domingo, 26 de febrero de 2012

Amigos Desconocidos Cap 58



Capítulo 58


Los rayos de sol inundaban la habitación. Rochi comenzó a despertarse. Se tapó el rostro con una mano, intentando que la luz no la cegase. Se estiró perezosamente sobre las sábanas y miró la parte intacta de la cama que había reservado para que él durmiese. Después, miró hacía el sofá del cuarto. Estaba sola. Él habría salido temprano esa mañana. Probablemente para no tener que verla. Se tiró sobre el colchón de nuevo y cerró los ojos. No quería pensar en lo que había significado todo lo ocurrido la noche anterior.

Gaston la había dejado en el cuarto hecha un mar de lágrimas. Había llorado hasta dormirse, acurrucada en un lado de la cama. Después, había notado un cosquilleo en la cara que casi consiguió despertarla. Pero estaba en un magnifico sueño en el que Gas la amaba y eran felices, y por supuesto ella tenía un fabuloso Ferrari para acompañarlos en esa vida de ensueño. Pero entonces lo había escuchado susurrarle que se durmiese. Él estaba allí, junto a ella, acariciándole la cara. Y le había dicho "cariño". Solo lo hacía sarcásticamente cuando estaba enojado. Pero esa vez su voz era suave, dulce, tan tierna que casi llora de felicidad.

Pero después, no pasó nada más. Vacío. Escuchó la ducha y se dijo que todo era producto del ensueño. Intentó dormir de nuevo, pero no pudo. Escuchó cada paso que dio él en la oscuridad. Notó como se acercaba a ella, y apretó los párpados intentando recordar que debería estar dormida. Iba a acostarse junto a ella, y todo su cuerpo contestó al hecho. Pero no lo hizo. Durmió en ese pequeño -y estaba segura que incómodo- sofá.

"Te necesito tanto..." le había susurrado antes de darle un dulce beso. Y estaba segura que eso no había sido un sueño. Porque pasó las siguientes tres horas intentando darle una lógica a lo sucedido ¿Qué quería decir que la necesitaba? Si fuese tan cínica como le gustaría pensar que era, pensaría que se refería a algo práctico, como que la necesitaba para hacerse pasar por su novia. Pero la verdad era que se había sorprendido a ella misma creyendo en cuentos de hadas en los que el príncipe acaba enamorado de la princesa, y no aprovechándose de su cuerpo para pasar a la siguiente. 

¡Cielos, era patética! se dijo irritada. Un casto beso en la comisura de los labios y ya estaba haciéndose toda una película de amor. Él no le amaba. Y si había oído ternura en sus palabras era porque había vuelto el Gaston dulce que ella conocía. Con suerte, se quedaría lo suficiente para no acabar matándolo antes de separarse para siempre. Porque ella también había vuelto a ser la que era, y no se dejaría pisotear de nuevo.

Se levantó con decisión de la cama y se metió en el baño. Unos minutos después estaba lista para lo que se le avecinaba. Pero ¿qué sería exactamente? Habían concordado fingir ser novios. Pero no sabía que esperaba de ella exactamente. Seguiría actuando como hasta entonces, se dijo relajadamente.

¿Ignorándolo y coqueteando con su futuro hermanastro? No estaba segura de que esa fuese la imagen de una buena novia. Aunque ella nunca había sido tal cosa. Solo estaría allí unos días, y ese mismo tiempo duraría su amistad con Gaston, así que haría todo lo posible para ser la mejor novia del mundo. Después, lo sacaría de su vida y acabarían los problemas.

Sonrió al espejo y se dispuso a salir. Se encontró a Mery y Gas en la cocina. Ambos hablaban relajadamente y reían sin parar. Pero no se sintió amenazada. Era un ambiente cómodo y distendido. Se preparó un zumo de naranja y se sentó a la mesa, junto a ellos. Pero nada más colocarse al lado de Gaston él se levantó.

¡Se acabó el cuento de hadas! ¿Cuanto le había durado? ¿Cinco minutos? Suspiró y sonrió a la muchacha que tenía frente a ella.

- Gas me estaba contando vuestros planes para hoy -informó Mery- ¡Es tan romántico!

¿De qué estaba hablando? Iba a hacer esa misma pregunta cuando Gaston se sentó de nuevo junto a ella, le colocó un enrome tazón de leche, como a ella le gustaba y sus bollos preferidos ¿Qué estaba pasando ahí?

- ¡Come! Ya se que no te gusta desayunar nada más levantarte. Pero el día será pesado y no se a qué hora podremos almorzar -explicó Gaston suavemente evitando mirarla a los ojos.

Estaba atónita, y como una autómata comenzó a engullir bollos. No sabía si estaba en un sueño o en una realidad paralela. Estaba segura de que en cualquier momento aparecería un elefante rosa por alguna parte.

Tras desayunar, sin apenas dirigirse la palabra, él la informó de que se irían a pasear por la playa. Explorarían un poco y se llevarían una cesta de picnic por si les entraba hambre.

Con un pantalón blanco hasta las rodillas, mostrando sus fuertes piernas y una camiseta sin mangas se presentó ante ella, cesta en mano. Rocio decidió seguirle la corriente, se colocó un bikini blanco y una minifalda vaquera del mismo color.

- ¿No va a hacer mucho frío para esto? -protestó Rochi.
- Aquí si. Pero en la playa con el Sol que hace hoy, estaremos perfectamente. Colócate una chaqueta hasta que lleguemos -le sugirió con una suave sonrisa.

Dulce. Muy dulce. Demasiado dulce, se dijo Rochi desconfiada. Aun así, hizo lo que le decía y llegaron a una solitaria playa. Estaba llena de rocas y jugaron entre ellas, escalándolas y recordando las innumerables veces que se habían caído. Normalmente por culpa de ella, porque su espíritu aventurero acababa arrastrando a Gaston a todas sus locuras. Y siempre acababan magullados.

- Tengo cientos de cicatrices por tu culpa -acusó Gas risueño.
- Son heridas de guerra -bromeó ella subiendo una enorme roca.
- ¡Ten cuidado! Esta resbaladizo -aconsejó preocupado- Creo que es mejor que volvamos.
- ¡Espera! ¡Ven rápido! Aquí hay algo... -dijo Rochi perdiéndose unos segundos de su vista para después volver muy sonriente- Hay una cueva preciosa ¡Sube!

Ella lo ayudó con la cesta de picnic y subió. Entraron en la pequeña gruta. Tuvieron que agacharse para poder entrar. Pero se sorprendieron con su enorme interior. Estaba formado por rocas oscuras iluminadas por un foco de luz que venía desde arriba, haciendo un efecto impresionante de colores al impactar con el agua que corría desde las paredes hasta un riachuelo.

- ¡Es precioso! -dijo Rochi asombrada.
- ¡Increíble! -corroboró Gaston, pasando una mano por las fuentes de agua natural que caían de las paredes.
- Yo creía que esta clase de maravillas solo se veían en islas paradisíacas reservadas para millonarios -susurró la chica admirando el paisaje- Aunque supongo que esta lo es.
- ¡Sí! Hasta tú, con lo despistada que eres, deberías haberte dado cuenta de que estamos rodeados de millonarios -se burló el joven salpicándola de agua.
- Tú eres uno de ellos -espetó devolviéndole el gesto.
- ¡Oh! No deberías haberme mojado -afirmó Gas con una sonrisa malévola dirigiéndose lenta y poderosamente hacía ella.
- ¡Tú empezaste! -exclamó huyendo de él.

Por mucho que corrió, fue en vano. Acabó en lo que ellos había considerado un riachuelo. En realidad los cubría a ambos. Él acabó en el agua intentando sobrevivir a los ataques de ella. Reían sin parar y tragaban agua del mismo modo. La agarró por la cintura para llevarla a la superficie. Ella se estaba despejando el pelo mojado de la cara distraídamente, mientras él intentaba recuperarse del impacto de tenerla tan cerca, entre sus brazos, cara a cara.

Una vez despejado el rostro, Rochi abrió los ojos y se encontró con la mirada penetrante de Gaston. Le costó unos segundos recordar como se respiraba y después se apartó de él suavemente.

- Este lugar es fantástico -dijo Rocio con una gran sonrisa, apoyando el rostro sobre sus manos, que la mantenía a flote gracias a las rocas de alrededor.
- ¡Fantástico! -murmuró él, perdiéndose en la piel mojada frente a él. La suave espalda cubierta por la melena empapada. 

Sonrió al ver como goteaba la preciosa nariz de Rochi y la seco con un suave gesto con el dedo índice. Tenía que aprovechar esos días porque no tendría ninguno más

- ¿Quieres comer algo? -sugirió Gaston señalando a la cesta de comida que habían llevado. Ella asintió y ambos salieron del agua.

Tras comer algo y reír mucho más, pasearon toda la tarde. Al llegar a la casa, ambos estaban muy relajados. No se dieron cuenta de cuando o por qué, pero llegaron cogidos de la mano y muy sonriente. Rocio se iba a separar, ya que no quería que él supiese de sus sentimientos. Pero en ese momento vio a la familia Vasquez al completo y decidió que era parte de su papel de novia ejemplar.

Era tan extraño, pensó Gaston cuando llegaron al cuarto y ella se encerró en el baño para alistarse para la cena. Era la primera vez desde que supo toda la verdad sobre Rochi, que la veía tal y como siempre había sido. Tan bromista y traviesa como recordaba. Pero era muy diferente verla con ese diminuto bikini, que dejaba a la vista cada perfecta y voluptuosa curva. Una necesidad de abrazarla y no soltarla jamás se apoderó de él 

¿Cómo un día tan fabuloso como el que había pasado podía resultarle tan doloroso? Ella era maravillosa, más de lo que nunca habría podido imaginarse. Pero él no era digno ni siquiera de compartir el mismo espacio físico con ella. Le deseaba que fuese muy feliz y que encontrase a un hombre que supiese valorar lo mucho que valía. Pero dudaba de que fuese a ser capaz de ser testigo de ello. Lo mejor para ambos sería no verse más. Aunque sintiese que eso fuese imposible.

Fin Capi...

*Mafe*

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