Epílogo
Veintitrés años más tarde
La profesora de quimica cierra la puerta del aula.
—Buenas tardes y bienvenidos al último año de química—anuncia, antes de sentarse al borde de la mesa y abrir una carpeta—. Agradezco que se hayan tomado la molestia de elegir asientos, sin embargo, yo ya había dispuesto la organización de los mismos... por orden alfabético.
Los estudiantes suspiran, el mismo sonido que le ha dado la bienvenida el primer día de clase en el Instituto durante los últimos treinta años.
—carla ocupe el primer asiento. Su compañero será Andres.
La profesora continúa nombrando a los estudiantes, y ellos van sentándose a regañadientes en los asientos asignados, cerca de sus compañeros de laboratorio.
—Paco —dice la profesora, señalando la siguiente mesa.
El joven ocupa el asiento asignado. Tiene los ojos miel claros de su madre y el pelo rubio y ahumado de su padre.
La profesora mira a su nuevo estudiante por encima de las gafas.
—Señor paco, no crea que esta clase será pan comido sólo porque sus padres hayan tenido la suerte de desarrollar un tratamiento para detener el progreso del Alzheimer. Su padre no acabó nunca mi clase y suspendió uno de mis exámenes, aunque creo que quien merecía el suspenso era su madre. No obstante, eso solo significa que espero más de usted que de ningún otro.
—Sí, señora.
repasa su lista.
—Stefania , por favor, siéntese junto al señor paco.
La señora Peterson repara en el rubor de stefania cuando se sienta en el taburete y en la pícara sonrisa de Paco. Tal vez la marea se desate de nuevo después de treinta años, aunque no está dispuesta a correr el riesgo.
—Y para aquellos dispuestos a armar jaleo, han de saber que mi política de tolerancia es cero...
Fin

Me ha encantado el final!!
ResponderEliminarTodavia no puedo creer que no comente nada cuando me lei todo hace unos meses, me parece que soy despistada. Y AME LA HISTORIA, AME TODO, ME ENCANTO ME ENCANTO ME ENCANTO ME ENCANTO.
ResponderEliminar