domingo, 26 de febrero de 2012

Amigos Desconocidos Cap 54

Capítulo 54


Rocio estaba sorprendida con la actitud de Gaston. Se había negado a ir a almorzar con su madre. Finalmente habia aceptado cuando ella lo hizo. Pero todo el almuerzo se comportó de una forma fría y distante. Pensaba que había cambiado su actitud con ella. Pero no sabía que con los demás también.

A lo largo del día notó que sus acciones escondían un rencor desconocido para ella. Estaba claro que no conocía tanto a ese hombre como creía. Pero le sorprendió aún más ser testigo de una conversación entre ellos que la dejó helada.

- Tu padre me ha dicho que has comprado un apartamento para independizarte -dijo Gimena a su hijo.
- Si -corroboró sin interés.

Rochi estaba petrificada. No tenía ni idea de que él se fuese a mudar. Y era extraño porque se pasaban el día juntos.

- No sabía que siguieses en contacto con él -continuó Gaston fulminando a su madre con la mirada.
- Es tu padre. Es natural que estemos en contacto. Además, él me informa de cómo te va, ya que tú apenas te dignas a llamarme.

La chica cada vez se sentía más fuera de lugar. Necesitaba escabullirse pero no había forma de hacerlo, que no fuese muy obvia.

- No hay mucho que contar. Mi vida no es tan... ajetreada como la tuya -espetó con desdén.

Ambas mujeres lo miraron atónitas. Había sido descaradamente cruel, y eso no era normal, en la despreocupada actitud de Gaston.

- Te vas a vivir solo, tienes novia... Creo que son suficientes cosas que desconocía y que una madre debe saber -reprochó Gimena indignada.
- Hay cosas con un hijo debe saber y tú nunca le has dicho -replicó Gaston con la mirada más fría que ambas mujeres habían visto jamás.

Gimena se quedó perpleja y tembló unos segundos, después sacudió la cabeza como si se negase a que sus pensamientos fuesen ciertos. Esbozó una sonrisa que sorprendió a Rochi, y continuaron con un tema superficial el resto de la tarde.

No sabía qué hacer o cómo comportarse. Notaba la tensión en Gaston. Pero no sabía qué ocurría. Al subir a la habitación para cambiarse antes de bajar a cenar no pudo más.

Gaston daba vueltas por la habitación, como si se le quedase pequeña, tirando su ropa en cada rincón. Con solo los vaqueros, se sentó en el borde de la cama. Hundiendo sus dedos en sus rubios rizos, escondiendo de ella su rostro.

- ¿Qué ocurre? -preguntó Rochi insegura.
- Nada -contestó rápidamente.
- No es lo que parece. Has esparcido tu ropa por toda la habitación -replicó ella dispuesta a enterarse de lo que le pasaba- Estás furioso ¿Por qué?

Él levantó el rostro hasta cruzar la mirada con la de ella. Sus ojos reflejaban dolor, rencor, ansiedad, furia,... ¿miedo? Se veía tan frágil que le corto la respiración. Y una necesidad primitiva de protegerlo y consolarlo se apoderó de ella. Pero antes de que ella hiciese el más mínimo amago de acercarse a él, él cambio su actitud. Nublando todos esos sentimientos, con una expresión insondable.

- ¡Frustración sexual! -exclamó Gaston acariciándola con la mirada- Eso es lo que tengo.

Desde que habían llegado a casa de su madre no habían hecho el amor. Rocio se había negado a ser un objeto sexual en presencia de otros. Cada día, cada minuto, estaba más segura de no poder seguir con esa farsa.

Él había intentando seducirla, y en innumerables ocasiones ella había estado apunto de ceder. Pero para suerte de ella, siempre algún obstáculo había impedido que se dejase llevar por la lujuria. Él le había coqueteado a Mery, y la chica no había sido inmune a sus encantos, a pesar de ser consciente de que "traicionaba" a su nueva amiga. Pero ella se había contenido los celos, porque básicamente no le había quedado otro remedio. Siempre estaban rodeados de gente. Y para suerte de ella -de nuevo, muy afortunada- Peter siempre estaba dispuesto a distraerla cuando Gaston estaba ocupado en otros menesteres.

Los celos de Gaston siempre podían más que sus deseos de vengarse, y acababa buscándola para marcarla como "propiedad privada". Suspiró con los recuerdos de esos dos últimos días. Ella quería a ese hombre. Pero cada día descubría que lo desconocía más de lo que pudiese imaginarse. Aunque en otras cosas fuese totalmente predecible.

- Ya te he dicho que no habrá sexo en casa de tu madre -le repitió ella por decimoséptima vez ese día.

Gaston suspiró frustrado y se levantó de la cama con brusquedad.

- Habría sido mejor que te quedases en el cuarto de Mery -replicó malhumorado.
- De acuerdo. Siempre puedo ir si no deseas que compartamos la cama -informó Rochi, encogiéndose de hombros con despreocupación.

Él la miró con expresión sombría. Achicó los ojos hasta que fueron dos puntos de pura furia en su rostro. Se levantó, caminó hasta el baño y entró dando un portazo tras de sí.

- ¿Eso es un sí o un no? -preguntó Rocio a la habitación vacía.

Como respuesta se escuchó un objeto frágil haciéndose pedazos contra la puerta del baño.

No estaba de humor para que indagase en el asunto, y mucho menos para sus típicas peleas de "quien puede más". Estaba realmente furioso. Y ella no quería ser la afortunada con la que decidiese desahogar toda su rabia.

Salió de la habitación para evitar ser ella la próxima victima de su enfado. Caminó por las pasillos enormes y desiertos. Todos estarían seguramente preparándose para la cena. Bajó por las escaleras y se sorprendió al ver una luz encendida en un cuarto apartado. Pensando que podía ser Maria o Gimena se acercó.

Desde la puerta pudo ver que efectivamente Gimena estaba dentro. Acurrucada frente al fuego, en los brazos de Nicolas. Era una visión tan romántica que no puedo evitar contemplarla y sonreír. 

- Piccola mia, no te preocupes -le decía él besándola con ternura.
- Pero creo que sabe la verdad -comentó Gimena con angustia, sorprendiendo a Rochi, que se quedó estupefacta en el sitio.
- Si lo supiese habría dicho algo. Y con el temperamento que ha demostrado tener, probablemente me habría roto la nariz o algo parecido -bromeó Nicolas abrazando con más fuerza a su mujer.
- Deseo tanto ser tu esposa y que todo se aclare -dijo Gimena en un suspiró.

Rocio se detestó por estar espiando. Pero le fue imposible moverse. Sabía que hablaban de Gaston ¿Él sabía un secreto sobre su madre? Ella estaba segura de que así era. La actitud de Gaston lo demostraba. Fuese cual fuese el temor de la bella mujer estaba justificado, porque el rubio estaba evidentemente molesto con ella. Y él no lo estaría sin razón.

- ¿Nunca te dijeron que es de mala educación espiar detrás de las puertas? -pregunto una sensual voz masculina llena de sarcasmo.

Fin Capi


*Mafe*


No hay comentarios:

Publicar un comentario