sábado, 25 de febrero de 2012

Amigos Desconocidos Cap 46



Capítulo 46


Victorio no entendió qué pasaba. Pero si lo que esperaba Rocio que pasase después de que dijese lo del parque, era que Gaston se fuese soltando pestes sobre ella, ¡lo había conseguido! Tenían una relación demasiado extraña para poder entenderla. Se dio por vencido y continuó escuchando la clase.

Gaston salió de la universidad como alma que lleva el diablo. No iba a permitir que ella hiciese tal cosa. No llevaría a ningún hombre allí ¡A nadie excepto a él!

Se paró a pocos pasos de su coche, asustado por sus propias palabras ¿Él quería ir al parque con Rocio? Eso significaba que... ¡No! Si le molestaba era porque tenían un pacto. Ella había prometido no estar con ningún otro hombre e iba a romperlo. Eso era lo que le importaba, se aseguró.

Llegó hasta el departamento de Rocio y ella no estaba. Tras pensar mil posibilidades, cada una más indecente que la anterior, recordó que estaría trabajando.

Se sentó en el portal y comenzó a recordar lo que sucedió en ese parque.

Una noche en la que se había pasado bebiendo, hacía ya tres años, acabó caminando hasta llegar a la entrada de un parque abandonado cerca de su casa. Poco antes de caer al suelo semiinconsciente, llamó a Rochi para decirle lo mal que se encontraba. Ella había abandonado todo lo que estaba haciendo y fue a buscarlo. Minutos más tarde aparecía con un gran abrigo que la cubría completamente y una gorra escondiéndole el cabello. Le extrañó que llevase gafas de sol cuando apenas estaba amaneciendo y le pareció verla maquillada.

Ahora entendía que si lo estaba. Probablemente estaba trabajando cuando la llamó. Pero estaba tan borracho que no notó nada diferente en ella. Necesitaba una amiga y allí estaba ¡Que estup¡do había sido!

Ella lo había levantado del suelo y le había regañado por alocado. Aún recordaba lo mal que se había sentido por haberla decepcionado. Sin duda, había sido un estup¡do.

Habían caminado por el parque esperando que se le pasase un poco la borrachera. La había sentado en un banco y le había confesado que algún día llevaría a su novia a ese lugar y le pediría que se casase con él. Ese sería el lugar donde se le declararía a la que fuese su novia.

No entendía por qué había dicho tal cosa si no quería casarse. No confiaba en las mujeres, como para compartir toda la vida con una de ellas. Sin embargo, en ese momento había estado seguro de que así sería.

Ella se había reído de él, le había acariciado la mejilla y le había dicho que borracho era un sentimental.

- Yo no creo en el amor -le había confesado Rochi- Así que si alguna vez traigo a alguien a este lugar significará que estaba equivocada, y que me he enamorado.

Desde entonces había bromeado con que, por su promesa, ya no volvería a pisar ese parque, ya que estaba segura de que nunca se enamoraría ¿Y ahora había quedado con alguien para ir al parque? ¿Cómo podía hacerle eso? Él no había llevado a nadie a ese parque, porque mantenía su promesa de que solo llevaría a la que fuera a ser su prometida.

Si ella seguía manteniéndola es que se había enamorado. Y si no, es que utilizaba ese romántico lugar para encandilar a más hombres.

A su pesar, Gaston deseaba que hubiese roto su promesa. Era mejor pensar que era una cruel y perversa mujer sin corazón -cosa que ya sabía-, a saber que estaba enamorada. 

¡No podía estar enamorada! Si lo estuviese, no habría aceptado el trato. No se habría convertido en su amante. Ella no amaba a nadie más ¡No amaba a nadie!

Sin que se diese cuenta, las horas habían pasado y seguía sentado allí, pensando en ella. Imaginándosela con otros hombres. Enamorada de otro. Feliz, sonriéndole y diciéndole cuanto lo amaba ¡No lo soportaba! ¡Ella no podía amar a nadie! Era una mujer sin corazón ¿no? Ellas no se enamoraban ¿Por qué demonios se iba a enamorar de alguien? ¡De alguien que no fuese él!

Se habría recriminado por sus pensamientos, pero en ese momento apareció la protagonista de sus sueños y pesadillas. Llevaba una falda gris ceñida hasta las rodillas y una camisa blanca cruzada ¡Estaba preciosa! Con el maquillaje casi imperceptible y sus rizos dorados haciéndole la competencia al Sol ¡Era una diosa!

Rocio sonrió satisfecha. Volvía a controlar la situación. Suspiró aliviada. Ya no tenía que temer por lo que él fuese a hacer. Él haría lo que ella quisiese, como todos lo hacían. Los hombres eran unos juguetes fáciles de manejar en sus manos, cuando solo querían meterse en su cama. Y eso era lo único que él quería de ella.

Entonces ¿por qué se sentía tan mal? Nada más verlo, supo que llevaba toda la tarde allí sentado esperándola. Parecía tan dolido. No debería haberlo hecho. Podría haberlo hecho recapacitar de otra manera. No era necesario remover el pasado y hacerle daño.

Pero ¿por qué estaba dolido? Si no recordaba mal, llevarse a un hombre a ese parque significaba que lo amaba ¿qué le importaba a él que estuviese enamorada de otro?

¡Oh, sí! ¡Su trato! Seguramente pensó que perdería sus derechos carnales. Era lo único que le importaba de ella. No la amaba, solo la deseaba. 

Había planeado aquello para irritarlo un poco y que fuese a exigirle que cumpliese su parte del trato y no viese a otros hombres. Pero no parecía furioso, sino dolido. Y no lo entendía. Y lo peor era que ella se sentía aún peor que él. Podía usar a los hombres como trapos, pero no a él. Era una realidad que no le gustaba. Pero la única que había.

Aún así decidió mantenerse tan fría como pudiese y seguir con su plan. Aunque la idea de abrazarlo y decirle que todo era mentira no dejase de pasar por su cabeza.

- ¿Qué haces sentado en mi puerta? -preguntó serena, aunque sabía la respuesta.
- ¡Te esperaba! -le confirmó Gaston, mientras la fulminaba con ojos dolidos.
- ¡Entra! -le pidió Rochi mientras abría a toda prisa para evitar mirarlo a la cara.

Dejó sus cosas sobre la mesa y lo miró algo nerviosa sin saber qué decir. Había obtenido lo que quería. Él recordaba lo del parque y la había ido a buscar para asegurarse de que no fuese con nadie hasta allí. Entonces ¿por qué deseaba tanto que se fuese para meterse debajo de una manta y no salir nunca?

- ¿Con quién vas a ir? -preguntó seco, fulminándola con la mirada.
- ¿Qué? -fue incapaz de reaccionar. Sonó su teléfono. Caminó hacía él para cogerlo.
- ¡No lo cojas! ¿Quién es? -insistió furioso.
- Yo... yo... tengo que coger el teléfono.

Dio los últimos pasos hasta alcanzarlo y justo cuando lo cogió, Gaston se acercó y conecto el altavoz. Ella no supo qué hacer. Estaba demasiado nerviosa. Así que no hizo nada.

- Preciosa, lo de esta noche se retrasa media hora -anunció una voz masculina al otro lado de la línea.

¿Cómo? No recordaba haber involucrado a nadie en su farsa para hacer creer a Gaston que tenía una cita. Reconoció la voz, era Rama ¿Había quedado con él esa noche? Claro que no. Hacía días que no lo veía a solas.

- ¿No lo habrás olvidado, verdad? -sospechó el muchacho al notar el silencio de su amiga.
- No, claro que no. Nos veremos esta noche sin falta -afirmó Rochi sin saber qué decir.

Ahora solo le quedaba averiguar a donde tenía que ir y saber por qué. No recordaba haber quedado con él en nada. La última vez que hablaron ella estaba muy ocupada organizando los últimos preparativos de la fiesta de Año Nuevo y él la de... ¡Su cumpleaños! ¿Cómo podía haberlo olvidado? Tenía la cabeza demasiado atestada de pensamientos dirigidos, única y exclusivamente a Gaston. Había quedado en cenar con su amigo y todos sus compañeros de trabajo. Al estar cerrado el local esa noche, no tenían problemas para reunirse.

- En una hora estaré allí -afirmó Rochi, esta vez segura de lo que decía.
- ¡No la esperes, no irá! -dijo Gaston antes de colgar el teléfono sin esperar una replica.
- ¿Qué demonios haces? -protestó la chica irritada.
- No pienso dejarte ir a ningún parque para que te le declares a un patán cualquiera -gritó Gaston furioso.

¡El parque! Pensaba que iba al parque. Era mejor que le aclarase las cosas o no la dejaría arreglarse en paz, y tenía poco tiempo.

- No voy a ningún parque. Vamos a cenar a un restaurante -explicó ella serena.
- No irás a ningún lado -le ordenó tajante.
- ¡Tú no eres nadie para ordenarme nada! -le espetó perdiendo la paciencia.
- Tenemos un trato ¡Ningún otro hombre! -le recordó Gaston acercándose hasta enfrentarla a tan escasos centímetros que sus respiraciones se entremezclaban.
- Dije que no me acostaría con ningún otro y no lo haré. Pero Rama se ha convertido en uno de mis mejores amigos. Ha estado cuando lo he necesitado, en estas semanas. Y lo he necesitado mucho. Es su cumpleaños y no le voy a hacer el feo de no asistir -le aseguró Rochi irritada.

¿Uno de sus mejores amigos? ¿Lo había sustituido a él? Parecía que perderlo como amigo no le había afectado mucho, ya se había buscado a otro. No sabía qué le irritaba más, que ese tipo pudiese sustituirlo en la cama o en el corazón de ella. Él era el único al que debía acudir cuando necesitara algo. No iba a dejar que nadie le quitase ese puesto.

- ¡No vas a ir! -afirmó Gaston furioso. 
- ¿Quieres apostar algo? Y te recuerdo que nunca en toda mi vida he perdido una apuesta.

Y él bien lo sabía. Era tan cabezota que hasta que no conseguía lo que quería, no paraba. Pero esta vez no la dejaría salirse con la suya. No iba a dejar que ningún tipo recién llegado se llevase lo que él había conseguido tras años de amistad.

- ¡No irás! -exclamó con expresión férrea y mirada profunda.

Rocio se asustó al verlo de aquella manera. Nunca lo había visto tan serio, tan frío, tan... hostil. Pero no podía fallarle a Rama. Le había ayudado demasiado en esas semanas, como para decepcionarle ahora.

Si pensaba que se iría sin más, estaba equivocada, pensó Gaston. Por una vez sería él el que conseguiría que ella cediese. Hacía años que deseaba que llegase el día en que él dijese algo y ella solo dijese "sí" sin rechistar. 

Ahora ni siquiera podría hablar, se afirmó a si mismo muy sonriente. Ser su amante le daba una ventaja sobre la posición de amigo. Y pensaba aprovecharla ¡Pero no se iría con ningún otro, a ninguna mal'dita cena!

Fin Capi...

*Mafe*

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