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¿La cigüeña?
A la mañana siguiente los caminos estaban totalmente despejados para que las personas pudieran salir de sus casas o volver, como era el caso de Rocio.
La rubia suspiró mientras se abrochaba, hasta el cuello, la chaqueta que Gastón le había prestado y esperaba a un par de pasos de la puerta a su novio que se encargaba de asegurar la puerta principal. A pesar de que solo había estado ahí por un día sentía una profunda tristeza al dejar esa casa.
Se giró hacia el patio delantero que estaba cubierto por una gruesa capa de blanca nieve y agradeció el haber decidido llevar ese par de botas largas al antro aquella noche ya que ahora le permitía caminar cómodamente en el lugar. Caminó por lo que era el caminito hacia la salida y la nieve se hundió debajo de sus pies, sintió un enorme deseo de inclinarse y tomar un poco de nieve con sus manos para arrojársela a su novio pero si lo hacía debían volver a entrar a la casa para secarse y si volvía entrar a ese lugar probablemente no saldría por lo que simplemente observó la nieve.
Gastón llegó a su lado y le tomó la mano, juntos se dirigieron hacia la salida, las manos de Rocio estaban heladas mientras que las de él estaban más cálidas, cuando volteó a verla vio como en su rostro se reflejaba un poco de nostalgia.
—¿Ocurre algo? —le preguntó sin dejar de caminar tan lento como podían. Ella negó con la cabeza y volvió a lanzar otro suspiro.
—Es sólo… dirás que suena estúpido pero no quiero irme de aquí —se detuvo y señaló a su casa.
Gastón sonrió maliciosamente, le soltó la mano y ahora con sus dos manos tomó a su novia por la cintura, la atrajo hacía él y la besó, juntaron sus frentes y le volvió a sonreír.
—No es estúpido, me parece maravilloso. Yo tampoco quiero que te vayas —la rubia sonrió y de nuevo le dio un corto beso.
—Ya me siento mejor —dijo con alivio.
—Puedes quedarte en mi casa cuando quieras —le recordó.
Volvieron a retomar su camino.
—¿Te gustan las mascotas? —preguntó de repente.
Gastón se encogió de hombros sin dejar en claro lo que opinaba de las mascotas.
—Tengo una mascota que quiero como mi vida —le dijo sonriente—. Me lo obsequió años atrás un chico al que quiero mucho —Gastón le sonrió—. En realidad, todos en mi familia quieren a ese animalito pero por nada del mundo dejaría a mi pequeño alejado de mí por más de una semana. Cuando tenga que mudarme mi pequeño vendrá conmigo —dijo manteniendo su mirada hacia el frente pero su sonrisa aun seguía en su rostro.
—¿Sabes? —empezó Gastón y con un dedo rascó un costado de su cabeza—. Ahora que recuerdo soy excelente haciendo casas para perros. Tal vez podría hacer una para tu “pequeño”.
La rubia negó.
—No. Mi pequeño no duerme en casas para perros normales, le gusta dormir al final de la cama…
—Tú pequeño es un perro muy mimado.
Rocio asintió animadamente.
Siguieron el camino hablando sobre la mascota de la muchacha, sus manos seguían entrelazadas mientras caminaban por las calles. Aunque podían haber ido en automóvil hasta la casa de ella ambos prefirieron ir caminando para alargar más su tiempo juntos. No es como si ya no se fueran a ver pero cuando se ama a alguien se quiere pasar todo el tiempo con esa persona.
Rocio apretó con fuerza la mano de Gastón y sonrió porque simplemente no podía dejar de hacerlo, era feliz de nuevo.
—Probablemente somos los novios más cursis del universo —dijo la rubia entrando a su casa seguida de Gastón que no le soltaba la mano aunque les fuese difícil abrir y cerrar la puerta.
—Naa, ¿Tú crees? —dijo el muchacho y en cuanto cruzó la puerta sintió una atmosfera completamente diferente. Casi podía sentir un aura negra llegando por su lado derecho.
—¿No… novios? —preguntó Victorio que iba saliendo de la cocina con dos tazas con café que sostenía con ambas manos.
Lo único que le faltaba era ver a su hermana menor llegando después de un día atrapada en una casa por la tormenta de nieve con una chaqueta masculina, sosteniendo a un modelo con una mano y pronunciando la palabra “novio”.
—Hola hermanito ¿Me trajiste a mi pequeño? —preguntó Rocio con una enorme sonrisa en el rostro.
—¿Novio? —dijo aun sin poder analizar la escena frente a él.
Victorio tenía 23 años, una esposa y una bebé, sin embargo aun no soportaba la idea de que ninguna de sus 3 hermanas tuviera la edad suficiente para tener un novio, eran sus pequeñitas mujeres con las que había crecido, había sentido un alivio al enterarse de que su Rocio había terminado con Nico y ahora se enteraba de que tenía un nuevo novio.
—¡Whisky! —exclamó Rocio mientras su perrito corría hacia ella. Whisky llegó a la rubia y se paró en las patas traseras para que su dueña pudiera acariciar la cima de su cabeza.
—¿Le llamaste al perro Whisky? —preguntó Gastón observándola.
—Sí, le gusta el Whisky… o cualquier tipo de bebida —dijo rodando los ojos.
—Al igual que a su dueña ¿no? —Rocio se puso colorada al escuchar las palabras de Gastón, no podía creer que había estado ebria frente a él, probablemente jamás lo superaría—. Tú y tú mascota tienen un grave problema con la bebida.
—Yo no bebo —su rostro estaba tan rojo que el modelo no podía evitar sonreír—. ¡No te rías! —le golpeó suavemente el hombro mientras el perro empezaba a olfatear a Gastón.
—¿Ebria? —Victorio estaba tan pálido que parecía que en cualquier momento se desmayaría.
—¿En dónde está Candela? —preguntó la muchacha mientras acariciaba la cabeza de su mascota. Los tres se habían reunido en el sillón para mantener una charla de preguntas sin respuestas o ignoradas por parte de Rocio.
—Se quedó en casa porque está esperando una llamada de su mamá —contestó Victorio con la mandíbula tensa—. Al parecer su mamá está un poco enferma pero ya sabes cómo es Candela, estaba hecha un manojo de nervios y no quiso salir de casa.
—Pobre Candela —dijo preocupada—. Quisiera visitarla.
—Deja de evitar mi pregunta —le reclamó—. ¿Ustedes son novios? —dirigió una mirada asesina a Gastón que se encontraba sentado a un lado de Rocio.
—Así es —confirmó ella—. Somos novios ¿Algún problema? —lo retó con la mirada.
Rocio tenía un carácter bastante peculiar, la mayoría de las veces podía estar o verse tranquila pero había ocasiones en las que se ponía a la defensiva antes de tiempo.
Victorio suspiró y dejó caer su cabeza hacia atrás en el respaldo, no sabía cómo tenía que sentirse al respecto, después de todo su hermana ya tenía 21 años y era lo bastante madura como para ocuparse de sí misma, pero no quería volver a verla lastimada como la vez que Gastón se fue al extranjero, había llorado tanto por él que se había prometido que no le dejaría volver a tener contacto con él, sin embargo cuando volvió sintió un gran alivio al verlo de nuevo…
—Puedes estar seguro de que amo a tu hermana y no la lastimaré —habló Gastón seriamente enfocando su vista en Victorio como si hubiese podido leer sus pensamientos—. He planeado las cosas para que esta vez sí salga bien.
—Estoy feliz por ambos —suspiró—, en verdad que sí pero, Gastón, debes entender que es mi hermana menor y la amo también, ya la lastimaste una vez —Rocio rodó los ojos y negó con la cabeza—, te advierto, lastímala una vez más y está vez no te dejaré acercarte a ella de nuevo.
Asintió firmemente porque estaba seguro de que no volvería a dejar a Rocio al menos que ella se lo pidiera. No se perdonaría lastimarla de nuevo.
—Bien —Victorio se puso de pie—. Qué bueno que estén saliendo.
Se encaminó de nuevo a la cocina mientras la pareja de enamorados lo seguían con la mirada hasta verlo desaparecer.
—¿Victorio está casado con Candela? —preguntó Gastón creyendo haber entendido mal unos minutos atrás.
—Sí, se casaron hace un año y medio aproximadamente —contestó recordando la boda con una sonrisa en su rostro.
—Pero Candela tiene nuestra edad ¿no? —la rubia asintió—. ¿Y es tú mejor amiga? —volvió a asentir—. ¿Por qué se casaron?
—Porque se aman —dijo riendo.
—Vaya, eso sí que no me lo esperaba.
—Te fuiste por tres años, querido. Y ellos fueron bastante rápido, ya tienen una pequeña familia.
Gastón sonrió ante la expresión que su novia utilizó para llamarlo, estaba completamente seguro de su amor por ella, pero ella aun no le decía si lo amaba…
Victorio estaba recargado en la pared que estaba detrás del sillón de la sala con los brazos cruzados sobre su pecho mientras observaba a su hermana y a su novio sentados viendo un programa con una conductora que tenía un serio problema de maquillaje. Rocio reía con las palabras que decía el conductor vestido con saco y jeans mientras que Gastón sólo negaba.
—Ahora —anunció la conductora con mirada cómplice. Victorio no lo soportó más y se refugió en la cocina, algo que ninguno de los dos enamorados notaron—. Este fin de semana ha sido de grandes sorpresas, primero con unas fotografías que impactaron a todos en internet, después con las otras fotografías que provocaron un shock mundial y por supuesto la terrible tormenta de nieve que nos hizo dejar de lado estas escandalosas noticias. Pero ya pasado esto, hay que empezar —en la pantalla apareció un collage de las fotografías que les habían tomado a Gastón y Rocio en el antro, algo que a ninguno de los dos les sorprendió, pero la conductora que no sabía mantener cerrada la boca pintada de un exagerado rojo siguió hablando hasta llegar con algo que Rocio no debió de haber escuchado—… pero quien hubiera imaginado que esa misma chica estaría besándose con otro en la misma noche —la atención de ella quedó atrapada en la televisión—, si no me creen estás otras fotografías tomadas esa misma noche en diferentes horarios lo demuestran —y mostraron las fotos en donde Nico y Brenda se besaban dulcemente.
Los ojos de Rocio se agrandaron con incredulidad y observó como la mano de Nico sostenía el pequeño rostro de su hermana menor con una ternura que jamás había visto en él. Eran aproximadamente unas 5 fotos de lo que parecían ser diferentes besos entre ambos muchachos.
Ambas hermanas eran muy parecidas y en la oscuridad era más fácil confundirlas pero Gastón sabía que aquella otra rubia no era Rocio. Volteó a verla pero deseó no haberlo hecho, la expresión en el rostro de su novia no era otra más que de celos. Desvió su mirada de ella porque no soportó verla celosa.
La conductora ahora estaba hablando sobre la pareja homosexual de aquél grupo que había dado un concierto y las fotografías que habían sido reveladas de manera anónima pero ninguno de los dos estaba prestando atención.
***
Maria giró la llave de su auto por decima vez pero volvió a hacer ese mismo sonido feo que le indicaba que había algo mal. Se mordió el labio inferior fuertemente antes de salir del auto y azotar fuertemente la puerta.
—Ríndete cerecita —habló Brenda—. Tu auto no quiere funcionar, es cosa del destino.
—No puedo creer que me esté pasando a mí —dijo la rubia sin dirigir su mirada hacia Nico—. Llamaré a un mecánico para que venga por él.
—No hay necesidad —habló Nico—. Déjalo aquí por hoy y te prometo que mañana lo tendrás como nuevo —le sonrió y ella negó rápidamente.
—No puedo hacer eso —dijo nerviosamente aun sin voltear a verlo.
—Insisto —le extendió la mano—. Dame las llaves y mañana antes de medio día lo tendré listo.
Maria se debatía internamente en qué hacer y sobre todo no entendía cómo es que nuevamente se sentía nerviosa ante él aunque la noche anterior había estado hablando cómodamente.
Brenda tenía prisa en llegar a su casa, cualquier otro día estaría contenta de observar a ese par de tortolos sintiéndose incómodos entre ellos, pero ese día quería llegar a su casa ya que había recibido un mensaje de texto por parte de una de sus amigas diciéndole que habían salido unas fotografías de ella besándose con un chico en un programa. Ella sabía que eran las fotografías del antro.
—Hagan lo que quieran pero dense prisa, necesito llegar pronto a mi casa —dijo perdiendo la paciencia.
El par de tortolos se pusieron de acuerdo mientras la rubia esperaba ya dentro del auto de Nico deseando que su hermana mayor no hubiera visto ese mismo programa, aunque lo dudaba, casi nunca se perdía ese programa.
El camino a su casa fue largo, Nico decidió dejar primero a Maria en su casa y luego dejarla a ella. Cuando entró a su casa su hermana mayor estaba con su cabeza recargada en el hombro de Gastón y juntos veían una película animada, lanzando un suspiro cerró la puerta sin cuidado y atrajo la atención de ambos.
Inmediatamente sintió la mirada de reproche que le lanzó su hermana mayor y se dio cuenta de que había visto aquellas fotografías.
Rocio se levantó y caminó en silencio hasta la cocina de esa manera Brenda entendió que quería hablar a solas con ella así que la siguió. Por suerte Victorio había ido por sus padres al trabajo y estaban solas.
—¿Qué tal tu día? —preguntó Brenda intentando alivianar la tensión—. Parece que te fue muy bien.
—¿Por qué estabas con él? —preguntó la rubia sin rodeos—. ¿Besándose?
—Creí que había terminado…
—Es mi ex-novio —la interrumpió reclamándole, Brenda por alguna razón se molestó y en lugar de aclararle las cosas las complicó más.
— Exacto, tú EX-novio. Eso significa que ahora puede ser MÍO —le contestó levantando la voz.
—¡No puedes! —le gritó.
—¡Claro que sí! —la imitó—. A ti no te debe de importar, al parecer estás con Gastón ¿No es eso lo que querías desde hace tres años? ¿Por qué me reclamas por Nico ahora? ¿Qué no podemos elegir por nosotros?
Rocio sacudió su cabeza, sus manos estaban apretadas fuertemente formando firmes puños ¿Por qué se sentía de esa manera? Era cierto, ella estaba con Gastón y realmente lo quería pero aun si no podía evitar sentirse traicionada por su hermana menor, sí se había besado con Nico eso significaba que desde antes había sentido interés por él. Cuando menos acordó su mano hormigueaba y Brenda cubría con ambas manos su mejilla.
—Lo… lo siento —soltó al borde del llanto—. Brenda, no quise hacerlo…
Brenda dejó de cubrir su mejilla dejando a la vista la maca roja que ahora tenía en su mejilla.
—Deberías ir con Gastón —dijo la muchacha sin ver a su hermana mayor, se giró para darle la espalda—. Creo que se está marchando.
Rocio volteó hacia la puerta y volvió a su hermana.
—Yo…
—¡Vete! —le gritó—. ¡No lo pierdas de nuevo!
Rocio no detuvo más sus lágrimas y salió de la cocina, la sala estaba vacía y la puerta principal entre abierta, con el corazón detenido caminó hacia la puerta y lo vio ahí, en el segundo escalón de la entrada con Whisky meneando la cola para animarlo.
Lo abrazó por la detrás hundiendo su cabeza en la espalda del muchacho.
—Perdóname —le dijo, su voz siendo amortiguada por su espalda—. No sé porque reaccioné así. Perdón, Gastón. Perdón.
—Te amo —dijo el muchacho con su vista perdida en el cielo.
—Yo también —le contestó Rocio apartando su rostro de su espalda. Gastón se congeló un par de segundos y lentamente se giró hacia ella para poder verla de frente y que esas palabras que tanto quería escuchar de ella se las dijera viéndolo a los ojos—. Te amo, Gastón.
Él le sonrió y la besó fuertemente haciéndola dar un traspié al no estar preparada para ese beso, al notarlo la rodeó con ambos brazos y la cercó a él para poder tener su boca más cerca. Rocio se sujetó de él y le devolvió el beso tan ansiosamente como él la besaba, Whisky se acomodó junto a ellos meneando la cola animado.
Gastón, sin dejar de besarla, la levantó unos centímetros del suelo para que ahora ella estuviera más alta que él. Rocio sonrió entre el beso y se imaginó una vida junto a su novio.
—¡Oh por dios! —exclamó Gimena cubriéndose la boca con una de sus manos. Jamás había visto a su hija de esa manera, tan enamorada. Gastón y Rocio seguían besándose y no habían notado su presencia, Gimena estaba feliz pero su esposo y Victorio no compartían la misma emoción que ella.
—¡Pueden besarse dentro! —los interrumpió Victorio, no estaba dispuesto a ver a su hermana besándose con su novio—. Necesitamos la entrada libre.
Gastón y Rocio se sonrieron cuando rompieron el beso.
—Perdóname, hermanita. Fui una estúpida —dijo Rocio viendo a Brenda a través del espejo que tenían en su habitación.
—Disculpa aceptada —dijo la rubia sonriéndole a sus reflejos—. Al fin me enteré que también sufrías esa terrible enfermedad llamada celos.
—¿No estás molesta conmigo por esa marca que te dejé en tu rostro o la forma en que te traté?
—No —contestó negando—. Yo te mentí, también fui la culpable por eso, pude haberte dicho que Nico y yo no tenemos nada que ver y ahorrarme la discusión pero no lo hice, además que —señaló la marca roja en su mejilla—. Me vengaré por esto.
—Brenda, en serio lo siento —se disculpó nuevamente—. Creo que me sentí un poco traicionada y actué como la típica y horrorosa hermana mayor…
—Lo bueno que no eres horrorosa —la interrumpió—. Te entiendo, yo también me hubiese sentido así si hubiera estado en tu lugar, no es el fin del mundo, somos hermanas y pelear es casi nuestra obligación ¿no lo crees?
Rocio le sonrió y se sintió la persona más afortunada de tener a una familia como la de ella.
—Te amo, hermanita.
—Yo también, hermanota.
Ambas rieron.
Había pasado una semana cuando Gastón entró a la casa de su novia y sus ojos vieron algo que lo hizo dar un traspié.
Rocio tenía a una pequeña bebé de tan sólo unos meses de nacida en sus brazos, su rostro estaba irradiando una felicidad que no había visto en ella. Mecía delicadamente a la pequeña y le decía palabras que Gastón no alcanzaba a escuchar al estar de pie en la puerta de la casa pero que seguramente estaban llenas de amor.
Sin hacer mucho ruido con sus zapatos caminó hasta la sala que era donde se encontraba Rocio con el bebé y la observó más de cerca, estaba a tan sólo unos cuatro pasos de ella. Debía querer mucho a esa bebé como para no notar su presencia, con curiosidad decidió hablar para atraer la atención de su novia.
—Amor, ¿Desde cuándo tenemos una niña? —Rocio levantó su mirada hacia donde había escuchado una voz, al ver a su novio el rostro se le iluminó aun más.
—La cigüeña me la trajo hoy en la mañana —le guiñó el ojo mientras mecía a la pequeña—. Ven acércate, no muerde.
Gastón se quedó de pie y durante segundos no dijo nada, sólo las observó a ambas.
—Pero sí babean —murmuró para sí pero la rubia lo alcanzó a escuchar.
—¿No te gustan los niños? —preguntó con semblante preocupado.
El modelo sacudió su cabeza y negó rápidamente.
—No, no quise darte a entender eso —se acercó hasta ellas y besó en la frente a su novia para después dedicarle una tierna sonrisa—. Me gustan los niños, pero me preocupa el no saber de dónde salió esa niña.
Rocio rodó los ojos y volvió la mirada a su pequeña sobrinita que era idéntica a su padre, así que fácilmente podrían confundirla como si fuese su hija, seguramente Gastón había notado el parecido entre ella y la pequeña bebé.
—Gastón —dijo en tono tierno—. Sigo siendo virgen. Sí eso te preocupa.
Inmediatamente el modelo se quedo tieso y no pudo ver a la cara a su novia.
—Tú no eres virgen —dijo la rubia divertida por el color que se había adueñado del rostro de su novio—. ¿Me equivoco? —aun tenía una sonrisa en su rostro cuando él levantó la mirada hacia ella—. ¿Creíste que no lo sabía?
—No creí que hablaras de ese tipo de temas tan fácilmente…
—Estamos hablando de virginidad y 21 años. ¿Cuántas personas a esta edad son vírgenes? —le preguntó—. Ambos sabemos la respuesta. Yo sé que tú no lo eres porque en esas películas que saliste las escenas se veían muy reales…
—Jeanne no me hagas esto —dijo el muchacho completamente apenado de que su novia lo hubiera visto en ese par de películas en donde había pasado una noche de “pasión” con la protagonista. Sí era verdad que ya no era virgen, que a sus 19 años la había perdido con una de sus compañeras de trabajo, pero no necesitaba recordarlo y menos frente a ella.
—A mi no me molesta —le sonrió—. Pero yo soy de esas que prefieren ser vírgenes hasta el matrimonio, anticuado o no, así lo quiero —le guiñó el ojo y tomó a su sobrinita con ambas manos para ponerla frente a su rostro y empezar a hablarle tiernamente—. ¿Verdad? Tú también estarás de acuerdo con tu tía cuando seas mayor.
La pequeña movió sus manitas perezosamente y abrió su boquita en un intento de bostezo para informar que la plática que mantenían sus tíos le aburría y que prefería tomar su leche.
—Parece que tienes sueño —la volvió a acomodar sobre su brazo izquierdo y acarició su cabeza con escaso cabello castaño—. El tío Gastón te traerá tu leche.
Gastón entendió eso como una clara indirecta y empezó a ver a su alrededor para buscar algún vaso con leche o algo con lo que un bebé pudiera tomar leche.
—El biberón está en la cocina, amor —le dijo la muchacha al verlo tan perdido—. El de color verde.
El modelo le sonrió y de nuevo besó su frente para encaminarse a la cocina, en donde se tardó un par de minutos en encontrar el biberón que su novia le había mencionado.
—¿Cómo se llama? —le preguntó. Ambos estaban sentados en el sillón de la sala viendo a la pequeña beber su leche tranquilamente cuando Gastón se dio cuenta de que aun no sabía el nombre de la bebé a quien Rocio veía con tanto amor.
—Mía —le contestó—. Brenda lo escogió ya que Candela y Victorio no se decidían por el nombre y a todos les gustó.
El muchacho le sonrió.
—La quieres mucho ¿no? —ella levantó la mirada para poder verlo—. Sé ve en tus ojos, parecen un par de soles cuando fijas la mirada en ella, creo que no te había visto tan feliz.
—Sí, la quiero mucho —le contestó con una sonrisa—, es mi primera sobrina además que me encantan los niños y disfruto el poder cuidarla. Pero —recargó su cabeza en el ancho hombro de él—, cuando me pediste que fuera tu novia fui la persona más feliz del mundo.
—Y yo cuando aceptaste serlo —la besó en los labios en una incómoda posición.
—Te dije que somos los novios más más cursis que existen.
Ambos estuvieron de acuerdo.

Sinceramente no creo que rochi llegue virgen al matrimonio salvo que se casen ya! amo la pareja cursi! seguii y subi de vecinos porfaa
ResponderEliminarson la pareja cursi mas linda *-* seguilaaa
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