domingo, 26 de febrero de 2012

Amigos Desconocidos Cap 60


Capítulo 60


Al notar el movimiento del colchón bajo el peso de Gaston, Rochi se giró para verlo. Apestaba a alcohol. Lo miró con reproche unos segundos y después se levantó para rodear la cama hasta acabar junto a él. Observó su postura y aspecto desaliñado y suspiró pensando en lo difícil que sería desvestirlo estando en ese estado. Comenzó quitándole los zapatos y cuando llegó a la camisa decidió que después de aquello no sería necesario ir al gimnasio en un mes. No es que fuese, pero estaba segura de que al día siguiente tendría agujetas.

Tras meditarlo decidió que sería imposible colocarle el pijama. Tendría que dormir en boxers. Tampoco sería la primera vez que lo viese así. Humedeció una toalla del baño y limpió la suave capa de sudor de su rostro y nuca, mojó sus labios y lo arropó bajo las sábanas. Se acostó de nuevo, acurrucándose junto a él. Se dijo que lo hacía para estar pendiente a él por si necesitaba algo durante la noche. Siempre había tenido debilidad por aquellas personas que la necesitaban. 

Y estuvo pendiente a él. Tan pendiente que fue incapaz de dormir, observándolo. Se apoyó contra su pecho y comenzó a rondar su masculino rostro con dedos ansiosos ¡Era tan perfecto, que debería ser ilegal causar tales estragos en las mujeres! Miró los carnosos labios entreabiertos y no pudo evitar morder el suyo propio por la anticipación. Sabía demasiado bien cual era el sabor de esos labios. No creía que fuese capaz de olvidarlo nunca.No pudo evitar que escapase un pequeño gemido de sus labios. Acto seguido el hombre que estaba contemplando comenzó a abrir los ojos. Y aunque en la oscuridad debería ser imposible que la viese con claridad, su mirada penetrante le aseguró que la veía completamente.

De una forma posesiva casi animal, la agarró por la cintura ciñendo el cuerpo femenino sobre el suyo. La comenzó a besar con pasión desesperada, y rodó con ella hasta estar dominándola por completo, con su poderoso cuerpo. La habitación se convirtió en una neblina de deseo y confusión. Gemidos y humedad los rodeaba. Besos y caricias vagaban sin objetivo específico. Y millones de sensaciones los inundaban. Sus propios quejidos se escuchaban muy lejanos, sin saber si ellos mismos eran los autores de tales. La unión fue ansiosa y exigente. Una total desinhibición que les hizo sentirse extasiados. Confusos tras la explosión de emociones.

La realidad fue llegando poquito a poco, pasando de largo ante Rochi y golpeando directamente sobre Gaston. Rodó sobre su espalda y la llevó con ella en un abrazo posesivo. La acurrucó sobre su pecho y comenzó a acariciarle la espalda con manos distraídas ¡Lo había vuelto a hacer! pensó furioso. Se había aprovechado de la compasión de su amiga por su patético estado y le había exigido más de lo que merecía. Se sentía como la peor de las personas. Pero ni eso haría que la soltase en esos momentos.

¡Su piel era tan suave!, se maravilló mientras seguía acariciándola. Él era un cer'do y ella una princesa ¿Cómo podía exigirle que siguiese a su lado? Simplemente no podía. Y por mucho que hubiese cambiado exteriormente seguía siendo la misma Rocio. La chica que no creía en el amor. La misma que le dijo que el matrimonio era la manera de que los hombres creyesen tener en su propiedad a una mujer. Ella no sentía, ni sentiría nunca, nada por él. Solo hacía aquello para no perder su amistad. Y él como un despreciable asno se había aprovechado de ello.

Había conocido a dos mujeres inolvidable en ella. Una traviesa amiga con la que siempre podía contar. Y una sensual mujer que le hacía estremecerse de placer con una simple sonrisa ¿Cómo podría estar con cualquier otra con dichos antecedentes? Ninguna podría compararse con ella. Su cuerpo se tensó con la idea de que ella estuviese con otros. La idea le causaba tal fatiga que creyó marearse ¡Sería el whisky!, se dijo, sabiendo que no era cierto.

El resto de la noche pasó sin dejar de abrazarla. Sabía que estaba despierta porque la notaba tensarse y relajarse, como si al igual que él no dejase de pensar en lo que allí había sucedido. No quiso hablar por miedo a que ella le dijese lo mucho que lamentaba lo ocurrido. Él no lo lamentaba en lo absoluto, y no podría soportar escucharla decir tal cosa. Así que se mantuvo en silencio hasta que Morfeo lo arrastró a un dulce sueño horas más tarde. Un lugar perfecto donde nada importaba. No existían dudas ni dolor. Pero no era el paraíso. Ese ya lo había encontrado en ella.

Por un fuerte ruido que entró por la ventana,Rocio comenzó a despertar. De forma innata, a la defensiva, se incorporó con celeridad y miró a su alrededor buscando la amenaza. No había nada ni nadie. Y como la mañana anterior se tendió sobre las sábanas para rememorar lo acontecido la noche pasada. Habían hecho el amor de una forma tan sensualmente extasiada, que creyó haber sido ella la ebria. No recordaba detalles de lo sucedido, como en otras ocasiones. Solo recordaba el deseo, la pasión y las miles de sensaciones que recorrieron su cuerpo estremeciéndolo de placer. Podría haber muerto de placer esa noche, se aseguró suspirando.

Pero Gaston no estaba junto a ella al despertarse. Había sido una desinhibición producto del alcohol y probablemente por la mañana se arrepentía. Y ella debería hacerlo también. Aquello no era bueno para su pobre corazón. Le estaba haciendo crear expectativas que estaban lejos de la realidad. La desease aún o no, solo era sexo para él. Aunque comenzase a tratarla con dulzura y se preocupase por ella. Simplemente se comportaba como un amigo que había tenido un ataque de lujuria. Pero nada más.

Se levantó segura de que seguir con su papel y que pasasen los días para irse, era lo mejor. Se vistió con unos vaqueros y una camiseta cualquiera y bajó a desayunar. De nuevo se encontró en la cocina con Gaston y Mery. Pero esta vez si le molestó lo que se encontró. Ella estaba recostada sobre su brazo susurrándole algo al oído y él miraba distraídamente su taza de café. Caminó ante ellos para coger un zumo de naranja y ninguno de los dos se movió del sitio. Se sentó frente a la descarada chica y esta siguieron ignorando su presencia. Juró que antes de acabará el día cometería un crimen. Pero ella no tenía derecho a exigirle nada. No eran absolutamente nada.

Pero su novia sí, dijo una vocecita traviesa en su cabeza. Si ella tenía que fingir ser su novia, debería ser en todos los sentidos. Cualquier mujer haría algo ante aquella situación. Y como descuartizarlo le pareció excesivo para un simple papel, decidió al menos separarlos.

- Mery ¿no has dormido bien? -preguntó Rochi inocentemente, haciendo que ambos la mirasen.
- ¿Yo? Ahm, sí ¿Por qué? -balbuceó la chica confundida.
- Como tratas a mi novio de almohada, pensé que el sueño se adueñaba de tu autocontrol -espetó con una sonrisa sarcástica- Supongo que simplemente querías mostrarte... amistosa.

La chica se sonrojó y se separó lentamente de Gaston. Este pareció regresar a la vida y la miró con ojos burlones.

- ¿Y tú? ¿Has dormido bien? -preguntó Gaston con ojos llenos de deseo.
- La verdad es que no -contestó ella relajadamente- Alguien invadía mi espacio en la cama y no me dejaba moverme.

Gaston rió divertido. Sin duda era cierto. La había tenido secuestrada entre sus brazos toda la noche. Pero le gustaba la forma burlona en la que lo recordaba. Toda la tensión acumulada por miedo al encuentro se fue diluyendo. No se veía furiosa por lo sucedido. Ella no parecía estar resentida. Y él sintió una oleada muy conocida de deseo. Pero no era el carnal, que se había apoderado de él durante esos últimos meses. Era el deseo de fastidiarla y reírse como hacían antes.

- ¡Uhm! Cuando ya no cabes en la cama es momento de empezar a hacer ejercicio -se burló Gaston desconsideradamente.
- No, gracias. Ya tengo bastantes agujetas de anoche -dijo Rochi, viendo como ambos la miraban con sorpresa- ¡Oh, Dios! ¡Que mal pensados! Tengo agujetas de haberlo desvestido -intentó explicar dejando a Maria aún más horrorizada y haciendo que Gaston se soltase en carcajadas- Lo desvestí porque el señorito llegó borracho y cayó inconsciente sobre la cama ¡No seas mal pensada! -le ordenó a la chica irritada por tener que dar una explicación concreta.
- Sois novios podéis hacer lo que queráis -comentó Mery, sin el menor rastro de enfado.
- Gracias por tu permiso -bromeó Rochi relajadamente- Pero no me gusta compartir -miró a Gaston- los detalles íntimos. Por eso quería dejar claro mi comentario. Para una vez que es inocente, quiero que se me valore el esfuerzo -bromeó robándole una tostada a Gas de su plato.

Gaston la miraba como si nadie más hubiese en la habitación. Y eso la estaba poniendo nerviosa. Consiguió distraerse al ver entrar a Peter y sentarse junto a ella. Una oleada de satisfacción la invadía al ver la cara de Gaston. Y se reprochó por aumentar las esperanzas de que él la llegase a amar. Pero solo estaría unos días más a su lado. Después, tendría que aprender a vivir sin él.

- Cara, ¿cómo amaneciste? -le preguntó Juan Pedro a Rocio ignorando al resto.
- Radiante ¿no me ves? -afirmó con una gran sonrisa. Él miró como se ceñía la camiseta a sus turgentes pechos y los vaqueros enmarcaban sus deliciosas caderas y gruñó.
- ¡Oh, sí! ¡Lo veo! -susurró con voz ronca de deseo.
- El escaparate no esta en venta -protestó Gaston colérico- Así que si no quieres que lo próximo que veas sea mi puño acercándose a tu cara, te aconsejo que mantengas las distancias.

Todos miraron la perdida de control de Gaston sorprendidos. Todos los presentes eran conscientes de los celos que le procesaba al italiano. Pero hasta entonces no había dicho nada para afirmarlo.

Rocio no pudo evitar que la adolescente que llevaba dentro diese saltos de alegría. Un deseo de abrazarlo, que casi la hace caerse de la silla, la invadió. Pero solo hacía un papel, se dijo la chica intentando dominar sus hormonas. Aunque siempre había sido celoso. No era ninguna señal. Él no la amaba. Punto.

Una frustración la invadió de repente y la niña mala de su interior luchó por salir.

- Deberías seguir tus propios consejos -dijo Rochi con más rencor del que le gustaría haber expresado. Él había dejado que tocasen la mercancía aunque otra fuese la dueña. Y estaba verdaderamente celosa. No podía quitarse la imagen de Maria sobre él.

Gaston frunció el ceño y agachó la cabeza. Rochi le reprochaba que no hubiese sido capaz de mantener las manos quietas, se aseguró Gaston. Y tenía todo el derecho. Había hecho que confiase en él de nuevo como un amigo y después, se le abalanzó como un perro hambriento. Tenía derecho de recriminarlo.

- Dos chicos peleando por una chica ¡Que bonito! -exclamó Mery sin emoción- Pero al no ser yo la chica, esto me resulta un tanto incómodo -afirmó mirando a todos a su alrededor y centrándose en su hermano- ¿Por qué no te das por vencido? Está claro que no vas a conseguir nada.
- Mery, cállate -protestó furioso Peter- Y no te hagas la inocente, que todos sabemos que le coqueteas a Gas para fastidiar a papá.
- Al menos, yo no pretendo separar una pareja como tú -acusó su hermana irritada.
- Si se separan porque yo la cortejo un poco, definitivamente es que no estaban hechos para estar juntos -explicó Juan Pedro ignorando a la pareja junto a ellos- Pero que tú los separas por tus juegos, no tiene excusa.

Rochi y Gaston se miraron atónitos por la riña entre hermanos. Hablaban de ellos y sin embargo, se sentían fuera de lugar. Ella no pudo aguantar tremendo numerito y carraspeó audiblemente.

- No quiero molestar vuestra entretenida charla. Pero lo que uno u otro haga no afecta a nuestra relación tanto como pensáis -informó Rocio con expresión serena- Y Mery, estoy bastante acostumbrada a que todas las mujeres deslicen su número de teléfono por el bolsillo de Gas, o lo busquen de forma bastante más explicita que tú.
- Y yo -continuó explicando Gaston- aunque no me acostumbre ni me haga ninguna gracia, me he encontrado con hombres bastantes más insistentes de lo que lo hace Peter. Por ejemplo; mi propio primo -concluyó mirando al italiano- Pero si te le acercas, de verdad que te parto la cara -advirtió con expresión férrea.

Rochi sonrió y desdibujó el ceño fruncido de Gaston con un dedo ¡Adoraba su vena posesiva! La echaría tanto de menos... Pero se estaba acostumbrando con demasiada facilidad al papel de novia. Y tenía que recordar que solo era un teatro ante la futura familia de Gimena. Después, dejaría que su maltrecho corazón intentase recomponerse.

Fin Capi...



*Mafe*

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