sí, ¿vas a dejar de seguirme?
Fingí reflexionar sobre ello y luego asentí.
—Sí.
—Entonces allí estaré.
Mentira. Ella no era tan fácil.
— ¿Cuándo?
— Esta noche
Me quedé a medio camino. Ella estaba tramando algo. No había previsto que se volviera a la
ofensiva.
—Genial— dije, jugando al sorprendido. —Hasta entonces, Pajarita.
Se alejó sin mirar atrás, ni un poco afectada por la conversación. Desapareció detrás de otros
estudiantes que se dirigían a sus clases.
La gorra de béisbol blanca de Peter apareció a la vista. Él no tenía ninguna prisa por llegar
a nuestra clase de computación. Mis cejas se juntaron entre sí. Odiaba esa clase. ¿Quién no
sabe cómo funciona una puta computadora?
Me uní a Peter y Lali, mientras se entremezclaban con el flujo de estudiantes en el
pasillo principal. Ella sonreía y lo veía ladrándome con estrellas en los ojos. Lali era un
buitre. Ella estaba buena, sí, pero también podía mantener una conversación sin decir “o
sea” después de cada palabra, y era bastante graciosa a veces. Lo que más me gustaba de
ella era que no quiso ir al apartamento por varias semanas después de su primera cita con, e
incluso después que ellos vieron una película acurrucados en el apartamento, ella regresó a
su dormitorio.
Tenía la sensación de que el período de prueba antes de que Peter pueda acostarse con
ella estaba a punto de terminar.
—Hola, La— dije, asintiendo con la cabeza.
— ¿Cómo te va, Gas?—Preguntó. Ella me saludó con una sonrisa amable, pero sus ojos
estaban de vuelta en Peter.
Él fue uno de los afortunados. Las chicas como ella no aparecen muy a menudo.
— Por aquí estoy yo— dijo Lali, haciendo un gesto hacia su dormitorio en la esquina. Ella
envolvió sus brazos alrededor del cuello de Peter y lo besó. Él agarró su camiseta a cada
lado y la acercó más antes de dejarla ir.
Lali saludó por última vez a los dos, y luego se unió a su amigo Vico en la entrada
principal.
— Te estas enamorando de ella, ¿no es así?— le pregunté a Peter dándole un puñetazo en
el brazo. Él me empujó.
—No es asunto tuyo, idiota.
— ¿Tiene una hermana?
— Es hija única. Deja a sus amigas tranquilas, también, Gaston. Lo digo en serio.
Las últimas palabras de Peter eran innecesarias. Sus ojos eran un cartel de sus emociones y
pensamientos la mayor parte del tiempo, y él estaba claramente serio, tal vez incluso un
poco desesperado. Él no se estaba enamorando de ella. Estaba enamorado.
— ¿Te refieres a Rochi?
Me frunció el ceño.
—Me refiero a cualquiera de sus amigas. Incluso Vico. Sólo mantente alejado.
— ¡Primo!— le digo, colgando mi brazo alrededor de su cuello. — ¡¿Estás enamorado?! ¡ Me
estas haciendo querer llorar!
—Cállate—se quejó Peter —Prométeme que te quedarás lejos de sus amigas.
Sonreí.

—No te prometo nada                                                                                          JM

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