Gaston
en serio, necesitaba comprarle a Eugenia un regalo. Toda la sala de
recreo de arriba se había transformado en el centro de la fiesta.
La pantalla plana estaba instalada con Rock Band. Parecía
haber una piñata de caramelo vomitado en la salsa. En serio, nunca
había visto tanto caramelo en mi vida y trabajaba en una tienda de
caramelos.
Es curioso, por lo general mis cumpleaños eran grandes fiestas de
borrachos que rara vez recordaba. Sabía que lo recordaría esta
noche. Era perfecto.
—Sabes que te quiero, ¿verdad? —Tiré a Eugenia en un abrazo y la besé
en la sien.
—Lo sé. —Eugenia se revolvió contra mí—. Soy tu favorita.
—En realidad... —Suspiré—. Creo que puedo tener una nueva
favorita.
Mis ojos se encontraron con los de Rochi instantáneamente mientras
ella se dirigía hacia mí.
—Feliz cumpleaños, Gaston —susurró Eugenia en mi oído y se alejó. Mis
ojos cayeron sobre Rochi mientras lentamente desenvolvía un
pedazo de caramelo y se lo metía en la boca. ¿Cómo hace que
comer caramelo se vea tan condenadamente sexy?
Antes de que pudiera decir algo, la agarré y la besé.
Hundiendo mi lengua en su boca, así podría probar el sabor del
caramelo que acababa de comer.
—Caramelo de azúcar con mantequilla —dije contra sus labios.
—Y yo que pensaba que era la única con los geniales trucos de fiesta
—Rochi se rió. Diablos, amaba la risa de esa chica. Ya era el mejor
cumpleaños de mi vida solo por tenerla allí en mis brazos. Casi era
capaz de olvidarme de todo el drama que nos rodeaba. Casi. Solo
rezaba porque Holly le dijera pronto, así no tendría que sentirse
culpable más.
—¿Quieres ver otro truco? —Guiñé un ojo.
—No lo sé. ¿Quiero?
Me incliné y le di un beso en la mejilla, luego retrocedió. Tenía los ojos
entrecerrados y luego se echó a reír.
—¿Ese era el truco?
Solté una carcajada y le di la señal a Nicolas, la misma que solía darle
en los clubes, que significaba está alerta, estoy a punto de aparecer.
La música se filtró a través del sistema de sonido en la sala.
—Fiestea como si fuera el final del mundo... —empecé a cantar—.
Por favor, por favor, no es el fin del mundo.
—Gaston, ¿qué estás haciendo? —Rochi dio un paso atrás, con el
rostro ligeramente ruborizado.
Solo grité.
—¡Por favor!
La música era lo suficientemente fuerte como para perturbar la paz
en todo el vecindario, pero no me importaba. Tiré a Rochi contra mí
y empecé a bailar como si realmente fuera el fin del mundo, que en
mi opinión si ella no dejaba de mirarme así, seguro como el infierno
que se sentiría así.
Un hombre solo puede tomar tantas burlas antes de morir por la
lujuria o deseo, o lo que demonios sea que estaba sintiendo en ese
momento.
No era una mala bailarina, antes había sido una animadora, y luego
quedó eliminada.
Sí, eliminada. Realmente no sabía de qué otra manera explicarlo,
pero estaba un poco sorprendido en sumisión mientras mis ojos veían
sus caderas balancearse. Sus brazos sobre su cabeza y entonces ella
estaba haciendo algo loco con la pierna que envolvió alrededor de
mí dando vueltas.
Las personas vitorearon. Yo apenas los oí, todo lo que veía era a ella,
y la sonrisa en su cara. La sonrisa que sabía era totalmente genuina,
sin ocultar nada, no era falsa, y no era para el espectáculo. Era toda
para mí.
Me uní al baile. Y entonces Nicolas y Eugenia se unieron a nosotros.
Pronto cada uno de los amigos invitados a la fiesta de los amigos
estaba en el medio de la pista saltando arriba y abajo.
—¡Ustedes apestan! —Escuché una voz masculina gritar desde la
puerta. Levanté la mirada. Evan entró con Alesha. Nos habíamos
conocido en el último año escolar. Ambos eran súper buenos amigos
de Eugenia y en consecuencia fueron aceptados en nuestro grupo muy
unido casi de inmediato.
Ayudó que Evan fuera hilarante. Alesha finalmente dejó de
desmayarse en nuestra presencia, y ahora creo que la irritaba tanto
como ella me irritaba.
Ni siquiera se detuvieron. Solo saltaron en medio de la pista de baile y
comenzaron a ir donde la población.
La canción terminó y ya estaba sudando. Tiré Rochi contra mí, ella
empujó hacia atrás y rió.
—¿Ese fue el truco? ¡Oh, mírame! ¡Soy Gaston Dalmau y puedo bailar!
—Sabía que me estaba tomando el pelo, pero soy competitivo. Creo
que demostré mi punto tiempo atrás cuando hicimos los autos
chocadores, lo digo en serio.
—¡Ponlo en marcha! —le grité a Nicolas.
—No, amigo. ¿Recuerdas lo que pasó la última vez?
—¡Hazlo! —grité.
Nicolas sonrió y comenzó a enganchar un nuevo juego y una consola
de videojuegos.
—¿Qué está pasando? —preguntó Rochi mirando a mí alrededor.
—Competencia de baile, no es la gran cosa.
—Voy a ganar —dijo ella con confianza.
—Si ganas, consigues un favor. Si gano... —Me lamí los labios y dejé a
mis ojos mirarla de la cabeza a los pies—. Te tengo... toda la noche.
—Trato. —Ella tendió la mano. La tomé y luego la tiré a mis brazos
para sellar nuestro trato con un beso hambriento.
—¡Ya está listo! —gritó Nicolas. Había bajado la música, por lo que
ahora el sistema de juego se estaba filtrando a través de los
altavoces.
Todos se reunieron alrededor.
La primera canción era una de los nuestras, por lo que Evan dijo que
estaba haciendo trampa.
Bastardo. Por supuesto, la canción aterrizó en One Direction. Quiero
decir, ¿realmente? ¿Estos chicos saben lo mucho que acechan mi
vida cotidiana? En serio, alguien debe decirles. Votaría por Eugenia, pero
probablemente ella se desmayaría si se encuentra con ellos. Es decir,
a la chica ni siquiera le importa cuando nos mudamos a su pequeño
pueblo. Éramos incluso más famosos en ese momento, ¿pero nos
lanzó sus bragas? No.
¿Pidió autógrafos? No. Pero en el momento en que alguien
mencionaba a One Direction, ella se ponía toda nerviosa y qué no.
Tonta.
—¿Listo? —Rochi me miró.
—Siempre estoy listo, cariño.
La música comenzó y empezamos a bailar delante del Kinect.
La destruí. Me sentí un poco mal. Quiero decir, ella estaba toda
sudada en su vestido sexy, y entonces mis ojos se posaron sobre una
gota de sudor que corría por su espalda, y estoy bastante seguro de
que dejé de respirar.
—Uno más —gritó. Todo el mundo aplaudió.
La canción que apareció era de Justin Bieber. Por supuesto que lo
era, porque no se puede tener One Direction sin Justin Bieber.
Maldije. Maldije como loco.
Empezamos a bailar y luego, de repente, Rochi se congeló. Traté de
animarla a seguir adelante. Le di un golpe en el brazo como para
traerla de vuelta a ello, pero en lugar de bailar, negó con la cabeza
un par de veces y luego salió corriendo por la puerta de la terraza de
arriba.
—Ehh... —Me rasqué la cabeza—. Sigan jugando, chicos. Ya vuelvo.
Salí tras ella.
Estaba apoyada sobre el lado de la barandilla, como si fuera a
vomitar.
—¿Estás bien?
—Sí. Solo me asusté, lo siento.
—¿Pablo? —pregunté tratando de mantener la irritación fuera de mi
voz.
—Era nuestra canción. —Ella se encogió de hombros—. No es gran
cosa, de verdad. Estoy bien. Creo que me estaba poniendo un poco
caliente también.
—No te estabas poniendo caliente, ya estabas en llamas. —Tomé su
cara y la besé suavemente en la boca.
—Quiero olvidarlo —dijo en contra de mis labios—. Cuando estoy
contigo. No lo siento más.
—¿Es eso lo que quieres? —pregunté sintiéndome más excitado con
nuestra relación de lo que había hecho en días.
—Sí. —Rochi bajó la mirada—. Gaston, dijiste que no ibas a pedirme
que elija, pero debes saber...
Su labio inferior temblaba. Brillantes ojos se volvieron hacia mí.
Lágrimas brotaron en la parte inferior de sus espesas pestañas.
—Yo te elijo a ti.
¿Puede el corazón de una persona dejar de latir? Juro que el mío
acaba de hacerlo. Abrí la boca para decir algo, pero no pasó nada.
No pude encontrar mi voz.
Rochi sonrió.
—¿Te comieron la lengua los ratones? —Fue lo mismo que le había
preguntado el día anterior cuando ella estaba nerviosa.
—No. —Sacudí la cabeza para que nuestros labios se aplastaran
unos contra otros—. Tú la tienes. La tienes toda.
Me di por vencido en tratar de proteger a mi corazón destrozado.
Dejé de tratar de ser fuerte. Todo, cada pared que había erigido se
había ido, y en su lugar estaba ella.

ame el cap!! seguii
ResponderEliminarésta novela es mi debilidad, me encanta <3
ResponderEliminar