domingo, 26 de febrero de 2012

Amigos Desconocidos Cap 56

Capítulo 56


Al bajar para la cena se encontró con el asiento de Gaston vacío. Gimena le dio una vana excusa para su ausencia y ella fingió aceptarla sin pesar. Peter aprovechó para hacerle compañía y animarla con sus ingeniosos chistes y coqueteos.

¡No se iba a sentir culpable!, se dijo tajante. Ella no era nada de Gaston y en cuanto lo viese le dejaría claro que el tiempo de validez del contrato había espirado.

Al llegar el postre se escuchó el sonido de la puerta. Minutos más tarde, Gaston entraba al comedor, haciendo que toda la atención se centrase en él.

Rocio estaba sorprendida por la aparición. Pero aún lo estuvo más por sus acciones. Caminó hacía ella, cogió a Juan Pedro del cuello de la camisa como si no pesase nada y lo levantó de su asiento, para hacerlo a un lado. Sentándose él al lado de Rochi. No dijo una palabra. Rechazó la comida cuando una sirvienta se la iba a colocar frente a él, y aceptó el postre. Todos continuaron con sus respectivas charlas al verlo comer.

Al terminar la cena e ir todos hacía el salón para tomar una copa, observó como Gimena se acercaba a su hijo para hablar y este la ignoraba, dándole la espalda y caminando hacía ella. No supo qué decir cuando lo tuvo frente a ella. No estaba acostumbrada a verlo tan serio, durante tanto tiempo. Definitivamente no era quien ella creía que era.

Él la rodeó con una mano la cintura y la guió hasta el jardín. Era el momento de hablar. Y ella tenía mucho que decir. Pero ¿por donde empezar?

Vio como él se sentaba en unas escaleras de piedra y miraba al cielo estrellado como si buscase respuestas. Lo imitó y se sentó junto a él. No le costó ver la decisión en su cara. Había algo concreto que quería contarle. Pero ella sabía que si era sobre ellos, no le gustaría escucharlo. Y si no lo era, iba a hacer que se ilusionase de nuevo con significar algo para él. Y ya le había demostrado que no era nadie en su vida.

Decidió que sería ella la que hablase y terminase con aquel teatro, en cuanto lo vio abrir la boca. El temor dio vida a sus palabras.

-Tenemos que hablar -dijo Rocio atropelladamente. Gaston cerró la boca con brusquedad, como si se tragase sus propias palabras antes de que saliesen al exterior. Con el ceño fruncido la observó e hizó un leve gesto con la mano de cortesía para que continuase.

Rocio no tenía claro cómo diría aquello. Pero el amor que sentía por él la estaba consumiendo. Tenía que alejarlo de ella, de su lastimado corazón. Cogió fuerzas de donde no la había y se decidió a hablar.

- Nuestro trato... -intentó decir nerviosa- No creo que sea prudente que continúe.
- ¡Prudente! -repitió él en un susurro y esbozó una pequeña sonrisa sarcástica.

Ella sintió que todo el oxígeno abandonaba sus pulmones, y toda su decisión de continuar con aquello se tambaleó. Pero tenía que hacerlo antes que el daño fuese irreversible. Si es que no era demasiado tarde ya.

- Nos aporta más problemas que ventaja -dijo Rocio finalmente decidida a que era lo mejor- No paramos de hacernos daño. Pensamos que podíamos disfrutar de momentos juntos, pero esos momentos se han convertido en una batalla diaria.

La mirada de Gaston era inescrutable. Pero estaba pendiente de ella, sin dejar de mirarla ni un segundo, con una leve sonrisa. Nerviosa decidió seguir hablando sin importarle si tenían o no sentido sus palabras.

- Está claro que no podemos ser amantes. Y has dejado claro que no quieres que seamos amigos. Así que es mejor que dejemos la farsa antes de que digamos o hagamos algo que pueda herir más al otro.

Cuando dejó de hablar notó que él se contrajo levemente, como si un dolor insoportable le hubiese cruzado todo el cuerpo. Suspiró y miró al oscuro cielo, esperando que dijese algo.

- Tienes razón -es lo único que dijo Gaston, antes de levantarse y caminar hacía el interior de la casa.

¿Tan poco le importaba lo que habían tenido? ¿No lucharía nada por mantenerlo? ¿Ella no le importaba ni lo más mínimo? Pero era lógico. Ella solo le daba sexo. Y no le costaría nada reemplazarla. No tenía por qué afectarle en absoluto.

Antes de que pudiese evitarlo una lágrima se escapó de sus ojos y corrió bajo su mejilla. Se puso en pie rápidamente, se secó la lágrima y se prometió que sería la última que derramaría por ese hombre.

Escuchó las voces a lo lejos de los invitados de Gimena y Nicolas. Decidió que no era momento de socializar. Subiría, haría su maleta y le explicaría a Gimena que debía irse. Y se alejaría de Gaston para siempre.

Convencida de que sería lo mejor. Y herida por no tener más opción, caminó hasta el cuarto. Al abrir se quedó estupefacta. Gaston estaba sentado en el suelo, mirando a la nada. Apoyando la cabeza sobre los pies de la cama y los antebrazos sobre sus rodillas flexionadas. Se permitió un segundo para contemplarlo y después caminó hacía el armario sacando su maleta. La dejó sobre la cama y comenzó a colocar su ropa en ella. Gaston no se movió. Cuando toda su ropa ya estaba guardada fue al baño por el resto de sus cosas. Al salir vió que él no se había movido del sitio. Guardó todas sus propiedades en la pequeña maleta y la cerró. Con esfuerzo la bajó de la cama y se paró junto a Gaston para despedirse.

- No te puedes ir -dijo Gas sin más, antes de que ella abriese la boca.
- ¿Por qué no? -preguntó ella irritada por la indiferencia en su voz.
- Por varias razones -explicó él ausente y sin mirarla aún- No hay ningún vuelo hasta mañana...
- ¡Oh! -gimió frustrada soltando la maleta.
- Y no puedes dejarme solo -añadió él con voz ahogada.

Rocio sintió como el corazón se le encogía de emoción. Lo miró atónita, con ojos como platos y la boca abierta. No creía que lo que acababa de escuchar fuese cierto.

- Me harán muchas preguntas que no deseo contestar -rectificó Gaston, mirándola al fin, con indiferencia- Todos creen que eres mi novia. Y si te vas me harán la vida imposible.
- Solo serán unos días. Y estoy segura de que encontrarás la forma de distraerte -espetó irritada. Seguramente se distraería con Mery, pensó furiosa. Él pareció leerle la mente y sonrió.
- No soy tan ingenioso como tú, cariño. Estoy seguro de que me meteré en más de un lío -advirtió él sonriente- ¿Podrías hacer esto por lo que fue nuestra amistad? -le pidió expectante.
- ¿Quedarme el resto de la semana? -preguntó insegura.
- Fingir ser mi novia, unos días –corrigió Gaston férreo.

¿Fingir ser su novia? ¿Estaba loco? Lo que ella más deseaba era alejarse de él y le estaba pidiendo que fingiese ser la persona que más cerca estaba de su corazón ¡Estaba loco!

Pero ella estaba aún peor por pensárselo, se recriminó furiosa. Unos días juntos harían que el final de su relación fuese más civilizado. Podría aprovechar para dejarle claro a Gaston que lo hacía porque una vez fueron amigos pero que en ese momento ella no deseaba volver a verlo más porque le había hecho mucho daño. Podría...

¿A quien pretendía engañar? No estaba preparada para abandonarlo. Simple y llanamente. Él la necesitaba y una vez más ella se sacrificaría por él.

- De acuerdo -aceptó con voz pesada.

Él se levantó y la miró como si acabase de darle una mala noticia. Después asintió levemente y se marchó de la habitación. Ella rompió su juramento y se echó a llorar sobre el edredón ¿Por qué tenía que enamorarse de alguien que parecía disfrutar haciéndole daño?

Fin Capi...

*Mafe*


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