13
Rochi
Corrí lo más rápido que pude, pero la pesadilla seguía
alcanzándome. Vi sangre, mucha sangre.
Sudor caía por mi rostro mientras mis pies bombeaban contra el
cemento. Lágrimas se mezclaban con sudor resbalándose por mis
labios mientras jadeaba por aire. Mi costado dolía, mis piernas
dolían,
todo dolía, especialmente mi corazón.
Finalmente, después de una hora corriendo arriba y debajo del
muelle, me encontré en el acuario.
Era temporada de turismo, así que seguía abierto.
Entré y encontré a Sally inmediatamente.
Recuerdos de Pablo alimentando a las focas vinieron a mí.
—Tienes que ser
cuidadosa, Rochi, no quieres que las focas te
muerdan la mano.
Rodé los ojos.
—Pablo, estoy bien,
solo dame el pez.
—Di por favor.
—No.
—¿Qué? —Se rio, sus
ojos azules brillando—. ¿Acabas de decir no?
Asentí con la cabeza
y saque la lengua.
—No me voy a
disculpar, ahora dame el pez.
—Al menos paga el
peaje.
—Bien. —Di un paso
adelante y lo bese en los labios.
Sally eligió ese
preciso momento para salpicarnos a ambos.
Pablo se rio y me
levantó apoyándome firmemente contra la pared.
—Tú me gustas un
poco, sabes eso, ¿cierto?
—Tú también me
gustas un poco —dije, sin aliento.
—Tú eres una
porrista caliente.
—Tú eres un
quarterback sexy.
Nos reímos y nos besamos
un poco más. Sally nos salpicó por
atención.
No me había dado cuenta que seguía llorando hasta que noté mis
lágrimas cayendo en la valla en frente de la jaula.
—¿Estás bien? —La voz traspasó mi dolor, solo levemente. Me giré
para ver a Gaston apoyado contra la puerta.
—¿Cómo supiste que estaba aquí?
—Fácil. —Se encogió de hombros—. Puse un dispositivo de
localización en tu caramelo. Es todo parte de mi malvado plan para
dominar el mundo. Una chica caliente a la vez.
Me reí. No podía evitarlo. El imbécil, me haría reír cuando estaba
tratando de envolverme en todo ese dolor.
—¿Sinceramente? —Caminó hacia mí y se inclinó contra la pared de
cemento—. Pensé que este era el lugar al que iría si fuera tú.
Tiene
buenos recuerdos, y ahora mismo tú necesitas estar alegre.
—Ellos te dijeron.
—Adiviné.
Suspiré.
—Así que ahora sabes.
—No. —Agarró mi mano y me empujó en un abrazo—. No sé nada.
Quiero oírlo de ti, pero no hasta que estés lista. De hecho,
recuerdo
hace un tiempo atrás hacer un pequeño trato contigo. Yo te digo
algo duro y tú me dices a mí. Técnicamente alguien más me lo dijo,
pero voy a seguir contando el tuyo para el día.
Cerré mis ojos y asentí mientras ponía mi cabeza contra su pecho y
suspiraba de nuevo. Se sentía tan cómodo, tan bien.
—Amaba a mi novia, Lali, mucho.
Quería enojarme y empujarlo, pero en serio, ¿no estaba yo de luto
por un amor perdido también? Iba a ser la hipócrita más grande del
mundo si hacia eso. Así que esperé para que continuara.
—Mi hermano y yo estábamos borrachos una noche e hicimos una
apuesta. Había estado esperando para dormir con ella por meses.
Tenía quince y estaba caliente.
—¿Y eres diferente ahora…? —susurré en su pecho.
Su risa me calentó desde adentro hacia afuera.
—Muy graciosa.
Su mano se movió hacia mi cabeza mientras acariciaba mi cabello.
—De todos modos, mi hermano me estaba dando tanta mierda
sobre eso, que finalmente tuve suficiente. Le dije que ni siquiera
él
podría meterse en sus pantalones. Antes de que todo esto pasara
Nicolas siempre había sido el rompecorazones. Lo sé, difícil de
creer,
pero es cierto.
Lo sentí tragar mientras me abrazaba más fuerte y susurraba:
—Él le dio heroína.
Sorprendida, retrocedí y miré a su rostro para ver si estaba
bromeando. No estaba sonriendo. De hecho, esa familiar mirada de
pena estaba grabada en sus ojos.
—Ellos tuvieron sexo y ella quedó embarazada.
—Con su bebe —susurré con voz ronca—. ¿La chica que amabas?
¿Y tu hermano? ¿Así que tienes un sobrino?
—No. —Su labio inferior tembló, mientras se alejaba y se apoyaba
contra el contenedor—. Pero, esa es una historia para otro día.
Lo había empujado hasta su límite. Estaba claro que no
acostumbraba a contar esta historia, era privada. Nadie sabía
sobre
eso, de otra manera ya me la hubieran contado. Confió en mí con
algo profundo y oscuro.
Y le debía la misma cosa.
Busqué su mano y lo empujé en un abrazo.
Bueno, se suponía que era un abrazo, hasta que levanté el brazo y
le
toqué el rostro. Cerró sus ojos y gimió.
No estaba segura de si yo me moví primero o lo hizo él, pero
nuestros
labios se unieron, y en un frenesí me levantó y me empujó contra
la
pared.
—Lo siento —masculló bajándome—. Solo exageré un poco. Estoy
acostumbrado a usar esto como una forma de…
—Esconder el dolor. —Terminé mirando a sus doloridos ojos.
—No quiero usarte.
—No lo haces.
—¿Cómo lo sabes?
Duda mucho de sí, pero sabía el tipo de chico que era. Era de los
buenos, por más que hubiera tenido sexo millones de veces. Era
todo
una máscara, una cortina de humo. Tomé una respiración profunda.
—Porque lo hago. Ahora bésame.
Los ojos de Gaston se ampliaron ligeramente antes de aplastar su
boca con la mía. Separé mis labios mientras su lengua se hundía
dentro y fuera.
Su mano se movió para ahuecar mi trasero y empujarme contra él.
Sus besos no se parecían nada a los de Pablo.
Nada.
La mano de Gaston se movió contra mi piel, levantando lentamente
mi camisa. Cuando sentí sus dedos rozar la piel encima de mi
cadera
envió un disparo de electricidad por mi cuerpo, y mi cabeza cayó
hacia atrás. Su boca trabajó por mi cuello. Claramente, el chico
sabía cómo besar. Me estremecí bajo su beso, su toque. Nunca en mi
vida experimente algo así. Una parte de mi quería retroceder,
porque se sentía como que estaba engañando la memoria de
Pablo, que no estaba siendo fiel a la relación que teníamos, pero
otra parte anhelaba a Gaston.
Un carraspeo de garganta sonó a lo lejos.
Lentamente, Gaston me puso en mis pies, sus ojos nunca dejaron mi
rostro. Un sentido de admiración reflejado en ellos mientras su
frente
tocaba la mía.
El carraspeo sonó de nuevo.
—¿Qué, Camilo? —La voz de Gaston era ronca.
—La gente está esperando para entrar.
—Cierto. —Extendió su mano y bajó mi camisa después metió mi
cabello detrás de mí oreja.
—¿Tienes algún brillo labial?
Asentí.
—Póntelo.
Asentí aturdida y agarré mi brillo labial.
Con dedos temblorosos puse un poco en mis labios y los junté
frotándolos. Corrí mis dedos por mi cabello así no se vería tan
revuelto, pero estoy segura que probablemente se seguiría viendo
terrible.
Después de todo, estuve sollozando y besándome con el chico más
caliente del planeta.
—¿Alguna cámara? —le preguntó Gaston a Camilo antes de salir de la
entrada.
Él sacudió su cabeza.
—Uno, pero se fue hace un rato.
—Bien. —El agarre de Gaston era fuerte en mi mano cuando me
empujaba por la puerta y me llevaba fuera—. Lo siento, tengo al
mismo jodido fotógrafo siguiéndome durante los últimos años. Todos
los demás se rindieron con mi aburrida vida, pero este está
convencido que no voy a quedarme limpio. Así que él es como un
acosador amigable. A veces incluso le compro algo en Starbucks.
—Entonces, ¿por qué repentinamente estas nervioso sobre él?
Gaston puso su brazo a mí alrededor.
—No lo quiero tomándote fotos.
Me tensé. ¿Estaba avergonzado de mí?
—Deja de ser una niña —susurró en mi cabello—. No tiene nada que
ver con no querer ser visto contigo. Diablos, lo gritaré por las
calles si
quieres. Solo no creo que te guste que las personas busquen en tu
pasado ahora mismo. ¿Estoy en lo cierto?
Ni siquiera había pensado en eso. El terror se extendió sobre mí
ante
el pensamiento de ver las noticias de nuevo. Imágenes del camión
destrozado, imágenes de nuestro baile de graduación, y finalmente
el servicio en el campo de futbol americano.
—Gracias. —Me estremecí.
—No hay problema. —Su rostro rozó la parte superior de mi cabeza
cuando sus labios encontraron mi mejilla.
—Lo siento. —Parecía casi avergonzado.
—¿Por qué? — Luché contra una sonrisa.
—No puedo evitarlo. —Sonrió con picardía y me sacó por el pasillo
empujándome contra su cuerpo. Instantáneamente sus labios
encontraron los míos. Envolví mis brazos alrededor de su cuello.
Con
un gemido se apartó.
—Vamos, hagamos algo.
Mis ojos se ampliaron.
Él rodó los suyos.
—Dios mío, no eso. Ten tu cabeza fuera del pozo.
—No es mi culpa que la hayas puesto allí.
—¿En serio? —Su sonrisa era contagiosa mientras sus dientes
rozaron
mi labio inferior dándole un pequeño tirón. El chico era demasiado
bueno besando. De hecho debería haber una ley estricta contra
celebridades realmente atractivas y besos.
—Detente. —Puse mi mano contra su pecho y lo inmovilicé.
Todo sobre él era tan sólido y fuerte. Corrí mi mano por el medio
de
sus pecho atreves de su abdomen, con un poco de admiración.
—Si sigues haciendo eso voy a levantar tu falda aquí en el
pasillo.
—No estoy usando una falda.
—Diablos. —Bajó la mirada—. La próxima vez. Es más fácil de esa
manera. —Me guiñó. Lo empujé en el brazo.
—Bien, ¿qué quieres hacer? Tengo que trabajar mañana, así que no
podemos quedarnos hasta tan tarde.
Gaston colocó su mano sobre su corazón.
—¿estás aceptando salir conmigo? ¿Cómo amigos?
—¿Los amigos se besan? —Repliqué.
—Mis amigos lo hacen.
—Que bien que soy la única. —Rodé mis ojos.
—No es cierto, ambos Vicco y Connor me dieron buena vibra en el
grupo. Además tengo sus números.
—¿Y estás planeando besarlos a ellos también?
—Nah, quiero decir, no soy así. No voy por ahí besando a otras
personas…ahora si una de ellas hace el primer movimiento… —Puso
sus manos en el aire señalizando que estaría bien con eso.
Me eché a reír.
Su rostro estaba serio. Inmediatamente dejé de reír. Oh Dios Mío.
¿Lo
decía en serio? Y entonces sonrió con malicia y comenzó a reír.
—Guau, ¿en serio crees que juego para ambos lados? No estoy
seguro de sí debería estar ofendido o agradecido. Supongo que
tengo buen estilo. Quiero decir ya sabemos lo bien que lucía en la
visera de Seaside Taffy.
—Sí. Vagabundo —respondí.
—¿Caliente y vagabundo? —Se veía esperanzado.
—No tanto.
—¡No se puede ganar siempre! —Me guiñó y agarró mi mano.
—Vamos, ya sé que podemos hacer.

ayy que lindo capitulo!! que ya se pongan de novios!! segui rapidoo
ResponderEliminarlo ameee me encanta esta nove cada vez se pone mas lindaa seguilaaa (:
ResponderEliminarNo se si lo dije pero, AMO ESTA NOVELA, LA AMO!!!
ResponderEliminar