domingo, 19 de febrero de 2012

Dilema... y un... no hay tal crisis! capitulo 24




Capitulo 24  


Cuando las chicas se fueron como siempre me dejaron comida echa y arreglaron toda la casa porque yo sinceramente soy un desastre, aunque dentro de mi desorden yo me entiendo y ubico, mi madre era super ordenada y pulcra y como un castigo divino yo le salí al revés; nunca se donde las chicas dejan mis cosas.
Yo en de por si soy bastante antojosa ahora con el embarazo mas aun, recordé que jaz dejo un chocolate en la nevera y no me resistí, cuando le di el 2do mordisco una oleada de nauseas me hicieron correr hacia el baño, pase 15 minutos frente al lavabo con un mareo que apenas me permitía estar de pie; cuando al fin paso todo decidí ir al medico al día siguiente.
Busque en mi agenda el número telefónico de luz, debía avisarle la razón de mi ausencia.
(Conversación)
- bueno?? Por favor con luz – dije tímidamente.
- Ella habla – contesto la voz de mi… de luz.
- Soy rochi… rocio – me corregí.
- Adelante, a que debo el honor de tu llamado?? – pregunto su fría voz – esta todo bien?? – esta segunda pregunta sonó con nerviosismo con ternura, con un tonó casi maternal. Me descoloco por completo.
- He… si – carraspee – pasa que mañana tengo una consulta medica por lo de… - no sabia porque, comentarle de mi embarazo a luz me inquietaba.
- Por tu bebe – susurro al teléfono juraría que suspiro.
- Si – fue todo lo que me salio.

- Estas bien?? Digo no has tenido complicaciones?? – sonreí, luz sonaba preocupada
- Estoy bien, solo muchos mareos y antojos… yo que soy antojosa de por si.-
- Si, es cierto – contestó y no entendí porque me daba la razón.
Hubo un silencio incomodo.
- te veo el martes rocio que te vaya bien en la consulta – dijo secamente y cortó.
Esa noche dormí intranquila.
A la mañana siguiente estaba echa un manojo de nervios, me puso unos jeans y una camisa anaranjada pálido me agarre el pelo en una coleta alta y me encamine a la maternidad.
Al llegar eran como las 10 de la mañana y solo había 3 madres antes que yo, no sabia que hacer para quitarme el nerviosismo. Todo lo relacionado con el bebe me ponía nerviosa al máximo, esta iba a ser la primera ecografía y los nervios me tenia mareada.
- rochi como estas?? ya entraste?? – me pregunto Ramiro estándose a mi lado.
mis ojos se abrieron como platos y se me cortó la respiración, estaba alli sentado mirándome con preocupación.
- que rayos haces aquí?? – pregunte demasiado confundida como para pensar con claridad, no le había contado sobre mi cita al medico a nadie.
- Pregunte por ti en el trabajo y luz me dijo que tenias una cita en el medico me preocupe y quise venir a ver si estaba todo bien con el bebe.
- He… si, bueno eso creo… si, esta todo bien – respire necesitaba calmarme. – es solo una consulta mensual que debo hacerme algo rutinario.
Ramiro me regalo una de sus sonrisas arrebatadoras y yo me olvide de respirar por un momento.
- rocio igarzabal?? - me llamo la secretaria, había llegado la hora
- soy yo – me pare.
- Usted y su esposo pueden entrar – dijo señalando a ramiro.
- El no es mi… - la secretaria no me dejo terminar y se dio la vuelta para irse.
Ramiro me sonrío dándome ánimo. Pero yo estaba paralizada, no podía moverme.
- vamos – dijo Ramiro tomando mi mano y colocándose en pie – voy contigo.
Sentir su mano con la mía y darme cuenta de que no estaba sola fue como una ola que me recorrió el cuerpo de tranquilidad. Apreté su mano entre la mía y entre.
El consultorio completamente en blanco tenia un toque futurista con el contraste del plateado. El Doctor Héctor me esperaba sentado tras su impecable escritorio perfectamente ordenado. El fue mi doctor de toda la vida y saber que iba a tratar a mi hijo me daba seguridad.
- rocio querida por favor pasa y siéntate – dijo señalando su escritorio mientras rellanaba un formulario.- el caballero es?? – pregunto mirando a ramiro.
- Un amigo – me apresure a contestar – disculpe pero estoy muy nerviosa y necesitaba.
- Contención – termino la frase mi doctor, esa no era la palabra que iba a usar pero lo deje así.
El doctor hizo una serie de preguntas que conteste como un robótito y luego me pidió que me acostara en la camilla, apreté una vez más la mano de Ramiro que me regalo una sonrisa tranquilizadora he hice lo que el doctor me pidió.
Sentí el gel frío sobre mi panza podía notarla apenas unos centímetros mas grande. Rama se puso a mi lado y volvió a tomar mi mano. Lo mire a los ojos y me sentí… bien.
El doctor nos mostró en una pantallita apenas un punto blanco que parecia nadar en un mar negro, ese es mi bebe!!
La alegría me inundaba el cuerpo estaba viendo a mi hijo, las lagrimas de felicidad cayeron por mis mejilla “cuando la felicidad es demasiada grande un poco se derrama por los ojos” escuche una vez en mi película animada favorita, “Mulan”. La felicidad me llenaba de tal manera que las lágrimas no paraban. Escuche con atención al doctor mientras señalaba cada cosa. Me sentía tan abrumada que poco entendía. Ramiro soltó mi mano y yo seguí mirando al doctor intentado descifrar lo que decía. Después de su explicación me pidió que le esperara allí recostada fue ahí cuando note la ausencia de la mano de Ramiro entre la mía. Me di vuelta para verlo y me sorprendí.
Ramiro contemplaba la pantalla con una expresión lúgubre, no me miraba, solo miraba la pantalla sin una pizca de alegría en el rostro, incluso lo sentí molesto.
-rama – llame su atención suavemente, me miro como si nunca me hubiera visto antes, me hizo retroceder en la camilla; tenia odio y dolor en su mirada… yo no entendía nada. Volvió a mirar la pantalla y salio del cuarto a la carrera dando grandes zancada, choco de frente con el doctor, se disculpo por lo bajo y se perdió de mi vista. Me sentía tan perdida, tan extraviada, no entendía que había pasado. El doctor siguió hablándome y yo trataba de poner atención.
- me alegra que vinieras – me dijo antes de irme –
- fuiste mi doctor toda la vida, no podía confiarle la vida de mis hijos a otra persona. – me sonrío dulcemente.
- Tu madre estaría orgullosa – sonreí y luche con las lagrimas.
- Gracias – susurre y salí de su oficina.
Al llegar a la recepción no lo vi, la preocupación aumento.
- señorita mi…- le dije a la secretaria, dude un segundo.
- Su esposo?? – me pregunto y sonrío – ya se fue.
- Gracias – grite corriendo a la salida.
El día estaba nublado y la brisa corría fuerte y fría. Acomode mi chaqueta y comencé a caminar hacia mi auto, se había ido.

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