sábado, 22 de marzo de 2014

Corazones latiendo, capitulo 14

14
Gaston
Todavía estaba tan feliz que estaba sosteniéndola de la mano y
casi me tropecé con mis propios pies cuando la conduje fuera
del callejón.
Con clase. Oficialmente me había besado con la chica más caliente
del planeta en medio de un callejón. El viejo
Gaston me habría dado un choque de cinco supremo. Pero ella se
merecía algo mejor que eso.
Por eso era importante que se divirtiera en ese momento.
—Date prisa. —Tiré de su brazo hacia el extremo opuesto de la calle.
Cuando llegamos al destino, triunfalmente lancé mis manos al aire y
grité:
—Autos chocadores.
—Nunca he hecho esto antes. —Se echó a reír sin aliento.
—¡Tú vives aquí! ¿Cómo pudiste pasar de largo?
Ella se encoge de hombros.
—Sé que es extraño. Siempre estaba demasiado asustada cuando
era pequeña y luego después del accidente, la cosa de los autos...
Sus ojos cristalinos se encontraron con los míos. Quería
golpearme por ser tan insensible. Había sobrevivido a un accidente
de auto, y la llevaba a los autos chocadores. ¿En serio? ¿Qué
estúpido podría ser?
—Está bien. Quiero hacerlo. —Puso las manos en sus caderas y
exhaló—. Lo puedo hacer.
—¿Estás segura?
—Por supuesto. —Asintió con la cabeza y se acercó aún más a la
zona del Carnaval al aire libre. Era como un garaje en la calle. Tenían
los autos de choque y Tilt-A-Whirl cubiertos en caso de que lloviera,
solía pasar casi todos los días durante el invierno y la primavera.
No era útil para aquellos que luchaban con la depresión, o la
adicción a las drogas para el caso. Juro que todavía no puedo
entender cómo la mitad de la población no era adicta a una cosa u
otra.
Pagué al hombre y corrí hacia el auto rojo. Los niños pequeños
corrían a nuestro alrededor. Yo era competitivo, sentía la necesidad
de decir basura un poco. Los niños se lo comieron. Pero un pequeño
niño nerd robó el auto rojo. Se lo quitaré después.
Rochi eligió el auto de color rosa, por supuesto.
Elegí el negro, porque soy malo. Al menos eso es lo que anuncié ante
unos alumnos de primer grado, ante las miradas de horror de sus
padres.
Articulé un lo siento y miré a Rochi, que estaba tratando de evitar
reírse.
La alarma sonó y me fui directamente hacia ella.
Ella echó la cabeza hacia atrás y se rio, luego movió su auto hacia
adelante, hacia el niño delante de ella.
—¡Mira esto! —gritó él. Le faltaban varios dientes y vestía una
camiseta que decía "Las vidas de Darth Vader."
Ella lo golpeó de nuevo.
Buena chica.
—¡Mamá! —gritó el chico y estrelló su auto de vuelta a Rochi.
Ella ni siquiera se inmutó, solo saludó al pequeño y se fue tras otro.
En serio, tenía que llevarla al laser tag.
—Te tengo. —Golpeó su auto, suavemente, porque es una chica. Ella
mueve su pequeño auto chocador tan rápido que no tengo tiempo
para escapar. Rápidamente me di cuenta de mi error, pero ya era
demasiado tarde. Estaba atrapado.
Me embistió con su auto por lo que el mío se fue hacia atrás con
fuerza.
Chica-shmirl. Esto. Acababa. De. Empezar.
Con un grito de guerra directamente de la película 300, por lo menos
así es como lo imaginé, me dirigí a por ella.
La visión del túnel hizo que se notara que conducía mi auto hacia el
de ella. Estaba a un metro y medio y entonces... me chocaron.
Un pequeño auto me embistió por la derecha.
El niño de Darth Vader asentía y una cortina de humo salía de sus
regordetas manitas. Traté de salir de mi auto, ya sabes, para darle
una lección, pero era tan pequeño que me quedé atrapado.
Los autos se detuvieron. Y todos los niños pequeños saltaron fuera.
Yo todavía estaba atrapado.
—¿Necesitas ayuda? —preguntó Rochi, inclinándose sobre mi
hombro. Mi rodilla derecha estaba atrapada debajo del auto.
Estaba pensando seriamente en levantar el auto como una falda y
alejarme, pero entonces estaría volviendo a casa andando todo el
camino bajo la lluvia.
—Lo tengo. —No quise decir que ella se iba a hacer daño, pero mi
hombría estaba en juego.
—¿Lo tienes? —Caminó alrededor del auto y se puso delante de mí,
con los brazos cruzados—. Demuéstralo.
—Está bien. —Traté de empujarme fuera del auto. En serio, yo quepo
en él, ¿cómo no puedo salir de esto?
—¿Necesitas ayuda todavía?
Bajé la mirada y negué con la cabeza.
—No, no puedo hacer esto.
Ella me dio una sonrisa condescendiente mientras trataba de mover
el pie a un lado y hacer que mi rodilla saliera de debajo del auto de
metal. La pequeña alarma sonó de nuevo, señalando que los
siguientes conductores llegaran a sus autos.
Genial, mi infierno era estar aquí rodeado de niños pequeños en un
auto pequeño que no va a ninguna parte.
—Deja el pánico. —Rochi se acercó a mí y me metió la mano en el
auto. Está bien, así que no estaba entrando en pánico, creo. En
realidad lo estaba haciendo bien hasta que llevó su delicada mano
a mi espacio personal y poco a poco pasó la mano por mi rodilla y la
sacó de debajo de la trampa de metal con facilidad.
Sus ojos se encontraron con los míos mientras lentamente se movía
hacia atrás.
Santo infierno. Iba a estar mostrando mucho más que una sonrisa, si
consigo salir de este auto. Y había niños presentes.
Genial, estoy seguro que en alguna parte eso significaba un boleto,
o al menos la cárcel.
Tragué saliva y tomé unas cuantas respiraciones profundas antes de
saltar rápidamente del auto y sostuve su mano. Juntos, nos
quedamos fuera de allí en el frío aire nocturno, que me ayudó a
aliviar la situación.
Bueno, eso y la lluvia fría que caía por mi cara.
—¿Te diriges por este camino? —Tiré de ella hacia una tienda
cercana, así no nos empaparíamos.
—Sí, mi auto está abajo.
—El mío está en esa dirección también. Caminaré hasta tu auto.
Su rostro se arrugó en una mueca.
—¿Nuestra cita ha acabado?
Sonreí como un tonto.
—esto no era una cita.
Su rostro se ensombreció.
Le di un abrazo a pesar de que ella intento alejarse.
—Mis citas son mucho más divertidas que esto. Te lo puedo prometer.
—¿Ah, sí? —Desafió.
Me reí y la besé en el cabello.
—Sí, esto era solo para animarnos.
—¿Quién dice que estoy de buen humor? —Se apartó y puso las
manos en sus pequeñas caderas.
—Está bien. —Me chupo los labios y me inclino—. ¿Qué más te
levantará el ánimo?
—Mi turno. —Ella me agarra la mano y me arrastra fuera.
Corrimos por la calle hasta llegar al viejo carrusel del centro
comercial.
Con una sonrisa gigante me tiró dentro. Nosotros corrimos pasando a
la gente y luego se detuvo justo en frente del carrusel.
—No. —Me crucé de brazos—. Tengo que poner mis pies en el suelo.
No voy a viajar con niños pequeños. Ellos tienen gérmenes. —Y había
algo acerca de montar en un caballo falso o conejo que da vueltas,
lo cual me recordó a muchos viajes de drogas que salieron mal.
Rochi rodó los ojos.
—No vas a montar en un caballo o en un conejo, así que deja de
quejarte. Te prometo que será muy divertido, ¿de acuerdo?
Exhalo.
—Está bien. Entonces, ¿qué estamos haciendo?
Mis ojos se centran en como los animales dan vueltas.
La música solo empeora las cosas. ¿Cómo hace esa alegría que una
persona se anime?
Y entonces lo vi.
Rochi saltó al carrusel.
Ella cabalgaba una foca.
Como un niño pequeño.
Incluso se puso el cinturón de seguridad a su alrededor.
Su risa era como un puñetazo en mi estómago. Era clara y bonita.
Ella echó la cabeza hacia atrás y se rio mientras el carrusel seguía
dando vueltas en círculos. Saqué mi teléfono y tomé fotografías. Y
entonces no podía aguantar más.
Tenía que estar a su lado.
Es como si ella me estuviera dando un vistazo de la chica que podría
llegar a ser. Feliz, sin preocupaciones. Dios, nunca había visto su
sonrisa tan grande en todo el tiempo que la había conocido. Ella era
hermosa. Como una supermodelo, quiero conocerte, llevarte a casa
a conocer a mis padres, y luego casarme contigo, hermosa.
Salté en el carrusel en movimiento y rápidamente me dirigí junto a
ella. El cartelito en el centro del carrusel decía “Solamente un piloto
por animal”. A su derecha había una rana. Me encogí de hombros.
Yo podría montar una rana. Me dirigí hacia la rana, y ese mismo niño
Darth Vader, me interrumpió y me robó el animal.
Apreté los dientes y miré a otro lado.
Un jodido unicornio.
Alcé los ojos hacia el cielo y me trasladé al unicornio rosa, rezando
para que los padres y los niños no hicieran un video de esto y lo
enviaran a TMZ.
Aguantando las maldiciones, me lancé sobre el unicornio y miré a
Rochi. Ella se moría de risa. Pronto me uní, pero el niño Darth Vader,
conocido como Satanás, empezó a gritar.
—¡Él no está usando el cinturón de seguridad!
—Está bien. —Le di una sonrisa tensa y envolví el cinturón de
seguridad alrededor de mí. Todavía no podía entender por qué los
carruseles tenían cinturones de seguridad. Quiero decir, si te vas a
caer, tú todavía te caerás. Se acababa de deslizar hacia el lado del
animal y buscar todo tipo de formas inapropiadas.
Eso es todo lo que necesitaba. Una foto mía cayéndome del
unicornio.
Eso iría muy bien con las ventas de conciertos.
—Ves. —Rochi se inclinó y me tocó la rodilla. De repente me sentí
muy agradecido por el cinturón de seguridad, ya que su toque me
sobresaltó tanto que casi se caigo del jodido caballo—. Esto es
divertido, ¿verdad?
Me eché a reír.
—Es divertido, porque eres divertida. No porque me guste montar a
un unicornio.
—De alguna manera te diviertes —argumentó.
Bajé la mirada. Muy bien, así que era un poco divertido.
—No, no es así.
—¿Entonces por qué estás sonriendo?
—Para los niños. —Asentí con la cabeza—. Quiero ser un buen
jugador.
—Eres un dios entre los hombres, —Ella estuvo de acuerdo.
Sentí que me sonrojaba. Mierda, no me había ruborizado por una
chica. Nunca.
—Gracias, Tienes razón, esto es divertido.
—Lo siento, ¿qué? —Ahuecó su oreja.
Tiré la cabeza hacia atrás y se rio, y luego grité.
—¡Este es el mejor día de mi vida!
Gran parte de varios niños pequeños se unieron a la diversión y
comenzaron a aplaudir.
Rochi se rio, sus hombros temblaban con diversión. Cuando nos
bajamos del carrusel, tomó mi mano.
La sostuve durante todo el camino a su auto.
—¿Así que te veré mañana? —le pregunté, sintiéndome como un
total y completo idiota por querer tanto como yo lo hice.
—Tengo que trabajar.
—Yo también. —Me encogí de hombros—. También tengo que
hablar con la Dra. Murray. Ella dijo algo acerca de quedar dos veces
por semana si sobrevivimos a nuestra primera reunión sin matarnos
unos a otros. —Rochi se puso tensa—. Sería saludable para ti, Rochi.
—La lluvia caía suavemente ahora, unas gotas cayeron en su mejilla
antes de que pudiera acabar con ellas de inmediato. Ella sorbió la
nariz y apartó la vista de mí—. Solo piensa en ello, ¿de acuerdo?

—Está bien. —Se inclinó y me besó en la mejilla.

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