martes, 8 de abril de 2014

Corazones latiendo, capitulo 18

18
Gaston
Ella era un jodido desastre. Quiero decir, sabia por lo que había
pasado, pero solo porque los chicos en el grupo me habían
informado. Tal vez era peor de lo que pensaba. Maldije, y en
lugar de enviarle un mensaje a Nicolas, pensé que sería mejor explicar
las cosas en persona, así no pensaría que estaba haciendo quien
sabe qué. Corrí dentro del teatro para localizar a mi hermano.
—Nos vamos —susurré cuando encontré a Nicolas.
Me dio una mirada confundida. Negué con la cabeza, mi forma de
decir no preguntes. Quiero decir, él y yo tenemos nuestra propia
cantidad de mierda con la cual tratar. Diablos, yo todavía estaba
tratando con algo de lo mío, pero esta chica… no sé. Había algo
sobre ella, algo más que estaba girando en la ansiedad que vi en sus
ojos. Sabía que eso sentía como estar tan perdido que todo lo que
querías hacer era permitir a la oscuridad consumirte hasta que
respiraras tu último aliento.
—Regresaremos y te veremos para tu cumpleaños. —Nicolas me dio
una palmada en mi espalda. Eugenia comenzó a llorar.
Ella siempre estaba llorando cuando teníamos que separarnos. Sabía
que era difícil para ella dejar su hogar y dejarme. Siempre estaba
preocupada que yo fuera a caer de nuevo en los malos hábitos.
Pobre.
Ella apretó mi mano, entonces susurro:
—No seas un idiota, Gaston. Me gusta esta.
Ah, Eugenia. Porque me enamoré de ella en primer lugar, esa jodida
honestidad.
—Gracias, Eugenia.
Corrí de nuevo por las escaleras y fui en busca de Rochi.
Ella estaba de pie cerca de la salida, sus brazos envueltos
protectoramente alrededor de su frágil cuerpo.
—¿Lista? —Extendí mi mano. Sin responder, la tomó. Al menos ya no
estaba llorando.
Caminamos al menos un kilómetro en silencio.
Carajo. Odiaba ese tipo de silencio. El tipo que es demasiado tenso
con emociones que casi te ahogas cada vez que tratas de respirar.
Mis ojos exploraron el paisaje mientras luchaba por respirar.
El clima era
demasiado duro, pero cuando era estaba bien, era no de mis
lugares favoritos en el mundo
No que les diría a Eugenia o Nicolas eso. Pensarían que estoy de regreso en
las drogas de seguro.
—Entonces —hablé con valentía en el abismo de silencio entre
nosotros.
—¿Fue el preestreno?
—Más o menos.
—¿Más o menos? —Miré lejos. Tal vez si no estaba concentrando
toda mi atención en ella si fuera algún tipo de ave herida, se sentirá
libre de expresar su pensamiento.
—Fue el sonido.
—¿La música de la entrevista? Pensé que One Direction era tu nueva
banda favorita. —Mi táctica era bromear sin trabajar. Sin sonreír.
Nada. Ni siquiera un parpadeo.
Correcto.
—El sonido del metal golpeando metal. —Su labio inferior tembló.
Lo mordió con fuerza y miró a sus pies mientras caminábamos.
Apesto. En serio, ¿cómo no había entendido eso? Mierda. No sabía
que lo hacía. Estaba tan fuera de mi elemento.

¿Cómo diablos se suponía que pegara sus piezas juntas cuando yo
todavía trataba de encontrar las mías?
—A riesgo de sonar como un completo perdedor y hacer que te
molestes, creo que debería hablar sobre lo que ocurrió, o solo hablar
sobre él. —Dios, como lo odiaba en ese momento. ¿Qué diablos le
hizo a ella?
Estuvo en silencio por un rato. Agarré su mano cuando alcanzamos el
primer puente y lo cruzamos. Se detuvo justo en el medio y se inclinó
sobre él.
—Pablo era perfecto.
De acuerdo, así que mentí. No quería competir con un fantasma.
Quiero decir, ¿cómo compites con la perfección? Incluso no puedo
competir con Nicolas. Hola, inseguridad, tu nombre es Gaston.
—¿Perfecto, cómo? —En serio, el chico estaba muerto, y aun quería
asesinarlo. ¿Qué persona terrible era? Sabía que iba a enloquecer.
Quiero decir, si él estuviera de pie justo aquí todo lo que podía
pensar hacer era empujarlo del puente y decirle que se quedara en
el infierno lejos de Rochi. Para parar de lastimarla entonces podría
tenerla. Egoísmo, tu nombre también es Gaston. Esto no es sobre mí.
Esto no es sobre mí repetí, en mi mente cuando ella sonrió y se
encogió de hombros.
—Era el mejor quarterback que nuestro pueblo hubiera visto.
Apuesto a que lo era.
—Conducía una furgoneta vieja que él y el equipo de futbol
al final la convirtieron en una camioneta genial. Pintaron
una gaviota en el costado y todo.
—¿Una gaviota? —Reí—. Idiota.
—Este, ¿Gaston? —Rochi señaló a mi camiseta—. Era una especie
de mascota.
Y soy un idiota.
—Guau, supongo que nunca lo noté. Como Nicolas dice, pasé medio
año de la escuela drogado
Rochi esbozó una sonrisa y exhaló audiblemente.
—De cualquier forma, todo el mundo lo amaba.
—¿Lo amabas? —Sabía que básicamente estaba estableciéndome
para ser lastimado, pero eso parecía importante. No quería ser ese
chico nunca más. El que persigue a la chica que no puede tener. El
chico que quiere a la chica para llenar los vacíos abiertos en su vida.
—Lo amo. —Sacudió su cabeza—. Quiero decir, lo amé.
Y allí estaba mi respuesta. Mierda.
Sabía que los chicos no se ponían todos emocionales sobre estas
cosas, pero de nuevo, hasta los últimos seis meses, había estado
básicamente escondiendo mis emociones detrás de drogas y
alcohol, así que justo ahora todo se sentía raro.
En lugar de empujar el rechazo lejos o esconderme detrás de una
sonrisa arrogante y alejarme, solo pude quedarme de pie allí y
decirme que era mejor de ese modo. Mejor saberlo antes de
conseguir involucrarme demasiado.
Pero no podía mentirme. No podía mentirle a ella. Yo estaba
encaminado a superarme y odiaba que ese chico que había tenido
su corazón ni siquiera tuviera la decencia de permitirle dejarlo ir.
Sabía que no era su culpa que el muriera, pero el idiota en mi lo
culpaba. Porque no podía competir con un quarterback estrella.
Quiero decir, soy famoso. ¿Pero alguien que murió? ¿Alguien a quien
esta perfecta chica sostenía en alta estima? Sí, no iba a pasar.
—Lo siento. —Puse mi brazo alrededor de ella y memoricé la
forma que se sentía sostenerla. Más como si fuera la última vez.
No porque iba a enloquecer y tratar de suicidarme, sino porque no
había forma que pudiera ganar esto.
Ninguna.
—Fue mi culpa ¿sabes? —dijo Rochi contra mi pecho—. Todo el
mundo culpo a Connor por mucho tiempo, pero no había nadie más
allí. Nadie más supo lo que paso.
No estaba seguro de querer escuchar más. Froté su espalda y maldije
en mi mente cuando ella siguió hablando.
—Dijo que me amaba. Nos detuvimos porque quería besarme y
estaba emocionado sobre nuestro futuro. Quiero decir, eso era sobre
lo que estábamos hablando. Nuestro futuro. No sabía que en los
siguientes quince minutos nos serian robados.
—¿Cómo es eso tu culpa? —susurré en su cabello. Olía como a
coco. Cerré mis ojos e inhalé.
—Porque no soy estúpida. Estaba lloviendo y la carretera 101 siempre
tiene accidentes a causa de todas las curvas. Deberíamos haber
seguido manejando. En su lugar, seguí besándolo y distrayéndolo.
Que forma de morir. Quiero decir, no estoy tratando de ser insensible,
pero Guau. Solo podía imaginar cuanto me distraería mientras
conducía.
—Probablemente me estacionaria también.
—¿Lo harías?
—¿Ah? —Mierda. ¿Dije eso en voz alta?
—¿Estacionarias?
—Bueno… —Mierda, mierda, mierda—. Lo siento. Solo estoy
siendo honesto. Si fueras mi novia, y estuviéramos besándonos y
hablando sobre cosas emocionantes, probablemente quisiera más
tiempo contigo. Probablemente ni siquiera lo habríamos hecho en el
auto, porque te habría encerrado en tu habitación hasta la
graduación.
—¿De verdad? —Ella se animó.
—mírame.
Ella tragó y levantó la mirada, ojos brillando con lágrimas. Besé
cada mejilla y suspiré.
—Para mí, en verdad no hay nada mejor que esto.
—¿Qué, que? —Arrugó su nariz.
Empujé su mano dentro de la mía y la besé ligeramente a través de
los labios, luego cada mejilla de nuevo y luego cada mano,
tomando mi tiempo inhalando su piel como lamia su suavidad y
memorizaba la forma en que se sentía contra la mía.
—Esto, Rochi. No hay nada mejor que esto, que tú.
Sus ojos se llenaron con lágrimas.
Genial. ¿Debía siempre hacer llorar a las chicas?
Mientras estaba sentado allí reprendiéndome por ser un idiota, sus
ojos se iluminaron. Envolvió sus brazos a mí alrededor y me besó
fuerte en la boca.
Quise besarla para alejarlo. Para hacerla olvidarlo, para hacer que su
corazón latir en sintonía con el mío.
Y de repente, cuando su boca hizo su camino por mi cuello, me di
cuenta por una fracción de segundo como sería la vida sin ella.
Vacía. Tal vez no podía competir con un fantasma, pero podía estar
seguro como el infierno podría intentarlo.

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