domingo, 26 de febrero de 2012

Amigos Desconocidos Cap 55

Capítulo 55


Rocio se encogió de sorpresa y vergüenza. La había pillado y no podía más que intentar que la pareja de dentro no la descubriese también. Se giró lentamente con ojos inocentes que suplicaban silencio absoluto. Su descubridor la sonrió con devastador encanto y la agarró de un codo para guiarla lejos de allí.

- Cara, que aficiones más extrañas tienes -comentó con grandes pinceladas de sorna- ¿Qué otros hobbies tienes además del espionaje?
- Rapto bebés y torturo a héroes de guerra -se burló ella, caminando junto a él hasta el jardín.
- No creo que haya un solo hombre en el mundo que no se dejase torturar por un belleza como tú -aseguró Peter con adoración.

Ese chico nunca se cansaba de adularla. Y había algo en él que le resultaba irresistible. No sabía el qué. Era obvio que era uno de los hombres más atractivos que había visto nunca. Pelo moreno y rizado, ojos de un verde tan claro que llegaba a confundirse con un dorado deslumbrante. Su perfecto rostro era tan solo comparable al de su amado Gaston. Había conocido a muchos hombre guapos, pero ninguno llegaba a poder hacerle la competencia en sensualidad a Gaston. Pero ese chico le hacía recordar esa misma pasión ¿Sería su acento italiano o había algo más? Fuese lo que fuese no era suficientemente fuerte para olvidarse de Gaston.

Charlaron durante largo rato dando un paseo, hasta regresar al mismo punto del que partieron. Entraron a la casa para despedirse y arreglarse rápidamente para cenar.

- Estate preparada -le advirtió Peter con una sonrisa malévola- La cena va a ser muy interesante.
- ¿Y eso? ¿Qué ha pasado? -preguntó curiosa.
- Mery esta furiosa. Mi padre le ha armado tremenda escena esta tarde. Hubo insultos en italiano y todo -se interrumpió en carcajadas- Ella no se va a quedar de brazos cruzados ante las órdenes de mi padre.
- ¿Cuáles órdenes? -quiso saber Rochi, seguro de que no le iba a gustar lo que iba a escuchar.
- Que se alejase del codiciado Gas. Y es extraño, porque mi hermana suele coquetearle a todo bicho viviente y con tu novio se ha comportado -señaló Juan Pedro frunciendo el ceño- No sé por qué se ha enfurecido tanto mi padre. Aunque Gimena estaba también allí. Supongo que fue ella la que pidió que no se metiese en tu camino. Aunque la advertencia de alejarnos de tu querido novio fue para los dos. Al parecer quieren protegerlo de nuestras malvadas garras -bromeó con una sonrisa pícara.

Rochi no se molestó en desmentir el noviazgo. Nicolas más que un favor le había causado un problema. Cuando a una chica superficial y caprichosa se le prohíbe algo es como decirle donde está escondido el tarro de la galletas, no dudará en ir a buscarlo. Suspiró con frustración. No necesitaba aquello. Pero había mucho más que una amenaza a una relación inexistente.

Ella se había librado recientemente de sus secretos -o la gran mayoría-, pero allí flotaba la angustia de esconder la verdad. No entendía qué ocurría allí, pero tenía la desagradable intuición de que iba a explotar una bomba en cualquier momento.

- No te preocupes, cara -susurró Peter desdibujando con el pulgar el ceño fruncido de ella.

Rocio desechó sus pensamientos y volvió a la realidad. Se encontró con unos ojos verdes pendientes de ella. Unos labios carnosos humedecidos de deseo y unas dóciles manos acariciándole el rostro. Se quedó rígida ante él. Antes de que pudiese decir o hacer algo para separarse, escuchó un sonido muy característico. Eran... ¿aplausos?

Se giraron inmediatamente hacia el lugar donde provenía el sonido y se encontró con la esbelta y poderosa figura de Gaston sobre el penúltimo escalón, observándolos con ojos chispeantes. Pero ¿qué era lo que se veía en ellos? ¿Diversión o ira?

- ¡Que bonito! -se burló Gaston caminando hacía ellos como un enorme muro que se expandía ante ella- ¿He interrumpido el momento tierno? -la ridiculizó cogiéndola por el brazo, apretándola contra él- ¿No decías que nada de sexo en la casa? ¿O solo iba por mí?

Así que había decidido seguir torturándola con desconfianzas e insultos ¡Perfecto! Ella se había hartado de ser la buena chica. No valía para serlo. Y le demostraría lo bien que se le daba no serlo.

- Estaba barajando mis opciones. Como Mery esta enojada, no me resulta nada atractiva la idea de compartir su cuarto -comentó Rocio con tranquilidad y un rastro de burla- Así que esperaba que Peter me hiciese un huequito en su cama ¿Crees que lo consiga? -preguntó con fingida inocencia y un fondo de malévola sensualidad.

Pudo ver como las chispas de sus ojos ardían con furia. Sonrió satisfecha, antes de que él la cogiese del brazo y la arrastrase escaleras arriba. Y como por primera vez en mucho tiempo se sentía segura de sí misma y con muchísimas ganas de fastidiar a ese hombre, decidió meter más leña al fuego.

- ¡Ciao, amore! -gritó Rochi a Juan Pedro muerta de risa, mientras era arrastrada- Nos vemos en la cena -dijo antes de perderlo de visto al entrar en los pasillos que llevaban a los dormitorios.
- ¡Ciao, cara! -escuchó replicar al joven entre risas.

Miró a Gaston que la sujetaba del brazo, con tanta fuerza que le hacía daño. Pero no se lo iba a decir. Lo último que diría en ese momento era algo que le hiciese saber que podía dominarla, física o emocionalmente.

Abrió con brusquedad la puerta de la habitación y la tiró contra la cama. Se separó de ella solo unos segundos para ir a cerrar la puerta con llave y volvió a ella.Rocio estaba sentada en medio de la cama con las piernas cruzadas bajo ella y una enorme sonrisa en los labios.

- ¿Crees que esto es un juego? -protestó Gaston furioso.
- ¡Tú sabrás! Eres el que lo ha empezado. Yo solo lo he continuado. Y obviamente, lo he ganado -replicó Rochi ampliando una sonrisa condescendiente.
- No juegues con fuego -advirtió furioso.
- ¿O qué? ¿Me voy a quemar? -espetó Rocio inesperadamente triste- ¿Qué puedes hacer o decir que me haga más daño del que ya me has hecho? -preguntó rogando porque la irritación de sus ojos para dejar salir las lágrimas, desapareciese.

Vio como cada músculo del cuerpo de Gaston se tensaban. La miró con algo parecido a culpa y después de apenas unos segundos, todo rastro de emoción desapareció de sus ojos. Se mantuvo frente a ella, quieto, inmóvil, sin hacer ni decir nada.

- Tengo que arreglarme para la cena -dijo Rocio corriendo hasta la confortable soledad del baño.

Cerró tras ella y se dejó caer sobre la puerta hasta dar en el suelo. Le había confesado que le estaba haciendo daño. Si la conociese como ella siempre había creído que hacía, ataría cabos. Deduciría que lo amaba. Pero si la conociese, se habría dado cuenta antes que nunca habría estado con él por simple sexo. Si la conociese...

¡Ni ella se conocía a sí misma, en esos momentos! Enamorada de su mejor amigo. Dejándose utilizar. Soportando sus insultos y acusaciones. Y esa mirada de desdén que siempre lo acompañaba. Ella no tenía por qué soportar nada de aquello ¡y no lo haría!

Se lavó la cara, miró en el espejo a la Rocio fuerte y segura de sí misma que había desaparecido hacía meses, y salió del baño. Pero la habitación estaba vacía. Se había ido. Una vez más, daba la espalda a hablar del problema y se encerraba en sí mismo. Pero esta vez no sería ella quien corriese tras él para estar a su lado sin hacer preguntas.

¡No la quería como su amiga! Pues que buscase alguien que soportase y entendiese sus cambios de humor. Que supiese que estaba mal aunque sonriese. Que se sentase durante horas a su lado en silencio sabiendo que necesita a alguien a su lado pero no era capaz de hablar. Ya no sería ella la que hiciese todo eso. Ya no eran amigos.

Y en ese mismo instante lo decidió. Nunca recuperaría lo que una vez tuvieron. Había desaparecido la oportunidad de que él la viese como algo más que un cuerpo que le diese calor en la cama. No había ninguna posibilidad de volver a ser amigos. Y por tanto, era absurdo seguir siendo amantes. Ella solo recibía dolor de esa relación. Destellos de lo que podrían tener juntos y nunca tendrían

Fin Capi...

*Mafe*


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